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Authors: Kate Jacobs

Amigas entre fogones (44 page)

BOOK: Amigas entre fogones
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Aimee y Sabrina se miraron horrorizadas. Hannah estaba muda de asombro, congelada en el gesto de llevarse un langostino a la boca.

Era como si Gus se hubiese convertido en otra persona.

—No he dicho que vaya a desaparecer —dijo ésta, hablando directamente hacia ellas, aun cuando estuviese dirigiéndose a todos los presentes en la carpa—. Vais a verme muy a menudo, y a recibir mis llamadas y correos electrónicos. Pero ha llegado la hora de dejar que pasen nuevas aventuras en mi vida. Ha llegado la hora de explorar.

Bajó de la tarima y, de inmediato, se vio rodeada de una muchedumbre de amigos y compañeros de Canal Cocina que, atónitos, le deseaban todo lo mejor. A los pocos segundos notó la mano de Oliver en su brazo, tirando de ella para sacarla de entre el gentío.

—Gus —dijo—. ¿Qué demonios? ¿Dónde me deja eso a mí? ¿Al nivel de un ligue de verano?

—No digas eso, Oliver —dijo ella enfáticamente—. Tú has representado un gran cambio en mi vida.

—Eso me parece estupendo. Pero creía que nuestra relación significaba… algo.

Oliver se llevó la mano a la frente, tratando de ordenar las ideas.

—Llevo mucho tiempo dando vueltas en círculos —dijo ella—. Y noto que finalmente sé dónde quiero aterrizar.

—Mira —dijo él, y se le entrecortó la voz un poco—. Sé muy bien que todos debemos perseguir nuestros sueños. Si esto es lo que deseas, entonces yo te apoyo.

—Gracias, Oliver —dijo ella, que sintió un gran alivio—. Eso significa mucho para mí.

—Pero no te pienses que me voy a quedar aquí a esperarte. —Recogió la chaqueta de su esmoquin de una silla, como para marcharse.

—Sí, de eso quería hablarte —dijo Gus colocando suavemente la mano en su brazo para detenerle—. Verás, esperaba que quisieras venir conmigo.

LA GUINDA DEL PASTEL
32

Abril de 2.008

Llegó por correo postal: una invitación formal a una de las famosas fiestas de Gus Simpson. Lo sorprendente era el lugar del evento (un loft privado con vistas al mercado de agricultores de Union Square) y el motivo. Gus Simpson volvía a la televisión con un nuevo programa producido por su propia productora, 50/50 Ventures, y había organizado una fiesta por todo lo alto para realizar la primera emisión.

Ella y Oliver habían pasado casi un año lejos de Nueva York, viajando por veinte países para documentarse y rodar Alimentos autóctonos de otros países, un programa dedicado a mostrar parajes increíbles, platos increíbles y artesanía increíble, y a poner a disposición del consumidor norteamericano todos esos artículos (siempre en plan comercio justo, naturalmente). Por fin Gus había dado con la manera de combinar el altruismo de su juventud con su éxito profesional y con su creencia en la importancia de los ingredientes culinarios autóctonos. Por supuesto, para obtener el capital había tenido que vender la casa, pero creía que había merecido la pena. La casa, con sus diecinueve habitaciones, había sido precisamente lo que había necesitado en un momento anterior de su vida, pero luego se había sentido preparada para pasar a otra cosa.

Hannah había franqueado la puerta del loft antes de que apareciesen todos los demás, pues estaba deseando volver a ver a su vieja amiga, con la que últimamente se había comunicado por correo electrónico, para contarle las novedades de su proyecto, bautizado Programa Hannah Joy Levine «Ámate a ti mismo» y creado para ayudar a los jóvenes en situación de riesgo a potenciar su forma física y su autoestima enseñándoles a jugar al tenis. A pesar de que había disfrutado bastante de su paso por televisión al lado de Gus, había acabado rechazando las propuestas de una productora de Hollywood que se había acercado a la estrella del deporte, antaño protagonista de un escándalo, para que presentase Chúpate ésa, una venenosa exploración de los momentos más vergonzantes de los famosos, inmortalizados en vídeo. En vez de eso, había continuado con su labor de articulista sobre temas de salud, había empezado a dar clases de tenis particulares (Priya, dispuesta a perder unos kilitos, fue su primera alumna) y finalmente había aprobado el examen de conducir, con Troy esperándola orgulloso en las instalaciones de Tráfico para celebrarlo.

Troy también había estado muy atareado con la expansión de FarmFresh a escala nacional, instalando máquinas expendedoras en los cincuenta estados, para pasar a continuación a vender sus equipos a colegios de Canadá y finalmente contactando con Jamie Oliver, de Naked Chef, para llevarlas también al otro lado del Atlántico, al Reino Unido. Podían comprarse manzanas de FarmFresh en los aeropuertos, en las estaciones de tren, en los centros comerciales y, lo que era más importante, en los colegios. Las manzanas de la huerta de sus padres estaban a la venta hasta en la escuela primaria de Hood River, y su padre hacía una excursión de vez en cuando solamente para ver con orgullo que los estudiantes apretaban un botón para seleccionar los productos de la familia Park.

También en la mente de Carmen había alimentos frescos. Su programa bilingüe gozaba de popularidad tanto en las cadenas de habla española como en el Canal Cocina, y trabajaba codo con codo con Porter, que en su nuevo cargo no paraba de sudar tinta, pero estaba dichoso. Con todo, lo más importante para Carmen era que había conseguido asegurarse la financiación (gracias a que Oliver había telefoneado a sus amistades) para abrir su propio restaurante, Pulpo. Y escogió a una elegante promesa del diseño para que su cocina luciese fresca, divertida y, sobre todo, brillante.

Porque la diseñadora de interiores de Carmen, Sabrina, había superado su aversión a reformar cocinas, encontrando la manera de integrar la historia de su madre con su propio talento para la decoración. El negocio de Sabrina iba viento en popa. Billy y ella seguían saliendo, felizmente, y de vez en cuando se planteaban la idea de consolidar su situación, pero sin ninguna prisa. Al final él fue el único que descubrió cómo conseguir a la chica: esperando.

El agente del FBI Jeremy Brewer también había conseguido a Aimee, además de resolver el caso del año. Había descubierto que el gestor financiero David Fazio estaba transfiriendo fondos a Europa cuando el tipo solicitó tratamiento para una enfermedad que había contraído mientras se gastaba el dinero ajeno en fiestas.

En definitiva, reinaba un ambiente festivo, acudieron numerosos amigos y hubo gran cantidad de bocados deliciosos. Todo el mundo iba de acá para allá alegremente, charlaban con Oliver y trataban, no con mucho disimulo, de cazar a Gus. El problema era que no estaba por ninguna parte.

Hasta que comenzaron a sonar los primeros acordes musicales y Gus apareció en la puerta con un traje pantalón en lino color crema, con una rosa en una mano, los invitados no entendieron que la fiesta de inauguración tenía que ver con un comienzo de algo más que el de un programa de televisión.

Aimee y Sabrina, que estaban al tanto del secreto, se colocaron cada una a un lado de su madre y la escoltaron hasta Oliver, que aguardaba pacientemente junto a la ventana, a través de la cual se veía el destello de las luces de la ciudad.

Fue un momento perfecto.

A Gus Simpson le chiflaban las tartas nupciales.

Agradecimientos

Aperientemente una lectora me comentó que los agradecimientos son lo que más le gusta de los libros. (¿Dónde deja eso al resto de páginas?, me pregunté.) En fin, créeme si te digo que mientras escribía esta novela conté con mucho apoyo. Lo valoré profundamente a lo largo de lo que ha sido un año ajetreado y tumultuoso.

Muchas gracias a todos los de Putnam, en especial a Ivan Held, las siempre alegres y serviciales Eve Adler y Rachel Holtzman, y por encima de todo a Rachel Kahan, la editora más lista y más comprensiva de todo Nueva York. Igualmente pacientes fueron Sue Fletcher y Swati Gamble, en Londres. Además, me siento muy agradecida por la atención que recibió el libro por parte de todos los miembros de los departamentos de ventas, marketing, publicidad, editorial, producción y diseño.

Alguien que merece su propio párrafo es mi perspicaz y afectuosa agente Dorian Karchmar, de la Agencia William Morris. En cada conversación que he mantenido con Dorian me he reído y he aprendido algo, y pocas cosas reconfortan tanto a un escritor como contar con una agente que te respalda y que además te brinda una amistad a toda prueba. Gracias.

Me siento en deuda con mis padres y hermanos por su constante aliento y su disponibilidad para escuchar, así como con mis queridas amigas, que leyeron los capítulos en su versión inicial, que solían llegarles a altas horas de la noche: Rhonda Hilario-Cagiuat, Kim Jacobs, Shawneen Jacobs, Tina Kaiser, Alissa MacMillan, Robin Moore, Sara-Lynne Levine y Christine Tyson. Una mención especial para mi madre y hermana, con las que disfruté recordando durante horas y horas los platos favoritos de la familia, como el olor de los panecillos que hacía mi abuela o su fragrante sopa de pollo con fideos frescos.

En particular, quisiera reconocer la labor de Althea Saldanha y Támara MacMillan, que me abrieron ventanas a la comida y a la cultura india y española, así como a Sandra Lee, que compartió conmigo leyendas de la escuela de cocina y de cocinas de restaurantes. Aprecio enormemente tus comentarios. Y gracias a Kevin MacMillan y a David Berger por sus sabios y constantes consejos; al gran asistente de Dorian, Adam Schear, que siempre lo tiene todo bajo control, y a todos los maravillosos lectores que me han enviado sus mensajes por correo electrónico en los últimos meses para decirme que estaban deseando leer mi siguiente libro. Es siempre un placer saber de vosotros.

Por último, quiero dar las gracias al equipo de casa. A mi perro, Baxter, que adora las pelotas de tenis y siempre estaba dispuesto a jugar a coger una cada vez que yo quería alejarme un poco del ordenador (y también cuando no). Y a mi marido, Jonathan Bieley, que me dio un sustillo por un asunto relacionado con su salud y después volvió a la carga como nuevo, listo para quedarse levantado hasta tarde, levantarse temprano, hacer (¡pedir por teléfono!) la cena, reorganizar nuestro despacho y leerse las pruebas de todos los capítulos. Gracias por haber sido mi solaz.

Fin

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