Read El gran Dios Pan Online

Authors: Arthur Machen

Tags: #Terror

El gran Dios Pan (9 page)

BOOK: El gran Dios Pan
5.46Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

En un pequeño pueblo cercano a Caermaen hay un museo, que contiene la mayor parte de los vestigios romanos que se han encontrado durante todas las épocas en los alrededores. El día siguiente a mi llegada a Caermaen me dirigí al pueblo en cuestión, y aproveché la oportunidad de inspeccionar el museo. Luego de haber visto la mayor parte de las esculturas en piedra, los baúles, anillos, monedas y fragmentos de pavimento teselado que contiene el lugar, fui llevado ante un pequeño pilar rectangular de piedra blanca, el cual había sido recientemente descubierto en el bosque sobre el cual he estado hablando y, como me enteré indagando, en aquel espacio abierto donde la calzada romana se ensancha. A un lado del pilar había una inscripción, de la cual tomé nota. Alguna de las letras han sido borradas, sin embargo pienso que no cabe duda sobre las otras que puedo proveer. La inscripción es la siguiente:

DEVOMNODENTi FLAvIVSSENILISPOSSvit PROPTERNVPtias quaSVIDITSVBVMra

"Al gran dios Nodens (el Gran Dios de las Profundidades o de los Abismos), Flavius Senilis ha erguido este pilar en consideración del matrimonio que presenció bajo esta sombra"

El guardia del museo me informó que los anticuarios locales se encontraban muy intrigados, no por la inscripción, o por alguna dificultad en traducirla, sino por la circunstancia o rito al que se alude.

***

… Y ahora, mi querido Clarke, acerca de lo que me cuentas sobre Helen Vaughan, a quien me dices que viste morir bajo circunstancias de lo más y del más increíble horror. Me sentí interesado por tu relato, sin embargo, de lo que me contaste yo ya sabía, si no todo, una buena parte. Comprendo el extraño parecido que notaste entre el retrato y el rostro mismo; tú viste a la madre de Helen. Recuerdas aquella tranquila noche de verano, hace muchos años atrás, cuando te hablé del mundo más allá de las sombras y del dios Pan. Recuerdas a Mary. Ella era la madre de Helen Vaughan, quien nació nueve meses después de aquella noche.

Mary jamás recobró la razón. Todo el tiempo yació en cama, como tú la viste, y pocos días después del parto murió. Tengo la idea de que justo al final me reconoció; me encontraba junto a su cama cuando la antigua mirada asomó en sus ojos por un segundo, y luego se estremeció y gimió, y estaba muerta. Hice un funesto trabajo aquella noche en que estuviste presente; forcé la entrada a la casa de la vida, sin saber o sin importarme lo que sucedería al entrar allí. Te recuerdo en ese momento diciéndome, solemne y correctamente también, que, en cierto sentido, había arruinado la razón de un ser humano a causa de un ridículo experimento basado en una teoría absurda. Hiciste bien en culparme, sin embargo, mi teoría no era del todo absurda. Lo que dije que Mary vería, lo vio, pero olvidé que ningún ojo humano puede presenciar tal visión sin impunidad. Y, como recién mencioné, olvidé que cuando la casa de la vida es echada abajo de esa manera, puede entrar aquello para lo cual no poseemos un nombre, y la carne puede convertirse en un velo de horror que uno no se atrevería a expresar. Jugué con energías que no comprendía, tú viste el resultado de ello. Helen Vaughan hizo bien al atarse la cuerda alrededor de su cuello y morir, a pesar de que la muerte fue horrible. La cara amoratada, la obscena forma sobre la cama, cambiando y disolviéndose frente a tus ojos, de mujer a hombre, de hombre a bestia, de bestia a algo peor que las bestias, todos estos extraños horrores que presenciaste, no me sorprenden en lo absoluto. Aquello frente a lo que el doctor que mandaron a buscar vio y frente a lo que se estremeció, yo ya lo había conocido hace tiempo; supe lo que había hecho desde que la niña nació, y cuando escasamente tenía cinco años la sorprendí, no una vez ni dos, sino muchas veces, con un compañero de juegos… tú puedes adivinar de qué tipo. Para mí era una constante, un horror encarnado, y luego de unos pocos años sentí que no podía soportarlo más, por lo que mandé a Helen lejos. Ahora sabes qué asustó al niño en el bosque. El resto de esta espantosa historia, y todo lo demás que me has contado que tu amigó descubrió, me las he ingeniado para conocerlo, de tiempo en tiempo, hasta casi el último capítulo. Y Helen ahora está con sus compañeros…

BOOK: El gran Dios Pan
5.46Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Sleeper Cell by Alan Porter
Avalanche by Tallulah Grace
The Perfect Wife by Victoria Alexander
Cousins at War by Doris Davidson
Seduced At Sunset by Julianne MacLean
Within Reach by Barbara Delinsky
Were What? by Celia Kyle