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Authors: Francisco Pérez Abellán

Tags: #Ensayo, #Intriga, #Policiaco

¿Quién es el asesino? (6 page)

BOOK: ¿Quién es el asesino?
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• Domingo,
el amigo íntimo, disponía de una saneada hacienda en el pueblo en el que residía, pero una vez desaparecida su esposa, comenzó a dilapidarla.


Entre
Manuel,
el marido, y
Domingo,
el amigo, surgieron desavenencias, provocadas principalmente por la vida que comenzó a llevar
Domingo,
despreocupada y llena de gastos.


Finalmente,
Domingo
se dio al juego, lo que provocó casi una fractura entre las dos familias. Compró animales y útiles de labranza, sin hacer los pagos a los que se había comprometido. La situación llegó a estar tan mal que la hija mayor quiso irse de su casa.

Más pistas

• Manuel
y
Domingo
llegaron a compartir la propiedad de unas colmenas para explotar la miel pero acabaron discutiendo y partiendo el negocio.

• Domingo,
el amigo íntimo, tenía una grave afección en los ojos, por lo que estuvo ingresado en el hospital, adonde iba a visitarle el matrimonio formado por Cecilia y
Manuel
todos los días. Cecilia le llevaba alimentos y otros efectos que pudiera necesitar. Estuvo ingresado durante 35 días.


En el transcurso de las últimas semanas, marido y mujer,
Manuel
y Cecilia, la víctima, se sentían más distanciados que nunca, discutiendo a menudo y sobre todo cuando salía a relucir en la conversación algo relacionado con
Domingo,
fuera esto lo que fuese.
Manuel
quería distanciarse por completo de su amigo y volver a vivir tranquilo con su mujer. Cecilia argumentaba que eso la separaría de las niñas con las que tanto había pasado, bueno y malo, durante los años que habían sido pequeñas.

• Manuel
adelantó su marcha al pueblo, yéndose casi sin avisar con el fin de disminuir la presión que se vivía en su casa. En el pueblo habría de encontrarse con su amigo del alma, pero eso sería muy distinto sin estar por medio su mujer.

• Domingo
supo con anterioridad que su amigo
Manuel
adelantaba el viaje al pueblo y se dispuso a viajar a la capital de provincia para resolver unos asuntos pendientes con Cecilia. El pretexto para marcharse a la carrera antes de que llegara al pueblo su amigo fue que se había recrudecido la enfermedad ocular que sufría.


El crimen tal vez fuera el resultado de un cúmulo de circunstancias que se volcaron sobre los implicados en el drama.

Solución del enigma

Éste es el crimen de la casa de Fernando el Católico, que sucedió en Zaragoza, pasada la una y media del mediodía del 23 de junio de 1954.
Domingo Gómez Gascón,
de 48 años, viudo, con tres hijas, se presentó en el piso entresuelo izquierda del número 54 del paseo de Fernando el Católico. Su visita aparentemente no tenía nada de extraño puesto que ya había estado allí la noche anterior y aunque el dueño de la casa se encontraba de viaje, la confianza y amistad que tenía con el matrimonio le permitían frecuentar a la mujer sin que esto se convirtiera en la comidilla de los vecinos. No obstante, aquella no era una visita más a la mujer que por la palabra dada a una moribunda había cuidado a sus hijas hasta la mayoría de edad. Ésta era distinta porque
Domingo
penetró violentamente en la casa, buscó por las habitaciones a la señora hasta encontrarla, y cuando la descubrió, en el dormitorio principal, mantuvo con ella un breve intercambio de palabras cortantes, un forcejeo y finalmente le disparó. El móvil del crimen quedó en el mayor de los misterios.

Se especuló desde con un rapto de locura hasta con una historia sentimental. Pero nadie pudo dar con la razón última que llevó a
Domingo
a terminar con la vida de la mujer de su mejor amigo, con la que tuvo un trato prolongado y a la que debía atenciones y favores interminables, con él y con sus tres hijas.

¿Qué pasó con el asesino?

Domingo Gómez,
natural y vecino de Monreal de Ariza (Zaragoza), que se había desplazado a la capital aragonesa con la intención de saldar aquello que tenía pendiente con Cecilia, jamás regresó al pueblo. Incapaz de superar el horror del asesinato que había cometido, o tal vez no capaz de seguir viviendo sin la existencia de Cecilia, se quitó la vida disparándose en la sien con la misma pistola con la que había cometido su crimen.

Pánico en el cine

E
stamos en el interior de un cine, durante la proyección de la película. Un local cómodo y moderno. Es domingo por la noche. El público llena el local. Hay un silencio espeso entre los espectadores que asisten con el alma en vilo a la intriga de la película que se está proyectando. Nada parece que pueda interrumpir la acción que se desarrolla en la pantalla. El público la sigue con el máximo interés. Es uno de esos momentos cumbre llenos de dramatismo en los que se exige el máximo a los protagonistas. Parejas de jóvenes, matrimonios de mediana edad, hombres solitarios y grupos de mujeres contemplan atentos lo que pasa en la pantalla. Cuando tienen un mayor grado de concentración, cuando todos parecen estar proyectados en la historia que se cuenta, entonces y de una forma repentina suenan varios disparos, uno detrás de otro, en dos grupos espaciados. Con una pausa intencionada entre los primeros tiros: uno, dos… y los dos siguientes. El público reacciona, sale del estado casi hipnótico en el que estaba sumergido en la película y se alarma. Muchos se ponen de pie, se asustan al distinguir los disparos.

Las luces del cine siguen apagadas y cuando vuelven a sonar nuevos tiros, ya todo el mundo pierde los nervios y trata de dirigirse a la salida. Se produce un movimiento general hacia los pasillos con empujones y atropellos. Los que caen son pisoteados. Los que tenían la suerte de estar en las últimas filas son los que alcanzan antes la calle, respirando aliviados. El resto sigue peleando dentro de la sala, muchos confundidos y enredados en la oscuridad. Todos con la intención de llegar rápidamente hasta la salida.

Pasan varios minutos desde las detonaciones y no parece suceder nada más. Gran parte de los espectadores han abandonado el cine, algunos con magulladuras y golpes sin importancia. Lo peor ha sido el susto, pero todos se van tranquilizando al ver que los que quedan siguen saliendo cada vez más calmados, guardando el orden y manteniendo la tranquilidad. Ahora se preguntan qué es lo que ha pasado. Porque lo primero era ponerse a salvo, pero cuando se dan cuenta de que nada grave puede ocurrirles ya, tratan de satisfacer su curiosidad. El conserje y un policía penetran en la sala abriéndose paso entre los últimos que abandonan el local. Recorren las butacas y los pasillos hacia las localidades de general, de donde les habían informado de que había surgido el ruido. Era un sonido inconfundible de balazos rompiendo la banda sonora de la película y difundiendo por todas partes el fantasma del miedo. El policía y el conserje llegan junto a los lavabos, y allí, en el suelo, encuentran a una mujer gravísimamente herida. Sin pérdida de tiempo la trasladan a la Casa de Socorro, que está muy cerca del cine. Los doctores que la atienden le descubren tres heridas de bala en el vientre, una con orificio de entrada y salida, y las otras dos con orificios sólo de entrada. Igualmente le fue apreciada otra herida en el hombro derecho, con orificio de entrada y salida, y una perforación en la mano. Este último desgarramiento, según fue establecido por los médicos, se debía al intento natural de la víctima de protegerse, por lo que había puesto la mano en el vientre y le había sido atravesada por una bala. Los doctores certificaron de inmediato la gravedad de los impactos y subrayaron que los disparos habían sido hechos a quemarropa, por lo que le causaron a la víctima daños por la expansión de los gases y la onda explosiva. La mujer, que fue identificada como María del Pilar, de 47 años, fue trasladada urgentemente a un hospital, donde falleció. María del Pilar era una persona a la que le gustaba ir arreglada y bien vestida. En un primer momento, los investigadores no sabían si había llegado al cine sola o acompañada. Junto a su cuerpo no fueron encontrados ni su bolso ni ninguna otra cosa de su propiedad. Las incógnitas se amontonaban en el expediente de los investigadores. Pero ellos no pararían hasta saber lo que ahora se preguntaban todos. Una mujer había muerto, pero ¿quién la había matado? ¿Por qué la habían asesinado?

Sospechosos

• Ricardo,
un violento atracador y chantajista que tenía establecido su cuartel general en los alrededores del cine y que con frecuencia se escondía en su interior. Una zona en la que llevaba a cabo intercambios con otros delincuentes durante la proyección de la película eran los lavabos. Justo donde apareció el cuerpo tiroteado de María del Pilar.

• Fernando,
un hombre enamorado de María del Pilar que le reprochaba haberse casado con otro. Era el encargado de un bar donde había conocido a la víctima. Allí, ésta siempre acudía muy pintada y peripuesta, a media tarde; y establecía conversación con cuantos caballeros la abordasen.

• Bautista,
el marido, con quien María del Pilar había contraído matrimonio hacía menos de un mes. Era un hombre que tenía fama de ser honrado y tranquilo. Se había vuelto a casar después de haberse quedado viudo. Según las apariencias, su segundo matrimonio también fue por amor.

Pistas


María del Pilar, según las crónicas de la época, hacía desde muy joven una vida licenciosa y era muy conocida en los lugares de vida alegre de la ciudad.


Antes de casarse, la víctima había tenido dos hijas, de las que le vivía una de ellas, que estaba bajo la tutela de la Junta de Protección de Menores.


Desde varios años antes de su muerte, quería casarse y sentar la cabeza. Poco antes de su fallecimiento había conseguido su objetivo.

Una hipótesis muy probable


La víctima pudo acudir al cine a encontrarse con una persona que le hacía chantaje, exigiéndole dinero para no revelar a su esposo todo lo que sabía sobre ella y su turbio pasado.


Lo cierto es que mientras se celebraba la ceremonia de la boda entre
Bautista
y María del Pilar apareció en la casa de los cónyuges un papelito dirigido a ella en el que se le avisaba de que no contrajera matrimonio.


Con el fin de ocultar sus oscuros tejemanejes, María del Pilar había indicado a su marido que ella realizaba trabajos domésticos en casa de un hombre. Y lo explicó de forma tan creíble y con tan buenas razones, haciéndole ver que para la seguridad y el bienestar de los dos todo ingreso era poco, que el marido le dio autorización para seguir acudiendo a la casa de ese hombre. Los investigadores se preguntaban si podía ser
Fernando,
el enamorado, el segundo de nuestros sospechosos.

Más sobre los sospechosos

• Ricardo,
el atracador y chantajista, conocía a María del Pilar, con la que en otros tiempos había mantenido cierta relación. Últimamente ella no quería saber nada de él porque tenía la intención de romper con su pasado.

• Fernando,
el enamorado, había tratado por todos los medios a su alcance de que María del Pilar no se casara porque, aunque él no tenía intención de contraer matrimonio con ella, la quería soltera y a su disposición.

• Bautista,
el marido, creía haber encontrado la solución a su soledad que ya duraba varios años, desde la muerte de su primera esposa que se había producido en 1947, exactamente el 6 de noviembre.

Más pistas

El arma del crimen y los sospechosos:


La pistola con la que se efectuaron los disparos era de la marca «Astra» del nueve largo.


Un arma como ésa había utilizado
Ricardo
en muchas ocasiones para cometer sus delitos.


También un «Astra» del nueve largo era la pistola que le hubiera gustado tener a Fernando en su bar para sentirse seguro


A Bautista, el marido, no le seducían las armas de fuego, pero durante mucho tiempo había tenido que llevar una, precisamente un «Astra» del nueve largo. Bautista había pertenecido a uno de los cuerpos de seguridad del Estado, aunque ahora ya estaba jubilado.

La víctima:


María del Pilar había entrado en el cine acompañada de un hombre. Llevaba un bolso y un abrigo. Pero cuando su cuerpo fue encontrado con los orificios de bala había perdido ambas pertenencias y nadie supo decir quién era el individuo que la acompañaba.


Aquel día llevaba una cantidad importante de dinero en su bolso y había ido al cine para algo más que para ver la película.

Los sospechosos y el cine

Los tres sospechosos de la muerte de María del Pilar tenían relación con el cine en el que ella encontró la muerte.


Con
Fernando,
el enamorado, María del Pilar había tenido algunas citas precisamente en esa misma sala de proyección, de la que
Fernando
guardaba buenos recuerdos de intimidad y placer.


Con
Ricardo,
el atracador, María del Pilar podía tener algún asunto pendiente, pese a que ahora, al parecer, había tomado la decisión de abandonar su pasado y emprender una nueva vida. Por ello podría haber quedado con él en el cine, a pesar de que en esa sala trabajaba
Bautista,
su marido, como acomodador. Incluso podría haber quedado con
Ricardo
con el consentimiento de su marido.


Por último, Bautista, que estaba jubilado de un cuerpo del Estado que exige a sus miembros una conducta intachable, completaba los ingresos de su pequeña pensión con su trabajo en el cine, que compatibilizaba con el cobro de recibos en un comercio.

• Bautista
tenía dos hijas de su primer matrimonio. Una que trabajaba de doméstica, en Madrid, y otra que estaba empleada en una fábrica de la localidad y que vivía en su casa.

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