Read Anatomía del crimen. Guía de la novela y el cine negros Online
Authors: Mariano Sánchez Soler
Tags: #Ensayo
Cartel promocional de
Flores negras
.
¿B
ALANCE
? ¿Q
UÉ BALANCE
?
Desgraciadamente, este escaso recorrido cinematográfico ni siquiera tiene garantizada su raquítica continuidad. Los propios cineastas «en negro» cambian sus registros y se embarcan en proyectos variopintos, en comedias y melodramas, en thrillers de terror, en historias televisivas… ¿A qué se debe tal situación? Quizá algunas claves ayuden a encontrar una respuesta.
El primer gran problema es la verosimilitud, que las historias filmadas y los personajes sean creíbles en sus circunstancias, sus detalles y su desarrollo; que las películas estén construidas con tal artesanía narrativa que no chirríen hasta provocar hilaridad o vergüenza ajena. Buscar y encontrar la verosimilitud supone, en la práctica, demasiado trabajo de documentación, demasiado compromiso con la realidad social y política, demasiado esfuerzo para que los personajes sean de carne y hueso mientras nos conducen por unos hechos criminales cercanos.
José Coronado en
No habrá paz para los malvados
.
A esta verosimilitud imprescindible, a la cercanía de las temáticas, se suman los previsibles problemas judiciales (querellas y demandas) que puede traer consigo el relato realista de historias criminales en España. En este sentido, el cineasta y productor Pedro Costa podría dar una conferencia magistral sobre las dificultades judiciales a las que se ha enfrentado para poder rodar
La huella del crimen
o
El caso Almería
, por ejemplo.
Demasiado riesgo para los bolsillos subvencionados de los productores españoles. De modo que… ¡A por la comedia enloquecida! ¡Sigamos los pasos de Pedro Almodóvar, de Álex de la Iglesia y sus
perditas durango
o del Bajo Ulloa de
Airbag
! O mejor: ¡A por el suspense metafísico con toques sobrenaturales! Transitemos tras las huellas de Amenábar, como él copió hábilmente los hallazgos de Clayton o de Mulligan, de
Suspense
y de
El otro
! ¡A por el terror y la fantasía obsesiva a la manera de Jaume Balagueró! Bueno, también tenemos otra opción: más allá del thriller está el subcine escatológico de la era post-ozores (don Mariano) que tan grandes dividendos ha dado a los
Torrente
, de Santiago Segura, que, por cierto, no deja de ser una saga dentro de lo policial.
Cualquier variante comercial es buena para escurrir el bulto y ocultar las carencias de tantos cineastas frente a las claves del lenguaje cinematográfico. Todo les vale, menos el fastidio de utilizar un género complejo y sin concesiones como el negro policial, que sigue dando obras maestras en la cinematografía internacional y que nació con el cine. En plena post-modernidad, parece que en España se impone la copia consciente de películas de éxito, la mezcla de géneros sin ton ni son, el pastiche descarado o la astracanada con sus
crímenes perfectos
y sus criminales de pacotilla, aunque algún cineasta, como Enrique Urbizu, insista en iluminar la sombra. Su última película,
No habrá paz para los malvados
, estrenada en septiembre de 2011, es cine negro en estado puro; un filme potente y desolador llamado a convertirse en un clásico, dentro de un género complejo apenas transitado por el cine español.
U
NA FILMOGRAFÍA DEL THRILLER NEGRO ESPAÑOL
, 1990-2011
—
¿Y esta es una cárcel para espías?
—Es una cárcel para los que no son capaces de reconocer la realidad,
para los que creen que tienen derecho a errar
.
John le Carré
,
El espía que surgió del frío
A
la novela policíaca, negra o de intriga le sienta mal un exceso de clasificación. Un género literario tan vivo y agitado nunca será materia prima para los taxidermistas. Tratemos de ir a lo decisivo. Es mejor que las literaturas del crimen (como las llama mi amigo Claude Mespléde) circulen por contornos difusos mientras tengamos claro cuál es su columna vertebral. Porque, además de las diversas denominaciones del género, debemos tener en cuenta sus ramificaciones temáticas, los subgéneros, los diversos y peculiares territorios que ocupa lo criminal en la literatura y el cine.
La novela de espías forma parte del universo literario de la novela criminal. Entre otras cuestiones, el género que inventó Edgar Allan Poe tenía y tiene dos características que sobresalen a primera vista:
siempre
hay una investigación —aunque sea metafísica— y
siempre
el crimen investigado es entendido como el resultado de un complot, de un misterio activado por fuerzas desconocidas, ocultas; una maquinación en la que pueden confluir criminales oscuros, delincuentes organizados, mercenarios sin alma o asesinos a sueldo movidos por el negocio, la venganza, el sexo, el rencor.
Este
crimen como complot
está en las novelas de espionaje. Es, posiblemente, su médula espinal. Y ese hecho criminal, cuya investigación mueve la intriga novelesca, es cometido y amparado por el Estado, por funcionarios dedicados a ese menester, por espías con licencia para matar o por militares empeñados en librar a la patria de sus enemigos.
Visto desde una perspectiva histórica, el espía y el espionaje ha tenido tres tratamientos literarios que traducen tres atmósferas históricas diferentes. Tal como escribe Manuel Vázquez Montalbán: «El espía al servicio de un imperialismo de ocupación territorial (Kipling), el espía de entreguerras que mueve los hilos de catástrofes que le trascienden (Ambler) y el espionaje convertido en un saber y una acción estabilizados en los sótanos de los edificios de los poderes oficiales, espionaje de trinchera de la guerra fría, todos los espías en nómina, con quinquenios, burócratas dentro de lo que cabe y héroes ocasionales como resultado indirecto de jugadas que ellos no controlan (Le Carré). El espía de Kipling,
Kim
, es un colonizador; el de Ambler un aventurero; y el de Le Carré un funcionario de la disuasión mutua, como un proyectil dirigido o un tratado comercial».
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