Según él, la única sensación más excitante aún que la de estar desnudo en público es la de acercarse a otros nudistas en la playa para hablar del clima, o de la economía, o de cualquier cosa menos del hecho de que ambos están en cueros. Según él, esto es lo más divertido del mundo.
No quiero competir con las aventuras nudistas de Gastón, pero sí les puedo decir que ver fotos de una misma, desnuda colgando de las paredes de una galería de arte es, definitivamente, una experiencia memorable.
La fotos que Simon me hizo se expusieron en un famoso espacio de Chelsea, y el mundo entero vino a la inauguración; había famosos, artistas, críticos,
fashionistas
, y un ejército de
paparazzi
.
A Simon no le gusta hablar mucho de estas cosas, pero sé que fue una noche importante para él. Después de tantos años fotografiando supermodelos, necesitaba correr un riesgo creativo; dejar lo comercial de lado y seguir su intuición de artista. Alguien me dijo que el arte es «hacer visible lo invisible», y eso es exactamente lo que Simon logró con mis fotos: hizo que mi belleza fuera visible para mí y para los demás.
Esa noche vinieron a la galería un montón de viejos y nuevos amigos: estaban Lilian, Mary Pringle, Myrna, Lorre, Alberto con su esposa, también las chicas policía, y hasta le pedí a la Madame que invitara a mis antiguos clientes. Yo quería que vinieran todos los que habían contribuido a ese momento tan especial.
A la única que no invité fue a Bonnie. Ya no la odio, pero sé que ella es incapaz de alegrarse por mí, así que ¿para qué invitarla? Yo le deseo lo mejor; eso sí, espero que lo encuentre muy lejos de mí.
Ya han pasado seis meses desde que conocí a Simon y las cosas han cambiado mucho, no solo para mí, sino para casi todos los que me rodean. Lilian se ha comprometido con un maestro ecuatoriano llamado Aureliano. Él no tiene dinero, ni un BMW, ni una casa en los Hamptons, pero nunca he visto a Lilian tan feliz.
Myrna, la chica negra que conocí en casa de Guido, creó su propia agencia de
reconfortadoras
. Llegó a la fiesta en un Jaguar, y acompañada de su marido, un hombre guapísimo que se parece un montón a Eddie Murphy. Tengo entendido que ahora trabaja con varios clientes que antes estaban con la Madame.
Lord Amfield ha envejecido unos doscientos años en los últimos seis meses. Está tristísimo porque dejé de trabajar para la Madame, y me siguió por toda la fiesta mirándome los pies y babeando.
Guido vino con su esposa, y ella se paseó por la galería enderezando las fotos mientras Guido trataba de seducir a las chicas policía. Y hablando de ellas, Carol y Elaine ahora viven juntas. No sé si Carol siempre había sido lesbiana y no se había dado cuenta, o si Elaine finalmente la convenció de que lo fuera, pero lo cierto es que Elaine era capaz de convencer a cualquiera. Cinco minutos más con ella, y hasta yo me habría cambiado de equipo.
Richard Weber llegó con una novia guapísima, pero no por eso dejó de flirtear con todas y cada una de las mujeres que estaban en la fiesta. Ella tuvo que correr tras él como si fuera un niño de dos años. La pobre mujer no sabe dónde se ha metido.
Ludwig Rauscher, el comandante nazi, también vino y compró tres de mis fotos. Parece que después de todo yo
sí era
lo suficientemente gorda para él. El único que no acudió fue el señor Akhtar —él es demasiado tímido para este tipo de eventos—, pero por lo menos me hizo el vestido de encaje negro que llevaba puesto, y que me quedaba estupendo.
—
Querrida
, estás preciosa en esas fotos, bueno, estás preciosa siempre —dijo la Madame dándome un abrazo.
Ella estuvo solo un minuto en la fiesta porque iba de camino al aeropuerto.
—Me vuelvo a Rusia —dijo—. La gente en Nueva York ya no sabe divertirse. Esto se ha vuelto un estado absolutista.
Le di un gran abrazo sabiendo que la iba a echar muchísimo de menos. La gente llega a tu vida cuando tiene que llegar y se va cuando se tiene que ir. Aprendí tanto con ella que si la universidad de la vida otorgara doctorados en
vidología
yo me habría graduado con honores. Gracias a la Madame, ahora tengo una vocecita con acento ruso en la cabeza que, cada vez que empiezo con mis pensamientos autodestructivos, me recuerda que en este mundo no hay víctimas, solo voluntarios.
Naturalmente Simon también estaba ahí; él se sentía orgullosísimo de esta nueva serie de fotos, pero no por eso había abandonado su carrera en la moda. La hipoteca de su estudio en Tribeca cuesta una fortuna y él todavía no está listo para vivir más modestamente. Cuando lo esté, quizá se mudará a un viejo almacén en Brooklyn, y podrá dedicarse solamente a fotografiar lo que le hace feliz. Pero por ahora tenía que seguir vendiéndose como lo han hecho todos los artistas de la historia. Él lo entiende y lo acepta; quizá por eso ha dejado de torturarse, y duerme todas las noches como un tronco.
¿Y yo? Pues yo estoy muy bien. Justo después de dimitir, vino una agencia mayor y compró la nuestra. A Bonnie la echaron porque en la nueva agencia ya había otra
Bonnie
, y era imposible tener a dos serpientes de ese calibre en la misma jaula. El Gran Jefe ganó una fortuna con la operación y decidió abrir una
boutique
creativa especializada en el mercado latino, porque todo el mundo dice que ese es el futuro de la industria. Determinada a elegir a mi jefe, lo llamé y le pedí una entrevista de trabajo; él, que ni siquiera sabía que yo era cubana, quedó encantado y me nombró su directora creativa, y también contrató a Mary Pringle para que fuera su asistente. Ahora la mayoría de mis proyectos son en español y mis colegas se pasan el día oyendo salsa a todo volumen. Ningún trabajo es perfecto, pero siento que cada día es un reto y una aventura.
Algunos en la fiesta se dieron cuenta de que luzco un anillo de compromiso con un diamante enorme. Fue un regalo de Simon, y aunque a mí no me gustan los diamantes, tuve que aceptarlo para no romperle el corazón.
Simon quería que nos casáramos inmediatamente, pero yo le convencí para tomárnoslo con calma. Es cierto que llevo veintiocho años esperando a alguien como él, pero quiero que nos demos tiempo para conocernos mejor antes de dar ese paso. No tengo ninguna prisa por casarme porque no siento que esté invirtiendo mi tiempo en nuestra relación; siento que estoy viviendo en el presente,
y
, aunque me encanta estar con él, y creo que el sentimiento es mutuo, quiero asegurarme de que somos verdaderamente compatibles antes de tirarnos a la piscina. Me gustaría que nos casáramos por amor, no por soledad ni desesperación.
También hay novedades con respecto a mi peso. Algo rarísimo ha ocurrido: no sé cómo ni por qué, pero mi cuerpo se ha transformado completamente. Lo gracioso es que no he adelgazado nada. No he perdido ni un solo gramo, sin embargo, la ropa me queda mejor, y me siento más cómoda que nunca con mis piernas, con mi pecho y con mi voluminoso trasero. Siento que mi cuerpo es como debe ser, y quizá por eso emano un extraño resplandor que hasta a mí me sorprende cuando me miro en el espejo. A lo mejor se debe al tipo de ejercicio que estoy haciendo —ahora tomo clases de ballet y de salsa—, pero también creo que es porque todo lo que hago lo hago con amor. Me niego a ir por la vida castigándome por ser gorda. Cada vez que oigo a una idiota en el gimnasio que dice que hay que «sufrir para ser bella» me dan ganas de darle un puntapié. ¿De qué sirve ser bella si vives en la miseria y el sufrimiento?
Ser bella es mucho más fácil de lo que creemos. Lo único que tienes que hacer es aprender a verte a través de los ojos de la gente que te quiere.
Créanme, se lo digo yo, que soy Bella.
Este libro está dedicado a Myrna Duarte, Olga Anderson, Trina Bardusco, Diana Ristow, Juline Koken, Vienna Wilson, Carol Goldstein, Richard Segalman, Ayesha Ibrahim, Inmaculada Heredia, Albino Ferreras, Olga Merediz, Mariauxy Castillo, Helena Bethencourt, Helena Ibarra, Kathy Sontag, Simon Mammon, Patrick Lynch, Mosé, Cisco, Nyna Kennedy, Chris Denniston, Daniel Merlo, José Luis Alonso, Caridad Martínez, John Reginald Sullivan, Evelyn Ayllon, Wilfredo Cisneros, Raúl Flores, Kipton Davis, Debby Afraimi, Tatiana Acosta, Mark Raymond, Lorre Powell, Craig Houser, Lloyd DesBrisay, Gastón Alonso, Daniel Kogut, Antonio Tijeri-no, Ray McKigney, Leylha Ahuile y especialmente a Lisa María Salb por su apoyo e inspiración.
A Fanny Díaz y Olga Anderson por su inestimable ayuda en la traducción de esta novela al español.
A Enrique Chediak, Kara Baker, Adrienne Avila, Maud Nadler, Fernando Ramírez, Beth de Guzman, Franzine LeFrak, Andrea Montejo, Tareth Mitch, Terry
Zaroff-Evans y la fabulosa Selina McLemore por su confianza, apoyo y valiosos consejos.
A Rob Oliver y mis amigos de Healing Singing por ayudarme a descubrir mi propia voz.
A Mike, Deb, Sterling y Dahlia Walter, y a todos mis amigos de 'Snice por ofrecerme un hogar y un lugar para escribir.
A Albino Ferreras Rodríguez, por enseñarme a amar la lectura y los lenguajes, y a Teodora Garza de Ferreras, por dejarme crecer para ser el árbol que Dios quiere que yo sea.
A Yolanda Ferreras —mi segunda madre— y Sara, Albino Nicolás, Asier, Borja Ignacio, Daniel y Matías por todo lo que me han enseñado.
A mis amigos de Ty's, Mary's Off Jane, el banquito de Sweetheart Coffee y Celebrate Touch por razones que quedarán sumidas en el más profundo misterio.
Pero, sobre todo, a mis amigos de los sábados por la mañana. No puedo mencionar sus nombres, pero quiero agradecerles de todo corazón haberme salvado la vida. Muchísimas gracias.
ALBERTO FERRERAS nació en Madrid, creció en Caracas y reside en Nueva York. Escritor, cineasta y artista de
performance
, es el creador y director de la aclamada serie
Habla
para HBO y de la pieza teatral
My Audition for Almodóvar
, y traductor del tema
Lo que siente la mujer
para Madonna. Su trabajo como cineasta ha sido presentado en el Festival de Berlín y en el Brithish Film Institute. Ha sido orador invitado en el Smithsonian Institute, en Washington D. C., y en las prestigiosas universidades de Dartmounth (New Hampshire) y Wellesley (Massachusetts).
B de Bella, su primera novela, ha obtenido un gran éxito en Estados Unidos y se ha alzado con el premio de ficción en los International Latino Book Awards.