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Authors: E. L. James

Tags: #Erótico, #Romántico

Cincuenta sombras más oscuras (39 page)

BOOK: Cincuenta sombras más oscuras
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—Señorita Steele, se distrae usted con mucha facilidad.

Me echo a reír. Tiene razón.

—Usted es una distracción en muchos sentidos, señor Grey.

Veo bailar en sus ojos grises una chispa jocosa.

—La canción que más me gusta del mundo es tu risa, Anastasia. Dime, ¿cuál era tu primera pregunta? —dice suavemente, y creo que se está riendo de mí.

Intento torcer el gesto para expresar mi desagrado, pero me gusta el Cincuenta juguetón… es divertido. Me encantan estas bromas matutinas. Arrugo la frente, intentando recordar mi pregunta.

—Ah, sí. ¿Solo veías a tus sumisas los fines de semana?

—Sí, eso es —contesta, y me mira nervioso.

Le sonrío.

—Así que nada de sexo entre semana.

Se ríe.

—Ah, ahí querías ir a parar. —Parece vagamente aliviado—. ¿Por qué crees que hago ejercicio todos los días laborables?

Ahora se está riendo claramente de mí, pero no me importa. Soy tan feliz que tengo ganas de abrazarme. Otra primera vez… bueno, varias primeras veces.

—Parece muy satisfecha de sí misma, señorita Steele.

—Lo estoy, señor Grey.

—Tienes motivos. —Sonríe—. Ahora cómete el desayuno.

Oh, el dominante Cincuenta… siempre al acecho.

* * *

Estamos en la parte de atrás del Audi, con Taylor al volante. Me dejará en el trabajo, y después a Christian. Sawyer va en el asiento del copiloto.

—¿No dijiste que el hermano de tu compañera de piso llegaba hoy? —pregunta Christian como sin darle importancia, sin que ni su voz ni su rostro expresen nada.

—¡Oh, Ethan! —exclamo—. Me había olvidado. Oh, Christian, gracias por recordármelo. Tendré que volver al apartamento.

Le cambia la cara.

—¿A qué hora?

—No sé exactamente a qué hora llegará.

—No quiero que vayas sola a ningún sitio —dice tajante.

—Ya lo sé —musito, y reprimo la tentación de mirar con los ojos en blanco al señor Exagerado— ¿Sawyer estará espiando… esto… vigilando hoy?

Miro de reojo y con timidez a Sawyer, y compruebo que tiene la parte de atrás de las orejas teñida de rojo.

—Sí —replica Christian con una mirada glacial.

—Sería más fácil si fuera conduciendo el Saab —mascullo en tono arisco.

—Sawyer tendrá un coche y podrá llevarte al apartamento, a la hora que sea.

—De acuerdo. Supongo que Ethan se pondrá en contacto conmigo durante el día. Ya te haré saber los planes entonces.

Se me queda mirando, sin decir nada. Ah, ¿en qué estará pensando?

—Vale —acepta—. A ningún sitio sola, ¿entendido? —dice, haciendo un gesto de advertencia con el dedo.

—Sí, cariño —musito.

Aparece un amago de sonrisa en su cara.

—Y quizá deberías usar solo tu BlackBerry… te mandaré los correos ahí. Eso debería evitar que el informático de mi empresa pase una mañana demasiado entretenida, ¿de acuerdo? —dice en tono sardónico.

—Sí, Christian.

No lo puedo evitar. Le miro con los ojos en blanco, y él me sonríe maliciosamente.

—Vaya, señorita Steele, me parece que se me está calentando la mano.

—Ah, señor Grey, usted siempre tiene la mano caliente. ¿Qué vamos a hacer con eso?

Se ríe, pero entonces se ve interrumpido por su BlackBerry, que debe de estar en silencio, porque no suena. Al ver el identificador de llamada, Christian frunce el ceño.

—¿Qué pasa? —espeta al teléfono, y luego escucha con atención.

Yo aprovecho la oportunidad para observar sus adorables facciones: su nariz recta, el cabello despeinado que le cae sobre la frente. Su expresión cambia de incrédula a divertida, haciendo que deje de comérmelo subrepticiamente con los ojos y preste atención.

—Estás de broma… Vaya… ¿Cuándo te dijo eso? —Christian se carcajea, casi sin ganas—. No, no te preocupes. Tú no tienes por qué disculparte. Estoy encantado de que haya una explicación lógica. Me parecía una cantidad de dinero ridículamente pequeña… No tengo la menor duda de que tienes en mente un plan creativo y diabólico para vengarte. Pobre Isaac. —Sonríe—. Bien… Adiós.

Cierra el teléfono de golpe y, aunque de pronto su mirada parece cautelosa, curiosamente también se le ve aliviado.

—¿Quién era? —pregunto.

—¿De verdad quieres saberlo? —inquiere en voz baja.

Y esa respuesta me basta para saberlo. Niego con la cabeza y observo por la ventanilla el día gris de Seattle, sintiéndome consternada. ¿Por qué ella es incapaz de dejarle en paz?

—Eh…

Me coge la mano y me besa los nudillos, uno por uno, y de pronto me chupa el meñique, con fuerza. Después me muerde con suavidad.

¡Dios…! Tiene una línea erótica que comunica directamente con mi entrepierna. Jadeo y, nerviosa, miro de reojo a Taylor y a Sawyer, y después a Christian, que tiene los ojos sombríos y me obsequia con una sonrisa prolongada y sensual.

—No te agobies, Anastasia —murmura—. Ella pertenece al pasado.

Y me planta un beso en el centro de la palma de la mano que me provoca un cosquilleo por todo el cuerpo, y mi enojo momentáneo queda olvidado.

—Buenos días, Ana —saluda Jack mientras me dirijo hacia mi mesa—. Bonito vestido.

Me ruborizo. El vestido forma parte de mi nuevo guardarropa, cortesía de mi novio increíblemente rico. Es un traje sin mangas, de lino azul claro y bastante entallado, que llevo con unas sandalias beis de tacón alto. A Christian le gustan los tacones, creo. Sonrío por dentro al pensarlo, pero enseguida recupero una anodina sonrisa profesional destinada a mi jefe.

—Buenos días, Jack.

Inicio mi jornada pidiendo un mensajero para que lleve a imprimir sus folletos. Él asoma la cabeza por la puerta de su despacho.

—Ana, ¿podrías traerme un café, por favor?

—Claro.

Voy hacia la cocina y me encuentro con Claire, la recepcionista, que también está preparando café.

—Hola, Ana —dice alegremente.

—Hola, Claire.

Charlamos un poco sobre la reunión del fin de semana con su numerosa familia, en la cual disfrutó muchísimo, y yo le cuento que salí a navegar con Christian.

—Tienes un novio de ensueño, Ana —me dice con los ojos brillantes.

Estoy tentada de mirarla con expresión maravillada.

—No está mal.

Sonrío, y ambas nos echamos a reír.

—¡Cuánto has tardado! —me increpa Jack cuando llego.

¡Oh!

—Lo siento.

Me ruborizo y luego tuerzo el gesto. He tardado lo normal. ¿Qué le pasa? A lo mejor está nervioso por algo.

Él mueve la cabeza, arrepentido.

—Perdona, Ana. No pretendía gritarte, cielo.

¿Cielo?

—En dirección se está tramando algo y no sé qué es. Estate atenta, ¿vale? Si oyes algo por ahí… sé que las chicas habláis entre vosotras.

Me sonríe con aire cómplice y siento unas ligeras náuseas. No tiene ni idea de qué hablamos las «chicas». Además, yo ya sé lo que está pasando.

—Me lo harás saber, ¿verdad?

—Claro —digo entre dientes—. He mandado a imprimir el folleto. Estará listo a las dos en punto.

—Estupendo. Toma. —Me entrega un montón de manuscritos—. Necesito una sinopsis del primer capítulo de todos estos, y luego archívalos.

—Me pondré a ello.

Me siento aliviada al salir de su despacho y ocupar mi mesa. Ah, no me resulta nada fácil disponer de información confidencial. ¿Qué hará Jack cuando se entere? Se me hiela la sangre. Algo me dice que se enfadará bastante. Echo un vistazo a mi BlackBerry y sonrío. Hay un e—mail de Christian.

De: Christian Grey

Fecha: 14 de junio de 2011 09:23

Para: Anastasia Steele

Asunto: Amanecer

Me encanta despertarme contigo por la mañana.

Christian Grey

Total y absolutamente enamorado presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Tengo la sensación de que la sonrisa que aparece en mi cara la parte en dos.

De:> Anastasia Steele

Fecha: 14 de junio de 2011 09:35

Para: Christian Grey

Asunto: Anochecer

Querido total y absolutamente enamorado:

A mí también me encanta despertarme contigo. Aunque yo adoro estar contigo en la cama y en los ascensores y encima de los pianos y en mesas de billar y en barcos y escritorios y duchas y bañeras y atada a extrañas cruces de madera y en inmensas camas de cuatro postes con sábanas de satén rojo y en casitas de embarcaderos y en dormitorios de infancia.

Tuya

Loca por el sexo e insaciable xx

De: Christian Grey

Fecha: 14 de junio de 2011 09:37

Para: Anastasia Steele

Asunto: Hardware húmedo

Querida loca por el sexo e insaciable:

Acabo de espurrear el café encima de mi teclado.

Creo que nunca me había pasado algo así.

Admiro a una mujer que se entusiasma tanto por la geografía.

¿Debo deducir que solo me quiere por mi cuerpo?

Christian Grey

Total y absolutamente escandalizado presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

De: Anastasia Steele

Fecha: 14 de junio de 2011 09:42

Para: Christian Grey

Asunto: Riendo como una tonta… y húmeda también

Querido total y absolutamente escandalizado:

Siempre.

Tengo que trabajar.

Deja de molestarme.

LS amp;I xx

De: Christian Grey

Fecha: 14 de junio de 2011 09:50

Para: Anastasia Steele

Asunto: ¿He de hacerlo?

Querida LS amp;I:

Como siempre, sus deseos son órdenes para mí.

Me encanta que estés húmeda y riendo como una tonta.

Hasta luego, nena.

x

Christian Grey

Total y absolutamente enamorado, escandalizado y embrujado

presidente de Grey Enterprises Holdings, Inc.

Dejo la BlackBerry y me pongo a trabajar.

A la hora del almuerzo, Jack me pide que vaya a comprarle algo de comer. En cuanto salgo de su despacho, llamo a Christian.

—Anastasia —contesta inmediatamente con voz cariñosa y acariciante.

¿Cómo consigue este hombre que me derrita por teléfono?

—Christian, Jack me ha pedido que vaya a comprarle la comida.

—Cabrón holgazán —maldice.

No le hago caso, y continúo:

—Así que voy a comprarla. Quizá sería más práctico que me dieras el teléfono de Sawyer, y así no tendría que molestarte.

—No es ninguna molestia, nena.

—¿Estás solo?

—No. Aquí hay seis personas que me miran atónitas preguntándose con quién demonios estoy hablando.

Oh, no…

—¿De verdad? —musito aterrada.

—Sí. De verdad. Mi novia —informa, apartándose del teléfono.

¡Madre mia!

—Seguramente todos creían que eras gay, ¿sabes?

Se ríe.

—Sí, seguramente.

Puedo percibir su sonrisa.

—Esto… tengo que colgar.

Estoy segura de que nota cuánto me avergüenza interrumpirle.

—Se lo comunicaré a Sawyer. —Vuelve a reírse—. ¿Has sabido algo de tu amigo?

—Todavía no. Será usted el primero en enterarse, señor Grey.

—Bien. Hasta luego, nena.

—Adiós, Christian.

Sonrío. Cada vez que dice eso, me hace sonreír… tan impropio de Cincuenta, pero en cierto modo, también tan de él.

Cuando salgo al cabo de pocos segundos, Sawyer ya me está esperando en la puerta del edificio.

—Señorita Steele —me saluda muy formal.

—Sawyer —asiento a modo de respuesta, y nos encaminamos juntos hacia la tienda.

Con Sawyer no me siento tan cómoda como con Taylor. Él sigue vigilando la calle mientras caminamos por la acera. De hecho, consigue ponerme más nerviosa, y también yo acabo haciendo lo mismo.

¿Está Leila rondando por aquí cerca? ¿O nos hemos contagiado todos de la paranoia de Christian? ¿Forma parte esto de sus cincuenta sombras? Lo que daría por tener una inocente conversación de media hora con el doctor Flynn para averiguarlo.

No se ve nada raro, solo Seattle a la hora del almuerzo: gente que sale a comer con prisas, que va de compras o a reunirse con amigos. Veo a dos mujeres jóvenes que se abrazan al encontrarse.

Echo de menos a Kate. Solo hace dos semanas que se fue de vacaciones, pero me parecen las dos semanas más largas de mi vida. Han pasado tantas cosas… Kate no me creerá cuando se lo cuente. Bueno, se lo contaré parcialmente, una versión sujeta a un acuerdo de confidencialidad. Frunzo el ceño. Tengo que hablar con Christian de eso. ¿Cómo reaccionaría Kate si se enterase? Palidezco al pensarlo. Tal vez regrese con Ethan. Esa posibilidad me hace temblar de emoción, pero no lo creo probable. Seguramente se quedará en Barbados con Elliot.

—¿Dónde se pone cuando está esperando y vigilando en la calle? —le pregunto a Sawyer mientras hacemos cola para la comida.

Está situado delante de mí, de cara a la puerta, controlando continuamente la calle y a todo el que entra. Resulta inquietante.

—Me siento en la cafetería que hay al otro lado de la calle, señorita Steele.

—¿No es muy aburrido?

—Para mí no, señora. Es a lo que me dedico —dice con frialdad.

Me sonrojo.

—Perdone, no pretendía…

Al ver su expresión amable y comprensiva, me quedo sin palabras.

—Por favor, señorita Steele. Mi trabajo es protegerla. Y eso es lo que hago.

—¿Ni rastro de Leila, entonces?

—No, señora.

Frunzo el ceño.

—¿Cómo sabe qué aspecto tiene?

—He visto una fotografía suya.

—Ah, ¿la lleva encima?

—No, señora. —Se da un golpecito en la cabeza—. La guardo en la memoria.

Pues claro. La verdad es que me gustaría mucho examinar bien una fotografía de Leila para ver cómo era antes de convertirse en la Chica Fantasma. Me pregunto si Christian me dejaría tener una copia. Sí, seguramente sí… por mi seguridad. Urdo un plan, y mi subconsciente se relame y asiente entusiasmada.

* * *

Los folletos llegan a la oficina, y me alivia ver que han quedado muy bien. Llevo uno al despacho de Jack. Se le ilumina la mirada: no sé si es por mí o por el folleto. Opto por creer que se trata de esto último.

—Están muy bien, Ana. —Lo hojea tranquilamente—. Sí, buen trabajo. ¿Vas a ver a tu novio esta noche?

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