—¿Estás mirándome el ombligo? —preguntó Tommy con una risita—. Llevas casi un minuto sin apartar la vista de ahí.
Sasha enrojeció levemente. No se había dado cuenta que todo su proceso mental se había desarrollado sin que dejara de mirar.
—Estás echando tripita —dijo finalmente. Tommy hizo un puchero y comenzó a tocarse la barriga—. Si no vas al gimnasio acabarás como uno de esos camioneros aficionados a la cerveza.
—Hala… si estoy súper delgado —protestó Tommy—. No estoy echando barriga.
—Sí que estás —replicó Sasha, decidido a hacerlo rabiar. Se sentó en el suelo y comenzó a mirar agachado el perfil de su amigo. La verdad era que no estaba echando barriga. En vez de tener una curva hacia fuera, la tenía hacia dentro al estar tumbado; y aunque sus abdominales no estuvieran tan marcados, el ombligo se veía sumamente sexy.
—¡No es verdad! —porfió Tommy.
—¿Qué pasa? —preguntó Richie.
—Sasha dice que estoy echando barriga —se quejó Tommy con el entrecejo fruncido.
—Hum…veamos. —El pelirrojo se sentó en el suelo junto a Sasha, mirando con detenimiento a Tommy, que seguía enfurruñado—. Creo que tienes una tripita adorable —concluyó inclinándose y dándole un beso en el ombligo que lo hizo reír.
—Sí, yo también lo creo —dijo Sasha, uniéndose a los besos y al momento siguiente tenían a Tommy riendo.
Richie le aprisionó las piernas y Sasha los brazos y después de no pocos forcejeos, éste último quedó a horcajadas sobre Tommy, todavía sujetándole las manos.
—Vale, ya basta… Me ha dado calor —resopló.
—Entonces quítate la camisa —dijo Tommy, que también estaba acalorado por las cosquillas—. A no ser que te dé vergüenza enseñar tu barriguita.
—YO no tengo barriguita —declaró Sasha, y uniendo la acción con la palabra, se despojó de la camisa y se irguió, mostrando los resultados de ir asiduamente al gimnasio.
—Hum… veamos —volvió a decir Richie mientras se ponía a estudiar el perfil de Sasha con detenimiento—. No, no la tienes. Definitivamente.
—¿Y tú? —quiso saber Tommy.
—Me temo mucho que yo sí tengo algo de barriga. Es lo que tiene beber cerveza y no pienso renunciar a ella. —Richie sonrió mientras se quitaba la camisa y luego exageró su tripa sacándola adrede.
Sasha se echó a reír y robó un beso a Tommy antes de levantarse y doblar cuidadosamente su camisa, para dejarla sobre el sillón.
—Ufs, yo también tengo calor. —Tommy se quitó la camisa y la tiró sin ningún cuidado en el mismo sillón—. Creo que voy a ponerme más fresco. —Se quitó los zapatos y comenzó a soltar los botones de su pantalón vaquero a la vez que se dirigía hacia el dormitorio—. Y más cómodo.
Sasha lo siguió con la mirada. Le parecían siglos desde la última vez que había estado en el dormitorio de Richie. El pelirrojo le tocó el hombro.
—¿Vienes?
—Ve tú. Ahora os alcanzo.
Richie entró al dormitorio y encontró a Tommy desnudo, tumbado sobre las frescas sábanas y haciéndose aire con un consolador como si fuera un abanico. Trepó junto a él y se lo quitó.
—¿Pensabas comenzar sin nosotros?
—Por supuesto que no, sólo tenía calor. ¿Tú no? —preguntó arrebatándole el consolador y apuntando con él a los pantalones que aún llevaba Richie.
—De hecho, sí. Hace un rato que me ha empezado a dar bastante calor. —Richie se despojó de los pantalones rápidamente—. Mejor así.
—¿Dónde esta Sasha? —preguntó Tommy mientras comenzaba a besar la incipiente barriguita de su compañero.
—Afuera, dijo que venía ahora.
—¡Sasha! —gritó—. No tardes o empezaremos sin ti.
Sasha caminó hacia el umbral de la puerta y se quedó allí, mirando. Estaba desnudo y sonreía.
—Podéis empezar. Yo miraré.
—¿Por qué mirar, si puedes participar? —preguntó Tommy con sensualidad haciéndole gestos con la mano para que se acercara.
—Porque quiero mirar primero.
Tommy rodó los ojos, pero Richie lo hizo tumbarse y comenzó a besarlo por cuello y luego fue bajando por el pecho hasta llegar otra vez a su tripa, lo cual le arrancó algunas risas.
Sasha se recargó en el umbral, entrecerrando los ojos. Sus pensamientos vagaron desordenados, mientras parte de él captaba a Tommy riendo primero y gimiendo después a causa de las atenciones de Richie. No podía ver la expresión del pelirrojo, pero a juzgar por la reacción de Tommy, estaba haciendo su trabajo a conciencia.
El deseo creció en su entrepierna conforme la pareja hacía más osadas sus caricias y más intensos sus gemidos. Su mirada se encontró con la de Tommy y no pudo despegarla de allí.
Tommy tampoco pudo apartar la vista de Sasha. Sin pestañear, intensamente. La imagen del ruso llenaba su mente y su corazón y no podía dejar de pensar que era una deslealtad a Richie, pero simplemente no lograba evitarlo. Se mordía los labios, acariciando el cabello de Richie, mientras sus ojos continuaban clavados en los de Sasha, llamándolo sin palabras.
El ruso suspiró, nuevamente rendido a su única debilidad, y caminó hacia la cama a reclamar lo que era suyo.
Tommy sonrió radiante cuando lo vio acudir a su lado. ¡Sasha actuaba tan raro a veces! Sabía que seguía molesto con Richie y le dolía ver cómo se distanciaban y se evitaban. Eran sus amigos, sus amantes, y en cierto modo, sus amados.
Sasha no dijo nada, simplemente reclamó los labios de Tommy en un beso apasionado, como hacía tiempo no lo besaba.
Tommy lo abrazó con fuerza y jadeó su nombre entre besos, pero luego se quedó un poco cohibido. Hacía mucho que no tenían un trío; no quería meter la pata y que la situación entre Sasha y Richie empeorara.
Fue Richie quien decidió la cuestión. Apenas Sasha rompió el beso, lo atrajo con ternura y comenzó a darle besos en el rostro.
—Os he echado tanto de menos…
Sasha se tensó un poco, pero luego se dejó atrapar. Devolvió los besos y tomó firmemente el rostro de Richie, para besarlo con la misma pasión con la que había besado a Tommy.
Tommy los observó con una amplia sonrisa. No sabía si se solucionaría todo, pero parecía un buen comienzo. Un excelente comienzo. Eso pensó los primeros dos minutos, pero cuando llevaban ya tres minutos besándose y sin hacerle caso, no pudo evitar fruncir el entrecejo y gruñir en desacuerdo.
—Parece que el bebé se está quejando —dijo Sasha con ojos juguetones.
—Creo que sí. —Richie rompió el beso—. ¿Qué pasa, bebé? ¿Querías algo?
—No soy un bebé —gruñó Tommy—. No tengo el cuerpo de un bebé, y no hago con ese cuerpo las cosas que hace un bebé y… —Tomó su polla en la mano—. Definitivamente esto no es de un bebé.
—Ni que lo digas.
Sasha se arrodilló entre las piernas de Tommy mientras Richie hacía lo propio a la altura de su boca. Como poniéndose de acuerdo comenzaron a moverse a la vez, uno acariciando la virilidad de Tommy con los labios y el otro introduciendo su propia virilidad en la boca del muchacho.
—A veces creo —comenzó a decir Tommy a la vez que le lamía la erección— que haces esto para que me calle.
—
Touché
. —Richie gimió con las primeras caricias.
Tommy se dedicó a trabajar a conciencia en la ya dura erección del pelirrojo tratando de olvidar sus bromas. Estaba un poco cabreado. Sabía que era más joven que ellos pero le molestaba sumamente que se lo recordaran. ¡Si era mucho más alto que cualquiera de los dos!
Sasha aplicó toda su energía en complacer a Tommy, alternando besos y lamidas con sus manos, explorándolo. Le divertía hacerlo enfadar al decirle «bebé». No contaba el tamaño, era cosa de actitud y si por ello fuera, estaba seguro de que Tommy siempre sería un bebé. Pero pronto dejó de importarle eso. De hecho, su bebé estaba moviéndose de tal modo que sintió la urgencia de penetrarlo.
—Para, Sasha, o voy a correrme —pidió Tommy, apartándolo para después empujar suavemente a Richie contra la cama—. Túmbate boca abajo y separa las piernas —ordenó y se arrodilló entre sus piernas para prepararlo con la boca.
Richie se apresuró a obedecer, saboreando el momento: Tommy sabía exactamente cómo estimularlo y se entregó completamente a lo que le hacía.
Sasha retrocedió para contemplar unos instantes a Tommy y fue demasiado. Antes de que tuviera tiempo de pensarlo se encontró preparándolo todo lo aprisa que pudo, para después posicionarse entre sus muslos y empujar.
—Aaah… espera… quiero… follarme… a Richie… también… —consiguió decir Tommy entre los empujes que Sasha le daba, jadeando sobre el trasero del pelirrojo.
Sasha se apartó un poco, murmurando entre dientes:
—Goloso… De prisa, no puedo esperar más.
Entonces lo pensó mejor y sin soltar la cadera de Tommy, lo guió hacia Richie, dirigiéndolo conforme penetraba al pelirrojo. Lo hizo sin prisas pues tenían toda la noche… Era tal y como antes, juntos los tres.
—Hummmm… qué caliente y apretado estás, Richie —gimió Tommy que casi se le tumbó encima—. Se siente como si fueras virgen. Me parece que tenemos aquí a alguien que hace mucho que no le da uso a su trasero.
—Y aquí hay alguien… que lo ha usado demasiado bien —dijo Sasha entre jadeos, penetrándolo completamente, sintiéndose pleno pero a la vez un poco irritado por las obvias actividades de su amante. Se detuvo unos momentos dándole tiempo a Richie a acostumbrarse y comenzó a moverse en círculos, guiando los movimientos de Tommy.
—Lo dices de una manera que parece que soy una puta —susurró Tommy un poco dolido. Sabía que Sasha tampoco había estado viviendo en celibato. Además, en todos esos meses sólo había estado con algunos chicos de la facultad, con Alison y con Richie.
—No me estoy quejando, tonto —dijo Sasha sin dejar de moverse.
Tommy no respondió y trató de concentrarse en lo que estaban haciendo. Pero no dejaba de pensar en ello. Sabía lo que pensaba Sasha de él. Que era un puto. Por eso nunca podría ser su pareja, porque no era digno. Sacudió la cabeza para expulsar todas esas ideas autodestructivas. Él valía la pena. Había mucha gente que lo quería. Simplemente era como era y no podía cambiar. La gente tendría que quererlo así o irse a la porra. Y mientras pudiera estar así con Sasha, sería feliz.
Sasha lo abrazó y el abrazo se extendió hacia Richie. Bajó un poco el ritmo y luego volvió a acelerar. Quería tenerlos a los dos como antes. Llenó la espalda de Tommy de besos.
—Os he echado de menos así.
—Nosotros también —respondió el pelirrojo—. Somos los tres mosqueteros.
—Sí, pero mi espada es más larga que las vuestras —dijo riendo Tommy.
—Y tu lengua también —replicó Sasha. No quería que eso acabase nunca, era tan perfecto que por un momento olvidó todo lo pasado.
—Nunca has tenido queja del uso que le he dado —dijo Tommy. Iba a decir algo más, pero Sasha comenzó a acelerar el ritmo y se dejó llevar por esa espiral de placer que siempre lo envolvía cuando estaban juntos.
El ruso se entregó a un vehemente ritmo, con la fuerza que le daba su deseo de posesión: quería poseer a Tommy y a la vez a Richie, a su querido Richie que siempre había estado para los dos.
—Richie —jadeó moviéndose con más velocidad.
El pelirrojo estaba prácticamente incrustado en el colchón, sobrepasado por sus jóvenes amantes. El jadeo de Sasha le llegó al alma, era como si estuviera también dentro de él y quiso pensar que por fin todo volvería a ser como antes. Tommy se crispó sobre él y con un jadeo de sorpresa, se corrió como no lo había hecho en mucho tiempo y Richie supo que tendría que consolarlo luego: a Tommy no le gustaba correrse antes de sus amantes.
Sasha siguió empujando, buscando prolongar el orgasmo de Tommy, que se estremecía cubierto de sudor. La mano del moreno culebreó hacia su espalda y un par de dedos ensalivados tantearon su entrada. Eso fue demasiado, Tommy tocaba cada parte de su cuerpo con el conocimiento de un experto y en medio de un gruñido, se corrió profusamente y se apartó, liberándoles del peso extra.
—Un diez… definitivamente.
Tommy sonrió sintiéndose poderoso e invencible y con un suave movimiento, tiró de Richie para ponerlo de lado sin salir aún de él y comenzó a masturbarlo con un ritmo torturante, invitando a Sasha con la mirada.
El ruso se le unió y entre ambos lo adoraron con caricias y besos, como cuando sólo eran los tres, maestro y aprendices, tan unidos como sólo pueden estarlo los que lo han compartido todo.
—Te amamos, te amamos —susurraron sin proponérselo y en medio de tantos sentimientos desbordados, Richie eyaculó con Tommy aún en su interior y Sasha devorando su boca.
—No puedo creer lo que hicimos, os habéis superado… Ha sido increíble —confesó exhausto y satisfecho, y con gran esfuerzo se levantó para buscar una manta.
Sasha no dijo nada pero cuando Richie volvió fue el primero en abrazarlo y los tres se cobijaron bajo el calor de las mantas y de sus cuerpos sudorosos.
La mañana del 4 de marzo estaba fría y Sasha se acurrucó junto a Tommy. Richie no estaba con ellos y se le hizo un poco raro porque era casi tan dormilón como su compañero.
Se estiró, pensando quedarse un rato más en la cama, pero la certeza de que Richie estaba solo pudo más y apartando a Tommy sin despertarlo, se levantó.
Encontró a Richie en la cocina, preparando el desayuno
—Hola —dijo sonriendo—. Madrugaste.
—Es que tengo algo que hacer y quería dejaros el desayuno preparado. Seguramente Tommy despertará con hambre.
—Oye, Richie... lo de anoche fue... —Sasha hizo un ademán y continuó—. Fue como en los viejos tiempos... De verdad.
—¿Y eso es bueno? —preguntó Richie sonriendo a medias.
—Sí. Eso creo... Yo... Mira, desde lo que pasó este verano me he sentido muy raro. Todo es complicado...
—Lo sé. No tienes que explicarme nada.
—Es que quiero hacerlo —dijo Sasha y se sentó en la mesa de la cocina, ordenando sus ideas—. Debí intentar esto mucho antes, te lo debo.
—Sasha no...
—Es que sí te lo debo. —Sasha elevó la voz—. Déjame hablar, por favor. Lo siento, pero tú y Tommy siempre se creen con autoridad para interpretar lo que pienso y las cosas no son tan fáciles como creéis. Pero de todos modos, hice mal en una cosa: nunca debí ir a la cena del laboratorio con Tommy. Allí tenías razón.
—Sasha, yo no dije exactamente eso.
—Pero es cierto. Actué irreflexivamente, no medí las consecuencias que eso podría traer. En ese momento sólo pensé en disfrutar y en hacer feliz a Tommy haciendo algo atrevido delante de toda esa gente. Fue un modo de sacarme de encima lo que llevaba dentro y de romper esquemas. Y, ¿sabes qué? A pesar de todas las complicaciones que ha traído, creo que lo volvería a hacer. Fue una de las noches más felices que he pasado.