Read El curioso incidente del perro a medianoche Online
Authors: Mark Haddon
Tags: #Drama, Infantil y juvenil, Intriga
Y entonces Madre me hizo quitarme la ropa y meterme en la bañera y dijo que podía usar su toalla, que era morada con flores verdes en un extremo. Y le dio a Toby un platito con agua y un puñado de copos de cereales y yo le dejé corretear por el baño. Y él hizo tres pequeñas caquitas debajo del lavamanos y yo las recogí y las tiré al váter y tiré de la cadena, y entonces volví a entrar en la bañera porque se estaba calentito y bien.
Entonces Madre entró en el cuarto de baño y se sentó en el váter y dijo:
—¿Estás bien, Christopher?
—Estoy muy cansado —dije.
Y ella dijo:
—Ya lo sé, cariño. —Y entonces dijo—: Eres muy valiente.
—Sí —dije yo.
Y ella dijo:
—Nunca me escribiste.
Y yo dije:
—Ya lo sé.
Y ella dijo:
—¿Por qué no me escribiste, Christopher? Yo te escribí todas esas cartas. No dejaba de pensar que te habría pasado algo espantoso, o que te habrías mudado y yo nunca descubriría dónde estabas.
Y yo dije:
—Padre dijo que estabas muerta.
Y ella dijo:
—¿Qué?
Y yo dije:
—Dijo que habías ido al hospital porque le pasaba algo malo a tu corazón. Y entonces tuviste un ataque al corazón y te moriste. Había guardado todas las cartas en una caja de camisas en el armario de su habitación y yo las encontré porque estaba buscando un libro que estoy escribiendo sobre quién había matado a Wellington y él me lo había quitado y escondido en la caja de camisas.
Y entonces Madre dijo:
—Dios mío.
Y entonces ya no dijo nada más durante mucho rato. Y entonces hizo un ruido como el gemido de un animal en un programa sobre la naturaleza en la televisión.
Y a mí no me gustó nada que hiciera eso, porque era un ruido fuerte y dije:
—¿Por qué haces eso?
Y ella no dijo nada durante un rato, y entonces dijo:
—Oh, Christopher, lo siento tantísimo.
—No es culpa tuya —dije.
Y entonces ella dijo:
—Cabrón. El muy cabrón.
Y entonces, al cabo de un rato, Madre dijo:
—Christopher, déjame cogerte la mano. Sólo por una vez. Hazlo sólo por mí, ¿quieres? No te la cogeré fuerte.
Y tendió su mano.
—A mí no me gusta que la gente me coja la mano —dije.
Entonces ella apartó la mano y dijo:
—No. Vale. Está bien —y entonces dijo—: Vamos a sacarte de la bañera y secarte, ¿vale?
Y yo salí de la bañera y me sequé con la toalla morada. Pero no tenía ningún pijama, así que me puse una camiseta blanca y un par de shorts amarillos que eran de Madre, pero no me importó, porque estaba muy cansado. Y mientras hacía eso, Madre fue a la cocina y me calentó un poco de sopa de tomate, porque era roja.
Y entonces oí que alguien abría la puerta del piso y había una voz de un hombre extraño fuera, así que eché el pestillo de la puerta del baño. Y hubo una discusión fuera y un hombre dijo: «Necesito hablar con él», y Madre dijo: «Ya ha tenido suficiente por un día» y el hombre dijo: «Ya lo sé, pero aun así tengo que hablar con él».
Y Madre llamó a la puerta y dijo que un policía quería hablar conmigo y que tenía que abrir la puerta. Y dijo que ella no dejaría que me llevara con él y me lo prometió. Así que cogí a Toby y abrí la puerta.
Y había un policía fuera y dijo:
—¿Eres Christopher Boone?
Y yo dije que sí. Y él dijo:
—Tu padre dice que te has escapado. ¿Es cierto eso?
—Sí —dije.
Y él dijo:
—¿Ésta es tu madre? —Y señaló a Madre.
Y yo dije:
—Sí.
Y él dijo:
—¿Por qué te has escapado?
Y yo dije:
—Porque Padre mató a Wellington, que es un perro, y yo tenía miedo de él.
Y el policía dijo:
—Eso me han dicho —y entonces dijo—: ¿Quieres volver a Swindon con tu Padre o quieres quedarte aquí?
—Quiero quedarme aquí —dije.
Y él dijo:
—¿Y qué le parece eso?
Y yo dije:
—Quiero quedarme aquí.
Y el policía dijo:
—Espera. Se lo estaba preguntando a tu madre.
Y Madre dijo:
—Le dijo a Christopher que yo había muerto.
Y el policía dijo:
—Bueno, a ver… No nos metamos ahora en discusiones sobre quién dijo qué. Tan sólo quiero saber si…
Y Madre dijo:
—Por supuesto que puede quedarse.
Y entonces el policía dijo:
—Bueno, creo que eso lo arregla todo, por lo que a mí concierne.
Y yo dije:
—¿Va a llevarme de vuelta a Swindon?
Y él dijo:
—No.
Y entonces me sentí contento porque podía vivir con Madre.
Y el policía dijo:
—Si su marido aparece y causa problemas, sólo tiene que llamarnos. De no ser así, van a tener que solucionar este asunto entre ustedes.
Y entonces el policía se marchó y el señor Shears amontonó unas cuantas cajas en la habitación de invitados para poder poner un colchón hinchable en el suelo para que yo durmiera, y me fui a dormir.
Entonces me desperté, porque había personas gritando en el piso y eran las 2.31 de la madrugada. Y una de las personas era Padre y tuve miedo. Pero no había pestillo en la puerta de la habitación de invitados.
Y Padre gritó:
—Voy a hablar con él te guste o no, y no vas a ser precisamente tú quien me diga lo que tengo que hacer.
Y Madre gritó:
—Roger. No, no le…
Y el señor Shears gritó:
—No pienso permitir que me hablen de esa manera en mi propia casa.
Y Padre gritó:
—Yo te hablo como me da la santa gana.
Y Madre gritó:
—No tienes derecho a estar aquí.
Y Padre gritó:
—¿Que no tengo derecho? ¿Que no tengo derecho? Es mi hijo, joder, por si lo habías olvidado.
Y Madre gritó:
—¿A qué demonios te creías que estabas jugando, diciéndole esas cosas?
Y Padre gritó:
—¿Que a qué estaba jugando? Fuiste tú la que se largó, maldita sea.
Y Madre gritó:
—¿Así que decidiste borrarme simplemente de su vida, así, sin más?
Y el señor Shears gritó:
—Bueno, calmémonos todos un poco, ¿de acuerdo?
Y Padre gritó:
—Bueno, ¿no era eso lo que tú querías?
Y Madre gritó:
—Le escribí todas las semanas. Todas las semanas.
Y Padre gritó:
—¿Escribirle? ¿De qué coño servía escribirle?
Y el señor Shears gritó:
—Eh, eh, eh.
Y Padre gritó:
—Yo le he hecho la comida. Le he lavado la ropa. He cuidado de él todos los fines de semana. Lo he llevado al médico. Me he vuelto loco de preocupación cada vez que se largaba a alguna parte por la noche. He ido al colegio cada vez que se metía en una pelea. ¿Y tú? Tú le escribiste unas jodidas cartas.
Y Madre gritó:
—¿Así que te pareció bien decirle que su madre había muerto?
Y el señor Shears gritó:
—Ahora no es el momento.
Y Padre gritó:
—Tú, mueve el culo y sal de aquí o…
Y Madre gritó:
—Ed, por el amor de Dios…
Y Padre dijo:
—Voy a verlo. Y si tratas de impedírmelo…
Y entonces Padre entró en mi habitación. Pero yo sostenía la navaja del Ejército Suizo con la hoja de sierra fuera por si me agarraba. Y Madre entró también en la habitación y dijo:
—No pasa nada, Christopher. No dejaré que te haga nada. Tranquilo.
Y Padre se puso de rodillas cerca de la cama y dijo:
—¿Christopher?
Pero yo no dije nada. Y él dijo:
—Christopher, lo siento, de verdad que lo siento. Todo. Lo de Wellington. Lo de las cartas. Lo de hacer que te escaparas. Yo nunca quise que… Te prometo que nunca volveré a hacer nada parecido. Eh. Vamos, chaval.
Y entonces levantó la mano derecha y abrió los dedos en abanico para que yo pudiese tocarle los dedos, pero no lo hice porque tenía miedo.
Y Padre dijo:
—Mierda. Christopher, por favor.
Y le caían lágrimas por la cara.
Y nadie dijo nada durante un rato.
Y entonces Madre dijo:
—Ahora creo que deberías marcharte.
Pero hablaba con Padre, no conmigo.
Entonces el policía volvió, porque el señor Shears había llamado a la comisaría, y le dijo a Padre que se calmara y se lo llevó del piso.
Y Madre dijo:
—Ahora vuelve a dormirte. Todo va a salir bien. Te lo prometo.
Y entonces volví a dormirme.
Y cuando estaba dormido tuve uno de mis sueños favoritos. A veces lo tengo durante el día, pero entonces es una ensoñación. Pero con frecuencia también lo tengo por la noche.
En el sueño, casi todo el mundo sobre la Tierra está muerto, porque han cogido un virus. Pero no es como un virus normal. Es como un virus de ordenador. Y la gente se contagia por el significado de algo que dice una persona infectada y también por el significado de lo que hace con su cara cuando lo dice, lo que significa que la gente también puede contagiarse viendo a una persona infectada en la televisión, lo que significa que se extiende por todo el mundo con muchísima rapidez.
Cuando la gente se contagia, se quedan sentados en el sofá y no hacen nada y no comen ni beben, o sea que se mueren. Pero a veces tengo versiones diferentes del sueño, como cuando existen dos versiones de una película, la corriente y la
Versión del Director
, como
Blade Runner
. Y en algunas versiones del sueño, el virus hace que se estrellen con sus coches o que entren en el mar y se ahoguen, o que se tiren a los ríos, y creo que esa versión es mejor porque entonces no hay cuerpos de gente muerta por todas partes.
Al final no queda nadie en el mundo, excepto la gente que no mira a la cara de otras personas y que no sabe qué significan estas imágenes
y esas personas son todas personas especiales como yo. Y les gusta estar solas y apenas las veo nunca, porque son como okapis de la selva del Congo, que son una clase de antílopes muy tímidos y raros.
Puedo ir a todas las partes del mundo y sé que nadie me hablará o tocará o me hará una pregunta. Pero si no quiero ir a todas partes, no tengo que hacerlo, y puedo quedarme en casa y comer brócoli y naranjas y regalices todo el tiempo, o puedo jugar a juegos de ordenador durante una semana entera, o puedo simplemente sentarme en un rincón de la habitación y restregar una moneda de una libra de arriba abajo sobre la superficie ondulada del radiador. Y no tengo que ir a Francia.
Y salgo de la casa de Padre y recorro la calle, y está muy tranquila incluso aunque es pleno día y no oigo otro sonido que los pájaros cantando y el viento y a veces los edificios que se derrumban en la distancia, y si me pongo muy cerca de los semáforos puedo oír un pequeño chasquido cuando cambian de color.
Y entro en las casas de otras personas y juego a ser detective y puedo romper las ventanas para entrar porque la gente está muerta y no importa. Y entro en las tiendas y cojo las cosas que quiero, como galletas rosas o gominolas de frambuesa y mango, o juegos de ordenador o libros o vídeos.
Cojo una escalera de la furgoneta de Padre y me subo al tejado. Y cuando llego al borde del tejado pongo la escalera atravesada y camino hasta el siguiente tejado, porque en un sueño se te permite hacerlo todo.
Y entonces encuentro las llaves del coche de alguien y me meto en su coche y conduzco, y no importa si choco con las cosas y conduzco hacia el mar, y aparco el coche y salgo y está lloviendo mucho. Y cojo un helado de una tienda y me lo como. Y entonces bajo hasta la playa. Y la playa está cubierta de arena y grandes rocas y hay un faro en una punta, pero la luz no está encendida porque el farero está muerto.
Y me quedo de pie en la orilla, y el agua me moja los zapatos. Y no nado por si hay tiburones. Y me quedo de pie y miro hacia el horizonte y saco mi regla larga de metal y la sostengo en alto contra la línea entre el mar y el cielo y demuestro que la línea es una curva y que la Tierra es redonda. Y la forma en que el agua sube hasta taparme los zapatos y luego baja es un ritmo, como la música o un tambor.
Y entonces cojo ropa seca de la casa de una familia que está muerta. Y me voy a casa, a la de Padre, sólo que ya no es la casa de Padre, es la mía. Y me preparo un poco de Gobi Aloo Sag con colorante rojo para comida y un batido de fresa, y veo un vídeo sobre el Sistema Solar y juego un poco con el ordenador y me voy a la cama.
Y entonces el sueño se acaba y yo estoy contento.
A la mañana siguiente desayuné tomates fritos y una lata de judías verdes que Madre me había calentado en un cazo.
En medio del desayuno, el señor Shears dijo:
—Vale. Puede quedarse unos días.
Y Madre dijo:
—Puede quedarse el tiempo que necesite quedarse.
Y el señor Shears dijo:
—Este piso apenas es lo suficientemente grande para dos personas, no digamos ya para tres.
Y Madre dijo:
—Puede entender lo que estás diciendo, ¿sabes?
Y el señor Shears dijo:
—¿Qué va a hacer? Aquí no hay colegio para él. Los dos trabajamos. Maldita sea, es ridículo.
Y Madre dijo:
—Roger, ya es suficiente.
Entonces Madre me preparó un té Red Zinger con azúcar pero no me gustó y luego dijo:
—Puedes quedarte todo el tiempo que quieras.