Y mientras los de la generación Reagan se entretenían al oeste de Rock Creek Park y en las zonas residenciales, detectives y técnicos trabajaban en el escenario del crimen entre la calle Treinta y tres y E, en el barrio de Greenway, en Southeast D.C. Esa noche húmeda y fría de diciembre de 1985, dos jóvenes agentes de policía y un detective de Homicidios de mediana edad estaban en la escena del crimen.
Cerca de la cinta policial un guardia de seguridad toqueteaba la trenza de pelo adornada con cuentas de colores que llevaba en el bolsillo como un amuleto. Luego volvería a su casa, metería la trenza en una bolsa de plástico y la guardaría en uno de los discos de su amplia colección de jazz eléctrico, junto con el pelo que había tomado de Otto Williams y Ava Simmons. El título del álbum,
Live Evil
, se escribía igual al derecho que al revés. Era el disco de Miles Davis que sonaba en el salón de su tío la primera vez que abusaron sexualmente de él cuando era pequeño.
Empezó a lloviznar por segunda vez esa noche. Las gotas caían con más fuerza y se veían bajo los faros de los coches. Algunos policías decían que Dios estaba llorando por la niña del jardín. Para otros era simplemente lluvia.
Carole Denise Spinks, 13
Darlenia Denise Johnson, 16
Angela Denise Barnes, 14
Brenda Fay Crockett, 10
Nenomoshia Yates, 12
Brenda Denise Woodward, 18
Diane Williams, 17
Quisiera dar las gracias a los agentes de la Brigada de Delitos Violentos del Departamento de Policía Metropolitana de Washington, D.C., que me dieron acceso a su mundo y ayudaron a que este libro fuera posible. Les agradezco enormemente su amabilidad, su generosidad y su gran labor.