El Palestino (54 page)

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Authors: Antonio Salas

BOOK: El Palestino
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Según el tal Jimmy, justo antes de las elecciones en el campo de entrenamiento de La Guaira recibieron adiestramiento paramilitar y de guerrilla urbana doscientos hombres. Y muchos otros se adiestraron en los de Santa Teresa, Santa Lucía y Filas de Mariche, de cara a los conflictos armados que pudiesen haberse producido el 3 de diciembre. Pero ahora, a fin de mes, entre la Navidad y Año Nuevo, se habían suspendido las actividades mientras el reelegido Chávez organizaba su gobierno para un segundo mandato. Aun así, Sidi me prometió que en los próximos meses volverían a abrirse los campos para adiestrar a los voluntarios de los grupos armados bolivarianos ilegales. Y yo podría unirme a ellos con el fin de prepararme para la lucha armada en Europa o en Oriente Medio.

Eso ocurriría algún tiempo después. Hasta ese momento Sidi sospechaba que yo podía ser un agente de Al Qaida intentando reclutar muyahidín en Venezuela, y así lo había informado a sus camaradas, dispuestos a morir o a matar por la revolución bolivariana. Y ellos habían decidido que sería conveniente «interrogarme enérgicamente». Tras nuestros últimos encuentros, Sidi había cambiado de opinión. Nuestras conversaciones sobre el Islam, el asesinato de mi supuesta esposa palestina y mi interés real por integrarme a los campos de entrenamiento bolivariano le habían convencido de que mis intenciones eran buenas, pero quizás era demasiado tarde... Claro que yo no supe nada de esto hasta varias semanas después.

En el Aeropuerto Internacional de Maiquetía, una vez facturado mi equipaje y pasado el control de pasaportes, ocurrió algo inusual, a lo que no le habría concedido ninguna importancia de no ser por lo que averigüé después. He viajado por todo el mundo, he visitado cientos de aeropuertos, pero nunca antes y nunca después me ocurrió nada parecido. Mientras aguardaba en la sala de espera el aviso para embarcar en el vuelo rumbo a Madrid, dos tipos de uniforme se me acercaron y me pidieron que los acompañase. La verdad es que me desconcertó un poco aquella irrupción, pero los uniformados parecían policías auténticos, y además todos los pasajeros de mi vuelo estaban viendo cómo me pedían que los siguiese. Así que lo hice. Salimos de la sala de embarque y bajamos una o dos plantas hasta llegar a los hangares. Caminamos unos cientos de metros hacia un grupo de personas que estaban revisando algunas maletas, y supuse que aquella interrupción se debía a una revisión rutinaria de mi equipaje. Mientras caminábamos, uno de los uniformados hablaba por teléfono y me dio la impresión de que discutía con alguien. Yo hice lo mismo y, un poco paranoico, llamé a Comandante Candela para comentarle el incidente, por si había algún problema con mi salida del país. Pero apenas pasaron unos minutos cuando me dijeron que todo estaba en orden y que volviese a la sala. Todos los demás pasajeros habían embarcado ya. Fui el último en incorporarme a mi asiento y el avión despegó sin más dilación rumbo a Madrid. Todavía no era consciente de que uno de los grupos armados bolivarianos, siguiendo las indicaciones de Sidi, alias
Musulmán
, había estado a punto de secuestrarme...

CUARTA PARTE
Año 2007 d. C., año 1428 de la Hégira
1
Capítulo 6
Tres continentes unidos en el yihad

Pero ¡ay de aquellos que rezan siendo negligentes en su oración! Esos que hacen ostentación y niegan la ayuda imprescindible.

El Sagrado Corán 107, 4-6

Nada rasca tu piel mejor que tu uña
.

Proverbio árabe

ETA rompe la tregua

Si solo hubiese tomado otro vuelo distinto, quizás habría llegado al Aeropuerto Internacional de Barajas al mismo tiempo que ETA decidía romper la tregua firmada con el gobierno socialista y volar por los aires la terminal 4 de dicho aeropuerto, el 30 de diciembre de 2006. Era su regalo de Año Nuevo... En ese atentado asesinó a dos inmigrantes ecuatorianos: Carlos Alonso Palate y Diego Armando Estacio. Daños colaterales. Es improbable que los asesinos etarras pudiesen reprochar a aquellos inmigrantes ninguna responsabilidad en la «ocupación» de Euskal Herria por las fuerzas españolas. Sus bombas producen los mismos daños colaterales que reprochan a sus enemigos.

En mi humilde opinión, ETA pierde toda la legitimidad que pudiese tener su reivindicación, y todo derecho, cada vez que asesina inocentes como Palate y Estacio, que eran los últimos nombres de una larga lista. Y solo merece ser aplastada, como todos los asesinos de inocentes, con todo el peso de la Ley. En realidad merece mucho más que eso. Pero darles a los terroristas, del tipo que sean, lo que realmente merecen nos convertiría a nosotros también en eso que tanto detestamos...

Llegué tarde pero por muy poco. Lo suficiente para encontrarme con el pequeño oratorio improvisado por los familiares de los ecuatorianos en el acceso a la terminal desde el aparcamiento totalmente destruido por la explosión. El crimen estaba caliente, y todavía pude ver y fotografiar a algunas personas, supongo que familiares, amigos o paisanos... o quizás solo personas sensibilizadas por la tragedia, rezando y llorando en aquellos pequeños oratorios. Con pudor debo confesar que antes de iniciar esta investigación seguía el problema vasco con mucha distancia. Nunca me había sentido afectado directamente por él, y lo más cerca que había estado del terrorismo vasco fueron unos contactos puntuales durante la elaboración de un reportaje con cámara oculta sobre los grupos de extrema izquierda y antisistema. Aunque, en esta ocasión, ETA se había empeñado en cruzarse una y otra vez en mi camino.

Ahora estaba mucho más sensibilizado con las luchas armadas, pero también con la identidad latina de mi personaje. Me había esforzado mucho para creerme mi papel de palestino-venezolano, y a fuerza de voluntad terminé por creérmelo. Y por un instante intenté imaginar qué pensarían los camaradas del 23 de Enero, los Tupamaros o los miembros de cualquier grupo bolivariano de los que apoyan a ETA en Venezuela, si hubiesen sido dos venezolanos, quizás sus hermanos o sus hijos, los que hubiesen muerto en la T-4.

Mientras sacaba la cámara para grabar la escena, pensaba en que España se ha convertido en el único país de Europa donde permanece activa una banda terrorista. ¿Cómo es posible que el IRA irlandés, la Baader-Meinhof alemana o las Brigadas Rojas italianas se hayan disuelto, y los terroristas vascos continúen matando inocentes en el siglo
XXI
? ¿Acaso nuestro coeficiente intelectual o emocional es menor que el del resto de los europeos? Cuando hasta los guerrilleros nicaragüenses o uruguayos han conseguido llegar a la presidencia de sus respectivos países, tras dejar la lucha armada y triunfar en la lucha política, los europeos de ETA continúan anquilosados en los años del plomo. Siento vergüenza por la parte que me toca.

De nuevo en España me proponía retomar muchos asuntos pendientes: mi relación con los palestinos de Zaragoza y con el caricaturista
Salaam1420
; averiguar la relación de Jorge Verstrynge con el Islam revolucionario; localizar a Taysyr Aluny; integrarme en la Comunidad Islámica europea y también volver a infiltrarme entre mis antiguos camaradas neonazis.

A través de Internet, conocía perfectamente el camino para acercarme a los grupos revisionistas y nazis: ya lo había recorrido una vez. Respecto a los foros ciberyihadistas, además de con Teodoro Darnott y con
Salaam1420
, ya mantenía contacto con muchísimos musulmanes más o menos simpatizantes del yihad. Ahora llegaba el momento de dar el salto de la cómoda y segura «infiltración» en la red al mundo real. Y, para eso, mi tapadera como «luchador social» palestino-venezolano y colaborador de los medios árabes-venezolanos me iba a resultar extremadamente útil. Pero desde Venezuela todavía tenía que llegarme una ingrata sorpresa.

Al Qaida amenaza Venezuela

A principios de 2007, la revista electrónica
Saut al Yihad
(«Voz del Yihad»), editada oficialmente por la rama saudí de Al Qaida, publicó un texto en el que se animaba a todos los muyahidín a realizar atentados en todos los países que suministran petróleo a los Estados Unidos, especialmente Canadá, México y Venezuela, citados por ese orden en el escrito. La amenaza se incluía en un artículo titulado: «Bin Laden y el arma del petróleo», escrito por Adeeb Al Basam, y en el que se insistía en que: «Hay que atacar los intereses petroleros en todas las zonas que suministran petróleo a Estados Unidos
,
y no solo en Oriente Medio, ya que el objetivo es detener sus importaciones [de crudo] o reducirlas».
1

El Departamento de Estado norteamericano insistió en la gravedad de las amenazas y en la necesidad de tomarlas muy en serio, aunque el contraalmirante Luis Cabrera, miembro del Estado Mayor Presidencial de las Fuerzas Armadas Venezolanas, mostró su escepticismo en unas declaraciones recogidas en toda la prensa internacional: «Suena ilógico que Al Qaida, que está en contra del imperialismo norteamericano, se vaya en contra de un Estado que está precisamente luchando, aunque de otra manera, contra esa hegemonía».

Yo compartía la desconfianza del contraalmirante, pero por desgracia algunos grupos armados bolivarianos no eran tan escépticos y realmente consideraban a Al Qaida un peligro, o eso podía deducirse de la noticia que recibí esa misma semana. Me llegó un e-mail de Comandante Candela pidiéndome que le hiciese «un llamado urgente desde un teléfono seguro». Aquello sonaba mal, así que preparé un dispositivo de grabación, me acomodé en un locutorio telefónico e hice la llamada. Necesité tres intentos hasta poder conectar con mi mejor camarada en Venezuela. Su preocupación, casi diría que su angustia, eran perfectamente perceptibles en el tono de su voz. Lo que sigue es la transcripción fiel y exacta de la grabación magnetofónica de esa conversación:

—¿Aló?

—¿Aló, Muhammad?

—Comandante, ¿cómo está?

—Bueno, acá... más o menos. Tengo una noticia bastante preocupante...

—¿Qué ha pasado?

—Bueno, resulta que ayer estuve con Musulmán y no sabes, no te imaginas lo que me dijo. ¿Sabes que el loco estuvo a punto de secuestrarte en el aeropuerto?

—¿Cómo?

—Bueno, me dijo que ellos... o sea, el propio Musulmán y la gente de su comando resulta que descubrieron que había, según ellos, gente de Al Qaida aquí en las islas que están frente a Venezuela, por Curasao, por Trinidad... También habían descubierto que había gente de Al Qaida en el sur del país, en estado Bolívar... Entonces, como les pareció un poco sospechoso que un palestino estuviera aquí tratando de aprender a armar o a utilizar bombas, y a manejar armas, pensaron que tú también eras de Al Qaida...

—Pero ¿eso por qué? ¿Les dijeron algo en la mezquita o qué pasó...?

—Bueno, parece que en la mezquita también había, según ellos, gente infiltrada, y como ellos dicen que encontraron gente de Al Qaida, que había aquí en Venezuela, bueno... sospecharon también de ti. Pensaron que tú también eras de Al Qaida y habían organizado todo un... una manera de ir a buscarte. Te iban a ir a buscar al aeropuerto, te iban a secuestrar y te iban a llevar a algún lado para interrogarte...

—Concha... pero... ¿en Maiquetía? ¿A la salida, cuando salía...?

—¿Perdón?

—¿Cuando salía de Venezuela, en Maiquetía?

—Claro, ellos iban... y como sabían la hora y el día en que tú te ibas, iban ya preparados para ir a Maiquetía y no dejarte ya viajar... O sea, te iban a encañonar y te iban a sacar del aeropuerto y llevarte a algún lugar para interrogarte. O sea, completamente pensando... pensando que tú eras de Al Qaida.

—Pero tú sabes que yo tuve un problema allí a la salida... que me llevaron a unos hangares, me revisaron todo el equipaje...

—Claro, claro... yo me acuerdo...

—¿Y que te llamé?

—Te acuerdas que incluso cuando tú me avisaste de que tuviste ese problema, que te detuvieron... yo estuve tratando de preguntar a la Guardia Nacional, aquí, pero nadie me decía nada... Entonces, bueno, para que sepas qué clase de personaje es Musulmán. Este tipo está loco... De cualquier manera, cuando vuelvas a Venezuela la próxima vez, tú me avisas que yo voy a hablar con la gente de los Tupamaros, ¿oíste?

Creo que lo primero que pensé al escuchar eso fue: «Necesito un trago». Mal momento para dejar de beber. Y lo segundo: «Mataría por un cigarrillo...». Mal momento para dejar de fumar. Aun así, pienso que reaccioné relativamente bien ante la alarmante noticia que me estaba dando mi camarada. Desde luego, mejor de lo que se esperaba. Quizás porque yo todavía no era consciente de lo que significa un «interrogatorio tupamaro», y no lo averiguaría hasta que regresase a Venezuela, un año después. Y entonces sí tendría miedo, mucho miedo.

Sin embargo, en cierta manera, la idea de que alguien hubiese creído que yo podía pertenecer a Al Qaida me halagó. Significaba que estaba interpretando muy bien mi papel, aunque en el mundo del terrorismo eso también podía resultar peligroso. Sobre todo si un grupo incontrolado de chavistas armados, capaces de matar y morir por su presidente, podía llegar a creer que yo era una amenaza para su amado comandante.

Supongo que mi estado anímico y psicológico no era el mejor para plantearme volver a infiltrarme en los grupos neonazis. Pero yo no pongo las reglas: es la investigación la que va poniendo en tu camino las pistas que tú decidirás seguir o dejar pasar. Y en febrero de 2007 ya había colocado en la red algunos cebos para iniciar mi acercamiento a los revisionistas tanto venezolanos como españoles. Volví a frecuentar los chats y foros neonazis, y rescaté de mi agenda algunos viejos camaradas skinheads NS, que no tenían ni idea de que yo era el auténtico
Tiger88
autor de
Diario de un skin
, y no el largo listado de identidades que me atribuían.

Fueron mis antiguos camaradas de Nuevo Orden, con los que retomé el contacto fluido tras el congreso revisionista en Teherán, los que me avisaron de un inminente evento en España que me podía interesar. Ahora coordinaba la web nazi más importante en habla hispana mi vieja amiga Walkiria, una mujer fuerte, rubia y en torno a la cuarentena, a la que podría ver en algunos eventos de Alianza Nacional en Valencia ese mismo año, y gracias a ella supe de las nuevas conferencias organizadas por la Librería Europa de Barcelona. Y es que en marzo de 2007 la librería de Pedro Varela,
2
considerada por el Parlamento Europeo en su día la principal distribuidora de propaganda nazi de Europa, organizaba una conferencia titulada: «Escépticos del Holocausto: La conferencia revisionista de Teherán, la investigación histórica y sus consecuencias con el mundo actual». El conferenciante, el doctor Juri SchmidtHadjidimitrov, había sido ponente invitado en el famoso congreso revisionista celebrado tres meses antes en Irán, y los neonazis españoles estaban ansiosos por que les explicase «los puntos debatidos durante la Conferencia Internacional... el ambiente reinante y las tesis defendidas por el resto de participantes». Por supuesto, una cosa es colarse en los chats y foros neonazis, y otra volver a infiltrarme entre ellos en el mundo real. La idea de colarme de nuevo en un local, una conferencia o una manifestación neonazi no me hacía mucha gracia.

Sin embargo, la conferencia de marzo en la Librería Europa tenía algunos problemas para materializarse, y un nuevo atentado terrorista reclamaría mi atención hacia otro lugar. Así que mi reencuentro con mis antiguos camaradas nazis tendría que esperar unas semanas.

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