El perro del hortelano (2 page)

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Authors: Lope de Vega

Tags: #Teatro

BOOK: El perro del hortelano
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DOROTEA

Si me pusieses en medio

de mil llamas, no podré

decir que, fuera de ti,

hablar con nadie los vi

que en aquesta casa esté.
180

DIANA

¿No te han dado algún papel?

¿Ningún paje ha entrado aquí?

DOROTEA

Jamás.

DIANA

Apártate allí.

MARCELA

¡Brava inquisición!

ANARDA

Crüel.

DIANA

Oye, Anarda.

ANARDA

¿Qué me mandas?
185

DIANA

¿Qué hombre es este que salió?

ANARDA

¿Hombre?

DIANA

Desta sala, y yo

sé los pasos en que andas.

¿Quién le trajo a que me viese?

¿Con quién habla de vosotras?
190

ANARDA

No creas tú que en nosotras

tal atrevimiento hubiese.

¿Hombre, para verte a ti,

había de osar traer

crïada tuya, ni hacer
195

esa traición contra ti?

No, señora, no lo entiendes.

DIANA

Espera, apártate más,

porque a sospechar me das,

si engañarme no pretendes,
200

que por alguna crïada

este hombre ha entrado aquí.

ANARDA

El verte, señora, ansí,

y justamente enojada,

dejada toda cautela
205

me obliga a decir verdad,

aunque contra el amistad

que profeso con Marcela.

Ella tiene a un hombre amor

y él se le tiene también,
210

mas nunca he sabido quién.

DIANA

Negarlo, Anarda, es error.

Ya que confiesas lo más,

¿para qué [m]e niegas lo menos?

ANARDA

Para secretos ajenos
215

mucho tormento me das

sabiendo que soy mujer,

mas basta que hayas sabido

que por Marcela ha venido.

Bien te puedes recoger,
220

que es solo conversación

y ha poco que se comienza.

DIANA

¿Hay tan crüel desvergüenza?

¡Buena andará la opinión

de una mujer por casar!
225

¡Por el siglo, infame gente,

del Conde mi señor...!

ANARDA

Tente,

y déjame disculpar,

que no es de fuera de casa

el hombre que habla con ella,
230

ni para venir a vella

por esos peligros pasa.

DIANA

En efeto ¿es mi crïado?

ANARDA

Sí, señora.

DIANA

¿Quién?

ANARDA

Teodoro.

DIANA

¿El secretario?

ANARDA

Yo ignoro
235

lo demás; sé que han hablado.

DIANA

Retírate, Anarda, allí.

ANARDA

Muestra aquí tu entendimiento.

DIANA

Con más templanza me siento

sabiendo que no es por mí.
240

¿Marcela?

MARCELA

¿Señora?

DIANA

Escucha.

MARCELA

¿Qué mandas?

 ([Aparte.] 

Temblando llego.)

DIANA

¿Eres tú de quién fïaba

mi honor y mis pensamientos?

MARCELA

Pues ¿qué te han dicho de mí,
245

sabiendo tú que profeso

la lealtad que tú mereces?

DIANA

¿Tú lealtad?

MARCELA

¿En qué te ofendo?

DIANA

¿No es ofensa que en mi casa

y dentro de mi aposento
250

entre un hombre a hablar contigo?

MARCELA

Está Teodoro tan necio

que dondequiera me dice

dos docenas de requiebros.

DIANA

¿Dos docenas? ¡Bueno, a fe!
255

Bendiga el buen año el cielo,

pues se venden por docenas.

MARCELA

Quiero decir que, en saliendo

o entrando, luego a la boca

traslada sus pensamientos.
260

DIANA

¿Traslada? ¡Término estraño!

¿Y qué te dice?

MARCELA

No creo

que se me acuerde.

DIANA

Sí hará.

MARCELA

Una vez dice: «Yo pierdo

el alma por esos ojos»;
265

otra: «Yo vivo por ellos;

esta noche no he dormido

desvelando mis deseos

en tu hermosura»; otra vez

me pide solo un cabello
270

para atarlos, porque estén

en su pensamiento quedos,

mas ¿para qué me preguntas

niñerías?

DIANA

Tú, a lo menos,

bien te huelgas.

MARCELA

No me pesa,
275

porque de Teodoro entiendo

que estos amores dirige

a fin tan justo y honesto

como el casarse conmigo.

DIANA

Es el fin del casamiento
280

honesto blanco de amor.

¿Quieres que yo trate desto?

MARCELA

¡Qué mayor bien para mí!

Pues ya, señora, que veo

tanta blandura en tu enojo
285

y tal nobleza en tu pecho,

te aseguro que le adoro,

porque es el mozo más cuerdo,

más prudente y entendido,

más amoroso y discreto,
290

que tiene aquesta ciudad.

DIANA

Ya sé yo su entendimiento

del oficio en que me sirve.

MARCELA

Es diferente el sujeto

de una carta, en que le pruebas
295

a dos títulos tus deudos,

o el verle hablar más de cerca,

en estilo dulce y tierno,

razones enamoradas.

DIANA

Marcela, aunque me resuelvo
300

a que os caséis cuando sea

para ejecutarlo tiempo,

no puedo dejar de ser

quien soy, como ves que debo

a mi generoso nombre,
305

porque no fuera bien hecho

daros lugar en mi casa.

Sustentar mi enojo quiero;

pues que ya todos le saben,

tú podrás con más secreto
310

proseguir ese tu amor,

que en la ocasión yo me ofrezco

a ayudaros a los dos,

que Teodoro es hombre cuerdo

y se ha crïado en mi casa
315

y a ti, Marcela, te tengo

la obligación que tú sabes,

y no poco parentesco.

MARCELA

A tus pies tienes tu hechura.

DIANA

Vete.

MARCELA

Mil veces los beso.
320

DIANA

Dejadme sola.

ANARDA

¿Qué ha sido?

MARCELA

Enojos en mi provecho.

DOROTEA

¿Sabe tus secretos ya?

MARCELA

Sí sabe, y que son honestos.

(Háganle tres reverencias y váyanse.)

DIANA

 (Sola.) 

Mil veces he advertido en la belleza,
325

gracia y entendimiento de Teodoro,

que, a no ser desigual a mi decoro,

estimara su ingenio y gentileza.

Es el amor común naturaleza,

mas yo tengo mi honor por más tesoro,
330

que los respetos de quien soy adoro

y aun el pensarlo tengo por bajeza.

La envidia bien sé yo que ha de quedarme,

que, si la suelen dar bienes ajenos,

bien tengo de qué pueda lamentarme,
335

porque quisiera yo que, por lo menos,

Teodoro fuera más para igualarme

o yo, para igualarle, fuera menos.

(Sale[n] TEODORO y TRISTÁN.)

TEODORO

No he podido sosegar.

TRISTÁN

Y aun es con mucha razón,
340

que ha de ser tu perdición

si lo llega a averiguar.

Díjete que la dejaras

acostar, y no quisiste.

TEODORO

Nunca el amor se resiste.
345

TRISTÁN

Tiras, pero no reparas.

TEODORO

Los diestros lo hacen ansí.

TRISTÁN

Bien sé yo que, si lo fueras,

el peligro conocieras.

TEODORO

¿Si me conoció?

TRISTÁN

No y sí,
350

que no conoció quién eras

y sospecha le quedó.

TEODORO

Cuando Fabio me siguió

bajando las escaleras,

fue milagro no matalle.
355

TRISTÁN

¡Qué lindamente tiré

mi sombrero a la luz!

TEODORO

Fue

detenelle y deslumbralle,

porque si adelante pasa,

no le dejara pasar.
360

TRISTÁN

Dije a la luz al bajar:

«Di que no somos de casa»,

y respondiome: «Mentís»;

alzo, y tirele el sombrero.

¿Quedé agraviado?

TEODORO

Hoy espero
365

mi muerte.

TRISTÁN

Siempre decís

esas cosas los amantes

cuando menos pena os dan.

TEODORO

Pues ¿qué puedo hacer, Tristán,

en peligros semejantes?
370

TRISTÁN

Dejar de amar a Marcela,

pues la Condesa es mujer

que, si lo llega a saber,

no te ha de valer cautela

para no perder su casa.
375

TEODORO

¿Y no hay más, sino olvidar?

TRISTÁN

Liciones te quiero dar

de cómo el amor se pasa.

TEODORO

Ya comienzas desatinos.

TRISTÁN

Con arte se vence todo;
380

oye, por tu vida, el modo

por tan fáciles caminos.

Primeramente has de hacer

resolución de olvidar,

sin pensar que has de tornar
385

eternamente a querer;

que si te queda esperanza

de volver, no habrá remedio

de olvidar, que si está en medio

la esperanza, no hay mudanza.
390

¿Por qué piensas que no olvida

luego un hombre a una mujer?

Porque pensando volver

va entreteniendo la vida.

Ha de haber resolución
395

dentro del entendimiento,

con que cesa el movimiento

de aquella imaginación.

¿No has visto faltar la cuerda

de un reloj y estarse quedas,
400

sin movimiento, las ruedas?

Pues desa suerte se acuerda

el que tienen las potencias

cuando la esperanza falta.

TEODORO

¿Y la memoria no salta
405

luego a hacer mil diligencias,

despertando el sentimiento

a que del bien no se prive?

TRISTÁN

Es enemigo que vive

asido al entendimiento,
410

como dijo la canción

de aquel español poeta,

mas por eso es linda treta

vencer la imaginación.

TEODORO

¿Cómo?

TRISTÁN

Pensando defetos
415

y no gracias; que, olvidando,

defetos están pensando,

que no gracias, los discretos.

No la imagines vestida

con tan linda proporción
420

de cintura en el balcón

de unos chapines subida;

toda es vana arquitectura,

porque dijo un sabio un día

que a los sastres se debía
425

la mitad de la hermosura.

Como se ha de imaginar

una mujer semejante

es como un diciplinante

que le llevan a curar;
430

esto sí, que no adornada

del costoso faldellín.

Pensar defetos, en fin,

es medecina aprobada.

Si de acordarte que vías
435

alguna vez una cosa

que te pareció asquerosa

no comes en treinta días,

acordándote, señor,

de los defetos que tiene,
440

si a la memoria te viene,

se te quitará el amor.

TEODORO

¡Qué grosero cirujano!

¡Qué rústica curación!

Los remedios al fin son
445

como de tu tosca mano.

Médico impírico eres;

no has estudiado, Tristán.

Yo no imagino que están

desa suerte las mujeres,
450

sino todas cristalinas,

como un vidro transparentes.

TRISTÁN

Vidro, sí, muy bien lo sientes,

si a verlas quebrar caminas.

Mas si no piensas pensar
455

defetos, pensar te puedo,

porque ya he perdido el miedo

de que podrás olvidar.

¡Pardiez! Yo quise una vez,

con esta cara que miras,
460

a una alforja de mentiras,

años, cinco veces diez,

y entre otros dos mil defetos

cierta barriga tenía

que encerrar dentro podía,
465

sin otros mil parapetos,

cuantos legajos de pliegos

algún escritorio apoya,

pues como el caballo en Troya

pudiera meter los griegos.
470

¿No has oído que tenía

cierto lugar un nogal

que en el tronco un oficial

con mujer y hijos cabía

y aún no era la casa escasa?
475

Pues desa misma manera

en esta panza cupiera

un tejedor y su casa,

y queriéndola olvidar,

que debió de convenirme,
480

dio la memoria en decirme

que pensase en blanco azar,

en azucena y jazmín,

en marfil, en plata, en nieve

y en la cortina que debe
485

de llamarse el faldellín,

con que yo me deshacía.

Mas tomé más cuerdo acuerdo

y di en pensar como cuerdo

lo que más le parecía:
490

cestos de calabazones,

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