El poder del mito (34 page)

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Authors: Joseph Campbell

Tags: #Ensayo, Referencia

BOOK: El poder del mito
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M
OYERS
: Entonces Buda nace…

C
AMPBELL
: Nace del costado de la madre. Es un nacimiento simbólico. No nació físicamente del costado de su madre, sino simbólicamente.

M
OYERS
: Pero Cristo nació como nacimos tú y yo.

C
AMPBELL
: Sí, pero de una virgen. Y después del parto, según la doctrina católica romana, su virginidad fue restaurada. De modo que podría decirse que nada había sucedido. La referencia simbólica no es al nacimiento físico de Jesús sino a su importancia espiritual. Eso es lo que representa la concepción de una virgen. Héroes y semidioses nacen de ese modo al estar motivados por la compasión y no por el dominio, la sexualidad o el instinto de conservación.

Este es el sentido del segundo nacimiento, cuando empiezas a vivir a partir del centro del corazón. Los tres centros inferiores no deben ser negados sino trascendidos, convirtiéndolos en súbditos y siervos del corazón.

M
OYERS
: Si volvemos a la antigüedad, ¿encontramos imágenes de la virgen madre del niño salvador?

C
AMPBELL
: El modelo antiguo de la Virgen Madre es en realidad Isis con Horus al pecho.

M
OYERS
: ¿Isis?

C
AMPBELL
: Es una historia complicada. En realidad, todas estas historias tienden a hacerse bastante complicadas. Pero Isis y su marido Osiris eran mellizos, hijos de la diosa Nut. Y sus parientes más jóvenes eran Seth y Nephthys, que también eran mellizos hijos de Nut. Una noche, Osiris durmió con Nephthys, creyendo que era Isis… un despiste, digamos. De ese error nocturno nació Anubis, el hijo mayor de Osiris, pero de la esposa que no debía ser.

Seth, su marido, se lo tomó mal y planeó matar a su hermano mayor, Osiris. En secreto tomó las medidas de Osiris y mandó hacer un hermoso sarcófago en el que cupiera exactamente. Y una noche, cuando los dioses celebraban una animada fiesta, Seth vino con el sarcófago y declaró que cualquiera que cupiera exactamente lo tendría como regalo para su tumba. Todos los presentes probaron y, por supuesto, cuando Osiris entró, el sarcófago cumplía exactamente su medida. Inmediatamente aparecieron setenta y dos cómplices que bajaron la tapa, la ataron, y lo arrojaron al Nilo. Así que lo que tenemos aquí es la muerte de un dios.

Y cada vez que se produce la muerte de un dios, puedes esperar una resurrección.

La muerte de Osiris estaba asociada simbólicamente con las crecidas e inundaciones anuales del río Nilo, que fertilizaba todos los años la tierra de Egipto. Era como si la putrefacción del cuerpo de Osiris fertilizara y vitalizara la tierra.

Osiris fue flotando Nilo abajo hasta ser depositado en una playa, en Siria. Creció allí un árbol hermoso, de maravilloso perfume, que incorporó el sarcófago a su tronco. El rey de aquella región acababa de tener un hijo varón y se disponía a construir un palacio. Y como el aroma de ese árbol era tan maravilloso, lo hizo cortar y llevar para hacer el pilar central del salón principal del palacio.

Mientras tanto, la pobre diosa Isis, cuyo marido había sido arrojado al Nilo, emprendió la búsqueda de su cadáver. Este tema de la búsqueda de Dios, esposo del alma, constituye un tema mitológico principal en ese periodo: la Diosa sale en busca de su esposo y amante perdido y, gracias a la lealtad y a un descenso al reino de la muerte, se convierte en su redentora.

Isis llega por fin al palacio y se entera de la existencia de la columna de madera aromática. Sospecha que puede tener algo que ver con Osiris, y consigue empleo como nodriza del niño recién nacido. Bueno, deja que el niño le chupe un dedo… después de todo, es una diosa, y hay un límite a las concesiones que pueden hacerse. Pero se encariña con el niñito y decide darle la inmortalidad poniéndolo en la chimenea para quemar su cuerpo mortal. Como diosa, puede impedir que el fuego lo mate, ya entiendes. Y todas las noches, mientras el niño está en el fuego, ella se transforma en golondrina y vuela lúgubremente alrededor de la columna en la que está encerrado su marido.

Una noche aparece la madre del niño en el cuarto donde se desarrolla esta pequeña escena, ve al niño en la chimenea, suelta un grito, que quiebra el encanto, y el niño tiene que ser rescatado de la incineración. La golondrina, en tanto, se ha transformado otra vez en la bella nodriza y diosa, que explica la situación y le dice a la reina: «A propósito, es mi esposo el que está ahí, dentro de esa columna, y le agradecería que me lo dejara llevar a casa». Así que el rey, que entretanto ha aparecido en escena, dice: «¡Pues claro! Por supuesto». Hace extraer la columna, se la entrega a Isis, y el hermoso sarcófago que contiene a Osiris es depositado sobre una barcaza principesca.

En el camino de vuelta al delta del Nilo, Isis quita la tapa del ataúd, se acuesta al lado de su marido muerto, y concibe un hijo. Se trata de un tema que aparece todo el tiempo en las antiguas mitologías bajo muchas formas simbóicas:
de la muerte viene la vida
. Cuando la barcaza toca tierra, la diosa da a luz entre los papiros a su hijo Horas; y fue la figura de esta madre divina con su hijo concebido de dios la que dio origen al modelo de la Virgen María.

M
OYERS
: Y la golondrina se transformó en paloma, ¿no es así?

C
AMPBELL
: Bueno, la paloma, el pájaro en vuelo, es un símbolo casi universal del espíritu, como en el cristianismo, del Espíritu Santo…

M
OYERS
: ¿Asociado con la madre sagrada?

C
AMPBELL
: Con la madre en tanto ésta concibe mediante el espíritu, sí. Pero aquí nos encontramos con un pequeño detalle más. El hermano menor, Seth, celoso, mientras tanto ha usurpado el trono de Osiris. No obstante, para asumir propiamente el poder, debería casarse con Isis. En la iconografía egipcia, Isis representa el trono. El faraón se sienta sobre el trono, que es Isis, como un niño sobre el regazo de su madre. Por eso, cuando estás delante de la catedral de Chartres, puedes ver sobre uno de los portales de la fachada oeste una imagen de la Virgen como el trono sobre el cual se sienta el niño Jesús y bendice al mundo como su emperador. Es precisamente la imagen que nos ha legado el más antiguo Egipto. Los primeros padres y los primeros artistas imitaron deliberadamente estas imágenes.

M
OYERS
: ¿Los padres cristianos tomaron la imagen de Isis?

C
AMPBELL
: Sin la menor duda. Ellos mismos lo dicen. Lee el texto donde se declara que «las formas que eran meras formas mitológicas en el pasado ahora son reales y encarnan a nuestro Salvador». Las mitologías a las que se refieren aquí son las del dios muerto y resurrecto: Attis, Adonis, Gilgamesh, Osiris, uno tras otro. La muerte y resurrección del dios está asociada en todas partes con la luna, que muere y renace todos los meses. Durante dos noches y tres días está oscura, y por eso tenemos a Cristo dos noches y tres días en la tumba.

Nadie sabe cuál puede haber sido la fecha real de nacimiento de Jesús, pero se ha tomado la fecha que era la del solsticio de invierno, el 25 de diciembre, cuando las noches empiezan a hacerse más cortas y los días más largos. Es el momento del renacimiento de la luz. Fue exactamente la fecha de nacimiento del dios persa de la luz, Mithra, el Sol.

M
OYERS
: ¿Y qué te sugiere eso?

C
AMPBELL
: Me sugiere que hay una idea de muerte del pasado y nacimiento del futuro en nuestras vidas y en nuestro pensamiento: muerte de la naturaleza animal y nacimiento de la espiritual. Esos símbolos nos están hablando en ese sentido.

M
OYERS
: Por eso Isis puede decir: «Soy la que es la madre natural de todas las cosas. Señora de todos los elementos. Dueña de los poderes divinos, reina de todo lo que está en el infierno, pero principal entre todos los que habitan el paraíso. Manifestada sola y bajo una única forma entre todos los dioses y diosas».

C
AMPBELL
: Esa es una formulación muy tardía de este asunto. Proviene de
El asno de oro
, de Apuleyo, siglo II d.C.

El asno de oro
es una de las primeras novelas que se han escrito. Su principal personaje, su héroe, ha sido transformado, por lujuria y magia, en un asno, y tiene que superar una serie de dolorosas y humillantes aventuras hasta que su redención le viene por gracia de la diosa Isis. Ella aparece con una rosa en la mano (símbolo del amor divino, no de la lujuria), y cuando el asno come la rosa recupera su antigua condición de hombre. Pero ahora es más que un hombre, es un hombre iluminado, un santo. Ha experimentado el segundo nacimiento virginal, ya sabes. De modo que de la mera carnalidad animal se puede pasar a una muerte espiritual y renacer. El segundo nacimiento es de una encarnación exaltada, con forma espiritual.

Y la diosa es la que produce todo esto. El segundo nacimiento se lleva a cabo mediante una madre espiritual. Notre Dame de París, Notre Dame de Chartres… nuestra Madre Iglesia. Renacemos espiritualmente entrando y saliendo de una iglesia.

M
OYERS
: Ahí reside un poder exclusivo del principio femenino.

C
AMPBELL
: En esta novela aparece así, pero no necesariamente es exclusivo de ella. También puedes acceder al renacimiento por intercesión del sexo masculino. Pero usando este sistema de símbolos, la mujer es la regeneradora.

M
OYERS
: Entonces cuando el Concilio de Efeso se reunió en el año 431 d.C. y proclamó a María como la Madre de Dios, ¿no era la primera vez?

C
AMPBELL
: No, de hecho el tema había sido muy debatido en el seno de la Iglesia desde hacía tiempo. Pero el sitio donde se tomó la decisión, Efeso, era en aquel entonces la mayor ciudad del Imperio Romano consagrada a la diosa Artemis o Diana. Y tenemos la siguiente historia: cuando el concilio estaba reunido, discutiendo este punto, el pueblo de Efeso hizo manifestaciones en favor de María, gritando: «La Diosa, la Diosa, por supuesto que es la Diosa».

Bueno, lo que tienes entonces en la tradición católica es una reunión de la idea hebrea patriarcal, monoteísta, del Mesías como alguien que ha de unir los poderes espiritual y temporal, y la idea clásica, helenística, del Salvador como el hijo muerto y resurrecto de la Gran Diosa por acción de un nacimiento virginal. Hubo muchos de esos salvadores renacidos.

En el Cercano Oriente, el dios que descendió al campo del tiempo fue originalmente una diosa. Jesús representó un papel que en realidad es el de una Diosa, al descender llevado por la compasión. Pero cuando la Virgen consiente en ser el receptáculo de la encarnación, ya participa en la redención. Se ha ido haciendo más y más evidente que la Virgen es equivalente en su sufrimiento al sufrimiento de su hijo. En la Iglesia Católica creo que ahora se la llama la «cosalvadora».

M
OYERS
: ¿Qué representa todo esto respecto de la reunión del macho y la hembra? Durante mucho tiempo en las sociedades primitivas la imagen mitológica dominante es la femenina. Después viene esta imagen masculina, agresiva, guerrera, y pronto volvemos a la mujer jugando un papel en la creación y la recreación. ¿Tiene que ver con el anhelo de reunión entre hombre y mujer?

C
AMPBELL
: Sí, pero yo lo veo más bien desde el punto de vista histórico. Es una cosa muy interesante ver que esta Madre Diosa fue la reina hasta el valle del Indo, en la India. Desde el Egeo al Indo, es la figura dominante. Después tienes a los indoeuropeos que vienen del norte, y llegan a Persia, a la India, a Grecia, a Italia, y aparece una mitología de orientación masculina en toda esta área. En la India son los Vedas, en Grecia la tradición homérica, y después, unos quinientos años más tarde, la Diosa empieza a regresar. De hecho, hay un Upanishad del siglo VII a.C. (que es la época en que está volviendo con energía en el Egeo también) en que los dioses védicos están reunidos, y ven una extraña cosa amorfa delante, una especie de niebla, y preguntan: «¿Qué es eso?». Ninguno sabe lo que puede ser. Uno de ellos sugiere: «Iré a ver de qué se trata». Y va hacia esa cosa brumosa y dice: «Soy Agni, el Señor del Fuego; puedo quemar cualquier cosa. ¿Quién eres tú?». Y de la niebla sale una pajita, que cae en el suelo, y una voz dice: «Veamos si puedes quemar eso». Agni descubre que no puede quemarlo. Así que vuelve a los otros dioses y dice: «¡Qué extraño es esto!». Se adelanta el Dios del Viento: «Probaré yo». Allá va, y sucede algo parecido. «Soy Vayu, Señor del Viento. Puedo arrastrar cualquier cosa.» Otra vez cae al suelo una pajita: «Veamos si puedes arrastrar esto». Y no puede. El también regresa. Entonces Indra, el más grande de los dioses védicos, se aproxima, pero cuando está cerca la aparición se desvanece, y donde había estado se materializa una mujer, una mujer hermosa y misteriosa, que instruye a los dioses, revelándoles el misterio del fundamento de su propio ser. «Esto es el misterio último de todo ser», les dice, «del que vosotros mismos habéis recibido vuestros poderes. Y puede anular vuestros poderes, según Su voluntad.» El nombre indio para ese Ser entre los seres es
brahman
, que es un nombre neutro, ni masculino ni femenino. Y el nombre indio para la mujer es Maya-Shakti-Devi (Diosa Dadora de Vida y Madre de las Formas). Y allí, en este Upanishad aparece como maestra de los dioses védicos en cuanto al fundamento último y fuente de sus poderes y existencia.

M
OYERS
: Es la sabiduría femenina.

C
AMPBELL
: Es la mujer como dadora de formas. Es la que dio vida a las formas y sabe de dónde provienen. Vienen de lo que está más allá de lo masculino y femenino. De lo que está más allá del ser y el no ser. A la vez es y no es. Ni es ni no es. Está más allá de todas las categorías del pensamiento y la mente.

M
OYERS
: Está ese maravilloso dicho en el Nuevo Testamento: «En Jesús no hay macho ni hembra». En el sentido último de las cosas, no hay ni una cosa ni otra.

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