Espía de Dios (4 page)

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Authors: Juan Gómez-Jurado

Tags: #thriller

BOOK: Espía de Dios
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Se paró, encendió un cigarro y le ofreció otro a Pontiero, quien lo rechazó con desagrado y sacó del suyo. Prosiguió.

—Ayer por la mañana apareció su cadáver en la capilla de la residencia, pero al igual que aquí la falta de sangre en el suelo denotaba que era un escenario preparado. Por suerte quien lo descubrió fue un honrado sacerdote que nos llamó a nosotros en primer lugar. Tomamos fotografías del lugar, pero cuando yo propuse llamarles a ustedes, Cirin me dijo que él se encargaría. Y nos ordenó limpiar absolutamente todo. El cuerpo del cardenal Portini fue trasladado hasta un lugar muy concreto de las dependencias vaticanas y allí incinerado.

—¡Cómo! ¡Hicieron desaparecer las pruebas de un delito grave en suelo italiano! No puedo creerlo, de verdad.

Dante les miró desafiante.

—Mi jefe tomó una decisión, y puede que no fuera la más adecuada. Pero llamó a su jefe y le expuso la situación. Y aquí están ustedes. ¿Son conscientes de lo que tenemos entre manos? No estamos preparados para manejar una situación como ésta.

—Precisamente por eso debían haberlo dejado en manos de profesionales —intervino Pontiero, con rostro pétreo.

—Sigue sin entenderlo. No podemos fiarnos de nadie. Por eso Cirin hizo lo que hizo, bendito soldado de nuestra madre la Iglesia. No me mire con esa cara, Dicanti. Hágase cargo de los motivos que le impulsaron. Si todo hubiera quedado en la muerte de Portini, podríamos haber buscado cualquier excusa, y haber echado tierra sobre el asunto. Pero no fue así. No es nada personal, entiéndalo.

—Lo que entiendo es que aquí estamos, de segundo plato. Y con la mitad de las pruebas. Fantástico. ¿Hay algo más de lo que debamos enterarnos? —Dicanti estaba realmente enfurecida.

—Por ahora no,
ispettora
—dijo Dante, escondiéndose de nuevo tras su sonrisa socarrona.

—Mierda. Mierda, mierda. Tenemos un lío terrible en las manos, Dante. Quiero que a partir de ahora me lo cuente absolutamente todo. Y que queda una cosa muy clara: aquí mando yo. Le han encargado que me ayude en todo, pero quiero que comprenda que por más que las víctimas sean cardenales, ambos crímenes han tenido lugar bajo mi jurisdicción ¿queda claro?

—Cristalino.

—Mejor que sea así. ¿El modus operandi fue el mismo?

—Hasta donde alcanzan mis dotes detectivescas, si. El cadáver estaba al pie del altar, tendido. Le faltaban los ojos. Las manos, al igual que aquí, estaban seccionadas y colocadas en un lienzo a un lado del cadáver. Era repugnante. Fui yo mismo quien introdujo el cuerpo en un saco y lo llevó hasta el horno crematorio. Estuve toda la noche debajo de la ducha, pueden creerme.

—Le hubiera convenido un ratito más —masculló Pontiero.

Cuatro largas horas después dieron por concluido el procesamiento del cadáver de Robayra y se pudo proceder al levantamiento. Por expreso deseo del director Boi, fueron los propios chicos de Análisis quienes metieron el cuerpo en un saco de plástico y lo condujeron a la morgue, para evitar que el personal de enfermería viera el traje cardenalicio. Quedaba claro que aquel era un caso muy especial, y la identidad del muerto debía seguir siendo un secreto.

Por el bien de todos.

Instituto Saint Matthew

Silver Spring, Maryland

Septiembre de 1994

TRANSCRIPCIÓN DE LA ENTREVISTA NÚMERO 5 ENTRE EL

PACIENTE NÚMERO 3643 Y EL DOCTOR CANICE CONROY

DR. CONROY:

Buenas tardes, Viktor. Bienvenido a mi despacho. ¿Está usted mejor?

#3643:

Si, gracias doctor.

DR. CONROY:

¿Desea beber algo?

#3643:

No, gracias.

DR. CONROY:

Vaya, un sacerdote que no bebe… toda una novedad. No le importará que yo…

#3643:

Adelante, doctor.

DR. CONROY:

Creo que ha pasado usted un tiempo en la enfermería.

#3643:

Sufrí unas contusiones la semana pasada.

DR. CONROY:

¿Recuerda cómo se hizo esas contusiones?

#3643:

Claro, doctor. Fue durante el altercado en la sala de visionado.

DR. CONROY:

Hábleme de ello, Viktor.

#3643:

Fui allí para someterme a una pletismografía, como usted me recomendó.

DR. CONROY:

¿Recuerda cuál era el propósito de la prueba, Viktor?

#3643:

Determinar las causas de mi problema.

DR. CONROY:

Efectivamente, Viktor. Reconoce que tiene usted un problema, y eso es un progreso, no cabe duda.

#3643:

Doctor, siempre supe que tenía un problema. Le recuerdo que estoy en éste centro de manera voluntaria.

DR. CONROY:

Ese es un tema que me gustaría afrontar con usted en una próxima entrevista, no le quepa duda. Pero ahora siga hablándome del otro día.

#3643:

Entré allí y me desnudé.

DR. CONROY:

¿Eso le incomodó?

#3643:

Si.

DR. CONROY:

Es una prueba médica. Requiere estar sin ropa.

#3643:

No lo veo necesario.

DR. CONROY:

El psicólogo debía colocar los instrumentos de medición en una zona de tu cuerpo normalmente poco accesible. Por ello era necesario estar sin ropa, Viktor.

#3643:

No lo veo necesario.

DR. CONROY:

Bueno, suponga conmigo por un momento que era necesario.

#3643:

Si usted lo dice, doctor.

DR. CONROY:

¿Qué sucedió después?

#3643:

Colocó unos cables ahí.

DR. CONROY:

¿En donde, Viktor?

#3643:

Ya lo sabe.

DR. CONROY:

No, Viktor, no lo sé y quiero que me lo diga usted.

#3643:

En mi cosa.

DR. CONROY:

¿Puede ser más explícito, Viktor?

#3643:

En mi… pene.

DR. CONROY:

Muy bien, Viktor, eso es. Es el miembro viril, el órgano masculino que sirve para copular y para miccionar.

#3643:

En mi caso sólo para lo segundo, doctor.

DR. CONROY:

¿Está seguro, Viktor?

#3643:

Sí.

DR. CONROY:

No siempre fue así en el pasado, Viktor.

#3643:

El pasado, pasado está. Quiero que eso cambie.

DR. CONROY:

¿Por qué?

#3643:

Porque es la voluntad de Dios.

DR. CONROY:

¿Realmente cree que la voluntad de Dios tiene que ver con esto, Viktor? ¿Con su problema?

#3643:

La voluntad de Dios tiene que ver con todo.

DR. CONROY:

Yo también soy sacerdote, Viktor, y creo que a veces Dios deja actuar a la naturaleza.

#3643:

La Naturaleza es un invento ilustrado que no tiene cabida en nuestra religión, doctor.

DR. CONROY:

Volvamos a la sala de visionado, Viktor. Cuénteme qué sintió cuando le colocaron el cable.

#3643:

El psicólogo tenía las manos frías.

DR. CONROY:

Sólo frío, ¿nada más?

#3643:

Nada más.

DR. CONROY:

¿Y cuando comenzaron a aparecer imágenes en pantalla?

#3643:

Tampoco sentí nada.

DR. CONROY:

Sabe, Viktor, tengo aquí los resultados de la pletismografía y marcan reacciones determinadas aquí y aquí. ¿Ve los picos?

#3643:

Sentí asco ante determinadas imágenes.

DR. CONROY:

¿Asco, Viktor?

(aquí hay una pausa de más de un minuto)

DR. CONROY:

Tómese el tiempo que necesite para contestar, Viktor.

#3643:

Me produjeron asco las imágenes sexuales.

DR. CONROY:

¿Alguna en concreto, Viktor?

#3643:

Todas ellas.

DR. CONROY:

¿Sabe porqué le molestaron?

#3643:

Porque son una ofensa a Dios.

DR. CONROY:

Y sin embargo ante determinadas imágenes el aparato registró tumescencia en su órgano viril.

#3643:

Eso no es posible.

DR. CONROY:

En palabras vulgares, se puso cachondo viéndolas.

#3643:

Ese lenguaje ofende a Dios y a su dignidad de sacerdote. Debería…

DR. CONROY:

¿Qué debería, Viktor?

#3643:

Nada.

DR. CONROY:

¿Acaba de sentir un arrebato violento, Viktor?

#3643:

No, doctor.

DR. CONROY:

¿El otro día sintió un arrebato violento?

#3643:

¿Qué otro día?

DR. CONROY:

Cierto, disculpe mi imprecisión. ¿Usted diría que el otro día, mientras golpeaba la cabeza de mi psicólogo contra el cuadro de mandos, tenía un arrebato violento?

#3643:

Ese hombre estaba tentándome. «Si tu ojo derecho te hace caer, sácatelo», dice el Señor.

DR. CONROY:

Mateo, capítulo 5, versículo 19.

#3643:

En efecto.

DR. CONROY:

¿Y qué hay del ojo? ¿De la agonía del ojo?

#3643:

No le comprendo.

DR. CONROY:

Ese hombre se llama Robert, tiene esposa y una hija. Usted le mandó al hospital. Le rompió la nariz, siete dientes y le causó una fuerte conmoción, aunque gracias a Dios los celadores lograron reducirle a usted a tiempo.

#3643:

Supongo que me puse un poco violento.

DR. CONROY:

¿Cree que podría ponerse violento ahora, de no tener las manos atadas con correas a los brazos de la silla?

#3643:

Si quiere podríamos averiguarlo, doctor.

DR. CONROY:

Será mejor que demos por concluida la entrevista, Viktor.

Morgue Municipal

Martes, 5 de abril de 2005. 20:32

La sala de autopsias era un lugar frío, pintado de un incongruente malva grisáceo que no servía en absoluto para alegrar el lugar. Sobre la mesa de autopsias, una lámpara de seis focos le regalaba al cadáver sus últimos minutos de fama ante los cuatro espectadores que debían determinar quién le había sacado de escena.

Pontiero hizo un gesto de asco cuando el forense colocó el estómago del cardenal Robayra sobre la bandeja. Un olor pútrido se extendió por la sala de autopsias cuando procedió a abrirlo con el bisturí. La peste era tan fuerte que cubrió incluso el olor a formaldehído y al cóctel químico que usaban allí para desinfectar los instrumentos. Dicanti, de forma absurda, se preguntó qué sentido tenía tanta limpieza del instrumental antes de hacer las incisiones. Total, no es como si el muerto fuera a coger una bacteria ni nada.

—Eh, Pontiero, ¿sabes porqué cruzó el bebé muerto la carretera?

—Si,
dottore
, porque iba grapado a la gallina. Me lo ha contado seis, no, siete veces con ésta. ¿No se sabe otro chiste?

El forense canturreaba muy bajito mientras hacía los cortes. Cantaba muy bien, con una voz ronca y dulce que a Paola le recordaba a Louis Armstrong. Sobre todo porque la canción era
What a wonderful world
. Sólo interrumpía el canto para atormentar a Pontiero.

—El auténtico chiste es ver como luchas por no vomitar,
vice ispettore
. Je je je. No creas que no me divierte todo esto. A éste le dieron lo suyo…

Paola y Dante cruzaron una mirada por encima del cuerpo del cardenal. El forense, un viejo comunista recalcitrante, era un gran profesional, pero a veces le fallaba el respeto a los muertos. Al parecer encontraba terriblemente cómica la muerte de Robayra, algo que a Dicanti no le hacía la más mínima gracia.


Dottore
, he de pedirle que se ciña al análisis del cuerpo y nada más. Tanto a nuestro invitado, el superintendente Dante como a mí nos resultan ofensivos y fuera de lugar sus pretendidos intentos de hilaridad.

El forense miró a Dicanti de reojo y continuó examinando el contenido del estómago de Robayra, pero se abstuvo de hacer más comentarios socarrones, aunque entre dientes maldijo a todos los presentes y a sus ancestros. Paola no lo escucho, porque estaba más preocupada del rostro de Pontiero, que estaba de un color entre blanco y verdoso.

—Maurizio, no se porqué te torturas así. Nunca has aguantado la sangre.

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