Festín de cuervos (44 page)

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Authors: George R.R. Martin

Tags: #Fantástico

BOOK: Festín de cuervos
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—Sé que es madre, que tiene un hijo y quiere que llegue muy alto en este mundo. Para conseguirlo, hará lo que sea. Todas las madres son iguales. Lady Merryweather es una serpiente, pero no tiene un pelo de estúpida. Sabe que la puedo ayudar más que Margaery, así que le interesa resultarme útil. Ni te imaginas cuántas cosas interesantes me ha contado.

—¿Qué clase de cosas?

Cersei se sentó junto a la ventana.

—¿Sabías que la Reina de las Espinas lleva un cofre con monedas en su carruaje? Oro viejo, de antes de la Conquista. Si algún mercader comete el error de darle un precio en monedas de oro, le paga con manos de Altojardín, que pesan la mitad que nuestros dragones. ¿Y qué mercader se atreverá a quejarse de que lo ha estafado la señora madre de Mace Tyrell? —Bebió un trago de vino—. ¿Te has divertido en tu salida?

—Nuestro tío habría querido verte.

—Lo que quiera nuestro tío no me importa lo más mínimo.

—Pues debería. Te podría resultar muy útil. Si no es en Aguasdulces o en la Roca, en el Norte, contra Lord Stannis. Nuestro padre siempre confió en Kevan para...

—Bolton es nuestro Guardián del Norte. Él se encargará de Stannis.

—Lord Bolton está atrapado bajo el Cuello. Los hombres del hierro y Foso Cailin se interponen entre el Norte y él.

—No durará mucho. El hijo bastardo de Bolton no tardará en eliminar ese pequeño obstáculo. Lord Bolton tendrá dos mil hombres de los Frey que se sumarán a los suyos, bajo el mando de los hijos de Lord Walder, Hosteen y Aenys. Serán más que suficientes para encargarse de Stannis y unos pocos millares de zarrapastrosos.

—Ser Kevan...

—Estará muy ocupado en Darry, enseñando a Lancel a limpiarse el culo. La muerte de nuestro padre lo ha castrado. Es un viejo; está acabado. Daven y Damion nos serán más útiles.

—Nos bastará con ellos. —Jaime no tenía nada en contra de sus primos—. Pero te sigue haciendo falta una Mano. Si no es nuestro tío, ¿a quién eliges?

Su hermana se echó a reír.

—No serás tú; por ese lado, tranquilo. Tal vez el marido de Taena. Su abuelo sirvió como Mano durante el reinado de Aerys.

«La Mano cuerno de la abundancia.» Jaime recordaba bien a Owen Merryweather. Era un hombre agradable, pero poco eficaz.

—Si mal no recuerdo, lo hizo tan bien que Aerys lo exilió y confiscó sus tierras.

—Robert se las devolvió, al menos en parte. Taena estaría encantada si Orton recuperara el resto.

—¿Todo esto es para complacer a una puta myriense? Y yo que creía que se trataba de gobernar el reino...

—El reino lo gobierno yo.

«Que los siete nos protejan, es verdad, tú gobiernas.» A su hermana le gustaba creerse una especie de Lord Tywin con tetas, pero estaba en un error. Su padre había sido despiadado e implacable como un glaciar, mientras que Cersei era toda fuego valyrio, más aún cuando le llevaban la contraria. Al enterarse de que Stannis había abandonado Rocadragón, se puso tan contenta como una chiquilla, segura de que había renunciado a la batalla y había zarpado hacia el exilio. Más tarde, cuando les llegó la noticia de que se había presentado en el Muro, tuvo un acceso de rabia espantoso.

«No le falta cerebro, pero no tiene criterio ni paciencia.»

—Necesitas una Mano fuerte que te ayude.

—Un gobernante débil necesita una Mano fuerte, igual que Aerys necesitaba a nuestro padre. Un gobernante fuerte sólo necesita un criado diligente que cumpla sus órdenes. —Hizo girar el vino en la copa—. Lord Hallyne serviría para el cargo. No sería el primer piromante que ocupara el cargo de Mano del Rey.

«No. Al último lo maté.»

—Se rumorea que quieres nombrar consejero naval a Aurane Mares.

—¿Alguien te informa de lo que hago? —Al no recibir respuesta, Cersei se echó el pelo hacia atrás—. Mares está bien cualificado para el puesto. Se ha pasado media vida a bordo de barcos.

—¿Media vida? ¡Si no tiene ni veinte años!

—Veintidós, ¿y qué más da? Nuestro padre no había cumplido los veintiuno cuando Aerys Targaryen lo nombró Mano. Ya va siendo hora de que Tommen se rodee de jóvenes, en vez de tanto viejo arrugado. Aurane es fuerte y vigoroso.

«Fuerte, vigoroso y atractivo —pensó Jaime—... Ha estado follando con Lancel y con Osmund Kettleblack y, por lo que yo sé, puede que se tire hasta al Chico Luna...»

—Paxter Redwyne sería una opción mejor. Tiene a sus órdenes la mayor flota de Poniente. Aurane Mares podría capitanear un esquife, siempre que se lo compres tú.

—Eres un crío, Jaime. Redwyne es banderizo de Tyrell, además de sobrino de su repelente abuela. No quiero a nadie relacionado con Lord Tyrell en mi consejo.

—Querrás decir en el consejo de Tommen.

—Sabes de sobra lo que quiero decir.

«Eso me temo.»

—Lo que sé es que Aurane Mares es una mala opción, y no digamos ya Hallyne. En cuanto a Qyburn... Por el amor de los dioses, Cersei, ¡era de la banda de Vargo Hoat! ¡La Ciudadela lo despojó de su cadena!

—El rebaño gris. Qyburn me ha resultado enormemente útil. Y me es leal, más de lo que se puede decir de mi propia familia.

«Por el camino que llevas, los cuervos celebrarán un festín con nosotros, querida hermana.»

—¿Te das cuenta de lo que dices, Cersei? Ves enanos en todas las sombras; conviertes a los amigos en enemigos. El tío Kevan no es tu enemigo. Yo no soy tu enemigo.

El rostro de su hermana se contrajo en un gesto de rabia.

—Te supliqué ayuda. ¡Me puse de rodillas delante de ti, y me la negaste!

—Mis votos...

—No te impidieron matar a Aerys. Las palabras se las lleva el viento. Pudiste tenerme, y elegiste una capa en mi lugar. Fuera de aquí.

—Hermana...

—¡He dicho que fuera de aquí! Estoy harta de ver ese muñón asqueroso. ¡Fuera de aquí!

Para subrayar sus palabras, le tiró la copa de vino por la cabeza. Falló, pero Jaime captó la indirecta.

El anochecer llegó mientras se encontraba sentado a solas en la sala común de la Torre de la Espada Blanca, con una copa de tinto dorniense y el Libro Blanco. Estaba pasando páginas con el muñón de la mano de la espada cuando entró el Caballero de las Flores, se quitó la capa y el cinto, y los colgó de la pared junto a los de Jaime.

—Hoy te he estado viendo en el patio —comentó Jaime—. Montas bien.

—Bastante mejor que bien.

Ser Loras se sirvió una copa de vino y se sentó al otro lado de la mesa en forma de media luna.

—Alguien más modesto habría respondido «Mi señor es muy bondadoso» o «Tenía un buen caballo».

—El caballo era adecuado, y mi señor es tan bondadoso como yo modesto. —Loras señaló el libro con un gesto—. Renly siempre decía que los libros son para los maestres.

—Este es para nosotros. Aquí se escribe la historia de todos los hombres que han vestido la capa blanca.

—Le he echado un vistazo. Los escudos son bonitos. Prefiero los libros con más ilustraciones. Lord Renly tenía unos cuantos con dibujos que dejarían ciego a un septón.

Jaime no pudo disimular una sonrisa.

—Aquí no hay nada de eso, pero las historias te abrirán los ojos. Te convendría conocer la vida de los que te han precedido.

—Ya la conozco. El príncipe Aemon,
el Caballero Dragón
; Ser Ryam Redwyne; el Grancorazón; Barristan
el Bravo
...

—... Gwayne Corbray; Alyn Connington; el Demonio de Darry, sí. También habrás oído hablar de Lucamore Strong.

—¿Ser Lucamore
el Lujurioso
? —Aquello hizo sonreír a Ser Loras—. Tres esposas y treinta hijos, ¿no? Le cortaron la polla. ¿Quieres que te cante la canción, mi señor?

—¿Y Ser Terrence Toyne?

—Se acostó con la amante del rey y murió entre gritos. La lección es que los hombres que visten calzones blancos los deben llevar bien atados.

—¿Gyles
el Capagrís
? ¿Orivel
el Generoso
?

—Gyles fue un traidor; Orivel, un cobarde. Hombres que ensuciaron la capa blanca. ¿Qué es lo que sugiere mi señor?

—Nada. No te ofendas; no era mi intención. ¿Qué hay de Tom Costayne
el Largo
? —preguntó Jaime. Ser Loras negó con la cabeza—. Fue caballero de la Guardia Real durante sesenta años.

—¿Cuándo? Jamás había oído...

—¿Y Ser Donnel del Valle Oscuro?

—El nombre me suena, pero...

—¿Addison Colina? ¿El Búho Blanco, Michael Mertyns? ¿Jeffory Norcross? Lo llamaban Nuncacede. ¿Robert Flores
el Rojo
? ¿Qué me puedes decir de ellos?

—Flores es nombre de bastardo. Igual que Colina.

—Y pese a ello, los dos llegaron al mando de la Guardia Real. Su historia está en el libro. También está aquí Rolland Darklyn. Fue el hombre más joven que jamás había servido en la Guardia, hasta que llegué yo. Le dieron la capa en un campo de batalla, y murió menos de una hora después de ponérsela.

—No sería muy bueno.

—Lo suficiente. Murió, pero su rey vivió. Muchos hombres valientes han vestido la capa blanca. La mayoría ha caído en el olvido.

—La mayoría merece el olvido. A los héroes se los recordará siempre. A los mejores.

—A los mejores y a los peores. —«Así que uno de nosotros vivirá en las canciones»—. Y algunos tenían una parte de cada. Como él. —Dio unos toquecitos en la página que había estado leyendo.

—¿Quién? —Ser Loras estiró el cuello—. Diez roeles de sinople sobre campo de púrpura. No conozco ese blasón.

—Perteneció a Criston Cole, que sirvió al primer Viserys y al segundo Aegon. —Jaime cerró el Libro Blanco—. Lo llamaban el Hacedor de Reyes.

CERSEI (4)

«Tres imbéciles harapientos con un saco de cuero —pensó la reina cuando se arrodillaron ante ella. Su aspecto no la alentaba en absoluto—. En fin, siempre cabe la posibilidad...»

—Alteza —dijo Qyburn en voz baja—, el Consejo Privado...

—... aguardará hasta que yo diga. Tal vez podamos llevarle la noticia de la muerte de un traidor.

Al otro lado de la ciudad, las campanas del septo de Baelor tañían su doblar lúgubre.

«Ninguna campana sonará por ti, Tyrion —pensó Cersei—. Meteré tu cabeza en brea y echaré a los perros tu cuerpo deforme.»

—Levantaos —les dijo a los aspirantes a señores—. Mostradme qué habéis traído.

Se levantaron. Eran tres hombres feos y andrajosos. Uno tenía un forúnculo en el cuello, y ninguno se había lavado en medio año. La perspectiva de otorgar el título de señores a semejante chusma le hacía cierta gracia.

«Podría sentarlo al lado de Margaery en los banquetes.» Cuando el imbécil del jefe desató el cordel del saco y metió la mano dentro, un intenso olor a podredumbre invadió la sala de audiencias. La cabeza que sacó era gris verdosa, llena de gusanos. «Huele igual que mi padre.» Dorcas contuvo el aliento; Jocelyn se llevó una mano a la boca y vomitó.

La Reina examinó el trofeo sin parpadear.

—Os habéis equivocado de enano —dijo por fin, cada palabra cargada de resentimiento.

—No, no —se atrevió a replicar uno de los imbéciles—. Tiene que ser él. Es un enano, ¿veis? Lo que pasa es que está un poco podrido.

—Y le ha crecido una nariz nueva —señaló Cersei—. Un tanto protuberante, en mi opinión. Tyrion perdió la nariz en una batalla.

Los tres imbéciles intercambiaron una mirada.

—No lo sabíamos —dijo el que tenía la cabeza en la mano—. Este se presentó como si tal cosa, un enano de lo más feo, así que pensamos...

—Nos dijo que era un gorrión —añadió el del forúnculo—, y tú dijiste que mentía. —Se dirigía al tercero.

La Reina se enfureció con sólo pensar que había hecho esperar a su Consejo Privado por culpa de aquella farsa.

—Me habéis hecho perder el tiempo y habéis asesinado a un inocente. Debería cortaros la cabeza. —Pero, si lo hacía, otros hombres podían titubear y dejar que escapara el Gnomo. Antes de permitirlo prefería tener delante una montaña de cabezas de enano—. Fuera de mi vista.

—Como digáis, Alteza —dijo el forúnculo—. Os pedimos perdón.

—¿Queréis la cabeza? —preguntó el hombre que la tenía en la mano.

—Entregádsela a Ser Meryn. No, descerebrado, en el saco. Eso. Acompañadlos a la salida, Ser Osmund.

Trant retiró la cabeza, y Kettleblack se llevó a los verdugos, con lo que sólo quedó el desayuno de Lady Jocelyn como prueba de su visita.

—Limpia eso ahora mismo —ordenó la Reina.

Era la tercera cabeza que le llevaban.

«Por lo menos, este era un enano de verdad.» La anterior había pertenecido a un niño un tanto feo.

—No temáis; alguien dará con el enano —dijo Ser Osmund para tranquilizarla—. Y entonces nos aseguraremos de que muera.

«¿De verdad?» La noche anterior, Cersei había soñado con la anciana, con su papada temblorosa y su voz de graznido. Maggy
la Rana
, como la llamaban en Lannisport. «Si mi padre se hubiera enterado de lo que me dijo, le habría cortado la lengua. —Pero Cersei nunca se lo había contado a nadie, ni siquiera a Jaime—. Melara decía que, si no hablábamos nunca de sus profecías, acabaríamos por olvidarlas. Decía que una profecía olvidada no podía convertirse en realidad.»

—Tengo informadores que siguen la pista del Gnomo por todas partes, Alteza —dijo Qyburn. Se había ataviado con algo parecido a una túnica de maestre, pero blanca en lugar de gris, tan inmaculada como las capas de la Guardia Real. Los dobladillos, las mangas y el cuello alto y rígido tenían adornos de hilo de oro en forma de volutas, y se ceñía la cintura con un fajín también dorado—. Antigua, Puerto Gaviota, Dorne... hasta en las Ciudades Libres. Allá donde vaya, mis informantes lo encontrarán.

—Dais por supuesto que ha salido de Desembarco del Rey. Por lo que sabemos, podría estar escondido en el septo de Baelor, colgándose de las cuerdas de las campanas para hacer ese ruido horroroso. —Cersei hizo un gesto de amargura y permitió que Dorcas la ayudara a levantarse—. Vamos, mi señor. Mi consejo aguarda. —Cogió a Qyburn por el brazo para bajar las escaleras—. ¿Os habéis encargado de esa tarea que os encomendé?

—Sí, Alteza. Siento que haya tomado tanto tiempo. Es una cabeza tan grande... Los escarabajos tardaron varias horas en comerse toda la carne. A modo de disculpa he forrado con fieltro una caja de marfil y plata; será una presentación adecuada para la calavera.

—Un saco habría servido igual. El príncipe Doran quiere la cabeza, pero le importa un bledo en qué caja vaya.

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