Read Gusanos de arena de Dune Online
Authors: Kevin J. Anderson Brian Herbert
Tags: #Ciencia Ficción
La espera ha terminado, llega el gran final de una saga mítica. Basada en el borrador que dejó Frank Herbert, esta novela concluye la saga original de Dune y despeja todas las incógnitas de esta fascinante historia que la muerte de su creador dejó sin resolver.
La saga original de Dune, escrita por Frank Herbert y que consta de seis títulos ya clásicos de la ciencia ficción, quedó inacabada por la muerte prematura de su autor. No sólo el desenlace de la última novela dejaba la historia abierta, sino que temas que se habían tocado desde el primer volumen —¿quién es, finalmente, el Kwisatz Haderach, el Mesías que salvará a la humanidad?— quedaban sin respuesta. Recientemente se descubrió, en una caja de seguridad, el borrador que dejó escrito Frank Herbert con el gran final de su obra. Su hijo Brian, en colaboración con Kevin J. Anderson, lo convirtieron en una apasionante conclusión en dos partes:
Cazadores de Dune
y
Gusanos de arena de Dune
.
Durante veinte años la nave
Ítaca
ha navegado por los confines del universo huyendo de un enemigo que la persigue implacablemente. En ella viajan Duncan Idaho, la bene gesserit Sheeana, un reducido grupo de refugiados, siete gusanos de arena que pudieron llevarse de Casa Capitular, y los ghola de personajes míticos de la leyenda de Dune: Paul Atreides y su amada Chani, lady Jessica, Alia, Stilgar, Thufir Hawat y el doctor Wellington Yueh, el que traicionó a la Casa Atreides en el Dune original.
Brian Herbert, Kevin J. Anderson
Gusanos de arena de Dune
Dune 8
ePUB v1.3
Perseo15.09.12
Título original:
Sandworms of Dune
Brian Herbert, Kevin J. Anderson, 2007.
Traducción: Encarna Quijada.
Diseño/retoque portada: Lightniir.
Editor original: Perseo (v1.0 a v1.3)
Corrección de erratas: Luismi.
Gracias especiales a Luismi por su ayuda en toda la saga de Dune.
ePub base v2.0
Sería imposible exagerar si decimos hasta qué punto estamos en deuda con el genio que creó esta increíble saga. De nuevo, este libro está dedicado a Frank Herbert, un hombre con ideas asombrosas e importantes, que ha sido nuestro mentor mientras escribíamos nuevas historias de este fantástico universo de Dune.
Gusanos de arena de Dune
es el gran desenlace cronológico que él imaginó, y nos complace poder presentarlo por fin a sus millones de fieles lectores.
Al igual que con las novelas anteriores de Dune, hemos contado con la ayuda de muchas personas para que el manuscrito fuera lo mejor posible. Queremos dar las gracias a Pat LoBrutto, Tom Doherty y Paul Stevens de Tor Books; Carolyn Caughey de Hodder BC Stoughton; Catherine Sidor, Louis Moesta y Diane Jones de WordFire Inc.; Penny Merritt, Kim Herbert y Byron Merritt de Herbert Properties LLC; y Mike Anderson del sitio web dunenovels.com, así como al doctor Attila Torkos, que ha trabajado comprobando datos y detectando posibles incoherencias.
Además, contamos con muchos partidarios de la nueva saga de novelas de Dune, entre ellos John Silbersack, Robert Gottlieb y Claire Roberts, de Trident Media Group; Richard Rubinstein, Mike Messina, John Harrison y Emily Austin-Bruns, de New Amsterdam Entertainment; Ron Merritt, David Merritt, Julie Herbert, Robert Merritt, Margaux Herbert y Theresa Shackelford, de Herbert Properties LLC.
Y como siempre, estos libros no existirían sin la incansable ayuda y apoyo de nuestras esposas, Janet Herbert y Rebecca Moesta Anderson.
Poco después de que las Honoradas Matres llegaran al Imperio Antiguo, la Hermandad Bene Gesserit aprendió a odiarlas y temerlas. Las intrusas utilizaron sus temibles destructores para aniquilar planetas de las Bene Gesserit y los tleilaxu, Richese, con sus vastas industrias y talleres armamentísticos, incluso Rakis.
Pero, para sobrevivir al Enemigo que las perseguía, las Honoradas Matres necesitaban desesperadamente unos conocimientos que solo la Hermandad poseía. En un intento de hacerse con él, atacaron como víboras furiosas y golpearon con extrema violencia.
Tras la Batalla de Conexión, los dos grupos enfrentados fueron unidos a la fuerza en una Nueva Hermandad, pero las diferentes facciones siguieron luchando por el control. ¡Qué derroche tan grande de tiempo, talento y sangre! La verdadera amenaza venía de fuera, pero nosotras seguimos combatiendo al enemigo equivocado.
M
ADRE
COMANDANTE
M
URBELLA
, palabras dirigidas a la Nueva Hermandad
Dos personas van a la deriva en un bote salvavidas, en un mar desconocido. Una dice: «Allí. Veo una isla. Nuestra única esperanza es desembarcar, construir un refugio y esperar que vengan a rescatarnos». La otra dice: «Debemos seguir en el mar y tratar de llegar a alguna ruta de navegación. Es la mejor opción». Estas dos personas no consiguen ponerse de acuerdo, empiezan a pelear, el bote vuelca y se ahogan.
Tal es la naturaleza de la humanidad. Incluso si solo quedan dos personas en todo el universo, acabarán defendiendo posturas enfrentadas.
Manual Bene Gesserit para acólitas
Al recrear gholas concretos, estamos rehaciendo el tejido de la historia. Una vez más, Paul Muad’Dib camina entre nosotros, con su amada Chani, su madre, dama Jessica, y su hijo Leto II, el Dios Emperador de Dune. La presencia del doctor Suk Wellington Yueh, cuya traición hizo postrarse a una gran Casa, resulta a la vez reconfortante y perturbadora. Con nosotros también están el guerrero-mentat Thufir Hawat, el naib fremen Stilgar, y el gran planetólogo Liet-Kynes. ¡Imaginad las posibilidades!
Tanto genio constituye un ejército formidable. Y lo necesitaremos, porque nos enfrentamos a un oponente mucho más temible de lo que jamás hayamos imaginado.
D
UNCAN
I
DAHO
,
Memorias de algo más que un mentat
Durante quince mil años he esperado y planificado, he incrementado mi fuerza. He evolucionado. Ha llegado la hora.
O
MNIUS
Hay tantas personas del pasado que no han vuelto a nacer… incluso si no las recuerdo, las añoro. Los tanques axlotl pronto remediaran esto.
D
AMA
J
ESSICA
, el gola
A bordo del
Ítaca
, la no-nave errante, Jessica presenció el nacimiento de su hija, pero solo como observadora. Solo tenía catorce años, y estaba junto con muchos otros en el centro médico, mientras las doctoras Suk Bene Gesserit de la sala adyacente se preparaban para extraer a la diminuta niña de un tanque axlotl.
—Alia —murmuró una de las doctoras.
Aquella no era realmente hija de Jessica, sino un ghola desarrollado a partir de células que se habían conservado. Ninguno de los gholas de la no-nave era todavía «él mismo». No había recuperado ninguno de sus recuerdos, de sus pasados.
En el fondo de su mente Jessica notaba que algo trataba de aflorar a la superficie y, aunque le daba vueltas y vueltas como a un diente flojo, no conseguía recordar la primera vez que Alia nació. En los archivos, había leído y releído los relatos históricos generados por los biógrafos de Paul Muad’Dib. Pero no podía «recordar».
Lo único que tenía eran imágenes de sus estudios: «Un sietch seco y polvoriento en Arrakis, rodeada de fremen. Jessica y su hijo Paul huyeron, y la tribu del desierto los acogió. El duque Leto había muerto asesinado a manos de los Harkonnen. Jessica bebió el Agua de Vida estando embarazada y cambió para siempre el feto que llevaba en su interior». Desde el momento de su nacimiento, la Alia original fue diferente de los otros bebés, una niña impregnada de un antiguo saber y de locura, capaz de llamar a las puertas de las Otras Memorias sin haber pasado por la Agonía de Especia. ¡Una Abominación!
Aquella era otra Alia. Otro tiempo, otras formas.
En aquellos momentos, Jessica estaba junto a su «hijo» ghola Paul, que cronológicamente era un año mayor que ella. Paul esperaba junto a su amada compañera fremen, Chani, y el ghola de nueve años del que fuera su hijo, Leto II. En un grupo anterior de vidas, aquella había sido su familia.
La Orden de las Bene Gesserit había resucitado a aquellas figuras de la historia para que ayudaran en la lucha contra el temible Enemigo exterior que les perseguía. Con ellos tenían a Thufir Hawat, al planetólogo Liet-Kynes, al líder fremen Stilgar, e incluso al destacable doctor Yueh. Y ahora, después de un intermedio de diez años en el programa de los gholas, Alia se unía a ellos. Pronto llegarían otros; los tres tanques axlotl que quedaban estaban ya embarazados de tres nuevos niños: Gurney Halleck, Serena Butler, Xavier Harkonnen.
Duncan Idaho le dedicó a Jessica una mirada burlona. El eterno Duncan, ya con todos los recuerdos de sus vidas anteriores… ¿Qué pensaría de aquel nuevo bebé-ghola, una burbuja del pasado que llegaba al presente? Tiempo atrás, el primer ghola de Duncan Idaho fue consorte de Alia…
— o O o —
Duncan, que disimulaba muy bien su edad, era un hombre hecho y derecho con pelo oscuro y ensortijado. Exactamente como el héroe que aparecía en tantos registros de archivo, desde los tiempos de Muad’Dib, pasando por los tres mil quinientos años de reinado del Dios Emperador, hasta el momento presente, quince siglos después.
El viejo rabino entró en la sala de partos, tarde y sin aliento, acompañado por el ghola de doce años de Wellington Yueh. La frente del joven Yueh no lucía el diamante tatuado de la famosa Escuela Suk. Según parece, el rabino creía poder evitar que aquel joven larguirucho cometiera los mismos crímenes horribles de su vida anterior.
En aquellos momentos, el rabino parecía furioso, como sucedía invariablemente cada vez que se acercaba a los tanques axlotl. Las doctoras Bene Gesserit no le hicieron caso, así que el anciano volcó su disgusto sobre Sheeana.
—Después de años de sentido común, ¡has vuelto a hacerlo! ¿Cuándo dejarás de desafiar a Dios?
Después de tener un ominoso sueño presciente, Sheeana había declarado una moratoria temporal en el proyecto ghola, que había sido su pasión desde el principio. Pero la terrible experiencia en el planeta de los adiestradores y el hecho de haber estado a punto de caer en manos del Enemigo que les perseguía, había obligado a Sheeana a reconsiderar su posición. La riqueza de la experiencia histórica y táctica que los gholas podían ofrecer era tal vez el arma más poderosa de la no-nave. Sheeana había decidido arriesgarse.
Quizá algún día Alia nos salvará, pensó Jessica. O alguno de los otros golas…
Tentando al destino, Sheeana había hecho un experimento con este ghola no nacido en un intento de lograr que se pareciera más a la Alia auténtica. Tras calcular el momento del embarazo en que dama Jessica había consumido el Agua de Vida, Sheeana dio instrucciones a las doctoras Suk Bene Gesserit para que inyectaran una sobredosis casi fatal de especia en el tanque axlotl. Que saturaran el feto. La idea era intentar recrear una Abominación.
Cuando se enteró, Jessica se quedó horrorizada… pero ya era demasiado tarde, y no pudo hacer nada. ¿Cómo afectaría la especia a aquel bebé inocente? Una sobredosis de melange era distinto a pasar por la Agonía.