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Authors: J.K. Rowling

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y Juvenil, Intriga

Harry Potter. La colección completa (120 page)

BOOK: Harry Potter. La colección completa
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Silencio. Luego...

—¿Dónde está? —dijo la voz atiplada del anciano de la comisión—. ¿Dónde está la bestia?

—¡Estaba atada aquí! —dijo con furia el verdugo—. Yo la vi. ¡Exactamente aquí!

—¡Qué extraordinario! —dijo Dumbledore. Había en su voz un dejo de desenfado.


¡Buckbeak!
—exclamó Hagrid con voz ronca.

Se oyó un sonido silbante y a continuación el golpe de un hacha. El verdugo, furioso, la había lanzado contra la valla. Luego se oyó el aullido y en esta ocasión pudieron oír también las palabras de Hagrid entre sollozos:

—¡Se ha ido!, ¡se ha ido! Alabado sea, ¡ha escapado! Debe de haberse soltado solo.
Buckbeak
, qué listo eres.

Buckbeak
empezó a tirar de la cuerda, deseoso de volver con Hagrid. Harry y Hermione la sujetaron con más fuerza, hundiendo los talones en tierra.

—¡Lo han soltado! —gruñía el verdugo—. Deberíamos rastrear los terrenos y el bosque.

—Macnair, si alguien ha cogido realmente a
Buckbeak
, ¿crees que se lo habrá llevado a pie? —le preguntó Dumbledore, que seguía hablando con desenfado—. Rastrea el cielo, si quieres... Hagrid, no me iría mal un té. O una buena copa de brandy.

—Por... por supuesto, profesor —dijo Hagrid, al que la alegría parecía haber dejado flojo—. Entre, entre...

Harry y Hermione escuchaban con atención: oyeron pasos, la leve maldición del verdugo, el golpe de la puerta y de nuevo el silencio.

—¿Y ahora qué? —susurró Harry, mirando a su alrededor.

—Tendremos que quedarnos aquí escondidos —dijo Hermione con miedo—. Tenemos que esperar a que vuelvan al castillo. Luego aguardaremos a que pase el peligro y nos acercaremos a la ventana de Sirius volando con
Buckbeak
. No volverá por allí hasta dentro de dos horas... Esto va a resultar difícil...

Miró por encima del hombro, a la espesura del bosque. El sol se ponía en aquel momento.

—Habrá que moverse —dijo Harry, pensando—. Tenemos que ir donde podamos ver el sauce boxeador o no nos enteraremos de lo que ocurre.

—De acuerdo —dijo Hermione, sujetando la cuerda de
Buckbeak
aún más firme—. Pero hemos de seguir ocultos, Harry, recuérdalo.

Se movieron por el borde del bosque, mientras caía la noche, hasta ocultarse tras un grupo de árboles entre los cuales podían distinguir el sauce.

—¡Ahí está Ron! —dijo Harry de repente.

Una figura oscura corría por el césped y el aire silencioso de la noche les transmitió el eco de su grito.

—Aléjate de él..., aléjate...
Scabbers
, ven aquí...

Y entonces vieron a otras dos figuras que salían de la nada. Harry se vio a sí mismo y a Hermione siguiendo a Ron. Luego vio a Ron lanzándose en picado.

—¡Te he atrapado! Vete, gato asqueroso.

—¡Ahí está Sirius! —dijo Harry. El perrazo había surgido de las raíces del sauce. Lo vieron derribar a Harry y sujetar a Ron—. Desde aquí parece incluso más horrible, ¿verdad? —añadió mientras el perro arrastraba a Ron hasta meterlo entre las raíces—. ¡Eh, mira! El árbol acaba de pegarme. Y también a ti. ¡Qué situación más rara!

El sauce boxeador crujía y largaba puñetazos con sus ramas más bajas. Podían verse a sí mismos corriendo de un lado para otro en su intento de alcanzar el tronco. Y de repente el árbol se quedó quieto.


Crookshanks
ya ha apretado el nudo —explicó Hermione.

—Allá vamos... —murmuró Harry—. Ya hemos entrado.

En cuanto desaparecieron, el árbol volvió a agitarse. Unos segundos después, oyeron pasos cercanos. Dumbledore, Macnair, Fudge y el anciano de la Comisión se dirigían al castillo.

—¡En cuanto bajamos por el pasadizo! —dijo Hermione—. ¡Ojalá Dumbledore hubiera venido con nosotros...!

—Macnair y Fudge habrían venido también —dijo Harry con tristeza—. Te apuesto lo que quieras a que Fudge habría ordenado a Macnair que matara a Sirius allí mismo.

Vieron a los cuatro hombres subir por la escalera de entrada del castillo y perderse de vista. Durante unos minutos el lugar quedó vacío. Luego...

—¡Aquí viene Lupin! —dijo Harry al ver a otra persona que bajaba la escalera y se dirigía corriendo hacia el sauce. Harry miró al cielo. Las nubes ocultaban la luna.

Vieron que Lupin cogía del suelo una rama rota y apretaba con ella el nudo del tronco. El árbol dejó de dar golpes y también Lupin desapareció por el hueco que había entre las raíces.

—¡Ojalá hubiera cogido la capa! —dijo Harry—. Está ahí... —Se volvió a Hermione—. Si saliera ahora corriendo y me la llevara, no la podría coger Snape.

—¡Harry, no nos deben ver!

—¿Cómo puedes soportarlo? —le preguntó a Hermione con irritación—. ¿Estar aquí y ver lo que sucede sin hacer nada? —Dudó—. ¡Voy a coger la capa!

—¡Harry, no!

Hermione sujetó a Harry a tiempo por la parte trasera de la túnica. En ese momento oyeron cantar a alguien. Era Hagrid, que se dirigía hacia el castillo, cantando a voz en grito y oscilando ligeramente al caminar. Llevaba una botella grande en la mano.

—¿Lo ves? —susurró Hermione—. ¿Ves lo que habría ocurrido? ¡Tenemos que estar donde nadie nos pueda ver! ¡No,
Buckbeak
!

El
hipogrifo
hacia intentos desesperados por ir hacia Hagrid. Harry aferró también la cuerda para sujetar a
Buckbeak
. Observaron a Hagrid, que iba haciendo eses hacia el castillo. Desapareció.
Buckbeak
cejó en sus intentos de escapar. Abatió la cabeza con tristeza.

Apenas dos minutos después las puertas del castillo volvieron a abrirse y Snape apareció corriendo hacia el sauce, en pos de ellos.

Harry cerró fuertemente los puños al ver que Snape se detenía cerca del árbol, mirando a su alrededor. Cogió la capa y la sostuvo en alto.

—Aparta de ella tus asquerosas manos —murmuró Harry entre dientes.

—¡Chist!

Snape cogió la rama que había usado Lupin para inmovilizar el árbol, apretó el nudo con ella y, cubriéndose con la capa, se perdió de vista.

—Ya está —dijo Hermione en voz baja—. Ahora ya estamos todos dentro. Y ahora sólo tenemos que esperar a que volvamos a salir...

Cogió el extremo de la cuerda de
Buckbeak
y lo amarró firmemente al árbol más cercano. Luego se sentó en el suelo seco, rodeándose las rodillas con los brazos.

—Harry, hay algo que no comprendo... ¿Por qué no atraparon a Sirius los
dementores
? Recuerdo que se aproximaban a él antes de que yo me desmayara.

Harry se sentó también. Explicó lo que había visto. Cómo, en el momento en que el
dementor
más cercano acercaba la boca a Sirius, algo grande y plateado llegó galopando por el lago y ahuyentó a los
dementores
.

Cuando terminó Harry de explicarlo, Hermione tenía la boca abierta.

—Pero ¿qué era?

—Sólo hay una cosa que puede hacer retroceder a los
dementores
—dijo Harry—. Un verdadero
patronus
, un
patronus
poderoso.

—Pero ¿quién lo hizo aparecer?

Harry no dijo nada. Volvió a pensar en la persona que había visto en la otra orilla del lago. Imaginaba quién podía ser... Pero ¿cómo era posible?

—¿No viste qué aspecto tenía? —preguntó Hermione con impaciencia—. ¿Era uno de los profesores?

—No.

—Pero tuvo que ser un brujo muy poderoso para alejar a todos los
dementores
... Si el
patronus
brillaba tanto, ¿no lo iluminó? ¿No pudiste ver...?

—Sí que lo vi —dijo Harry pensativo—. Aunque tal vez lo imaginase. No pensaba con claridad. Me desmayé inmediatamente después...

—¿Quién te pareció que era?

—Me pareció —Harry tragó saliva, consciente de lo raro que iba a sonar aquello—, me pareció mi padre.

Miró a Hermione y vio que estaba con la boca abierta. La muchacha lo miraba con una mezcla de inquietud y pena.

—Harry, tu padre está..., bueno..., está muerto —dijo en voz baja.

—Lo sé —dijo Harry rápidamente.

—¿Crees que era su fantasma?

—No lo sé. No... Parecía sólido.

—Pero entonces...

—Quizá tuviera alucinaciones —dijo Harry—. Pero a juzgar por lo que vi, se parecía a él. Tengo fotos suyas... —Hermione seguía mirándolo como preocupada por su salud mental—. Sé que parece una locura —añadió Harry con determinación. Se volvió para echar un vistazo a
Buckbeak
, que metía el pico en la tierra, buscando lombrices. Pero no miraba realmente al
hipogrifo
.

Pensaba en su padre y en sus tres amigos de toda la vida. Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta... ¿No habrían estado aquella noche los cuatro en los terrenos del castillo? Colagusano había vuelto a aparecer aquella noche, cuando todo el mundo pensaba que estaba muerto. ¿Era imposible que su padre hubiera hecho lo mismo? ¿Había visto visiones en el lago? La figura había estado demasiado lejos para distinguirla bien, y sin embargo, antes de perder el sentido, había estado seguro de lo que veía.

Las hojas de los árboles susurraban movidas por la brisa. La luna aparecía y desaparecía tras las nubes. Hermione se sentó de cara al sauce, esperando.

Y entonces, después de una hora...

—¡Ya salen! —exclamó Hermione. Se pusieron en pie.
Buckbeak
levantó la cabeza. Vieron a Lupin, Ron y Pettigrew saliendo con dificultad del agujero de las raíces. Luego salió Hermione. Luego Snape, inconsciente, flotando. A continuación iban Harry y Black. Todos echaron a andar hacia el castillo. El corazón de Harry comenzaba a latir muy fuerte. Levantó la vista al cielo. De un momento a otro pasaría la nube y la luna quedaría al descubierto...

—Harry —musitó Hermione, como si adivinara lo que pensaba él—, tenemos que quedarnos aquí. No nos deben ver. No podemos hacer nada.

—¿Y vamos a consentir que Pettigrew vuelva a escaparse? —dijo Harry en voz baja.

—¿Y cómo esperas encontrar una rata en la oscuridad? —le atajó Hermione—. No podemos hacer nada. Si hemos regresado es sólo para ayudar a Sirius. ¡No debes hacer nada más!

—Está bien.

La luna salió de detrás de la nube. Vieron las pequeñas siluetas detenerse en medio del césped. Luego las vieron moverse.

—¡Mira a Lupin! —susurró Hermione—. Se está transformando.

—¡Hermione! —dijo Harry de repente—. ¡Tenemos que hacer algo!

—No podemos. Te lo estoy diciendo todo el tiempo.

—¡No hablo de intervenir! ¡Es que Lupin se va a adentrar en el bosque y vendrá hacia aquí!

Hermione ahogó un grito.

—¡Rápido! —gimió, apresurándose a desatar a
Buckbeak
—. ¡Rápido! ¿Dónde vamos? ¿Dónde nos ocultamos? ¡Los
dementores
llegarán de un momento a otro!

—¡Volvamos a la cabaña de Hagrid! —dijo Harry—. Ahora está vacía. ¡Vamos!

Corrieron todo lo aprisa que pudieron.
Buckbeak
iba detrás de ellos a medio galope. Oyeron aullar al hombre lobo a sus espaldas.

Vieron la cabaña. Harry derrapó al llegar a la puerta. La abrió de un tirón y dejó pasar a Hermione y a
Buckbeak
, que entraron como un rayo. Harry entró detrás de ellos y echó el cerrojo.
Fang
, el perro jabalinero, ladró muy fuerte.

—¡Silencio,
Fang
, somos nosotros! —dijo Hermione, avanzando rápidamente hacia él y acariciándole las orejas para que callara—. ¡Nos hemos salvado por poco! —dijo a Harry.

—Sí...

Harry miró por la ventana. Desde allí era mucho más difícil ver lo que ocurría.
Buckbeak
parecía muy contento de volver a casa de Hagrid. Se echó delante del fuego, plegó las alas con satisfacción y se dispuso a echar un buen sueñecito.

—Será mejor que salga —dijo Harry pensativo—. Desde aquí no veo lo que ocurre. No sabremos cuándo llega el momento. —Hermione levantó los ojos para mirarlo. Tenía expresión de recelo—. No voy a intervenir —añadió Harry de inmediato—. Pero si no vemos lo que ocurre, ¿cómo sabremos cuál es el momento de rescatar a Sirius?

—Bueno, de acuerdo. Aguardaré aquí con
Buckbeak
... Pero ten cuidado, Harry. Ahí fuera hay un licántropo y multitud de
dementores
.

Harry salió y bordeó la cabaña. Oyó gritos distantes. Aquello quería decir que los
dementores
se acercaban a Sirius... El otro Harry y la otra Hermione irían hacia él en cualquier momento...

Miró hacia el lago, con el corazón redoblando como un tambor. Quienquiera que hubiese enviado al
patronus
, haría aparición enseguida.

Durante una fracción de segundo se quedó ante la puerta de la cabaña de Hagrid sin saber qué hacer. «No deben verte.» Pero no quería que lo vieran, quería ver él. Tenía que enterarse...

Ya estaban allí los
dementores
. Surgían de la oscuridad, llegaban de todas partes. Se deslizaban por las orillas del lago. Se alejaban de Harry hacia la orilla opuesta... No tendría que acercarse a ellos.

Echó a correr. No pensaba más que en su padre... Si era él, si era él realmente, tenía que saberlo, tenía que averiguarlo.

Cada vez estaba más cerca del lago, pero no se veía a nadie. En la orilla opuesta veía leves destellos de plata: eran sus propios intentos de conseguir un
patronus
.

Había un arbusto en la misma orilla del agua. Harry se agachó detrás de él y miró por entre las hojas. En la otra orilla los destellos de plata se extinguieron de repente. Sintió emoción y terror: faltaba muy poco.

—¡Vamos! —murmuró, mirando a su alrededor—. ¿Dónde estás? Vamos, papá.

Pero nadie acudió. Harry levantó la cabeza para mirar el círculo de los
dementores
del otro lado del lago. Uno de ellos se bajaba la capucha. Era el momento de que apareciera el salvador. Pero no veía a nadie.

Y entonces lo comprendió. No había visto a su padre, se había visto a sí mismo.

Harry salió de detrás del arbusto y sacó la varita.


¡EXPECTO PATRONUM!
—exclamó.

Y de la punta de su varita surgió, no una nube informe, sino un animal plateado, deslumbrante y cegador. Frunció el entrecejo tratando de distinguir lo que era. Parecía un caballo. Galopaba en silencio, alejándose de él por la superficie negra del lago. Lo vio bajar la cabeza y cargar contra los
dementores
... En ese momento galopaba en torno a las formas negras que estaban tendidas en el suelo, y los
dementores
retrocedían, se dispersaban y huían en la oscuridad. Y se fueron.

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