Kronos. La puerta del tiempo (29 page)

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Authors: Felipe Botaya

Tags: #Bélico, Histórico

BOOK: Kronos. La puerta del tiempo
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—Bueno, de hecho los americanos están desarrollando la tecnología nuclear para disponer de la bomba atómica lo antes posible. Le llaman Proyecto Manhattan —contestó Kammler, dando a entender que conocía el asunto—. Es una bomba sobre la cual nosotros ya hemos hecho pruebas en diferentes grados, como en la toma de Sebastopol en 1942/43, durante la batalla de Kursk-Orel en 1943 y en la isla de Rügen en este pasado mes de octubre. Se prepara en estos momentos una operación para su lanzamiento en territorio enemigo. Vamos muy por delante de ellos, pero tal como he dicho en alguna ocasión, para nosotros ya es una tecnología obsoleta y que entraña demasiado peligro. El Führer tampoco la ve con buenos ojos, pero necesitamos disponer de ella por aspectos prácticos —tras este giro, Kammler volvió a la pregunta de Horst.

—Es cierto que hemos capturado a varios espías que han confesado su labor por Estados Unidos. Evidentemente, no sabemos si alguno ha podido llegar con cierta información hasta el enemigo. Le garantizo que es muy difícil…

—Es decir, general Kammler, disponemos de la bomba atómica y su uso puede ser inmediato —indicó Horst con absoluta confianza. Kammler parecía aliviado por explicar todo aquello.

—Sí, la tenemos. Pero la que estamos preparando para la próxima misión se está terminando en una de nuestras instalaciones secretas del Protectorado de Bohemia y Moravia. Es mucho más potente que las anteriores. Y tenemos otras en diferentes fases del proceso de construcción que se van superando sucesivamente en potencia.

—Y ¿por qué nuestra victoria hoy se basa en un artilugio antiguo como el Arca de la Alianza? —preguntó Horst, con lógica aplastante—. Entiendo que todas estas armas que usted cita ya están desarrolladas, solo quedaría usarlas, general…

Kammler movió la cabeza negativamente al oír las palabras de Horst.

—Es cierto que hemos desarrollado muchas armas innovadoras, pero la gran mayoría están en distintas fases de desarrollo. Son armas complejas que requieren muchas pruebas antes de su puesta en combate y además no podemos permitir que por un error de funcionamiento caigan en manos enemigas. Las que están operativas, como los cazas a reacción en sus diversos modelos, las V1 y V2 y los submarinos XXI y XXIII, necesitan que sus tripulantes conozcan a fondo su maquinaria y puedan extraer el máximo partido de su uso frente al enemigo. Tampoco disponemos de ellas en un número suficiente como para variar la balanza de poder ahora mismo. Y como ya he dicho muchas veces, nuestro problema hoy se llama tiempo. El Arca de la Alianza representa nuestra oportunidad de usar un arma imbatible, que requiere un equipo pequeño para su uso y que cambiará el panorama militar. Mientras la usamos, ganaremos el tiempo necesario para los demás desarrollos. Mi equipo técnico en Praga ya conoce su funcionamiento, y por ello irán con su grupo hasta Normandía. La Campana o Puerta del Tiempo que usted conoce,
Haupsturmführer
Bauer, ha sido un desarrollo que nos ha permitido conseguir cosas increíbles que estamos aplicando a nuestras armas futuristas, por ejemplo los campos antigravitacionales. Su uso también será civil. Será el mayor avance científico de los próximos 100 años. También nos ha permitido estar en épocas remotas e incluso más recientes, lo que nos ha facilitado un avance increíble en el conocimiento y recogida de pruebas de otra flora, fauna y civilizaciones extinguidas, de las que teníamos un conocimiento equivocado o dirigido por la ciencia oficial o judía, si usted lo prefiere. Y usted ha sido partícipe en todo ello. Puede considerarse un privilegiado y será alguien que pasará a los libros de Historia cuando todo esto salga a la luz.

—General Kammler —dijo Horst—. Agradezco su deferencia al permitirme compartir con usted todos estos datos, que evidentemente mantendré en secreto. Estoy abrumado positivamente por su explicación, pero tengo algunas dudas y quiero ser totalmente sincero con usted —Kammler movió afirmativamente la cabeza, mientras miraba fijamente a Horst, como tratando de adivinar qué quería saber—. Al parecer está todo controlado, pero ¿existe un plan B en el supuesto de que todo falle y no podamos detener al enemigo? No soy derrotista, pero entiendo que hemos de afrontar varios escenarios posibles y busquemos la mejor opción para nosotros y nuestra patria.

Kammler se incorporó de su butaca, apoyándose sobre la mesa.

—No se preocupe, entiendo su pregunta. Sí, tenemos un plan B para que nuestro sistema político y de vida continúe tras nosotros si fracasamos en nuestras misiones actuales. El
Reichsleiter
Martin Bormann preparó una reunión ultra secreta el pasado 10 de agosto, en el hotel Rotes Haus, en Estrasburgo. Los representantes de las mayores empresas industriales y de armamento estaban allí, incluyendo entre otras a Krupp, Thyssen y, por supuesto, a la IG Farben. El propio
Reichsleiter
Bormann, Hjalmar Schacht, presidente del Reichsbank y su yerno, nuestro conocido Otto Skorzeny, también estaban allí. En esta reunión se acordó preparar grandes sumas de dinero no solo para llevarlo a cualquier lugar del mundo de nuestro interés, sino también para camuflar inversiones en el extranjero con el fin de resucitar el imperio industrial y financiero tras el supuesto colapso de nuestro Reich. Este imperio está siendo controlado por nosotros, las SS. Como resultado de este plan ya hay preparadas rutas de escape que garanticen la seguridad personal, financiera, de ubicación y falsas identidades para nuestros gobernantes, militares y científicos. Para poder realizar todos esto hemos montado organizaciones como ODESSA, que quiere decir Organization Der Ehemahlige SS Angehörige, Die Spinne, Consortium, o la SA Estrella —Horst estaba asombrado por esta información, con la que quedaba claro que no se había dejado ningún cabo suelto. Sucediese lo que sucediese, el III Reich continuaría.

Kammler siguió.

—A través de empresas pantalla, las SS, con el dinero que Skorzeny está recolectando, ya hemos adquirido grandes terrenos en Sudamérica y otros lugares del mundo. Grandes grupos industriales, de forma silenciosa, están transportando gracias a la Kriegsmarine y al KG200 de la Luftwaffe planos, maquinaria y utillaje para continuar las investigaciones que hacemos en Alemania. Estas zonas seguras las denominamos
Sperrgebiete
y constan de ciudades construidas especialmente, aeródromos, autopistas y todo aquello que pueda parecerse a la vida civilizada en Alemania. La seguridad local está en manos de las SS, por supuesto. Los gobiernos de la zona nos están ayudando mucho. Por ejemplo, en la frontera entre Paraguay y Brasil disponemos de la Kolonie Waldner 555, que es la fortaleza más importante de la zona y que está unida a catorce fortalezas más, diseminadas entre Brasil, Argentina, Chile y Paraguay.

Kammler se quedó mirando a Horst.

—No se preocupe,
Haupsturmführer
Bauer, no hemos dejado todo nuestro trabajo hasta ahora en manos de la suerte ni de la improvisación. Sabemos lo que hacemos. Ese es el plan B. No es derrotismo, es practicidad. No podemos dejar perder todo lo que el Führer y Alemania han hecho por el mundo. Su legado no puede desaparecer sin más, porque una sociedad de subhumanos comunistas y una sociedad plutocrática multirracial y degenerada hayan podido unir sus descomunales posibilidades para acabar con el único sistema que desenmascara a sus verdaderos amos y que no se somete a su poder.

El general Kammler se puso de pie y se volvió hacia un armario metálico que había a su derecha. Todo se veía en perfecto orden en su interior. Extrajo un sobre con el matasellos GEKADOS (Geheime Kommandosache) y se lo entregó a Horst.

—Tome. En este sobre está el salvoconducto para todo el grupo y poderes para actuar libremente en Normandía. Todo firmado por el mismísimo Führer. Todas las puertas se abrirán para usted y sus hombres. El General Von Boineburg les facilitará todo lo que necesiten en París para su viaje hasta la zona normanda —se sentó—. Recuerde que aún no se habrá llevado a cabo el desembarco, por lo que tendrá que poner sobre aviso a todos los responsables de división en la zona del Paso de Calais y otras divisiones que están reagrupándose, en maniobras o descansando en Francia. Como la Das Reich, que estaba en la zona de Toulouse en aquel momento.

Horst abrió el sobre, que llevaba todo tipo de lacres y elementos de seguridad y autenticidad. Era original, no había ninguna duda. Dos hojas conformaban todo el documento, que como cualquier comunicado militar destacaba por su laconismo:

Geh. Kommandosache Chefsache

Nur durch Offizier,

KR Blitz,

A la atención personal del General Wilhelm Von Boineburg, Comandante del Gross Paris

Copias:

O.B. West Ia Okdo d. H. Gr. B. Ia

A.O.K.1 Pz. A.O.K.5

A.O.K.15

Con esta carta oficial se presentará ante usted el Haupsturmführer SS Horst Bauer y su equipo especial, a los que deberá ayudar en todo lo concerniente a la misión que deben desarrollar en la zona militarizada de Normandía. Debe ser consciente de que esta misión permanece en el máximo secreto y está sujeta al epígrafe
Kriegsentscheidend.
No puedo adelantarle ninguna información más al respecto. Sí puedo decirle que el Haupsturmführer SS Horst Bauer y su equipo especial deben recibir todo aquello que soliciten sin discusión y cueste lo que cueste. Su ayuda general, Von Boineburg, es decisiva en este momento.

O.K.W/W.F. St./Op. (H)

Nr. 773089/44

Gez:

Adolf Hitler

Rastenburg, Prusia Oriental

15 de mayo, 1944

A Horst le llamó la atención la fecha del documento, que ya tenía en cuenta la fecha de traslado a Normandía. No cabía duda de que aquella carta del Führer les abriría las puertas para operar con el arca y poner en sobreaviso a las divisiones acantonadas en toda Francia. Él y sus hombres tenían la posibilidad única de cambiar la Historia.

—Por último,
Haupsturmführer
Bauer —Kammler sacó de uno de los cajones de su mesa un sobre más pequeño, que entregó a Horst—. Llévese también esto. Puede servirle si la cosa se pone difícil. Son fotos desde el desembarco hasta el día de hoy. Mírelas y úselas si llega el caso.

XII. Los secretos del Arca

El grupo ya estaba preparado a las siete de la mañana en la puerta del castillo de Fürstenstein. Hacia frío y lloviznaba ligeramente. Varios vehículos se hallaban aparcados frente a la inmensa fortaleza y los chóferes ayudaban a cargar los petates de cada uno en los portamaletas de los coches. El general Kammler apareció con su abrigo de cuero negro ajustado y su gorra ladeada. Sus botas altas de montar brillaban extraordinariamente. Saludó a todos y solicitó a Horst y a Gross que le acompañasen en su vehículo personal. El resto se dividió en los demás coches. Un vehículo blindado PUMA abriría la comitiva y la cerraría un pequeño camión con varios soldados SS.

El enorme Mercedes de seis ruedas de Kammler permitía llevar a varias personas. Además del chofer, Horst, Gross y el propio Kammler, tres oficiales SS ayudantes personales del general les acompañaban en el potente vehículo. Todos tenían espacio de sobra y, por lo tanto, estaban muy cómodos. El techo era de lona pero cerraba perfectamente y aislaba a sus ocupantes del frío y la lluvia. Mientras arrancaba, Kammler, sentado junto al conductor, comenzó a hablar.

—Nos espera un avión que nos trasladará a Praga y desde allí iremos a la fábrica Skoda. Una vez allí, y en el ala más secreta de la fábrica, podrán ver el Arca en acción. Nuestros técnicos nos están esperando y ayer me dijeron por teléfono que estaba todo a punto. También conocerán a los que irán con ustedes hasta Normandía y que estarán al cargo del funcionamiento del Arca.

—Muy bien, general —contestó Horst mirando a Kammler.

Este continuó.

—Antes del traslado dispondrán de dos días para familiarizarse con el equipo técnico y el funcionamiento del Arca. Ustedes no tendrán que activarla, pero creo que es bueno que también conozcan su funcionamiento —Gross y Horst estaban de acuerdo con este criterio. No era negativo que ellos conociesen el funcionamiento del Arca. Además, Horst tenía una curiosidad que iba más allá del aspecto militar. No podía entender cómo aquella reliquia podía resultar ser un arma formidable.

El viaje seguía. Ya se podía adivinar el aeropuerto al que se dirigían. Un Junkers Ju52 de carga les estaba esperando. El veterano trimotor tenía sus motores en marcha. La guardia de entrada al aeródromo les permitió la entrada sin dilación. Los coches llegaron junto al avión y detuvieron su marcha. El blindado PUMA y el camión con los soldados detuvieron su marcha también y se colocaron en posición defensiva de protección de los coches. Un conductor de tanque SS se apeó del blindado, se dirigió al general Kammler y le saludó. Este agradeció la escolta hasta allí. Un sonido de motores llegó desde el otro lado del Junkers. Cuatro Messerschmitt Bf109 se aprestaban a despegar con el Junkers como escuadrilla de protección hasta Praga.

—¡Todo listo, señores! Subamos al avión —Kammler entró el primero y se acomodó en el avión por la parte delantera. Los demás fueron entrando y dejando sus cosas en un compartimento trasero para bultos. Kammler invitó a Horst y Gross a sentarse junto a él. Al poco, el Ju52 comenzó a recorrer la pista hasta situarse en línea de despegue. Poco a poco fue acelerando hasta alcanzar la velocidad suficiente para comenzar a remontar el vuelo de forma lenta, pero imparable. El ruido era elevado en el interior del avión. Desde las ventanillas se veía a los cazas de escolta, dos por lado, que se mantenían a distancia.

El vuelo siguió su marcha normal y, al cabo de una hora y media, Praga aparecía ante ellos majestuosamente. Llovía también allí, pero no fue ninguna dificultad para un aterrizaje impecable del veterano y fiable avión.

De nuevo fueron recogidos por varios vehículos que los trasladaron a la fábrica Skoda que estaba muy cerca de Praga, en Mladá Boleslav, al noreste. La fábrica era una instalación enorme, de color grisáceo, que acompañaba al día lluvioso. Skoda estaba especializada en piezas de artillería de diversos calibres de muy alta calidad y óptica de precisión. También fueron fabricantes de tanques y cañones autopropulsados de tipo medio. Fue una gran ayuda para el ejército alemán y un porcentaje muy alto de las armas que este utilizó, salieron de sus líneas de fabricación. Una estación ferroviaria llegaba hasta la misma fábrica donde, en unos muelles de carga y descarga, los trabajadores procedían febrilmente a llenar de material un tren. Fue una fábrica libre de bombardeos hasta casi el final de la guerra.

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