La espada encantada (16 page)

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Authors: Marion Zimmer Bradley

Tags: #Ciencia ficción, Fantasía

BOOK: La espada encantada
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Damon indicó, en voz baja:

—Ahora, quítale la seda. De forma lenta y suave. No mires directamente a la piedra.

Andrew desenvolvió la seda aislante, y vio que Ellemir hacía un gesto de rechazo.

—Lo siento —dijo ella en voz baja.

—Vuelve a cubrirla, Andrew —dijo Damon. Andrew obedeció y Damon preguntó—: ¿Te ha hecho daño cuando él la ha tocado?

¿Podemos usar a Ellemir como barómetro de las reacciones de Calista?
, pensó Andrew.

—No exactamente
daño
—dijo Ellemir, frunciendo el ceño, tratando evidentemente de ser muy exacta en la descripción—. Sólo que... lo
sentí
. Como si una mano me tocara. No estoy segura dónde. En realidad no fue desagradable. Sólo... de algún modo... íntimo.

Damon frunció el ceño ligeramente.

—Estás desarrollando
laran
—dijo—. Eso es evidente. Puede sernos de mucha utilidad.

Ella pareció asustada y exclamó:

—¡Damon! ¿Resultará peligroso para mí? No soy virgen.

¿Gemela de una Celadora y tan ignorante?
, pensó Damon, exasperado. Después se dio cuenta de que ella tenía verdadero pánico. Explicó rápidamente:

—No, no,
breda
. Sólo resulta peligroso para las mujeres que trabajan en los niveles más altos de las pantallas o con las piedras más poderosas. Si trabajaras en exceso, si estuvieras exhausta de hacer el amor, o embarazada, podrías sufrir un fuerte dolor de cabeza o un desmayo. Pero nada peor que eso. Hay mujeres entrenadas en la Torre, que trabajan allí con nosotros y no tienen necesidad de atenerse a las leyes de las Celadoras.

Ella pareció aliviada y algo incómoda. Desde luego, pensó Andrew, no era muy normal que una muchacha comentara estos temas ante extraños. A pesar de que los tabúes sexuales de aquí eran diferentes de los reinantes entre los terráqueos, parecían ser abundantes.

—Ellemir, toca mi piedra un momento —pidió Damon—. Con suavidad y cuidado —agregó, apretando los dientes a medida que la desenvolvía.

Andrew observó que Damon se preparaba como para recibir un golpe bajo. Ellemir puso un dedo sobre la piedra, y Damon sólo suspiró.

De modo que Ellemir y yo estamos en cierta manera sintonizados, pensó. No me extraña. Siempre ocurre en estos casos. Si tuviéramos una relación aún más íntima, si me la llevara a la cama, tal vez ella podría incluso aprender a usarla... Bien, si me hacía falta una buena razón...
Se rió un poco, roncamente, consciente una vez más de que estaba transmitiendo sus pensamientos tanto a la mujer en quien pensaba como al hombre que, según los parámetros ordinarios, seguía siendo un perfecto extraño. Bien, ya se irían acostumbrando, no tenían alternativa. Aunque quizá sería peor el remedio que la enfermedad.

—En cualquier caso —dijo en voz alta, y Andrew percibió la tensión y el miedo en su voz—, parece que Ellemir puede manejar mi piedra sin hacerme daño. Eso nos será de ayuda. En cuanto a
ti
, Andrew, creo que puedo sintonizarte con la piedra de Calista sin mayor peligro para ella. Es un riesgo que tendremos que correr. Eres nuestro único vínculo con ella. Para lo que tendremos que hacer...

Andrew lo miró con perplejidad.

—Exactamente, ¿qué vamos a hacer?

—No estoy seguro todavía. No puedo hacer planes definitivos hasta que se despierte Dom Esteban. Su padre tiene derecho a participar en cualquier plan que tengamos. —
Además
, pensó Damon sombríamente,
para entonces ya sabremos si él puede o no tomar parte en el rescate
—. Pero sea cual sea nuestra acción, Calista debe estar enterada. Y, de todos modos —vio que Ellemir hacía un gemido de dolor—, aun cuando Calista sea lastimada, o muera, debemos eliminar a los que están dominando las tierras oscuras.

Andrew pensó:
Soy el único que está metido en esto solamente por Calista; yo no deseo nada más.
Pero no podía decir eso ante el rostro demacrado de Damon. Todavía sostenía la piedra envuelta con la seda.

Damon suspiró profundamente.

—Desenvuélvela otra vez —dijo—. Tócala suavemente. ¿Ellemir?

—Observó a la mujer, y ella asintió.

—Sí. Todavía siento cuando la toca.

Andrew sostuvo con suavidad la piedra entre las manos. Estaba sentado en una silla baja cerca de la ventana, y Damon estaba de pie cerca de él.

—Mejor que me proteja de lo que ocurrió la última vez —y se dejó caer con las piernas cruzadas sobre la espesa alfombra, atrayendo a Ellemir a su lado.

Andrew, observando el rostro de Damon, pensó:
Tiene miedo. ¿Tanto peligro hay?

Los ojos grises de Damon buscaron los del terráqueo al precisar:

—No te engañes: sí, lo hay. La gente que hace estas cosas sin entrenamiento adecuado puede causar muchísimo año. Debo decirte que también hay peligro para ti. Por lo general, la tarea de sintonizar a alguien con una matriz se reserva a las Celadoras. Yo no lo soy. —
Leonie dijo que si hubiera nacido mujer, habría sido Celadora.
Por primera vez, esta idea no hizo que Damon se auto-despreciara y dudara acerca de su propia virilidad, como ya se había hecho habitual. En cambio, se sintió casi agradecido. Esta característica podía salvarles la vida a todos ellos.

Andrew se inclinó hacia él, con la piedra de Calista entre las manos.

—Damon. Sabes lo que estás haciendo, ¿verdad? Si no confiara en ti, no te hubiera permitido empezar todo esto. Dejemos de lado los riesgos y sigamos adelante.

Damon suspiró.

—Creo que es lo único que podemos hacer. Me gustaría... —pero no terminó la idea.

Me gustaría que hubiera tiempo para llamar a Leonie y traerla aquí. ¿Pero aprobaría ella lo que estoy haciendo, sintonizar a un terráqueo, un extraño, con una Celadora? ¿Aunque sea por salvar la vida de Calista? Ella sabía qué riesgos debía afrontar una Celadora antes de tomar sus votos en la Torre. Leonie no conoce a este terráqueo tanto como yo, tanto como Calista.

Jamás he hecho nada en contra de la voluntad de Leonie, nunca en mi vida. Sin embargo, ella me ordenó guiarme por mi propio juicio, y eso es exactamente lo que debo hacer ahora.

—¿Cómo tengo que actuar? —Preguntó Andrew, en voz baja—. No te olvides de que soy un completo ignorante sobre estas cuestiones psíquicas. —Movió los dedos, inquietos, sobre la piedra estelar; al recordar las advertencias de Damon, los inmovilizó. Pensó:
Es como si... debo ser tan cauteloso como si lo que sostengo entre las manos se tratara de la propia vida de Calista.
La idea lo colmó de una ternura inexpresable, y Ellemir alzó la cabeza. Sus ojos grises se cruzaron con los del terráqueo en un breve momento de simpatía.
Es más parecida a Calista de lo que creí.

—Voy a entrar en tu mente —advirtió Damon—, a hacer que mis ondas cerebrales, el campo de fuerza eléctrico de mi cerebro, resuenen en la misma longitud de onda que las tuyas, ésta es la forma más fácil de explicarlo... Después trataré de ajustar el campo de tu cerebro al de la piedra de Calista, de modo que puedas trabajar en esa frecuencia precisa. Eso te pondrá en más estrecho contacto con ella y así, tal vez, puedas guiarnos hasta Calista.

—¿No sabes dónde está?

—Sólo de manera vaga —dijo Damon—. Me contaste que ella mencionó agua que goteaba y oscuridad. Eso suena como las cuevas de Corresanti; son las únicas que se encuentran a un día de camino, y ellos no se atreverían a tenerla en la superficie ni a la luz del sol. Y la aldea de Corresanti está dentro de los límites de la tierra oscura. Pero si estás sintonizado con su piedra estelar, podrás usarla como guía, y descubrir con exactitud dónde la tienen oculta. Y podrás revelárnoslo.

Andrew siguió todo esto con cierta dificultad.

—Sin duda eres un experto en estas piedras. ¿Por qué no puedes localizarla con una de ellas?

—Por dos razones. Quien sea que la tenga prisionera no sólo tiene su cuerpo en la oscuridad, sino que también ha logrado encerrar su mente en un nivel del supramundo al que ninguno de nosotros tiene acceso. No me preguntes cómo lo ha logrado. Quien lo haya hecho, evidentemente está usando una matriz muy poderosa. —
El Gran Gato que vi
, pensó.
Bien, tal vez le chamusquemos un poco los bigotes
—. Segunda razón. A todas luces, ella está en estrecho contacto emocional contigo. De modo que ya tenemos la mitad del trabajo hecho. Si tuviéramos una piedra en blanco para ti, yo podría con toda sencillez sintonizar tus frecuencias con ella y podrías conducirnos hasta Calista porque ya estáis en contacto. Pero como debemos utilizar la piedra de la propia Calista, a la que está sintonizada mediante el cuerpo y el cerebro, debemos tener en cuenta que sólo alguien en profundo contacto con ella puede usarla sin peligro. Si tú no estuvieras, lo hubiera intentado su hermana. Pero el hecho de que Calista haya acudido directamente a ti hace pensar que tú eres el más indicado. —Abruptamente agregó—: Otra vez lo estoy postergando. Mira dentro de la piedra.

Andrew bajó la mirada hasta la fulgurante luminiscencia azul. En lo profundo de la piedra se retorcían cintitas y pequeños gusanos de colores, lentamente, como un corazón que latiera. El corazón de Calista.

—Ellemir. Tienes que controlarnos a los dos. —Damon deseaba, con una urgencia casi física, la presencia de las mujeres entrenadas de los círculos de la Torre, que conocían el trabajo y podían mantenerse en contacto, de manera casi automática, con siete u ocho telépatas a la vez. Ellemir era nueva, y su
laran
apenas despertaba, sin entrenamiento—. Si alguno de nosotros se olvida de respirar, o si parecemos sufrir algún padecimiento físico, sólo tienes que hacernos volver.

Ella también parecía asustada.

—Yo... lo intentaré.

—Será mejor que hagas algo más que intentarlo. Tienes talento.
Úsalo
, Ellemir, si en algo aprecias la vida de tu hermana o la mía. Si tuvieras entrenamiento, podrías regular nuestra respiración y nuestro pulso en caso de que se alteraran, pero por ahora bastará con que nos hagas volver si ocurre algo de eso.

—No la asustes —dijo Andrew amablemente—. Sé que lo hará lo mejor que pueda.

Damon respiró hondo y se concentró en la piedra. El miedo brotó como la llama que surge del pedernal. Sintió que se le aceleraba el pulso y se obligó a calmarse.
Puedo hacerlo. Solía hacerlo. Leonie dijo que podía.
Sintió que su respiración se aquietaba y que el pulso se adecuaba al ritmo de vibración de la piedra. Empezó a formular instrucciones a Andrew.
Observa las luces de la piedra. Trata de aquietar tu mente, de sentir que todo el cuerpo late con ese ritmo.

Andrew entendió la idea —
capta ese latido
— y se preguntó cómo se lograba aquel efecto. ¿Era posible cambiar el propio pulso de ese modo? Bien, en el Centro Médico y Psíquico le habían enseñado, con una máquina de biofeeddback, a generar impulsos alfa para conseguir el sueño o la relajación profunda. Esto no le parecía tan diferente. Observó, tratando de relajarse, mientras intentaba captar el exacto pulso rítmico de la piedra.
Es como sentir el latido del corazón de Calista.
Adquirió consciencia de su propio pulso, del ritmo de la sangre en las sienes, de todos los pequeños ruidos interiores, de las sensaciones y los ritmos. El latido de la piedra estelar que tenía entre las manos se apresuraba y se iluminaba, y él advirtió sus propios ritmos internos que formaban un contrapunto definido y desfasado.
Creo que lo que tengo que hacer es adecuarme a esos ritmos.
Empezó a respirar profunda y lentamente, tratando de emparejar su ritmo al de la piedra estelar.
¿El ritmo de Calista? No pienses. Concéntrate.
Consiguió lo que se proponía. Por un instante se desfaso, se hizo desigual, sintió cómo circulaba la adrenalina por su interior —
¿el de Calista?
— y advirtió que Ellemir había realizado una profunda aspiración audible, casi un jadeo. Se obligó a calmarse una vez más, a captar de nuevo el ritmo desfasado. Con cuidado lo normalizó. Para su propio asombro, observó que a medida que su respiración se aquietaba, también lo hacía el pulso de la piedra estelar.

Ahora su respiración y el latido de la piedra eran uno solo, pero el latido de su corazón formaba un agudo contrapunto con el de la piedra y con su respiración.
Concéntrate. Capta este latido.
Le dolían los ojos, y la náusea lo traspasó. La piedra giraba... cerró los ojos, luchando contra la náusea, pero la luz y los reptantes colores persistieron detrás de los párpados.

Gimió en voz alta, y el sonido hizo pedazos el pulso creciente. Damon alzó rápidamente la cabeza, y Ellemir lo miró con angustia.

—¿Qué ocurre? —preguntó Damon con suavidad.

Andrew masculló con dificultad:

—Náusea.

La estancia parecía describir lentos círculos alrededor suyo y levantó un brazo para sostenerse. Ellemir también parecía pálida.

Damon se humedeció los labios.

—Eso suele ocurrir. Maldición. Eres demasiado nuevo en esto. Desearía... ¡por Aldones! Ojalá tuviéramos un poco de kirian. Sin este recurso... Ellemir, ¿estás segura que no tienes ni un poco por aquí?

—De verdad, creo que no.

Damon pensó:
Tampoco yo me siento muy bien. No será fácil.

—¿Por qué produce este efecto? —preguntó Andrew. Entonces sintió el arrebato de impaciencia de Damon:
¿Es éste el momento de hacer preguntas tontas?
Su enojo, pensó Andrew con incredulidad, se materializaba como un pálido resplandor rojo a su alrededor—. El cuarto está... fragmentado —dijo, y se reclinó hacia atrás, cerrando los ojos.

Damon se obligó a calmarse. Esto no iba a resultar fácil ni estando en completa armonía. Si empezaban a discutir, ni siquiera sería factible. Y no podía esperar que Andrew se controlara, ya que debía hacer un trabajo difícil e inesperado con absolutos desconocidos y luchando contra la náusea y el dolor que implicaba abrir sus centros psi, los cuales jamás habían sido utilizados. La tarea de conservar el control correspondía por entero a Damon. Ésa era la tarea de una Celadora, mantener la armonía.
El trabajo de una mujer. Bien, hombre o mujer, en este momento es lo que debo hacer.

Se forzó a relajarse, aquietando de forma consciente su respiración.

—Lo siento, Andrew. A todo el mundo le ocurre en algún momento. Lamento que te resulte tan duro, y desearía poder ayudarte. Te sientes mal porque, primero, pones en funcionamiento una parte del cerebro que por lo general no usas. Y, segundo, porque tus ojos, tus centros de equilibrio y todo el cuerpo reaccionan ante el esfuerzo por controlar de forma consciente algunas... bien, algunas funciones automáticas. No quise enfadarme. Hay un cierto grado de irritabilidad física que yo tampoco puedo controlar. Trata de no fijar la mirada en nada, si puedes, y recuéstate sobre los almohadones. La náusea desaparecerá dentro de unos minutos. Haz lo que puedas.

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