La pesadilla del lobo (20 page)

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Authors: Andrea Cremer

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico

BOOK: La pesadilla del lobo
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Connor la abrazó y le murmuró unas palabras al oído. Las lágrimas se derramaron por sus mejillas, pero no dijo nada.

—Dijeron que era un castigo para ambos como alfas. Ella murió porque tú escapaste. Papá perdió a su compañera.

Solté un sollozo y las lágrimas hicieron que la cara de Ansel se volviera borrosa.

«Mi madre. Mataron a mi madre por mi culpa. ¿Qué clase de monstruo soy?»

—¿Pero dejaron con vida al alfa Nightshade? —preguntó Silas. Tomaba notas y yo quería arrancarle los dedos con los dientes, lentamente.

—Ya no existe un alfa Nightshade —repuso Ansel.

—¿A qué te refieres? —Shay me abrazó estrechamente. Me sentía aturdida, incapaz de moverme.

—Al resto del castigo —dijo Ansel—. Los Guardas disolvieron la manada de los Nightshade. Ahora el único alfa es Emile. Le han entregado el mando de ambas manadas. Efron y Lumine nos dijeron que ése sería el nuevo arreglo. Los Bane habían demostrado ser más leales y reinarían sobre los Nightshade hasta que éstos demostraran su lealtad.

—Pero ¿cómo podrían hacerlo? —preguntó Ethan.

—Se supone que han de llevarlo de vuelta —dijo Ansel, señalando a Shay—. Ésa es la nueva directiva. Los Vigilantes han recibido la orden de encontrarlo y llevarlo ante los Guardas. El que lo logre se ganará su favor. Si es un Nightshade, ese lobo se convertirá en el nuevo alfa y dirigirá su propia manada.

—Pero eso es imposible —dije— Los alfas no pueden ser ascendidos, nacen. Mientras nuestro padre siga con vida es el alfa Nightshade, y da igual que los Guardas lo reconozcan como tal o no.

—Eso podría resultar conveniente para nosotros —murmuró Ethan, intercambiando una mirada con Connor; éste asintió.

—¿Cómo? —pregunté—. ¿Cómo podría ayudarnos? Nos darán caza.

—Podría… —dijo Connor, pero Monroe lo interrumpió.

—Un momento —dijo—. ¿Y Renier Laroche?

Ansel soltó un suspiro prolongado.

—Dijeron que era un traidor, como Cala. Lo obligaron a arrodillarse ante el altar.

—¿Lo mataron? —logré preguntar; mi voz era un graznido.

Ansel negó con la cabeza y algo en mi interior que creí que agonizaba volvió a cobrar vida.

—¿Qué pasó? —preguntó Monroe, y aflojó los puños.

—Dijeron que Cala era la culpable de su traición, que las mujeres no eran de fiar. Que las hembras nacen para seducir y engañar. Que Cala engañó a Ren, que él sólo trataba de salvar a una compañera que él creía que lo amaba.

«Que él creía que lo amaba.» Me había enamorado de otro, pero Ren aún formaba parte de mí. Compartíamos algo indefinible. ¿Acaso eso también era amor? La culpa me aguijoneó como miles de agujas clavadas en la piel. Me enderecé y me zafé del abrazo de Shay.

Silas asintió.

—Sí. La carga de Eva. Un detalle bonito.

—Si vuelves a decir otra palabra, Silas, juro que te romperé el cuello —dijo Connor, y abrazó a Adne con más fuerza.

—Comprender las decisiones de tu adversario no tiene nada de malo —fue el comentario pedante de Silas—. Si no las examinamos, no podremos prever lo que hará.

—Déjalo, Connor —dijo Monroe—. Éste no es el momento, Silas.

Silas protestó en voz baja mientras Connor seguía mirándolo con furia.

—Se lo entregaron a un espectro. —Ansel se estremeció—. Durante más tiempo que nunca. Cuando hubo acabado, me pareció increíble que no se hubiera desmayado. Le dijeron que podía elegir su sino. Que aún controlaba su propio destino.

—¿Cuál fue su respuesta? —preguntó Monroe.

—Tras el ataque del espectro no podía hablar. Me sorprendió que hubiese sobrevivido. Estuvo en sus manos durante tanto tiempo… —Ansel se encogió y una arcada lo sacudió.

Sentí frío, un frío que me calaba los huesos y no podía controlar el temblor de mis extremidades.

«Mi madre está muerta. Ren ha sido torturado. Y todo por mi culpa.»

—Se lo llevaron. —Ansel se restregó la saliva que le manchaba la boca. Quiso beber un sorbo de té, pero la taza se agitaba demasiado—. No sé adónde. Pero si no les da la respuesta que ellos quieren oír, estoy seguro que lo matarán.

Monroe soltó un sollozo apagado. Dirigió la mirada al hogar, pensando en algo muy remoto.

—Y entonces me llevaron hasta ese altar —dijo Ansel.

Le tendí las manos, con la esperanza de que las cogiera. Les echó un vistazo y después desvió la mirada. Retiré las manos vacías; me sentía vacía por dentro.

—Lumine dijo que no se podía confiar en los hijos de Naomi Tor —prosiguió—. Me apoyó las manos en el pecho, era como si me partieran en dos. Oí mi propio aullido, vi mi imagen lobuna flotando ante mí y después las llamas empezaron a consumirla. Mi pelaje echaba humo, podía sentirlo, olerlo, sentía que me quemaba vivo. Y entonces el lobo se convirtió en cenizas. Lumine agitó las manos y las cenizas desaparecieron. Y entonces lo supe, sentí que el lobo había desaparecido. Me había convertido en nada.

—No te has convertido en nada, estás vivo. —Monroe le apoyó la mano en el hombro. Ansel dio un respingo pero no se apartó—. Nosotros sólo somos humanos, pero creemos que vivir merece la pena.

—No soy humano —dijo Ansel—. Soy un Vigilante. Era un Vigilante. Ahora no sé qué soy.

—Podría volver a convertirte en lobo —dije de pronto—. Puedes volver a ser un Vigilante.

—No. He dejado de serlo. —El enfado le crispó el rostro—. Eso fue lo que dijo Lumine. Se lo dijo a todos. Sólo puedo volver a convertirme en Vigilante mediante la Magia Antigua. Un alfa no puede convertirme. Estoy maldito.

—Te ayudaremos —dijo Monroe—. Podemos enseñarte otras maneras de luchar. No hace falta ser un lobo para ser fuerte.

—Esta guerra habría terminado hace tiempo si los únicos fuertes fueran los lobos —farfulló Ethan.

—¡No quiero aprender a luchar de otra manera! Quiero volver a ser un lobo —replicó Ansel, con un brillo febril en la mirada—. ¿Puedes hacerlo? Sé que dominas la magia.

Monroe guardó silencio.

—Dijiste que querías ayudarme. —Ansel estaba desesperado—. Eso es lo que necesito. Haz que me ayuden, Cala.

—No creamos Vigilantes —dijo Monroe por fin—. No modificamos la naturaleza.

—¿De qué estás hablando? —pregunté—. La naturaleza de Ansel es lobuna. Lo antinatural es lo que le hicieron.

—Puede ser —dijo Monroe—. Pero con toda sinceridad, no disponemos de los medios para deshacer el hechizo. No destruiremos a otra criatura para convertirlo en lobo.

—¿Qué quieres decir con eso de destruir a otra criatura? —preguntó Shay.

—Tendríamos que coger la esencia de otro lobo, matarlo, para darle a tu hermano lo que él desea.

—No comprendo —dije. Se me puso la carne de gallina.

Silas alzó la vista de sus notas.

—Los Vigilantes fueron creados tras años de experimentar con las leyes del mundo natural. A los Guardas siempre les ha agradado doblegar la naturaleza a su voluntad. Los Vigilantes fueron una de las primeras demostraciones del poder que habían obtenido aliándose con el reino del averno. Cogieron animales y personas y durante años procuraron combinarlos y crear los mejores guerreros del mundo. Hubo muchísimos fracasos. Cuerpos mutilados, criaturas mutiladas no aptas para existir en este mundo ni en ningún otro. Y entonces aparecieron los Vigilantes, pero esa creación, esas criaturas son una abominación, un pecado contra la mismísima naturaleza. El motivo por el cual los Buscadores luchan contra los Guardas.

—¿Acabas de llamarme una abominación? —dije, mirándolo fijamente.

—Sí. Sí, así es —dijo Silas, mirándome de arriba abajo.

—Basta ya, Silas —dijo Monroe.

Era como si me picara un ejército de insectos.

—¿Fue realmente así como fueron creados los Vigilantes?

Recordé lo que me habían contado de niña. El primer Guarda: un noble guerrero herido de muerte que sólo se salvó gracias a la ayuda de un lobo solitario. La recompensa de ser elevada. El inquebrantable vínculo de servicio y amor.

—Sí. ¿Acaso te contaron una bonita historia acerca de tu origen? —bromeó Silas; era evidente que quería decir algo más, pero una mirada severa de Monroe lo acalló.

—Más mentiras —susurró Shay. Mantenía la vista clavada en sus manos. Me pregunté si lamentaba que lo hubiera convertido, ahora que sabía la verdad: que mi especie no había nacido en recompensa por un acto de lealtad sino gracias a una modificación perversa del orden natural. Uno de los primeros de tantos actos horrorosos por los que los Guardas eran célebres.

—Has de hacer algo, Cala —susurró Ansel—. Incluso si no puedes ayudarme. Antes de que me expulsaran, Lumine dijo que les harían lo mismo al resto de la manada, uno por uno, como un ejemplo. Debes impedirlo. Ellos son tu manada.

No podía pronunciar palabra. Era como si mi lengua se hubiese convertido en un trapo que me asfixiaba. ¿Qué podía hacer? Todas las elecciones que había hecho habían destruido mi mundo. Mi madre estaba muerta, mi hermano era una sombra atormentada del muchacho que antaño había sido, y todo ¿para qué? Shay y yo estábamos a salvo, pero ¿había servido para algo? ¿Es que los Guardas ya no eran una amenaza? Me dolía la cabeza y me llevé las manos a las sienes, tratando de aclarar mis dudas.

—No dejaremos que ocurra.

Al oír las palabras de Monroe, alcé la cabeza. Su expresión era sombría y apretaba las mandíbulas.

—¿Qué quieres decir, exactamente? —Isaac se volvió hacia Monroe y le echó un vistazo a Connor. Ambos se irguieron y tensaron los músculos.

—Exactamente lo que he dicho —respondió Monroe—. Que salvaremos a tu manada.

15

Creí que sentir más frío era imposible, pero tras oír las palabras de Monroe podría haber jurado que la temperatura de la habitación descendió.

Shay carraspeó y, hablando lentamente, preguntó:

—¿Qué quieres decir con eso de que salvaremos a la manada de Cala?

Monroe no contestó.

—Detesto decirlo, pero es obvio que Ren sabía a qué se oponía cuando tomó esas decisiones, y eso significa que tenía una visión más amplia del asunto —añadió Shay, sin mirarme—. Estaba dispuesto a hacer ese sacrificio.

—¿Sacrificio? —Esa palabra atroz no dejaba de aparecer en mi vida. Habían sacrificado a mi madre. Mi hermano parecía creer que hubiera sido mejor que también lo mataran a él. No soportaba la idea de que pronto Ren se encontrara entre las víctimas causadas por mí al salvar a Shay.

—No —dije, lanzándoles una mirada furibunda—. Ren no será sacrificado. Iremos a Vail para rescatarlo.

Ansel asintió, sin dejar de balancearse hacia delante y hacia atrás.

Shay se negó a mirarme a los ojos.

—¿Ir a Vail para qué? —preguntó Shay—. ¿Para qué nos maten? ¿Has olvidado cómo acabó tu última excursión?

—No podemos dejar a los lobos jóvenes en manos de los Guardas, Shay —dijo Monroe—. Sería una crueldad. Podríamos regresar con algunos de ellos… salvar esta alianza. Sólo que no ocurrirá tan rápidamente como esperábamos.

—No intento ser cruel —dijo Shay—. Sois vosotros los que no dejáis de decirnos que esto es una guerra. Las guerras causan bajas.

—Son niños —dijo Monroe, mirando a Ansel—. No es lo mismo.

—¿Niños? —La risa de Shay era áspera—. Hablamos de los otros alfas. Sé que Cala es joven, pero no diría que es una niña. Y lo mismo vale para Renier Laroche: sabía lo que estaba haciendo. Se acabó.

—¿Cómo puedes decir eso? —exclamé—. ¡El único motivo por el que quizá muera es porque trataba de salvarnos!

—Hablo con sinceridad —contestó Shay en tono frío—. Si vamos a Vail, habrá un baño de sangre. No puedes correr ese riesgo, no dejaré que lo hagas.

—¡Que no me dejarás! ¿Quién diablos crees que eres? —La sangre me ardía en las venas; mis dientes estaban tan afilados que, mientras gritaba, me perforaban la lengua. Me volví hacia Monroe—. ¡No podemos abandonarlo!

—No lo haremos, Cala —dijo y me cogió la mano—. Tienes mi palabra.

—¿Cómo puedes decir eso? —Ahora el que gritaba era Shay—. ¿Qué puede justificar una misión suicida como esta?

—Ren ama a Cala —dijo Monroe en voz baja—. Ya ha arriesgado su vida para salvarla. No la traicionará. Morirá por ella.

Sentí una punzada de culpa en el estómago. Shay maldijo en voz baja.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó, apretando los puños—. Es un Vigilante. He visto de lo que son capaces. He leído su historia. Durante siglos obedecieron las órdenes de los Guardas sin cuestionarlas. Ren es uno de ellos.

—No sólo es un Vigilante. —Monroe se dirigió a Shay con las mandíbulas apretadas—. Es el hijo de Corríne. Ella cambió de parecer y él también lo hará.

—Corrine está muerta —siseó Shay—. Olvida tu historia de amor, viejo.

Monroe lo arrojó al suelo de un sonoro puñetazo. Adne soltó un grito ahogado y se acuclilló junto a Shay. Ethan se acercó a Monroe con los labios apretados.

—Venga, papá —murmuró Adne. Debía de estar trastornada porque siempre llamaba a Monroe por su nombre—. Sé razonable, por favor. Shay siente temor por Cala. Él también la ama.

Debía de estar realmente trastornada. Era la primera vez que admitía lo que Shay sentía por mí. Me habría resultado tranquilizador si no estuviera tan furiosa con Shay. Aunque se debiera a que me amaba, no tenía derecho a impedir que ayudara a mi manada.

—Es evidente que hemos dejado atrás la razón —refunfuñó Shay y se frotó la mandíbula al tiempo que Adne le ayudaba a ponerse de pie.

—Lo siento. —Monroe sacudió la cabeza con la vista fija en su puño aún cerrado.

Connor notó mi expresión atónita y se apresuró a interponerse entre Monroe, Adne, Shay y yo.

—Esta alianza no debe fracasar. Todos estamos en el mismo bando —dijo.

—¿De veras? Pues no lo parece —masculló Shay.

—Tranquilo, Elegido. —Connor sonrió—. Si realmente quieres cambiar las cosas, convertir el mundo en un lugar mejor, hemos de ayudar a los Vigilantes. Sus vidas son un infierno; hemos de sacarlos de allí. Y Monroe tiene razón: incluso si sólo logramos sacar a unos pocos podría suponer un primer paso para forjar una alianza. Debemos empezar por alguna parte.

Monroe asintió.

—Ethan —dijo Shay—. Échame una mano.

—Sé que eres el Vástago y todo eso, chico —murmuró Ethan—, pero creo que Monroe y la chica lobo tienen razón. Hemos de ir a Vail, y pronto.

—Eres el último que creí que se alistaría entre los que están a favor de que los Vigilantes reciban un trato ético. —Connor rio.

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