Maestra del Alma (Spanish Edition) (17 page)

BOOK: Maestra del Alma (Spanish Edition)
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33. Maestra del Alma

Definitivamente algo sucedía con Dai. Todos lo sabían, pero nadie lo mencionaba, solo le lanzaban miradas de reojo vacilando si preguntarle qué le sucedía. Vacilando si realmente era buena idea ayudarlo, también. El gran y poderoso demonio cuya fama le precedía, que se decía que podía estar en varios lugares a la vez, que tenía más resistencia que cualquier hombre y que podía matar con solo la mirada, estaba exhausto y demacrado. Desde que salieran de Faerl, su cansancio y agotamiento fue creciendo hasta que parecía que llegó un momento que caminaba por inercia.

Alina podía verlo. Podía ver que algo se agotaba dentro de Dai, algo que no se podía describir. Todos iban unos pasos más adelante de él así que aminoró la marcha hasta estar a su lado y levemente tiró de su larga trenza.

—¿Estás enfermo? ¿Qué diablos te sucede? —preguntó intentando provocar en él alguna reacción.

Dai no respondió. Siguió con su mirada firme en un punto fijo delante y ni siquiera pareció haberla escuchado. Alina no volvió a hablarle, pero permaneció a su lado hasta que Dai finalmente no siguió caminando. Simplemente se detuvo, y quedó fijo en esa posición sin moverse durante unos minutos mientras todos lo observaban, algunos preocupados, otros más bien intrigados. Alina se detuvo frente a él y miró consternada como los ojos de Dai perdían toda clase de brillo de vida. El gran ex demonio entrecerró los ojos como si no tuviese fuerzas para mantenerlos abiertos, pero tampoco para cerrarlos y así se quedó. Alina extendió una mano para despertarlo del trance, pero antes de que pudiese llegar a su hombro Dai emitió un grito desgarrador que retumbó en el bosque y llevándose las manos al abdomen se desplomó en el suelo para luego enmudecer nuevamente.

—¡¡¡DAI!!! —exclamó Alina arrodillándose y enderezando el cuerpo de Dai mientras el resto del grupo corría a su lado.

—¡¿Qué sucedió?! —preguntó Elio mirando confundido el cuerpo inerte en el suelo.

—Alina, tus manos... —dijo Mayra en un susurro.

Alina llevó la mirada a sus manos y descubrió que estaban cubiertas de sangre. Antes de que pudiese reaccionar, Hikaru la hizo a un lado y puso rápidamente de espaldas el cuerpo de Dai. Desgarrando y haciéndose paso entre la ropa del demonio, Hikaru dejó a la vista un gran tajo en el lado derecho del abdomen de Dai que sangraba en abundancia. Sin decir una palabra, con los restos de la camisa, el enmascarado apretó la herida y murmuró palabras mientras movía sus dedos de forma aparentemente aleatoria.

—Eso es una herida de un elemento cortante... ¿se lo hizo él mismo? —preguntó Emir que miraba intrigado.

—No tiene ningún cuchillo encima ni nada del estilo, además yo me encontraba a su lado y no lo vi ni sangrar ni apuñalarse con nada —opinó Alina luego de revisar un poco a Dai en busca de algún cuchillo.

—Esta herida acaba de hacerse... —susurró vacilante Hikaru sin dejar de presionar la herida.

—¿Qué diablos sucedió? —volvió a preguntar Elio, ahora más confundido que sorprendido.

—No puedo curarla, no sé lo que sucede, no tiene ningún órgano dañado pero no logro que se cierre la herida.... Es como si se mantuviese abierta a propósito. Se morirá desangrado —explicó con esfuerzo Hikaru.

—¿Es alguna clase de poder entonces? —preguntó Elio.

—No conozco a alguien tan poderoso como para poder hacer uso del poder del espacio de esta forma. Ni siquiera Joy ha podido controlarlo tan bien.

—No noto rastros de poder, no es el suficiente como para hacer esto. No sé lo que es.. —dijo Mayra, dura como una estatua... asustada.

—Quizás sea mejor... tengo la impresión permanente de que nos va a traicionar —se atrevió a decir Emir.

—¡Emir! ¡Cómo puedes decir eso! —reprochó Alina.

—Lo necesitamos, es imposible sin él. Eso sí lo sé —respondió Mayra.

Durante unos instantes, todos enmudecieron y fijaron su mirada en Dai sin saber que hacer hasta que Alina se movió hacia el lado opuesto de Hikaru y levantó la cabeza del demonio con uno de sus brazos y con su otra mano comenzó a golpear la mejilla de Dai.

—Dai, ¡Despierta! Dinos que pasó porque no sabemos que hacer.... ¡DESIPIERTA! —gritó la chica.

El demonio permaneció inmóvil pero, cuando Alina estaba por rendirse, abrió levemente sus parpados, como queriendo despertar.

—¡HABLA! ¿Qué hacemos? —rezongó Alina.

Pero Dai permanecía en silencio, mirándola vacíamente.

La chica dejó la cabeza del muchacho nuevamente en el suelo y lo miró rendida. Los ojos de Dai seguían semi—abiertos pero aunque parecían sin vida, Alina podía ver que todavía quedaba algo de ella fluyendo por el cuerpo de Dai. Hikaru cambió de posición bruscamente murmurando algo que sonó a "Nunca se me ha muerto alguien..." y mientras presionaba la herida un poco más fuerte concentrado, Dai comenzó a retorcerse y a aspirar fuertemente.

—Estoy usando todo mi poder para cerrar la herida... logré disminuir un poco el flujo de sangre pasarle parte de mi energía para que despertase... pero no creo que pueda seguir haciéndolo mucho tiempo —explicó el niño.

—Dai, mírame, ¿qué hacemos? ¡Dai! —comenzó nuevamente Alina girando la cara del demonio para que enfrentara a la suya.

Los ojos del muchacho tenían un poco más de vida, aunque su cuerpo se contorsionaba de dolor y respiraba con mucha dificultad.

Lentamente, logró posar sus ojos sobre los de Alina y la chica pensó que finalmente podría decir alguna palabra o susurro que ayudara a salvarlo. Sin embargo, antes de que Dai pudiese emitir sonido alguno, aparte de los constantes gemidos, Alina tensó su cuerpo y se alejó un poco de él.

—¿Qué sucede? —le pregunto Mayra extrañada.

La chica no respondió, simplemente miro con detenimiento el cuerpo tendido en la hierba, había algo que no cuadraba. Lo veía alrededor de Dai, pero más que nada en sus ojos. La sensación que emanaba de él era algo completamente diferente, algo extraño. Sin pensarlo si quiera, más para ella misma que para nadie más, dijo con un susurro:

—¿Quién eres?

Dai, o quien fuera, la miro de golpe sorprendido, como si acabase de comprender algo que ignoraba y sin decir nada, cerró los ojos. Alina sintió como la sensación extraña se iba desvaneciendo, y cuando el muchacho volvió a abrir los ojos supo que Dai volvía a ser el mismo de siempre.

—Ha vuelto —dijo sin entender siquiera lo que eso significaba volviéndose a acercar.

Si era una Maestra del alma como todos parecían creer, era hora de hacer algo al respecto. Se esforzó aún más por ver dentro del ser de Dai. Algo extraño estaba ocurriendo con él, y si podía sentirlo nuevamente quizás pudiesen ayudarlo. "Ver" no es estrictamente la palabra que describe lo que comenzó a percibir Alina, puesto que sus ojos seguían viendo lo mismo. Comenzó a sentir con más claridad el interior de Dai, como una niebla que rodeaba al chico, y no pudo menos que preguntarse si se encontraba percibiendo el alma de una persona. No se dejó alterar por las dudas, para tener un punto de referencia analizó también a todos sus acompañantes, que la miraban como si hubiese perdido la cordura pero no la interrumpían.

Cada niebla proveniente de sus acompañantes era diferente y realmente no entendía cómo podía ayudarla. Concentrándose únicamente en Dai y siguiendo su instinto, apoyó una de sus manos sobre el pecho del chicoy la visión se hizo aún más clara, tanto más que pudo distinguir que la niebla que lo rodeaba era de dos clases. ¿Tenía Dai dos almas? Parte de la niebla, de menor cantidad se arremolinaba constantemente sobre la segunda y Alina dedujo que se trataba de aquello que se había apoderado del cuerpo de Dai durante unos instantes. 
¿Un parasito?
, pensó Alina intentando darle sentido a lo que veía. Concentró toda su fuerza en intentar bloquear la niebla ajena. Fue como cerrar un grifo de agua pero para mantenerlo de esta forma Alina tenía que concentrar todo su esfuerzo en esa única acción.

—Está comenzando a sanar —exclamó Hikaru con nueva esperanza.

—¿Alguien puede explicar qué está pasando? —insistió Emir perdiendo la paciencia.

—Cállate, luego nos dirán.

—Oh no… —exclamó Hikaru con voz quedada.

Alina no necesito más detalles, lo podía sentir. La niebla que rodeaba al chico estaba dejando de girar y retorcerse sobre sí misma, y al hacerlo sintió como a Dai se le escapaba la vida. ¿Necesitaría del parásito para poder vivir? Pero a su vez el parasito no lo dejaba curarse. Alina abrió el grifo que contenía la niebla ajena y dejó escapar solo la mitad de ella. Dio resultado, ambas nieblas comenzaron a girar y a retorcerse y Dai exhaló un suspiro de alivio.

—Nuevamente está empezando a sanar. Es lento, más de lo usual, pero sanará si seguimos así —informó Hikaru.

Mientras la herida sanaba, Alina iba dejando pasar lentamente a la niebla ajena y luego de varios minutos que parecieron horas, Dai sanó y dejó de gemir. Alina y Hikaru, agotados, pudieron finalmente descansar. Cuando Alina se hubo calmado un poco, notó que jadeaba y al pasarse una mano por la frente descubrió que sudaba copiosamente.

—Muy bien, soy todo oídos —dijo Elio un poco exasperado.

—Tú estabas haciendo algo, fue lo que logró que Hikaru pudiera sanarlo —dijo cuidadosamente Emir, mirándola con recelo.

—Hay algo junto a él, una especie de parásito viviendo en su mismo cuerpo, impedía que se curase pero si lo bloqueaba la vida de Dai se escapaba. Lo controlé, simplemente.

—¿Simplemente? ¡¿SIMPLEMENTE?! ¡Lo dices como si fuese tan sencillo! —exclamó Emir un levantando un poco su voz chillona— Eres una Maestra del alma, tienes el poder innato... es imposible, no se ha tenido registro de un Maestro del alma desde hace siglos. Pero es la única explicación —continuó rápidamente el chico más hablando para sí mismo que para el resto.

—Esto se pone cada vez más interesante. ¿Puedes ver mi alma, Alina? —preguntó Elio sonriendo.

—No sé qué fue lo que hice.

—Aprenderás, con práctica. Es este poder único que posees lo que te trajo hasta aquí, lo que te unió a esta misión. Hay algo que solo tú puedes hacer, esperemos que la sombra todavía no lo haya descubierto —explicó Mayra un poco nerviosa.

Fue de golpe que Alina se sintió agotada, y mientras el resto del grupo, excepto Hikaru que estaba tan extenuado como ella, hacía conjeturas sobre su rol en la misión, se acostó en el suelo al lado de Dai y se durmió ni bien posó su cabeza en el césped.

34. Agradecimiento

 

—... te lo advierto, si no quieren que suceda hagan algo al respecto

¿Era Dai el que hablaba? ¿Ya estaba en condiciones de hacerlo? Se preguntó Alina al escuchar la voz del chico entre sueños.

—Es de los nuestros –respondió Mayra con voz de queda.

—Sabes que cuando se apodera de uno es muy difícil que vuelva, por no decir imposible.

—No pasara.

—Pasará y lo sabes, yo te avisé.

—Gracias, pero confío en que no será así.

Alina no entendía la conversación, menos aun estando tan abombada como se sentía al intentar despejarse. Le pesaba y le dolía la cabeza, y su cuerpo se sentía oxidado. Se incorporó quedando sentada en el suelo y miró al rededor intentando focalizar la vista. Cuando pudo razonar lo suficiente se dio cuenta que tenía gran parte de su pelo sobre sus ojos, debía de tener un aspecto de lo más agradable. Se sacó la cortina de cabello de su rostro y divisó a Mayra y a Dai que hablaban en voz un poco más baja a unos metros de ella. Al verla despierta, Mayra guardó silencio y le hizo una seña a Dai para que hiciese lo mismo. 
Eso es un poco insultante
, pensó.

Dai parecía tan saludable como podría estar cualquiera, como si nada hubiese pasado.

—Explícate –dijo simplemente con voz aun ronca.

—¿Lo que? –preguntó Dai.

—¡¿Qué diablos te ocurrió ayer y cómo demonios te encuentras en pie?! –aclaró ella un poco impaciente.

—Me lastime con una rama que había en el camino

—Y yo soy Bambi...

—¿Quién?

—No tengo ganas de discutir. No quieres decirnos qué ocurrió entones no lo hagas —replicó Alina desganada volviéndose a tender sobre el pasto deseando poder descansar un poco más.

 

 

Era incómodo, Dai le lanzaba miradas furtivas indecisas desde lejos. Por momentos incluso se encaminaba en su dirección pero cambiaba de opinión al segundo y volvía a su lugar enfurruñado y peleando consigo mismo. Al principio a Alina le parecía divertido y lo observaba entretenida pero luego de unos minutos se había vuelto incómodo. El resto no lo había notado, a menos que fuesen muy buenos no demostrándolo. En un momento de piedad decidió alejarse un poco del grupo con la esperanza de que estando sola Dai finalmente se pusiese los pantalones y terminase todo este drama. Ya conocía bastante bien a Dai como para saber que si iba directo hacia él y le preguntaba qué demonios quería, Dai se pondría a la defensiva, negaría absolutamente todo y terminarían discutiendo a los gritos. Estaba muy cansada para una escena.

Lentamente se puso de pie con cara de pocos amigos y se dirigió con paso tranquilo hacia una laguna cercana de la que habían llenado sus cantimploras unas horas antes. Por supuesto, Dai apareció tras ella unos minutos después como era de esperar. El chico era un misterio pero también era transparente en algunos momentos, pensó Alina sonriendo un poco para adentro.

—Dame tu mano —espetó Dai cuando estuvo cerca de ella sin dar más explicaciones.

—¿Eh? —fue lo único que pudo decir Alina mientras miraba la mano que le extendía Dai sin entender que pretendía el chico— ¿Para qué?

Dai resopló como si todo aquello le molestara.

—Solo dame la mano así podemos terminar con esto —dijo tomando fuertemente la mano de Alina sin pedir más permiso.

La chica en una situación normal lo hubiese enfrentado soltando su mano pero realmente quería saber que pretendía Dai por lo que su reacción fue únicamente levantar una ceja y mirarlo inquisitivamente.

—Tómalo como agradecimiento por lo de ayer. No quiero deudas y sé que te gustan estas cosas tontas. Si me sueltas la mano se termina así que aguántalo —explicó mientras bruscamente la enderezaba para que quedasen mirándose mutuamente.

—Bien, debo admitir que estoy bastante intrigada —comentó ella mientras Dai le levantaba la barbilla para que sus ojos mirasen los suyos.

Que lindos ojos que tiene este demonio insoportable

No te ruborices, no te ruborices, no te ruborices...
fue lo único que pudo pensar la chica y los segundos hasta que Dai desvió la mirada se hicieron eternos.

—Listo —anunció Dai

Alina miró para todos lados pero no veía nada diferente excepto q ambos seguían tomados de la mano.

—Impresionante, realmente impresionante. ¿Ahora puedo irme a dormir una siesta antes de que partamos de nuevo?

Dai la miró como si fuese idiota y la llevó sin delicadeza a rastras hasta la orilla de la laguna. Luego siguió caminando lentamente dándose cuenta Alina de lo que estaba ocurriendo.

—¡Estamos caminando sobre agua! ¡Estamos caminando sobre agua! ¡¿Cómo?!

—Es una ilusión, si me sueltas la mano se rompe —dijo dejando traslucir un poco de orgullo en su voz.

—Alina no podía dejar de mirar en todas direcciones bruscamente buscando alguna señal de que era una ilusión, pero todo era perfectamente real. Se agachó, tirando sin piedad de la mano de Dai, hacia el agua para tocarla y se sorprendió aún más cuando pudo sumergir su mano sin ningún problema. Sus pies por otro lado, sentían algo firme sosteniéndolos, como si estuviese parada sobre una balsa invisible, hundida unos centímetros bajo la superficie. Queriendo investigar aún más chapoteó en el agua con ambos de sus pies, salpicando como una niña en su primer día en la playa.

—¿¡Puedes parar?! Me dislocarás el hombro –gritó Dai afirmando su brazo para que Alina dejara de moverse.

—Ups, perdón –dijo ella entre risas, aunque realmente no lo sentía—. Esto es impresionante, ¡es tan real!

—Esto no es nada –respondió Dai con una sonrisa cómplice.

—Sin previo aviso, Alina sintió que se estaban elevando y dejaban atrás el lago y las copas de los árboles. Por un acto reflejo, Alina se aferró de golpe a la camisa de Dai asustada.

—¡Estamos flotando, Dai! ¡Hiciste que flotáramos! Espera, ¡estamos volando, he soñado mil veces que podía volar y ahora realmente está pasando!

—Lo sé, soy el qué lo está haciendo, ¿recuerdas?

—¡Cállate! ¡No te atrevas a arruinar este momento!

La muchacha estiró los brazos en una dirección y se inclinó como haría un superhéroe pero no logró moverse.

—¿Se puede saber qué estás intentando hacer? —preguntó Dai mirándola entre intrigado y divertido mientras Alina intentaba despegar en cierta dirección.

—Tratando de volar por supuesto

—Ah, ¿así?

En ese momento, cuando Alina estiró los brazos comenzó a volar en la dirección que deseaba con Dai todavía cogido de su mano. Volaron en muchas direcciones pasando por arriba de la laguna, yendo a los alrededores del bosque e incluso en un momento pasaron por encima del campamento y saludó a sus amigos desde el aire. Alina dirigía, cambiaba de rumbo a último momento y daba volteretas mientras reía a carcajadas. Podría haberlo hecho durante todo el día, pero Dai la interrumpió y señaló una nube blanca y esponjosa que estaba cerca. Al acercarse la muchacha la tocó y vio que más que una nube tenía una textura similar a la del algodón, como tantas otras veces había soñado, y sin pensarlo dos veces se asomó por encima de la nube y se acostó en ella como si fuese un colchón de aire.

—Demonio entrometido quédate afuera de mis sueños.... pero gracias, esto es asombroso.

—Estamos a mano, ahora creo que deberíamos volver, no tengo mucha más fuerza

—Flotaron por el cielo hasta el lugar donde todo había comenzado, Dai la guió a ponerse en una posición que ella asumió era la que tenía cuando había comenzado la ilusión. Unos instantes luego, sin previo aviso o palabra, Dai le soltó la mano, le dio la espalda y comenzó a dirigirse hacia el campamento. Alina lo siguió sin decir nada. Cuando llegaron, Dai se sentó con la espalda a un árbol, se envolvió con su capa y se quedó dormido mientras todos lo miraban con incredulidad.

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