Muerto hasta el anochecer (39 page)

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Authors: Charlaine Harris

BOOK: Muerto hasta el anochecer
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—Tienes la nariz rota —observó. Puse los ojos en blanco.

—Gracias por avisarme —susurré—. Se lo diré a la doctora en cuanto la vea.

Entrecerró los ojos.

—Deja de tratar de distraerme.

—Vale. La nariz, dos costillas y una clavícula.

Pero Bill quería examinarme por completo y bajó la sábana. Me moría de vergüenza. Por supuesto, llevaba puesta una terrible bata de hospital —que ya era deprimente de por sí—, no me habían bañado como era debido, mi rostro mostraba varios colores distintos y estaba despeinada.

—Quiero llevarte a casa —anunció, después de recorrerlo todo con sus manos y examinar con minuciosidad cada rasguño y cada corte. El doctor Vampiro. Le indiqué con la mano que se acercara.

—No —dije en un suspiro. Señalé a la bolsa de goteo. La contempló con cierta suspicacia, aunque sin duda tenía que saber de qué se trataba.

—Puedo sacarla —afirmó. Sacudí la cabeza con vehemencia.

—¿No quieres que me ocupe de ti?

Resoplé, exasperada, lo que dolió muchísimo. Hice un gesto de escribir con la mano, y Bill rebuscó en los cajones hasta que encontró un bloc. Curiosamente, él llevaba un bolígrafo encima. Escribí: «Mañana me darán el alta si no me sube la fiebre».

—¿Quién te va a llevar a casa? —preguntó. Estaba de nuevo junto a la cama, mirándome desde arriba con franca desaprobación, como un profesor que descubre que su mejor alumno no pasa de ser un lerdo irredento.

«Tendré que avisar a Jason o a Charlsie Tooten», escribí. De haber sido diferentes las cosas, habría apuntado de inmediato el nombre de Arlene.

—Estaré allí al anochecer —dijo.

Miré hacia arriba, a su pálida cara. La córnea de sus ojos casi destellaba en la penumbra de la habitación.

—Te voy a curar —prometió—. Deja que te dé algo de sangre —recordé cómo se me había aclarado el pelo, y que era casi el doble de fuerte que antes. Sacudí la cabeza—. ¿Por qué no? —dijo, como si ofreciera un vaso de agua a un sediento y éste lo rechazara. Quizá hubiese herido sus sentimientos.

Tomé su mano y la llevé hasta mis labios, besando con suavidad la palma. Apreté la mano contra mi mejilla más sana. «La gente me encuentra cambiada», escribí un poco después. «Y yo también lo noto.»

Inclinó la cabeza unos momentos, y después me miró, entristecido.

«¿Sabes lo que ha ocurrido?», escribí.

—Bubba me ha contado parte —dijo, y su rostro adquirió una expresión temible al mencionar al obtuso vampiro—. Sam me ha explicado el resto, y he pasado por la comisaría para leer los informes policiales.

«¿Andy te ha dejado hacer eso?», garabateé.

—Nadie se ha enterado de que estaba allí —explicó, como si tal cosa.

Traté de imaginármelo, y me dieron escalofríos. Le lancé una mirada desaprobadora.

«Cuéntame lo que ha pasado en Nueva Orleans», escribí. Comenzaba a sentirme soñolienta de nuevo.

—Tendré que explicarte algunas cosas sobre nosotros —dijo, dubitativo.

—¡Vaya, vaya, secretitos de vampiros! —susurré. Ahora le tocaba a él mirarme con desaprobación.

—Nos estamos organizando —me explicó—. Traté de idear algún modo de mantener a Eric a raya —al escuchar eso, miré de forma involuntaria hacia la flor roja—. Sabía que si me convertía en oficial, como él, le sería mucho más difícil interferir en mi vida privada.

Parecía muy interesada, o al menos eso intentaba.

—Así que asistí a la asamblea regional —prosiguió—, y a pesar de que nunca había participado como miembro activo en nuestra política, me presenté para un cargo... Y gracias a un poco de intrigante cabildeo, ¡he ganado!

Eso sí que era sorprendente. ¿Bill era un representante gremial? También me surgieron preguntas sobre eso del cabildeo. ¿Quería decir que Bill había acabado —literalmente— con la oposición? ¿O que había obsequiado a los votantes con una botella de «A positivo» por cabeza?

«¿En qué consiste tu puesto?», escribí con lentitud, mientras me imaginaba a Bill sentado en una reunión. Traté de parecer orgullosa, que claramente era lo que él esperaba.

—Soy el inspector de la Zona Cinco —explicó—. Ya te contaré en qué consiste cuando estés en casa. No quiero cansarte ahora.

Asentí, sonriendo satisfecha. Confié en que no se le pasara por la cabeza preguntarme quién me había enviado las flores. Me planteé si debía escribirle a Eric una nota de agradecimiento. ¿Por qué se me iba la cabeza a detalles tan nimios? Debía de ser por los analgésicos.

Le hice un gesto a Bill para que se acercase más. Obedeció y posó su rostro sobre la almohada, al lado del mío.

—No mates a Rene —susurré.

Su mirada era fría, gélida... Helada.

—Puede que yo ya me haya ocupado de eso —le expliqué—. Está en cuidados intensivos... Pero aunque sobreviva, ya ha habido suficientes asesinatos. Deja que la ley se encargue de él. No quiero más cazas de brujas contra ti. Nos merecemos vivir en paz.

Se me hacía cada vez más difícil hablar. Tomé su mano entre las mías, la apoyé contra mi mejilla sana. De repente, toda la nostalgia que había sentido en su ausencia se anudó en mi pecho, y le tendí mis brazos. Se sentó con cuidado al borde de la cama, e inclinándose sobre mí, con muchísima delicadeza, me pasó los brazos por debajo y, milímetro a milímetro, tiró de mí hacia él.

—No lo mataré —me prometió, al oído.

—Cariño —musité, consciente de que su agudo oído captaría aquel débil sonido—, te he echado de menos —exhaló un breve suspiro, y sus brazos me estrecharon ligeramente. Con sus manos, me acarició con suavidad la espalda.

—Me pregunto —dijo— cuánto tardarás en curarte sin mi ayuda.

—Oh, trataré de darme prisa —susurré—. Seguro que sorprendo a la doctora.

Un collie trotó por el pasillo, se asomó por la puerta entreabierta, soltó un «grouff», y se alejó tal como había venido. Asombrado, Bill se giró para echar un vistazo al pasillo. Ah, claro. Había luna llena, la podía ver al mirar por la ventana. También pude ver algo más: un pálido rostro emergió de la oscuridad, flotando en el espacio, entre la lima y yo. Era un rostro hermoso, con una aureola de largos cabellos dorados. Eric, el vampiro, me sonrió, y fue desapareciendo, poco a poco, de mi vista. Estaba volando.

—Pronto volverá todo a la normalidad —dijo Bill, mientras me tumbaba con delicadeza para poder apagar la luz del cuarto de baño. Su cuerpo brillaba en la oscuridad.

—Sí —susurré—, claro. De vuelta a la normalidad.

Notas

1
 
The Oprah Winfrey Show
es uno de los
talk shows
(programa de testimonios) de programación diurna más antiguos de los Estados Unidos. Se emite desde 1986.
(N. de la T.)

2
  A diferencia del resto de Estados de los Estados Unidos, Luisiana está dividido en 64
parishes
(parroquias) equivalentes a condados.
(N. de la T.)

3
 
The Sallyjessy Raphael Show
fue el
talk show
más antiguo de la televisión estadounidense. Comenzó a emitirse en 1983.
(N. de la T.)

4
  Grupo étnico localizado en Luisiana cuyo dialecto proviene del francés.
(N. de la T.)

5
  Equipo perteneciente a la liga de béisbol profesional de Estados Unidos con sede en Shreveport, Luisiana.
(N. de la T.)

6
  Grupo de rock psicodélico norteamericano cuyo nombre podría traducirse al español como los «Muertos Agradecidos». (TV.
de la T.)

7
  Denominación aplicada a las ataduras ejecutadas sobre una persona vestida o desnuda con fines eróticos. (TV.
de la T.)

8
  Nombre de la mansión situada en Memphis (Tennessee) donde Elvis Presley vivió desde los veintidós años, y en cuyos terrenos se halla sepultado.
(N. de la T.)

9
  La traducción al español del título de esta canción sería: «Pon tu cabeza sobre mi hombro».
(N. de la T.)

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