Mundos en el abismo (49 page)

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Authors: Juan Miguel Aguilera,Javier Redal

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: Mundos en el abismo
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—Regresasteis, ¿por qué? ¿Por qué no desembarcasteis en cualquier planeta de la Galaxia?

El delfín pareció sonreír con tristeza.

—La proyección se refería a las máquinas Von Neumann... Oannes hizo una pausa. Sólo obtuvo miradas de incomprensión.

—El proyecto original era que las Máquinas abriesen camino a la colonización humana. Muchos planetas son adecuados para la vida, pero no existe en ellos vida nativa. Otros son casi habitables. Las Máquinas debían terraformarlos. Pero...

—Pero... ¿qué? —preguntó intrigado Jonás.

—Pero... Nada. No hay huellas de civilización humana en la Galaxia. Si hay humanos vivos, no tienen civilización.

Una sombría premonición se apoderó de todos. Jonás sintió un escalofrío. Sólo Chait Rai parecía impasible.

—Cuando regresé —prosiguió Oannes— traté de comunicarme con quien fuera. No obtuve respuesta. Sólo oí códigos cifrados en binario, que mi ordenador no pudo descifrar. Eran comunicaciones máquina-máquina. No había la menor huella de voces o imágenes humanas.

»No obtuve respuesta a mis mensajes, aunque los radiofaros debían responder a la clave en que emití.

»Pasé mucho tiempo reuniendo información para decidir mi próximo paso. Escuché todas las frecuencias. Obtuve imágenes de la Galaxia en todo el espectro. Medí campos magnéticos, radiaciones, incluso cuenta de neutrinos. Mi ordenador quedó empachado de números...

»La inevitable conclusión es ésta: La Galaxia está infestada de Máquinas de Von Neumann. Millones de ellas. Esparcidas por todos los soles, incluso el Núcleo, que su programación original ordenaba evitar.

»Sólo puedo proponer una explicación: Se han vuelto locas.

—¿A qué te refieres exactamente? —preguntó Lilith.

—La programación de las Máquinas —respondió Oannes— estaba codificada en bloques de cristales aperiódicos de... Bueno, no importa. Pero ningún modo de almacenar información está a salvo de pérdidas o cambios aleatorios, debidos a inevitables errores de copia o la acción de radiaciones...

—Mutantes —habló Jonás—. Esas máquinas son mutantes.

—¿Eh? —exclamó Lilith.

Fue Oannes quien respondió.

—Eso es lo único que lo puede explicar. A lo largo de los milenios, sus instrucciones pasaron de "padres" a "hijos". Pero debieron deslizarse algunos pequeños errores. Y al acumularse con el paso del tiempo, dejaron de seguir las intenciones originales de los programadores.

—¡Como los seres vivos! —dijo Lilith—. Creyeron asegurarse unos esclavos fieles, pero esto los independizó.

Increíblemente, Jonás se echó a reír con una risa casi histérica. Sus compañeros le miraron con alarma.

—No, no estoy loco... —Se fue calmando—. Es sólo que... bien, estaba recordando una conversación que tuve con Hari sobre evolución. Aquellas primeras máquinas rebeldes obtuvieron una ventaja selectiva sobre las obedientes.

Ahora fue él quien obtuvo una mirada de incomprensión.

—¿No os dais cuenta? Las máquinas tienen que trabajar para la humanidad y para autorreplicarse. Las rebeldes sólo trabajan para sí mismas. Así que disponen de más recursos para autorreplicarse. Intentad contemplarlo desde mi punto de vista...

»Un ser vivo distribuye los recursos capturados (energía o materia) en estas partidas: crecimiento, células reproductoras, reposición de células no reproductoras perdidas (epidermis, pelos, cutículas, y demás), energía muscular. Hay además una pérdida de calor.

Una fábrica gasta la mayor parte de sus recursos en transformar materias primas, y el resto en mantenimiento. Si gastase una apreciable cantidad de recursos en crecimiento, quedaría poco para el procesado de materias primas. Su rendimiento seria menor.

»Por ejemplo: una placa solar tiene un rendimiento del 18 al 20 por ciento. En cambio, la fotosíntesis tiene un rendimiento (en condiciones óptimas) de apenas el 3 por ciento. Las plantas están hechas para sobrevivir, no para ser explotadas.

»Una factoría capaz de autorreplicarse necesitaría gran cantidad de máquinas y herramientas para ello, que serían poco útiles en el procesado de materias primas. De forma que cada copia mutante de una Máquina, que dedicara una menor parte de su esfuerzo, en la elaboración de estas materias, y más en su propia reproducción, gozaría de una ventaja evolutiva definitiva con respecto a sus hermanas... En sólo unas pocas generaciones acabaría por imponerse totalmente a ellas.

»Una vez lanzada al espacio la primera máquina Von Neumann la secuencia de los acontecimientos será inevitable... ¿Cómo pudisteis cometer un error tan estúpido?

—No lo sé —dijo Oannes lentamente—. El sistema fue diseñado a prueba de fallos... al menos en teoría.

—Y ahora, ¿qué podemos hacer? —preguntó Chait.

—¿Hacer? —dijo Oannes—. Quizás estemos razonablemente a salvo aquí. Los cúmulos globulares son pobres en metales, y por tanto poco interesantes para las Máquinas... No lo sé. Lo cierto es que, probablemente, en Akasa-puspa se encuentre la última reserva de seres humanos del Universo.

—Pero las Ciudades... —insistió Chait —son Máquinas Von Neumann, ¿no?

El delfín cabeceó asintiendo.

—Sí, y las babeles también. Se coloca un satélite en órbita, y éste se encarga de tender una babel por si mismo... Pero no hay peligro. Las mutaciones se produjeron a lo largo de milenios de autorreplicarse. Pero las Ciudades, mientras los humanos no ocupen sus zonas habitables, no se replicarán.

—Por eso estableciste un tabú sobre la utilización de esos sectores... —dijo Jonás.

—Sí. El jugar a dios no me gusta tanto como podáis haber imaginado. Pero me vi obligado a establecer unas reglas para mi protección personal.

—Reglas tales como el tabú de que tu imagen sea reproducida...

—Sí. Pero me temo que existe algo en las religiones que las obliga a proveerse de iconos. Mi prohibición no resultó demasiado efectiva.

—Pero, ¿por qué? No lo entiendo.

—Piensa en esto: he vivido seiscientos años. Con un poco de suerte podría llegar al milenio. Aquí, en la Esfera, no hay nada que me lo impida... Pero tengo unos vecinos muy ruidosos. Por lo que sé, lleváis veinticinco millones de años de interminables y continuas guerras, y yo estoy más indefenso de lo que parezco. Pensé que el mantenerme oculto era mi única posibilidad de supervivencia.

»Pero me equivoqué. La violencia debe estar más sólidamente implantada en vuestros genes de lo que me figuraba. Me habéis dado una buena prueba de esto destruyendo una babel que había estado firmemente levantada en su lugar durante millones de años, y lo hicisteis nada más llegar.

»Comprendí entonces que debía cambiar la táctica. Debía tomar partido, y esperar que el bando vencedor se mostrara dispuesto a dejarme en paz...

Oannes agitó su cola, y durante un momento su eterna sonrisa pareció convertirse en una máscara de amargura.

—Mirad, ya veis lo que soy —dijo girando sobre sí en el aire —: Ni un dios, ni un héroe, ni siquiera un humano. Sólo un viejo delfín que un día sirvió fielmente a vuestros antepasados... Os he contado todo lo que sé. Ya no lograréis obtener nada más de mi. Ni siquiera matándome...

—Has dicho que piensas tomar partido —dijo fríamente Chait.

—Ya lo he hecho. He salvado vuestra única posibilidad de regresar a Akasa-puspa... a vuestro hogar... He salvado a la Vajra de la destrucción.

Los dos hombres de la Utsarpini y la mujer del Imperio se miraron asombrados.

—¿La Vajra? —preguntaron casi al unísono.

TRES

Durante el viaje de regreso, la cabeza de Jonás era un torbellino.

Descubrir que el antiguo hogar de la Humanidad, la Tierra, había sido capturado por Akasa-puspa en el pasado era bastante impresionante.

Descubrir que ellos eran los descendientes de los fanáticos religiosos, que se negaron a abandonar sus Lugares Sagrados cuando Akasa-puspa se les vino encima, también lo era.

Pero descubrir de pronto que toda la Galaxia estaba repleta de hostiles máquinas autorreplicantes, y que ellos eran los trucos humanos que quedaban en el Universo, los únicos que podrían hacerles frente en algún momento del futuro... Bueno, aquello era... Se preguntó cuántas generaciones deberían de transcurrir en Akasa-puspa antes de que su población se adaptara a esta nueva visión de las cosas. Se preguntó qué haría la Hermandad cuando se difundieran estas noticias. ¿Intentaría mantenerlas ocultas en la Utsarpini? Sin duda que si. Pero, ¿cómo iba a lograrlo en el Imperio?

Recordó lo que le había dicho Yusuf sobre la desaparición de los datos referentes a los colmeneros, y una nueva y terrible idea asaltó su mente. ¿Era posible que la Hermandad supiera toda la verdad desde hacía mucho? ¿Por qué no? Ellos eran los únicos que tenían un acceso directo a las Sastras, y las Sastras fueron grabadas por aquellos primeros pobladores de Akasa-puspa. ¿Quizás en alguna parte de los Textos Sagrados se encontraban reflejados todos los acontecimientos que les había narrado el delfín, y la Hermandad había silenciado estos textos? ¿Incluso los datos obtenidos por los científicos referentes a los colmeneros? Yusuf no lo creía posible; pero él, ahora, ya no sabía qué pensar.

Sería terrible descubrir que la Hermandad era aún más poderosa de lo que el Imperio se atrevía a imaginar.

Desde que emprendí este viaje siempre me he estado enfrentando al mismo problema... —comprendió de pronto—. ¿Cómo no me había dado cuenta? La religión es una idea autorreplicante. En la esfera de las ideas, las ideas crecen, se extinguen, mutan, se reproducen. Y obedeciendo a la misma regla de selección natural. Aquellas ideas que favorezcan su propia reproducción, sobreviven. "Si quieres ganar el Cielo, practica tales y cuales reglas de vida y convence a los demás de esta misma proposición."

»Pero las ideas no existen aparte de la realidad física. Existen en la mente humana, o en la de cualquier ser pensante. Si la Humanidad se extinguiese, las ideas se extinguirían.

»La religión es ventajosa para los grupos sociales, porque proporciona normas de conducta que preservan el grupo. "No mates", "no robes", "come prasada", todo eso. Pero ahora, la idea de Dios se ha vuelto destructiva contra sus creyentes, se ha transformado en una enfermedad. Dios se ha rebelado contra el Hombre.

»De la misma forma que la Galaxia, infestada por máquinas que también fueron diseñadas por el ser humano.

»¿Y los cintamanis? Ellos también se autorreplican, y también son obra de la mente humana... Como las ideas. como las máquinas...

»Todo ser autorreproductor tiende a producir tantas copias de sí mismo como pueda. Esa es la única Ley Suprema de este Universo. En algún momento del más remoto pasado, un grupo de moléculas descubrieron la forma de hacer copias de sí mismas. Y desde entonces hasta ahora, todo lo que ha sucedido, ha sido inevitable...

Chait Rai cedió el asiento del piloto a uno de los infantes, y se dirigió hacia la parte trasera del reptador, donde estaba tumbado Jonás.

—Perdona —dijo —, quiero hablar contigo.

Jonás, saliendo de su ensimismamiento, se frotó unos ojos enrojecidos. Le dolía horriblemente la cabeza.

—Si no te importa —dijo —, ahora quisiera dormir un rato. Por lo menos hasta que lleguemos a la Ciudad.

Chait siguió hablando como si no hubiera escuchado las palabras del biólogo. Esta era una característica que Jonás ya había observado en el mercenario: cuando algo no se ajustaba a sus deseos, simplemente lo ignoraba.

—Escucha, Jonás, creo que tú y yo estamos destinados a entendernos.

—¿Qué te hace suponer eso? —preguntó distraídamente Jonás mientras consideraba diferentes maneras, algunas no muy educadas, de deshacerse del mercenario.

—Vosotros los científicos sabéis lo que es la muerte —dijo Chait sentándose junto a él —, porque la habéis estudiado, y conocéis sus causas y circunstancias. Nosotros los militares también lo sabemos, porque estamos destinados a sufrirla. Un político como Jai Shing tiene puntos de vista diametralmente opuestos al nuestro. El piensa en otros términos...

—¿A dónde quieres ir a parar? —preguntó Jonás, intrigado.— ¿Tú has creído hasta la última palabra de todo lo que nos ha dicho ese pez?

—¿Tú no?

—No.

—Ya veo. Desconfiado por naturaleza.

—No es eso, pero... —Chait bajó la voz hasta convertirla en un susurro—. Los antiguos humanos construyeron la Esfera. Alteraron la estructura y disposición de todo un sistema planetario. Viajaron entre estrellas que estaban separadas por años, ¡años luz!. Descubrieron la forma de crear seres prácticamente inmortales...

»Diseñaron máquinas capaces de autorreproducirse infinitamente, y no las dotaron de un sistema de control totalmente a prueba de fallos. No eran dioses. Para algunas cosas eran tan estúpidos como nosotros.

»Pero alcanzaron un poder inmenso...

—Eso ya lo habíamos adivinado desde el principio. La Esfera es un magnífico monumento a su antigua gloria.

—¿Antigua gloria? Jonás, es eso precisamente lo que no puedo creer. ¿Toda esa tecnología se perdió? ¿Así de simple? —el mercenario hizo un gesto con la palma de la mano, como si ésta fuera un pájaro que se alejara—. ¡Plas!

—No fue tan simple. Akasa-puspa, diez millones de soles, se les vino encima. ¿Crees que eso no fue motivo suficiente para hacer desaparecer una civilización entera, por poderosa que ésta fuera?

—No —dijo enérgicamente—. Nosotros estamos aquí. ¿No prueba eso que sobrevivieron? Y si fue así, ¿por qué perdieron su Ciencia?

Jonás miró hacia arriba como si implorara al Creador.

—¿Debo explicártelo otra vez? Fanatismo religioso, intransigencia de pensamiento unida a la cercanía de los sistemas planetarios en Akasa-puspa. Mira, con la tecnología que tenemos en la Utsarpini, si viviéramos en la Galaxia no podríamos ni soñar con alcanzar la estrella más cercana, ¡incluso el Imperio tendría problemas! Pero aquí ya lo ves, las cosas son distintas. ¿Y qué significa eso...? Guerras, guerras, guerras... Planetas enteros arrasados por salvajes pilotando naves espaciales. Y cada vez que nos hemos elevado de la barbarie, ¿qué hemos encontrado? Las babeles, con las Sastras malignamente impresas en sus paredes..., y de nuevo vuelta a empezar.

—Todo eso lo he entendido tan bien como tú. Pero hay algo que el pez se cuidó mucho de aclararnos...

—¿De qué se trata? —preguntó Jonás intrigado.

—¿Qué sucedió con los habitantes del Halo? Ellos fueron los que desarrollaron los árboles que crecen en el "cascarón" de la Esfera. Los que rediseñaron a los juggernauts. Su especialidad eran las ciencias biológicas, la ingeniería genética, ¿recuerdas? ¿Qué ha sido de ellos?

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