En cuanto al resto, si me despierto en sábanas de seda sé que estoy en la casa de Jean-Claude. Si me despierto en sábanas de algodón puro, estoy en casa. Pero donde quiera que esté, está Micah a mi lado. Me voy a dormir contra su suave calor, respirando la dulzura melosa de su piel. A veces el olor de las sábanas de Jean-Claude tienen su colonia, a veces no. A veces el cuerpo de Micah tiene dos limpias marcas de colmillos, y Jean-Claude regresa a su ataúd, estableciéndose para el día y bien alimentado, lleno de mi sexo y de la sangre de Micah. La vida es realmente buena, incluso si estás muerta.