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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Osada (32 page)

BOOK: Osada
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Desjani frunció el ceño.

—Habrán estado minando T’negu, supongo, ¿no?

—Sí. —Entonces se dio cuenta de lo que aquello podía implicar—. Van a minar el punto de salto a Branwyn, ¿verdad?

—Eso creo, señor. Teniendo en cuenta que estamos intentando abandonar este sistema estelar, pueden bloquear completamente el punto de salto para que no podamos alcanzarlo sin pasar, al menos parcialmente, por un campo de minas.

—Lo que nos obligaría a disminuir mucho la velocidad para evitar perder demasiadas naves, por lo que seríamos vulnerables a ataques a gran velocidad desde la flotilla. —El número de opciones variables se reducía cada vez más—. ¿Cree que conseguiríamos que se alejen del punto de salto a Branwyn si cambiamos nuestro rumbo y nos dirigimos a la puerta hipernética?

Desjani se paró a pensar, se mordió el labio inferior, y después asintió.

—No pueden permitir que lleguemos a la puerta en superioridad numérica, y la persona al mando de la nueva flotilla seguramente se metería en problemas si la primera flota enemiga se ve forzada a destruir la puerta por no habernos seguido. Pese a todo, la flotilla de la puerta bastaría para hacerlo si fuese necesario, y amenazar ahora la puerta significaría huir de la nueva fuerza enemiga. No parece lo más adecuado.

—Lo que quiero es sacar de su posición al nuevo grupo, para poder atacarlo —aclaró Geary.

—Eso es cierto —dijo Desjani sin demasiada convicción.

—No van a atacar sin más —dijo Rione.

Geary se volvió para mirarla. Hasta aquel momento no se había dado cuenta de que estaba allí.

—¿Por qué no?

—Porque incluso los síndicos acaban aprendiendo cuando les haces suficiente daño. —Rione miró directamente a Geary—. ¿Cuántas naves de guerra síndicas ha destruido esta flota bajo su mando? ¿Cuántos combates ha ganado? Y no solo ganado, sino haberlo hecho de un modo aplastante nunca antes visto. Lo ha hecho una y otra vez. —Señaló hacia la representación de la flotilla síndica Bravo que había en el visor—. Los síndicos han evolucionado. Sin duda tienen órdenes de entrar en combate solo en condiciones favorables, cuando lo hayan forzado a estar en una mala posición. Ellos pueden esperarnos, pero nosotros no disponemos de ese lujo.

—Tienen miedo del capitán Geary —dijo Desjani, triunfante—, pero lo único que pueden hacer para evitar que esta flota use el punto de salto a Branwyn es plantear una batalla total.

Geary estudió la situación. En aquel momento todos los elementos importantes estaban, mayormente, en el plano del sistema estelar, ni muy arriba ni muy abajo. La flota de la Alianza, siguiendo un arco a través del espacio, había recorrido más de la mitad del camino hacia el nuevo punto de salto y se dirigía en dirección al extremo del sistema estelar Lakota, con la proa de sus naves apuntando al espacio profundo. La puerta hipernética y la flotilla enemiga que la vigilaba estaban a algo más de tres horas luz en dirección a popa, en la línea de babor de la flota de la Alianza. El planeta habitado orbitaba parcialmente el otro lado de la estrella Lakota, a aproximadamente una hora luz de distancia. Además, no constituía en absoluto una amenaza para la Alianza en aquel momento. La nueva flotilla síndica había entrado en el sistema a través de la salida de T’negu a unas tres horas luz, a estribor del curso de la flota de la Alianza, y había modificado su curso de forma que lo atravesaría lentamente. Si ninguna de las dos variaba su velocidad, la flotilla síndica atravesaría el curso de la Alianza a una distancia de media hora luz, siguiendo su rumbo hacia el punto de salto de Branwyn. La flota de la Alianza tenía que cambiar su trayectoria. No podía seguir avanzando hacia el espacio vacío. La pregunta era: ¿cómo cambiarla y con qué objetivo?

¿Y si se acercasen al planeta habitado para comprobar si los síndicos los siguen con el fin de evitar que la flota de la Alianza lo bombardee? No, ya habían visto en otros sistemas estelares que los líderes síndicos no iban a molestarse en preocuparse por el destino de unos cuantos civiles, ni siquiera por el de un planeta industrializado. De hecho, el alto mando ya los había provocado en más de una ocasión para que hiciesen ese tipo de cosas, seguramente para asegurarse de que su pueblo siguiese temiendo a la Alianza.

¿Y si viraban en dirección a la puerta hipernética esperando que la nueva flotilla enemiga los siguiese? Tal y como Desjani había dicho, no había garantías de que los síndicos fuesen a responder de ese modo. También podían continuar hacia el punto de salto a Branwyn, a sabiendas de que el enemigo estaría colocando minas y se disponía a lanzarse sobre ellos en cuanto Geary intentase utilizar el dispositivo para salir de Lakota.

Ni siquiera necesitaba mirar a Desjani para saber que esperaba que cargase contra la flota enemiga de mayor tamaño, y casi todos los demás comandantes mostrarían la misma actitud. Si se desviaba, puede que algunos siguiesen avanzando hacia el punto de salto, decididos a iniciar combate.

Geary miró los informes de la situación de la flota, en particular los que daban datos sobre el estado de las células de combustible de cada nave.
No tengo células suficientes como para cargar aquí y allí a lo largo del sistema. Los síndicos no tienen por qué reaccionar a menos que me acerque a la puerta hipernética, y entonces la destruirían y dejarían la flota en una mala posición para alcanzar cualquiera de los puntos de salto afuera de Lakota. Además, si la puerta colapsa y libera una de las descargas potenciales de más capacidad, todo el sistema y lo que hay en él quedaría destruido. Todo, incluida esta flota
.

No te compliques. Intenta evitar gastar demasiadas células de combustible, así las tendrás disponibles para cuando realmente las necesites. Tampoco es que tenga elección
.

—Capitana Desjani, vamos a interceptar la flotilla que se dirige al punto de salto de Branwyn. —Ella sonrió, al igual que los consultores presentes en el puente—. ¿Puede ofrecerme un rumbo adecuado?

—Trece grados a estribor, cero cuatro grados en dirección ascendente —respondió al momento—. Eso si aumentamos nuestra velocidad hasta siete centésimas de la velocidad de la luz para interceptarlos en cuanto alcancen el punto de salto de Branwyn. El tiempo requerido serían cuarenta y una horas con doce minutos.

—Gracias, capitana. —Naturalmente, ya había realizado los cálculos de la maniobra para interceptarlos. Aunque todas las naves estaban orientadas del mismo modo, de forma que virarían a su izquierda, o babor, las órdenes de la flota concernientes a las maniobras utilizaban como punto de referencia el sistema estelar externo. Si no fuese así, en el espacio, donde cada nave podía estar orientada hacia cualquier dirección, ninguna podría estar segura de a qué se refería con izquierda, derecha, ascendente o descendente. Por lo tanto, la norma en un sistema estelar era que babor estaba situado en dirección opuesta a la estrella principal, y estribor hacia ella, mientras que ascendente o descendente tomaban como referencia el plano del sistema. Por lo tanto, puesto que el rumbo que debían seguir para interceptar al enemigo requería que la flota de la Alianza virase ligeramente hacia el sol de Lakota, significaba que el giro era a estribor.

Rione tenía una mano apoyada en la frente, con una expresión de resignación por lo que podía verse de su cara.

—¿Nos dirigimos a la batalla, capitán Geary? —preguntó.

—Ya veremos. —Se acomodó en su asiento y contactó con toda la flota—. A todas las naves, giren trece grados a estribor, cero cuatro grados en dirección ascendente, y aumenten la velocidad hasta cero con cero siete velocidad luz en tres dos. Nuestro objetivo es interceptar la nueva flotilla síndica. Prepárense para luchar en tres días. —Odiaba tener que dar la siguiente orden, pero no se le ocurría ninguna alternativa dada la llegada del nuevo enemigo, por lo que volvió a tomar la palabra—: Segundo y Séptimo Escuadrón de Destructores, configuren los núcleos de energía de los cargueros síndicos para que se autodestruyan y regresen a la formación de la Alianza a la máxima velocidad. Asegúrense de que los prisioneros síndicos de los transportes son expulsados en cápsulas de escape. No quiero tener que preocuparme de ellos durante el combate.

¿Qué más? Ah, sí, claro, el cebo, que había resultado totalmente infructuoso
.

—Capitana Tyrosian, asegúrese de completar el reabastecimiento y de que todos los transbordadores vuelvan tan pronto como sea posible, en un tiempo límite de veinticuatro horas a partir de ahora mismo. Capitán Mosko, incremente la velocidad de la Eco Cinco Cinco tanto como sea preciso para devolver su formación a su posición con el resto de la flota.

—Y ahora tres días más esperando a que nos acerquemos a los síndicos. —Desjani hizo una mueca, deseando fervientemente estar ya a distancia de combate—. Odio esta parte.

—¿Planeas hacer que la flota salte fuera de este sistema, o pretendes luchar con las naves síndicas? —preguntó Rione. Se había mantenido en silencio mientras caminaba hacia el camarote de Geary, pero en el momento en que la escotilla se cerró, le planteó la pregunta.

—Depende. —Geary se dejó caer en un asiento y activó un visor que mostraba la situación en el sistema estelar Lakota—. ¿Qué hacen los síndicos? ¿Cómo van a reaccionar? No puedo seguirlos con esta flota. No tenemos células de combustible suficientes.

—Hay más células en las naves auxiliares, si...

—¡No hay suficientes! —Hizo una mueca—. Lo siento. No era mi intención interrumpirte de ese modo. —Rione, cuyos ojos ardían ya, se relajó ligeramente—. Si hago que se distribuyan por toda la flota todas las células de combustible que han podido fabricar las naves auxiliares hasta ahora, cuando lleguemos al punto de salto de Branwyn tendremos las reservas aproximadamente al sesenta por ciento, eso si no realizamos más maniobras. Ya no es margen suficiente para una operación de combate rutinaria; para una flota atrapada entre líneas enemigas, es una locura.

—Pensé que habías dicho que la flota tendría que reducir su velocidad para atravesar las minas que los síndicos coloquen en el punto de salto. Eso implicaría gastar más reservas de combustible, ¿no?

—Eso dije, y así es. Veo que entiendes las dificultades que presenta la situación.

Rione observó a Geary durante un rato, y luego dijo:

—Te he vuelto a subestimar.

—¿En serio?

—Sí, capitán John Geary. —Se echó a reír—. El combustible es limitado, por lo que no puedes andar echando carreras por el sistema, y además hay subordinados que te causarían problemas si viesen que estamos escapando del enemigo. Por lo tanto, pretendes avanzar hacia el combate siguiendo el rumbo más directo hacia el punto de salto que vamos a usar, sabiendo que los síndicos se retirarán y te dejarán salir de este sistema. ¡Bien hecho! Incluso podrías ser ya político.

Él respondió con una media sonrisa.

—Me temo que yo no lo tengo tan claro. De hecho, creo que los síndicos sí van a plantar cara a la salida de Branwyn. Saben que tenemos que usarla, no quieren que abandonemos indemnes este sistema.

Rione, que ya no sonreía, examinó los ojos de Geary.

—Entonces, ¿qué es lo que pretendes?

—Como ya he dicho, depende. ¿Van a intentar forzar un combate total, para tratar de golpearnos con toda su fuerza o intentarán evitar una lucha de ese tipo y en su lugar se centrarán en nuestros puntos débiles? Si eso es lo que quieren, les basta con seguirnos a través de punto de salto y aparecer justo a nuestra retaguardia en Branwyn.

Rione se paró a pensar sobre lo que acababa de escuchar, sentada y con la cabeza gacha. Después de varios minutos, levantó la cabeza de nuevo y miró a Geary.

—¿Seguro que quieres ir a Branwyn?

—¿Qué otras opciones tengo? No es que T’negu sea mejor opción, precisamente.

—Te estás metiendo en una situación en la que vas a tener que enfrentarte a la fuerza síndica.

—Lo sé. —Geary se incorporó ligeramente y ejecutó algo en el visor que había sobre la mesa y que casi nunca consultaba—. ¿Sabes qué es esto?

Rione lo miró con expresión sombría.

—El sistema nativo síndico. No creo que vaya a olvidarlo nunca.

—La Alianza sufrió muchas bajas en esa emboscada. —Señaló una larga lista con nombres de naves que brillaba en color rojo—. Las unidades más adelantadas fueron aniquiladas, y al resto las machacaron mientras luchaba por escapar.

—¡No hace falta que me lo recuerdes! —Rione miró en otra dirección, con la cara pálida—. Tenerlo en mente es suficientemente desagradable.

Geary asintió con la cabeza.

—Lo siento, pero tal y como comentaste en el puente de mando, hemos conseguido varias victorias aplastantes. Ninguna de ellas se acercó siquiera a lo que nos hicieron los síndicos en su sistema natal, si contamos todas las bajas posteriores, hemos sufrido muchas pérdidas.

Rione clavó sus ojos atentamente en el visor, estudiándolo.

—Y si destruyes a la fuerza síndica del mismo modo, estarás cerca de equilibrarlas, ¿no? ¿Se trata de eso? ¿De venganza? Te tenía en mayor estima, John Geary, aunque admito que la idea de desquitarse con los síndicos es agradable.

—No es solo venganza. Joder, no se trata de eso en absoluto. Hemos tenido que escapar como ratas porque después de la emboscada en el sistema nativo síndico consiguieron una superioridad numérica importante sobre la Alianza.

Rione volvió a cambiar de expresión.

—Y estás reduciendo esa ventaja.

—Exacto. Es lo que hemos estado haciendo, por eso los síndicos tuvieron que utilizar tripulaciones casi sin entrenamiento y naves nuevas en Ixion. Si borramos del mapa a la flotilla que acaba de aparecer en este sistema estelar, su capacidad para enfrentarse a nosotros en igualdad de condiciones en el siguiente sistema se verá afectada de forma importante. Tendrán que repartir las fuerzas que les queden, por lo que gozaremos de ventaja numérica en cada sistema estelar al que vayamos, lo que debería darnos el tiempo suficiente como para proveer de materiales a las naves auxiliares de nuevo y que así puedan abastecer las naves con células de combustible, misiles espectro y metralla.

Rione reflexionó durante un rato, y luego miró a Geary inquisitivamente.

—¿Y si quedamos tan tocados como la fuerza síndica?

—Entonces tendremos un problema.

—Es muy arriesgado.

—Sí, pero ya estamos en una mala situación. De hecho, lo estamos desde que la flota quedó destrozada en el sistema nativo síndico y acabó atrapada en el espacio profundo enemigo. Es arriesgado, pero también es verdad que la recompensa potencial merece la pena. Las cosas pueden salir mal con facilidad si voy a lo seguro, no voy a ganar el premio gordo si no juego.

BOOK: Osada
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