Read Sex Online

Authors: Beatriz Gimeno

Tags: #Relatos, #Erótico

Sex

BOOK: Sex
8.18Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

 

Este libro, que en palabras de la propia Beatriz Gimeno «ha resultado el más difícil de todos los que he escrito», tiene una finalidad concreta: construir una pornografía con un lenguaje propio de mujeres para recuperar, de este modo, un concepto de placer y de sexualidad que los hombres habían usurpado en su propio beneficio. Beatriz Gimeno pretende que esta recopilación de relatos eróticos sirva para que «las lesbianas escriban más sobre sexo».

Beatriz Gimeno

Sex

ePUB v1.0

Polifemo7
18.09.12

Título original:
Sex

Beatriz Gimeno, 2008.

Diseño/retoque portada: Nieves Guerra

Editor original: Polifemo7 (v1.0)

ePub base v2.0

Todo lo que no se hace carne se convierte en fantasma

César Fernández Moreno

A Boti, cuyo cuerpo me gusta mucho

aun después de tanto tiempo
.

INTRODUCCIÓN

Escribir este libro ha sido un desafío; por muchas razones. Ha sido divertido pero mucho más difícil de lo que esperaba. Hace tiempo escuché a alguien decir: «Hay que escribir pornografía para lesbianas». yo pensé: «¿Por qué no?» Pensé que, entre libro serio y libro serio, éste sería una especie de divertimento. Estaba muy equivocada, naturalmente y, lejos de relajarme, este libro me ha sometido durante varios meses a una tensión inesperada.

En cuanto decidí escribirlo busqué por Internet libros de porno lésbico escritos en otros países, sobre todo en Estados Unidos, para ver cómo eran. La mayoría —casi todos— son recopilaciones de relatos de varias autoras.

Decidí hacer lo mismo, escribir yo misma uno o dos relatos y dirigir una recopilación. Llamé y escribí a varias amigas para pedirles relatos sexuales o, para que lo entendieran bien, pornográficos. En un par de semanas me había llegado alguno, pero me encontré con que la mayoría de ellos no tenían nada de sexo explícito, eran más bien erotismo
light
, y eso no era lo que yo quería. Algunos sí se correspondían con esa categoría que llamamos pornografía, pero en este caso el inconveniente con el que me encontré fue que las autoras no querían que su nombre apareciera: querían firmar con pseudónimo. Ante esa posibilidad yo mantengo un desacuerdo profundamente ideológico. Soy una activista que se ha pasado la vida luchando contra todos los
armarios
y no puedo plegarme ahora a construir uno que albergue al sexo lesbiano. Por más que me haya dado cuenta de que muchas feministas que combaten con firmeza el patriarcado están encantadas en sus armarios, lo cierto es que el armario es un mecanismo social de opresión, construido, precisamente, para que las sexualidades e identidades no normativas no se hagan visibles; es un mecanismo que juega con nuestra complicidad y nuestro miedo. Ofrece una recompensa a quien permanece dentro que es la
respetabilidad
. En ese sentido, en tanto que la respetabilidad es un valor liberal de clase media, la recompensa es mayor cuánto mayor es el poder social de la persona en cuestión. Usar pseudónimo es un equivalente de las imágenes oscurecidas y la voz distorsionada con la que hace años gays y lesbianas aparecían en la televisión. Usar pseudónimo para escribir de sexo es propio del siglo pasado; y ni tan siquiera eso, ya que, para entonces, algunas mujeres firmaban con su nombre historias pornográficas. Como activista estoy convencida de que esas precauciones tienen mucho que ver con la lesbofobia internalizada y que, además, dan una mala imagen de nosotras; una imagen desprovista de agencia y de poder. Por todo eso, visto lo visto, decidí escribir el libro yo sola. Fui muy osada y me esperaban dificultades que no había previsto. Ese fue el primer desafío.

Enseguida me di cuenta de la razón por la que la mayoría de estos libros son siempre recopilaciones de varias autoras: porque es muy complicado para una sola persona escribir relatos de sexo que no parezcan el mismo. Si los relatos tienen que resultar sexualmente excitantes, es normal que se tienda a escribir de las propias fantasías sexuales pero, como le ocurre a todo el mundo, mis fantasías son limitadas (más aún mis prácticas sexuales) y más o menos son siempre del mismo tipo, así que mis relatos resultaban muy parecidos. Me resultó muy complicado, mucho más de lo que imaginaba al principio, escribir historias diferentes. En ese sentido este libro me ha resultado el más difícil de todos los que he escrito; me ha hecho sufrir y no volveré a escribir nada semejante a no ser que consiga hacer una verdadera recopilación. Ojalá que su publicación haga que las lesbianas se animen a escribir de sexo, porque es necesario que rompamos la imagen que se tiene de nosotras, pero, más aún, romper la que nosotras tenemos de nosotras mismas. No sólo somos, por supuesto, sexuales, sino que nuestro sexo no siempre está hecho de ternura, de amor y de caricias. A veces es violento o agresivo, a veces juega por el poder y el control.

Un segundo problema con el que me enfrenté es que reiteradamente, amigas y amigos, me aconsejaron (algunos/ as casi me suplicaron) que no publicara un libro como éste. En esta ocasión no era por razones de pudor, sino que mis amigos/as me advertían de que mi «carrera» se vería perjudicada con esta publicación. Una advertencia de este tipo sólo podía hacer que me reafirmara no sólo en la idea de publicarlo, sino de poner mi nombre bien grande en la portada. Primero, porque cualquiera que me conozca sabe que a mí me gusta escoger siempre el camino que, según la mayoría, menos me conviene —es un rasgo de mi personalidad, para bien o para mal—. Si me encuentro con algo difícil, prohibido o peligroso, lo más probable es que decida internarme en ello; siempre lo he hecho. Si hay algo de lo que huyo es de cualquier imagen conservadora o
integrada
de mí misma, pues no quiero parecer una persona respetable en el sentido que socialmente se le da a esa palabra. Me gustaría, si no sonara demasiado petulante, que mi única carrera fuese aquella que resultara, en la medida de lo posible, desestabilizadora para cierto orden social; desde luego, no quiero que finalmente mi trabajo como activista sirva para integrarme y, en la medida en que me integra, me acabe
armarizando
. En el momento en que me vi en la tesitura de tener que proteger esa supuesta «carrera», supe que tenía que romper ese armario que se me quería construir encima. En mi opinión, no tengo ningún tipo de «carrera» más allá de mi gusto por escribir libros y estoy segura de que podré seguir haciéndolo. No pertenezco al estamento universitario ni me siento obligada con ningún tipo de institución y mucho menos con ningún tipo de «apariencia social». Espero que mis libros sean juzgados por lo que dice cada uno de ellos, y no porque lo que yo haga sea más o menos políticamente correcto. Pertenezco a ese grupo de personas a las que les produce cierto placer sacudir, como sea, a la sociedad bienpensante.

Otras amigas me advirtieron de que un libro de este tipo impediría que, en adelante, se me tomara en serio. Ante esto soy aún más clara: pocas cosas hay en el mundo tan serias como el sexo —sólo la muerte, pero no es momento de hablar de la muerte—. En ese sentido, este libro es tan serio como cualquier otro, aunque contenga también algo de humor. Ambas cosas no están reñidas.

También me advirtieron de que, para muchas lectoras, este libro podría parecer autobiográfico. Esta última advertencia fue la que, definitivamente, me impulsó a publicarlo con mi nombre. He explicado más arriba lo difícil que me resultó evitar precisamente que lo fuera pero, en todo caso, tampoco eso me supondría ningún problema. Me gustaría poder decir que he vivido todas estas historias porque, ciertamente, eso haría subir mi popularidad, pero la verdad es que he vivido únicamente tres de las historias que narro. Sí es cierto, sin embargo, que a lo largo del libro pueden rastrearse muchas de mis preferencias sexuales. Las que me hayan conocido, digamos íntimamente, pueden jugar a adivinar cuánto hay de mí en cada historia: este juego me pareció divertido.

En todo caso, es verdad que las historias que aparecen aquí podrían haber sido placenteramente imaginadas por mí. En ese sentido me hago responsable de todas ellas. No he escrito nada que yo no pudiera imaginar o que me parezca, por la razón que sea, que no debe hacerse o, sobre todo, pensarse: me parecería deshonesto. Eso no quiere decir que me gustaría llevar a la práctica todas estas historias o siquiera alguna de ellas, pues hay una enorme diferencia entre fantasía sexual y realidad. La fantasía es el lubricante del deseo, pero no necesariamente se quiere ver convertida en realidad. Quienes creen que fantasear sexualmente con algo es querer verlo convertido en realidad no entienden el significado de las fantasías sexuales. La oposición entre fantasía y realidad no puede reducirse a la oposición convencional entre los términos de ficción y realidad. La fantasía no se refiere al mundo físico, sino al mundo psíquico que es una realidad particular, una forma de exístencia particular que no se debe confundir con la realidad. En ese sentido, fantasía y realidad no son dos caras de la misma moneda, son monedas distintas que no tienen por qué corresponderse para ser plenas y satisfactorias.

En relación con esto último, algunas amigas también me advirtieron que determinadas historias no son «correctas» desde el punto de vista de cierto feminismo. A eso tengo que decir que en mi opinión como feminista, todas las historias que aquí aparecen están bien. En el sexo, voluntario y gozoso, entre mujeres casi todo puede hacerse y, por supuesto, imaginarse. La imaginación no sólo es inevitablemente libre, sino que es gozosamente libre. Tampoco es este el lugar para desarrollar este tema, pues sé que provoca mucha controversia, pero no creo que pueda considerarse machista casi nada de lo que dos mujeres puedan hacer y disfrutar; dos mujeres pueden hacer lo mismo que una pareja heterosexual y el significado de la acción es completamente diferente. La heterosexualidad está connotada en un sentido distinto al de la homosexualidad. Entre un hombre y una mujer hay siempre un poder real que puede ser material, pero que siempre es, además, simbólico. Entre un hombre y una mujer el poder difícilmente puede ser un juego, porque el mundo y nuestras subjetividades están construidos sobre esa plantilla que se corresponde con un poder real. Entre dos mujeres puede haber diferencias de poder, claro, pero éste siempre puede subvertirse; entre dos mujeres sí es posible jugar con el poder.

Mi opinión respecto a la pornografía, asunto demasiado complejo para aclararlo en tres líneas, es que la pornografía, que no es más que sexo explícito, puede ser sexista y misógina o no serlo en absoluto. Y, en todo caso, la pornografía escrita es sólo una forma de expresión perfectamente legítima de las fantasías sexuales. Otra cosa es la pornografía filmada o fotografiada, en la que hay personas implicadas, mujeres reales implicadas. Pero en todo caso, dejo este interesante tema para un libro «más serio».

Por último, es evidente que este libro no gustará a todas las lectoras, como también lo es que no puede leerse de una sentada: sería una sobreexposición. Espero que los relatos resulten excitantes y animo desde aquí a las lesbianas para que escriban más sobre sexo.

La Granja de San Ildefonso, junio de 2008

BOOK: Sex
8.18Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Lost in Paradise by Tianna Xander
The Cinderella Hour by Stone, Katherine
Without Mercy by Belinda Boring
The Awakening by Kate Chopin
Substitute by Rey, Isobel
One Imperfect Christmas by Myra Johnson
The Magicians by Lev Grossman