The Unknown University (51 page)

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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

BOOK: The Unknown University
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EL ÚLTIMO CANTO DE AMOR DE PEDRO
J.
LASTARRIA, ALIAS «EL CHORITO»

Sudamericano en tierra de godos,

Éste es mi canto de despedida

Ahora que los hospitales sobrevuelan

Los desayunos y las horas del té

Con una insistencia que no puedo

Sino remitir a la muerte.

Se acabaron los crepúsculos

Largamente estudiados, se acabaron

Los juegos graciosos que no conducen

A ninguna parte.
Sudamericano

En tierra más hostil

Que hospitalaria, me preparo

Para entrar en el largo

Pasillo incógnito

Donde dicen que florecen

Las oportunidades perdidas.

Mi vida fue una sucesión

De oportunidades perdidas,

Lector de Catulo en latín

Apenas tuve valor para pronunciar

Sine qua non
o
Ad hoc

En la hora más amarga

De mi vida.
Sudamericano

En hospitales de godos, ¿qué hacer

Sino recordar las cosas amables

Que una vez me acaecieron?

Viajes infantiles, la elegancia

De padres y abuelos, la generosidad

De mi juventud perdida y con ella

La juventud perdida de tantos

Compatriotas

Son ahora el bálsamo de mi dolor,

Son ahora el chiste incruento

Desencadenado en estas soledades

Que los godos no entienden

O que entienden de otra manera.

También yo fui elegante y generoso:

Supe apreciar las tempestades,

Los gemidos del amor en las barracas

Y el llanto de las viudas,

Pero la experiencia es una estafa.

En el hospital sólo me acompañan

Mi inmadurez premeditada

Y los resplandores vistos en otro planeta

O en otra vida.

La cabalgata de los monstruos

En donde «El Chorito»

Tiene un papel destacado.

Sudamericano en tierra de

Nadie, me preparo

Para entrar en el lago

Inmóvil, como mi ojo

Donde se refractan las aventuras

De Pedro Javier Lastarria

Desde el rayo incidente

Hasta el ángulo de incidencia,

Desde el seno del ángulo

De refracción

Hasta la constante llamada

Índice de refracción.

En plata: las malas cosas

Convertidas en buenas,

En apariciones gloriosas

Las metidas de pata,

La memoria del fracaso

Convertida en la memoria

Del valor.
Un sueño,

Tal vez, pero

Un sueño que he ganado

A pulso.

Que nadie siga mi ejemplo

Pero que sepan

Que son los músculos de Lastarria

Los que abren este camino.

Es el córtex de Lastarria,

El entrechocar de dientes

De Lastarria, los que iluminan

Esta noche negra del alma,

Reducida, para mi disfrute

Y reflexión, a este rincón

De habitación en sombras,

Como piedra afiebrada,

Como desierto detenido

En mi palabra.

Sudamericano en tierra

De sombras,

Yo que siempre fui

Un caballero,

Me preparo para asistir

A mi propio vuelo de despedida.

 

THE LAST LOVE SONG OF PEDRO
J.
LASTARRIA,
ALIAS “EL CHORITO”

South American in Gothic land,

This is my farewell song

Now that hospitals race through

Breakfasts and teatimes

With an insistence I can

Only attribute to death.

The thoroughly studied

Sunsets have ended,

The amusing games leading

Nowhere have ended.
South American

In a land more hostile

Than hospitable, I’m getting ready

To go down the long

Unknown hallway

Where it’s said

Lost opportunities flourish.

My life was a succession

Of lost opportunities,

Reader of Catullus in Latin

I barely had the courage to pronounce

Sine qua non
or
Ad hoc

In the bitterest hour

Of my life.
South American

In Gothic hospitals, what can I do

But remember the nice things

That once happened to me?

Childhood trips, the elegance

Of parents and grandparents, the generosity

Of my lost youth and with it

The lost youth of so many

Compatriots

Are now balm for my pain,

Are now the bloodless joke

Unleashed in these solitudes

That those Goths just don’t get

Or understand a different way.

I, too, was elegant and generous:

I learned to appreciate storms,

Cries of love in cabins

And the widows’ weeping,

But experience is a hoax.

In the hospital I’m accompanied only by

My deliberate immaturity

And splendors glimpsed on another planet

Or in another life.

The parade of monsters

In which “El Chorito”

Has a leading role.

South American in no man’s

Land, I’m getting ready

To slip into the lake

Still as my eye

Where the adventures of

Pedro Javier Lastarria are refracted

From the incident ray

To the angle of incidence,

From sine of the angle

Of refraction

To the so-called constant

Index of refraction.

In brief: the bad things

Turned to good,

Blunders

Into glorious apparitions,

Memory of failure

Turned into the memory

Of courage.
A dream,

Maybe, but

A dream I’ve conquered

With a steady hand.

I hope no one has to follow my example

But that they might know

That they are Lastarria’s muscles

Opening this passage.

It’s Lastarria’s cortex,

The clashing of

Lastarria’s teeth, that light up

This black night of the soul,

Reduced, for my enjoyment

And reflection, to this corner

Of a shadowy room,

Like a feverish stone,

Like a desert detained

In my word.

South American in the land

Of shadows,

I who always was

A gentleman,

Am getting ready to attend

My own farewell flight.

 

ERNESTO CARDENAL Y YO

Iba caminando, sudado y con el pelo pegado

en la cara

y entonces vi a Ernesto Cardenal que venía

en dirección contraria

y a modo de saludo le dije:

Padre, en el Reino de los Cielos

que es el comunismo

¿tienen un sitio los homosexuales?

Sí, dijo él.

¿Y los masturbadores impenitentes?

¿Los esclavos del sexo?

¿Los bromistas del sexo?

¿Los sadomasoquistas, las putas, los fanáticos

de los edemas,

los que ya no pueden más, los que de verdad

ya no pueden más?

Y Cardenal dijo sí.

Y yo levanté la vista

y las nubes parecían

sonrisas de gatos levemente rosadas

y los árboles que pespunteaban la colina

(la colina que hemos de subir)

agitaban las ramas.

Los árboles salvajes, como diciendo

algún día, más temprano que tarde, has de venir

a mis brazos gomosos, a mis brazos sarmentosos,

a mis brazos fríos.
Una frialdad vegetal

que te erizará los pelos.

 

ERNESTO CARDENAL AND I

I was out walking, sweaty and with hair plastered

to my face

and then I saw Ernesto Cardenal approaching

from the opposite direction

and by way of greeting I said:

Father, in the Kingdom of Heaven

that is communism,

is there a place for homosexuals?

Yes, he said.

And for impenitent masturbators?

For sex slaves?

For sex fools?

For sadomasochists, for whores, for those obsessed

with enemas,

for those who can’t take it anymore, those who really truly

can’t take it anymore?

And Cardenal said yes.

And I raised my eyes

and the clouds looked like

the pale pink smiles of cats

and the trees cross-stitched on the hill

(the hill we’ve got to climb)

shook their branches.

Savage trees, as if saying

some day, sooner rather than later, you’ll have to come

into my rubbery arms, into my scraggly arms,

into my cold arms.
A botanical frigidity

that’ll stand your hair on end.

 

LOS PERROS ROMÁNTICOS

En aquel tiempo yo tenía 20 años

y estaba loco.

Había perdido un país

pero había ganado un sueño.

Y si tenía ese sueño

lo demás no importaba.

Ni trabajar, ni rezar,

ni estudiar en la madrugada

junto a los perros románticos.

Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.

Una habitación de madera,

en penumbras,

en uno de los pulmones del trópico.

Y a veces me volvía dentro de mí

y visitaba el sueño: estatua eternizada

en pensamientos líquidos,

un gusano blanco retorciéndose

en el amor.

Un amor desbocado.

Un sueño dentro de otro sueño.

Y la pesadilla me decía: crecerás.

Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto

y olvidarás.

Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.

Estoy aquí, dije, con los perros románticos

y aquí me voy a quedar.

 

THE ROMANTIC DOGS

Back then, I’d reached the age of 20

and I was crazy.

I’d lost a country

but won a dream.

As long as I had that dream

nothing else mattered.

Not working, not praying,

not studying in morning light

alongside the romantic dogs.

And the dream lived in the void of my spirit.

A wooden bedroom,

cloaked in half-light,

deep in the lungs of the tropics.

And sometimes I’d retreat inside myself

and visit the dream: a statue eternalized

in liquid thoughts,

a white worm writhing

in love.

A runaway love.

A dream within another dream.

And the nightmare telling me: you will grow up.

You’ll leave behind the images of pain and of the labyrinth

and you’ll forget.

But back then, growing up would have been a crime.

I’m here, I said, with the romantic dogs

and here I’m going to stay.

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