Alicia ANOTADA (42 page)

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Authors: Lewis Carroll & Martin Gardner

Tags: #Clásico, Ensayo, Fantástico

BOOK: Alicia ANOTADA
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[6] Alicia se siente perpleja porque se enfrenta aquí con el tradicional dilema ético de tener que elegir entre juzgar a una persona por sus actos o por sus intenciones.
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[7] Esta famosa y frecuentemente citada discusión del sueño del Rey Rojo (el monarca está roncando en la casilla inmediata a la derecha de la que en este momento ocupa Alicia) sume a la pobre Alicia en las severas aguas metafísicas. Los hermanos Patachunta y Patachún defienden el punto de vista del obispo Berkeley, según el cual todos los objetos materiales, incluidos nosotros mismos, son sólo «especies de cosas» en la mente de Dios. Alicia adopta la postura del sentido común de Samuel Johnson, quien suponía que refutaba a Berkeley dándole un puntapié a un piedra grande. «Es una discusión muy instructiva desde el punto de vista filosófico», comentó Bertrand Russell, hablando del sueño del Rey Rojo en una intervención radiofónica sobre
Alicia
. «Pero si no estuviese explicada humorísticamente, la encontraríamos demasiado dolorosa.»

El tema berkeliano preocupaba a Carroll como preocupa a todos los platónicos. Las dos aventuras de
Alicia
son sueños, y en
Sylvie and Bruno
el narrador va y viene misteriosamente entre el mundo real y el de los sueños. «Así que, o bien he estado soñando con Sylvie», se dice a sí mismo al principio de la novela, «y ésta es la realidad, o bien he estado realmente con Sylvie, ¡y esto es un sueño! Me pregunto si es la vida misma un sueño». En
A través del espejo
, Carroll vuelve a abordar la cuestión en el primer párrafo del capítulo VIII, en las líneas finales del libro, y en el último verso del poema final.

Hay aquí, en los sueños paralelos de Alicia y del Rey Rojo, una extraña especie de petición de principio. Alicia sueña con el Rey Rojo, el cual está soñando con Alicia, que a su vez sueña con el Rey Rojo, y así sucesivamente, como dos espejos frente a frente, o como esa absurda caricatura de Saúl Steinberg en la que una señora gorda pinta el retrato de una señora delgada que está pintando el retrato de una señora gorda que pinta el retrato de una señora delgada, y así sucesivamente, cada vez más adentro de los dos lienzos (cfr.
Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas
, cap. VI, nota 8; cap. XII, nota 4).
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[7a] [En inglés dice
«rattle»
, «carraca» o «serpiente de cascabel», Carroll juega con estos dos significados]. Como explica en su carta el lector H. P. Young de Nueva Zelanda, en la ilustración de la página anterior se ve que la carraca nueva no es lo que hoy se entiende por esa palabra. Se trata de uno de esos artilugios hechos con una tira de madera que golpetea al hacerla girar. Tales «carracas» son bastante frágiles y se rompen con facilidad.
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Capítulo V

[1] Acudiendo alocadamente a D4A, la Reina Blanca se sitúa en la casilla inmediatamente a la izquierda de Alicia. El hecho de que las reinas estén corriendo sin parar a lo largo de todo el cuento es una alusión a su facultad de desplazarse sin limitación en todas las direcciones del tablero. Con característica despreocupación, la Reina Blanca ha dejado pasar una oportunidad de dar jaque mate al Rey Rojo jugando a 3R. En su artículo «Alice on the Stage», Carroll dice de la Reina Blanca:

«Por último, a los ojos de mi imaginación soñadora, la Reina Blanca parecía afable, estúpida, gorda y pálida; desvalida como un niño de pecho, y con un aire lento, vago, perplejo, que
sugiere
imbecilidad, pero sin llegar a serlo del todo; eso sería, creo yo, fatal para el efecto cómico que debe producir. Hay un personaje extrañamente parecido en la novela de Wilkie Collins,
No Name
: por dos caminos distintos y convergentes, hemos alcanzado en cierto modo el mismo ideal, de manera que la señora Wragg y la Reina Blanca podrían considerarse hermanas gemelas.»

En la versión cinematográfica de la Paramount, el papel de la Reina Blanca lo hizo Louise Fazenda.
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[2] Desde que Carroll lo utilizó, el recurso de «vivir hacia atrás» ha servido de base para muchos relatos fantásticos y de ciencia-ficción. El más conocido es el de F. Scott Fitzgerald, «The Strange Case of Benjamin Button».
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[3] El Mensajero del Rey, como pone de manifiesto la ilustración de Tenniel, y como veremos en el capítulo VII, no es otro que el Sombrerero Loco del libro anterior.
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[4] Carroll practicaba el consejo de la Reina Blanca. En su introducción a
Pillow Problems
habla de resolver mentalmente problemas matemáticos por la noche, durante las horas de insomnio, como una especie de terapia intelectual para impedir que pensamientos menos saludables nos atormenten. «Hay pensamientos escépticos que, por un momento, parecen arrancarle a uno la fe más firme; hay pensamientos blasfemos que le sobrevienen espontáneamente a las almas más reverentes; hay pensamientos impíos que torturan, con su odiosa presencia, la imaginación que anhelaría la pureza. Contra todos ellos, el más servicial aliado es un poco de trabajo mental.»
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[5] «Creo», declaró Tertuliano en una defensa frecuentemente citada del carácter paradójico de ciertas doctrinas cristianas, «porque es absurdo». En una carta de 1864 a su amiguita Mary Macdonald, advertía Carroll:

«No te des tanta prisa en creer la próxima vez; te diré por qué: si te pones a creerlo todo, se te agotarán los músculos mentales, y entonces te quedarás tan débil que no serás capaz de creer las verdades más sencillas. La semana pasada, precisamente, un amigo mío se puso a creer en Jack Matagigantes. Lo consiguió; pero se quedó tan exhausto que cuando le dije que estaba lloviendo (lo que era verdad) no
pudo
creerlo, y salió precipitadamente a la calle sin sombrero ni paraguas, a consecuencia de lo cual se le mojó todo el pelo y durante casi dos días no tuvo un solo mechón que volviera a su sitio.»
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[6] La Reina Blanca avanza una casilla, a 5AD.
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[7] Alicia avanza también una casilla. Esta jugada la lleva a 5D, junto a la Reina (ahora oveja) otra vez.
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[8] Williams y Madan, en su
Handbook of the Literature of the Rev. C. L. Dodgson
revelan (y reproducen una fotografía para probarlo) que los dos dibujos que hace Tenniel de la tienda copian el escaparate y la puerta de una tiendecita de comestibles situada en el número 18 de Saint Aldegate Street, Oxford. Tenniel tuvo el cuidado, no obstante, de invertir las posiciones de la puerta y del escaparate, así como el letrero que anuncia el precio del té a dos chelines. Estas inversiones apoyan la tesis de que Alicia no es una anti-Alicia (véase la nota 10, cap. I).
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[9] La dificultad que encuentra Alicia para mirar directamente los artículos en venta de la tienda ha sido comparada por los divulgadores de la teoría de los
quanta
con la empresa imposible de determinar la situación exacta de un electrón en su trayectoria alrededor del núcleo de un átomo. Uno piensa también en esas manchitas minúsculas que a veces aparecen ligeramente desplazadas del centro de nuestro campo de visión, y que no podemos ver directamente porque se apartan al moverse el ojo.
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[10] La perinola es una pequeña peonza parecida a lo que en Inglaterra y Estados Unidos se llama hoy
«put-and-take-top».
En la Inglaterra victoriana fue un juguete popular, utilizado en los juegos infantiles. Las caras planas de la parte superior llevan letras o números, y al detenerse la perinola, la cara superior indica lo que el jugador tiene que hacer en el juego. Las primeras perinolas tenían forma cuadrada y letras. La letra «T» de una de las caras representaba la palabra latina
totum
, e indicaba que el jugador lo cogía todo.
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[11] En el poema preliminar de
Aventuras de Alicia en el País de las Maravillas
, Carroll describe a las pequeñas Liddell remando con «brazos inhábiles». Quizá Alicia Liddell, en uno de los paseos en barca con Carroll, se sintió tan desconcertada como Alicia aquí, ante el término marinero «alza». La Oveja le pide a Alicia que coloque las palas de los remos horizontalmente al moverlos hacia atrás para la siguiente «palada», de forma que el extremo inferior de la pala no arrastre por el agua.
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[12]
«Catching a Crab»
[literalmente, «atrapar un cangrejo»] es una expresión marinera en la que un remo se hunde tanto en el agua que el movimiento del bote, si es bastante rápido, puede hacer que el puño del remo golpee el pecho del remero con la fuerza suficiente como para derribarle de su asiento Esto es lo que llega a ocurrirle a Alicia más adelante. «La frase se originó, probablemente», dice el
Oxford English Dictionary
, «por la sugerencia humorística de que el remero había cogido un cangrejo que le sujetaba el remo en el fondo del agua». Esta expresión se utiliza a veces (impropiamente) para designar otros errores en la boga que pueden derribar al remero.
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[13] Es posible que Carroll pensara en esos juncos soñados como símbolos de sus pequeñas amigas. Los más bonitos parecen ser los más distantes, los que están un poco más allá del alcance de la mano; y una vez cogidos, se marchitan rápidamente y pierden su fragancia y su belleza. Naturalmente, están conscientemente concebidos como símbolos de la cualidad fugaz, efímera, inasible de toda la belleza.
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[14] Los estudiantes del
Christ Church
, en tiempos de Carroll, insistían en que si uno pedía un huevo cocido para desayunar, normalmente le servían dos, uno bueno y otro malo (véase
The Diaries of Lewis Carroll
, vol. I, pág. 176).
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[15] El movimiento de la Oveja al otro extremo de la tienda está indicado en el tablero por la jugada de la Reina Blanca a 8AR.
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[16] Los puntos indican que Alicia ha cruzado el riachuelo, avanzando a 6D. Ahora está en la casilla de la derecha del Rey Blanco, aunque no se encuentra con él hasta después del episodio de Tentetieso, en el capítulo que viene a continuación.
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Capítulo VI

[1] El episodio de Tentetieso (Humpty-Dumpty), como los de la Jota de Corazones, de los gemelos Patachunta y Patachún, y del León y el Unicornio, hace referencia a incidentes relatados en la familiar canción infantil. Otra elaboración completamente diferente la encontramos en el primer libro para niños de L. Frank Baum,
Mother Goose in prose
, 1897. En los últimos años, Mr. Dumpty (Tentetieso), ha estado editando una revista infantil (
Humpty Dumpty's Magazine
, publicada por el
Parents Institute
). He tenido el privilegio de trabajar a sus órdenes desde el primer número, aparecido en octubre de 1952, como cronista de las aventuras de su hijo,
Humpty Dumpty Júnior
. Un acierto de la película de
Alicia
realizada por la Paramount fue la caracterización de Tentetieso, a cargo de W. C. Fields.
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[2] Peter Alexander, en su excelente artículo, «Logic and the Humor of Lewis Carroll» (
Proceedings of the Leeds Philosophical Society
, vol. 6; mayo 1951, págs. 551-566), llama la atención sobre esta inversión carrolliana que pasa fácilmente inadvertida. En la vida real, los nombres propios apenas tienen otra función que la de designar un objeto individual, mientras que las demás palabras tienen significado general, universal. En el reino de Tentetieso ocurre al revés. Las palabras corrientes significan lo que Tentetieso quiere que signifiquen, mientras que nombres propios como «Alicia» y «Tentetieso» poseen un significado general. La tesis de Alexander, con la que estoy totalmente de acuerdo, es que el humor de Carroll se encuentra fuertemente teñido por su interés en la lógica formal.
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[3] Estos comentarios de Tentetieso (obsérvese también su frecuente empleo de la palabra «orgulloso» en el resto de su conversación con Alicia) revelan su orgullo antes de su caída.
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[4] Como han señalado otros, ésta es la broma más ingeniosa y siniestra de los libros de
Alicia
. No es extraño que Alicia, rápida en captar una insinuación, cambie de tema.
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[5] Tentetieso es un filósofo, y un filósofo experto ante todo en cuestiones lingüísticas. Quizá Carroll sugiere aquí que esta clase de individuos, sumamente abundantes tanto entonces como ahora en el ámbito de Oxford rara vez tienen capacidad para las matemáticas.
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[6] Lewis Carroll era plenamente consciente de la profundidad que encierra el extravagante discurso de Tentetieso sobre semántica. Tentetieso adopta el punto de vista conocido en la Edad Media como nominalismo: la opinión de que los términos universales no se refieren a objetos existentes sino que son tan sólo
flatus vocis
, emisiones de voz. Esta opinión fue hábilmente defendida por Guillermo de Occam, y hoy la defienden casi todos los empiristas lógicos contemporáneos.

Incluso en lógica y en matemáticas, donde los términos son normalmente más precisos que en otras materias, se produce una enorme confusión cuando uno deja de tener en cuenta que las palabras no significan «ni más ni menos» que lo que pretenden significar. En tiempos de Carroll se suscitó una viva polémica en el terreno de la lógica formal, a propósito del «valor existencial» de las cuatro proposiciones fundamentales de Aristóteles. ¿Implican los juicios universales «Todo A es B» y «Ningún A es B» que A es un conjunto que realmente contiene miembros? ¿Lo implican los juicios particulares «algunos A son B» y «algún A no es B»?

Carroll contesta a estas cuestiones con cierta amplitud en la página 165 de su
Symbolic Logic
. El pasaje merece citarse porque procede directamente de la ancha boca de Tentetieso:

«Los autores, y editores, de los libros de texto de lógica que circulan corrientemente —a quienes en adelante me referiré con el (espero que inofensivo) título de 'los Lógicos'— adoptan, sobre este particular, lo que considero que es una postura más humilde de lo necesario. Hablan de la Cópula de una Proposición en 'voz baja'; casi como si fuese una Entidad viva y consciente, capaz de declarar por sí misma lo que quiere decir, y que a nosotros, pobres criaturas humanas, no nos cumple más que averiguar
cuál
es su soberano gusto y placer, y someternos a él.

»Frente a esta postura, sostengo que cualquier autor está plenamente autorizado a darle el sentido que guste a cualquier palabra o frase que quiera emplear. Si me encuentro con que un autor dice al principio de su libro: "Quede entendido que con la palabra 'negro' quiero decir siempre 'blanco'; y que con la palabra 'blanco' quiero decir siempre 'negro'", aceptaré humildemente su decisión por insensata que me pueda parecer.

»Así que, respecto a la cuestión de si debe entenderse o no que una Proposición asegura la existencia de su Sujeto, sostengo que cada autor puede adoptar su propia regla; con tal que, naturalmente, sea coherente consigo mismo y con la realidad reconocida de la lógica.

«Examinemos un número de opiniones que puedan ser sostenidas
lógicamente
, y decidamos cuál de ellas puede mantenerse
convenientemente
; después de lo cual, me juzgaré en libertad para decidir cuál de ellas me propongo sostener.»

La opinión adoptada por Carroll (de que «todos» y «algunos» implican existencia, pero que «ningún» deja la cuestión en el aire) no triunfó finalmente. En la moderna lógica, sólo las proposiciones particulares «algunos» implican que un conjunto no es un conjunto vacío. Naturalmente, esto no invalida la actitud nominalista de Carroll y de su huevo. El punto de vista actual ha sido adoptado únicamente porque los lógicos lo juzgan más útil.

Cuando los lógicos desviaron su interés de la lógica de conjuntos de Aristóteles al cálculo de las proposiciones o del valor real, se desencadenó otro furioso y divertido debate (aunque entre nológicos en su mayoría) en torno al significado de «implicación material». Casi toda la confusión provenía de no comprender que la expresión «implica» del juicio «A implica B» tiene un significado restringido peculiar del cálculo y no se refiere a ninguna relación causal entre A y B. Todavía subsiste una confusión similar respecto a la lógica de valor múltiple, en la que términos tales como «y», «no», e «implica» no tienen un significado habitual o intuitivo; de hecho, no tienen otro significado que el que definen exactamente las tablas matrices, las cuales generan estos términos «conectivos». Una vez comprendido esto, casi todo el misterio que envuelve a esta extraña lógica se desvanece.

En matemáticas se gastan iguales cantidades de energía en discusiones inútiles sobre el «significado» de expresiones tales como «número imaginario», «número transfinito», y demás; inútiles porque esas expresiones significan precisamente lo que están destinadas a significar; ni más ni menos.

Por otra parte, si queremos comunicarnos con precisión, ha de ser una especie de obligación moral nuestra evitar la práctica de Tentetieso de dar significados particulares a palabras de uso corriente. «¿
Podemos…
hacer que nuestras palabras signifiquen lo que se nos antoje?», pregunta Roger W. Holmes en su artículo «The Philosopher's Alice in Wonderland»;
Antioch Review
, verano 1959. «Uno piensa en un delegado soviético utilizando la palabra "democracia" en un debate en las Naciones Unidas. ¿Podemos darles a nuestras palabras paga extra, o es éste el material con que se confecciona la propaganda? ¿Estamos obligados por el uso del pasado? Por un lado, las palabras son nuestras dueñas; de lo contrario sería imposible la comunicación. Por otro, somos nosotros los amos; si no, no habría poesía.»
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