Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock) (10 page)

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Authors: Jordi Sierra i Fabra

Tags: #Ensayo, Historia

BOOK: Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock)
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No todo consiste en que los Lennon pierdan al padre al cumplir los cinco años de edad.

El mundo Beatle se verá en el próximo capítulo, así que aquí nos centraremos en John. El primer gran escándalo de la historia del grupo no fue el de su actuación en el London Pavilion, cuando John, con su mejor sonrisa, dijo aquello de «los de las butacas de los pisos altos que aplaudan, y los de platea bastará con que agiten sus manos y hagan sonar sus joyas». El primer escándalo lo motivo en verano de 1966 su frase «somos más famosos que Jesucristo». Aquello, aunque se rasgaron miles de vestiduras y de todas formas las palabras ría devolverla hacía tiempo. Le pesaba. Y ése fue el momento. La réplica «social» fue fulminante: su disco
Cold turkey
, en aquel instante subiendo en el
ranking
inglés de éxitos, «desapareció» misteriosamente de la lista a la semana siguiente.

En 1970 el primer «escándalo» de la pareja fue afeitarse la cabeza y proclamar la llegada del año 1 (25 de enero). John dijo que lo habían hecho para poder viajar de incógnito. Con la ruptura de los Beatles (10 de abril) John comenzaría a ser él mismo, más que nunca. Su más dramático suceso privado tuvo lugar precisamente en España. El día 21 de abril John y Yoko llegan a Palma de Mallorca. El 23 van a buscar a Kyoko, la hija de Yoko y Tony Cox, para pasar un día con ella. Sin embargo, y pese a la normalidad de los acontecimientos, por la noche la policía española les detiene. Cox ha interpuesto una demanda… por intento de rapto. A las tres de la madrugada del día 24 Cox, su nueva esposa y Kyoko abandonan la comisaría. John y Yoko, demudados y visiblemente afectados, lo harán media hora más tarde. Telón.

Lo cierto es que Yoko Ono estuvo siempre destrozada por la perdida de su hija Kyoko, y que los continuos abortos fueron el gran cáncer que minó a la pareja durante la primera mitad de los 70. En agosto de 1971 (poco antes de editarse
Imagine
, la mejor obra de Lennon solo), decidieron instalarse en Nueva York ante la imposibilidad de volver a Gran Bretaña, donde John fue condenado a cinco años a causa de problemas con el gobierno inglés. El 29 de febrero de 1972, al expirar el visado americano, Lennon hizo público un comunicado en el que manifestaba su deseo de quedarse en Estados Unidos, considerando que era su «nueva casa». Argumentos no le faltaban: no podía regresar a Inglaterra, y Kyoko, la hija de Yoko, vivía en Nueva York.

Y aquí comenzó el gran escándalo de la vida de John, la historia de cuatro años decisivos que se cerraron un 9 de octubre de 1975. Fue… el «Watergate Lennon».

Para comenzar, el ex Beatle era una figura importante a todos los niveles, tanto sociales como políticos. Su vinculación con grupos pacifistas (de naturaleza izquierdista) hizo que las autoridades americanas le controlasen de cerca. Además, tenía antecedentes penales por uso de estupefacientes, por lo menos en Inglaterra. Y de ser un personaje «molesto» pasó a ser un «objetivo de caza» cuando los republicanos, con Nixon a la cabeza, volvieron a ganar las elecciones. Si antes, Nixon había actuado con cautela, la fuerza de otros cuatro nuevos años en la Casa Blanca fue decisiva. Los hilos de la madeja tardaron en desenredarse tanto o más que el auténtico Watergate.

Las autoridades americanas conminaron una primera vez a John a que abandonase el país. El 29 de abril de 1972 el alcalde de Nueva York, John Lindsay, fue el primero en romper una lanza en favor del cantante. Lejos de «portarse bien», John y Yoko grabaron el controvertido doble LP
Sometime in New York City
, una obra visceral, candente y apocalíptica, en la que que no dejaron títere con cabeza. Como disco fue pésimo, pero como bomba política un éxito. En otoño Richard Nixon ganó la reelección y la caza empezó. Para complicar más las peripecias de estos días, John y Yoko entraron en crisis.

El 24 de marzo del 73 las autoridades de inmigración ordenan al cantante que salga del país, y le dan dos meses de plazo para ello. John pregunta «la causa legal» y se le contesta que por sus antecedentes de 1968, cuando fue detenido por posesión de hachís. Pasa el plazo de expulsión y el pulso Lennon-gobierno va tornándose enervante. Para cubrirse las espaldas, en diciembre John pide a la famosa emisora Radio Luxemburgo apoyo y la emisora inicia una campaña en Inglaterra solicitando de los fans que pidan el perdón del ex-Beatle. La campaña será un éxito, miles de cartas invadirán Buckingham Palace y el «New Musical Express» publica en su editorial una carta reclamando el perdón al considerar que la sentencia de cinco años que pesa sobre él es excesiva. La respuesta de Buckingham Palace y del número 10 de Downing Street, residencia del primer ministro británico, es… el silencio.

En enero John Lennon pide oficialmente un indulto a la Reina.

Nada.

En paralelo a sus problemas legales, el cantante tocó finalmente fondo en sus relaciones con Yoko Ono. En febrero de 1974 él era visto en Los Angeles con otra oriental llamada May Pang y ella debutaba como cantante, sola, en Nueva York. Los días más peligrosos de esta rocambolesca historia iban desgranándose por entonces. En marzo, un John Lennon completamente borracho insultaba al grupo Smother Brothers y se liaba a puñetazos con su
manager
y una camarera en el Troubadour de Los Ángeles. Se jugaba la batalla decisiva y era cuando menos preparado estaba él.

El 17 de julio de ese 74 el Departamento de Justicia ordena, tajantemente, que abandone el país en un plazo de seis días. Los abogados de Lennon presentan una apelación formal, que a tenor de las leyes americanas, ha de ser atendida en un plazo indeterminado que… puede durar meses. Entonces, el 31 de agosto, John desencadena el «Watergate Lennon», acusando abiertamente al gobierno estadounidense de hacerle víctima de una venganza política, orquestada por el ex secretario del Departamento de Justicia, John Mitchell (uno de los implicados y acusados del escándalo Watergate). Los entresijos de la historia van surgiendo y demostrando que John tiene razón. En 1972 John había participado en una demostración anti-guerra en la Convención Republicana de San Diego, y en aquellos días su teléfono fue intervenido, grabando sus conversaciones. John apoyó a los demócratas, y eso, según sus propias palabras, le convirtió en el enemigo público número 1 de un Nixon paranoico. El escándalo cobra más y más dimensión cuando Lennon pide ver los documentos confidenciales de su ficha en el Departamento de Inmigración, que son secretos y prohibidos. Su petición sienta un hito en la jurisprudencia americana, ya que en caso de que fuese atendida y autorizada por un juez, millones de personas en su misma situación podrían pedir lo mismo. La inmensa bola de nieve, convertida en alud, pasa a manos del Juez Federal Richard Owen. En septiembre, mientras tanto, el comité de apelaciones del Departamento de Inmigración ordena a John que abandone el país una vez más o será deportado el día 8. Lennon vuelve a apelar.

En mitad de esa historia interminable, John sigue demostrando atravesar una densa crisis personal. A través de cartas enviadas a «Melody Maker», la popular publicación musical semanal inglesa, sostiene un viva pelea con el cantante, autor y productor Todd Rundgren. Todd le llama «idiota» y John responde diciéndole que su nombre debería ser «Turd» Rundgren (excremento).

Finalmente llegamos a 1975, el año clave. Antes, el 16 de diciembre, el «Daily Mail» había escrito, por primera vez y en acusación frontal, que el mismísimo Richard Nixon estaba detrás de la orden de deportación de John. En febrero Yoko y él se reconcilian y el amor marca realmente el resurgir. En unas declaraciones afirman: «Nuestra separación no ha dado resultado». Lo que sí da resultados es el nuevo embarazo de ella. ¿Han concentrado los meses de abstinencia sus energías?

El telón de fondo del «Watergate Lennon» y el escándalo más absurdo pero decisivo de la historia del rock cae el 9 de octubre de 1975. En un mismo día John cumple treinta y cinco años, nace Sean… y se anula la orden de deportación, obteniendo además un permiso de residencia en Estados Unidos «por no haber causas suficientes como para negárselo». El tribunal también recomienda (que es igual casi a «ordenar») al Servicio de Inmigración, que reconsidere su decisión de no darle residencia permanente.

A partir de aquí, con las aguas tranquilas y nuevos horizontes, la vida de John, Yoko y Sean, cambia por completo. En mayo de 1977 los tres viajan a Japón para que el pequeño conozca a la familia de su madre. Un tío de Yoko había sido Delegado de Japón en la ONU y todos eran gentes de bien, adineradas y con posiciones altas. La visita se prolongará por espacio de casi medio año, y el 11 de octubre de 1977, en rueda de prensa dada antes de regresar a Nueva York, Lennon sorprende al mundo entero con su despedida y adiós… temporal: «Hemos decidido vivir sin complicaciones el tiempo necesario. Cuando Sean tenga tres, cuatro o cinco años, pensaremos en crear algo más que no sea un hijo». También dice: «Mi hijo y Japón han influido decisivamente en mí. Yo ahora soy un discípulo Zen».

Tres años después el silencio terminaba con la grabación de
Double fantasy
. El 8 de diciembre de 1980 un joven llamado Mark David Chapman esperaba a Lennon a la puerta del Edificio Dakota de Nueva York, residencia de los Lennon. El mismo edificio donde viven muchos famosos y que, por su aspecto irreal, fue elegido por Román Polanski para rodar
La semilla del diablo
. John firma un autógrafo a Chapman. Uno de tantos, en la cubierta del LP. Tras ello se va. Pasa el día en el estudio de grabación, trabajando en nuevas canciones, y por la noche regresan a casa. Son las once de la noche en Nueva York, las cuatro de la madrugada del día 9 de diciembre en Europa. Mark David Chapman levanta una pistola y descarga todas sus balas en el cuerpo del artista más carismático de la historia del rock.

El domingo 10 de diciembre de 1980, medio millón de silenciosos testigos de esa historia, de todas las edades, razas y condiciones sociales, se reunió en el Central Park de Nueva York para tributar el mayor homenaje jamás hecho a una persona. Además de ese medio millón vivo y latente, el mundo entero guardó a las doce del mediodía diez minutos de silencio por la memoria de quien fue capaz de concebir un sueño y convertirlo en realidad a través de la música.

Para una generación, ese sueño había terminado.

Era el despertar.

Pero el rock, el gran espectáculo, continuó.

8
EL MUNDO BEATLE

Lo primero que se supo de los Beatles cuando dejaron de ser estrellas cegadoras cuya luz hería la retina y la percepción de sus incondicionales, es que no fueron ni mucho menos unos angelitos. La pregunta posterior fue: ¿y quién demonios quería, o pretendía que lo fuesen? A fin de cuentas consiguieron lo que millones de pretendientes de la fortuna soñaban, y actuaron de la misma forma como ellos lo hubiesen hecho. Pasaron un duro y largo aprendizaje, fueron rechazados, triunfaron y luego… vivieron.

También flirtearon con la crónica negra del rock.

Así que no es de extrañar que haya tres muertes (además de la de John Lennon) en su historia, y un pequeño rosario de citas más o menos escandalosas.

Que las giras del grupo se convirtieron en orgías llenas de chicas desnudas ya es superfluo y pasajero. Otros grupos hicieron más tarde orgías mucho más desenfrenadas y terroríficas, arrasando hoteles enteros. Las
grupies
, la raza más curiosa del rock, siempre han estado para eso… porque eso ha sido, ni más ni menos, lo que han buscado. Decenas de miles de chicas de todas las edades han querido acostarse con sus ídolos desde que la admiración de unas pasó por la entrepierna del otro y viceversa. Algunas lo consiguieron, y otras, las más famosas, los coleccionaron. Incluso hay que contar con las que se quedaron en la vida de ellos.

Que a los Beatles les detuvieron individualmente varias veces por consumo o tenencia de drogas, también es viejo, y necesariamente superfluo. Si en este libro tuviese que citar todas las detenciones por drogas de los más importantes solistas o miembros de grupos del rock, faltarían las páginas de una verdadera enciclopedia. Habrá que citar, eso sí, detenciones famosas, pero nada más. Por ejemplo, el mismo día que Paul McCartney se casaba con Linda Eastman, a George Harrison le detenía la policía junto a su mujer Patty. Nadie puso en duda la efectividad de la «maniobra» legal, ni se dudó de que la irrupción en casa de George no fuese nada casual.

Pero la crónica negra del mundo Beatle, poco tiene que ver con estos «detalles». La auténtica leyenda oscura fue la que trazaron muertes casi desconocidas como la de Stu Sutcliffe, tragedias esenciales como la de Brian Epstein, o colofones curiosos como el de Mal Evans, amén de otras pinceladas.

Stu Sutcliffe hubiera sido el líder de los Beatles, de no haber abandonado el grupo antes de morir prematuramente en 1962. Por un lado era mayor que John. Por otro tenía unas inquietudes artísticas y una personalidad mucho más acusadas. En tercer lugar poseía imán, magnetismo, carisma. Aun sin tener ni idea de música, Lennon le metió en los Quarrymen confiando en que un rápido aprendizaje le daría lo necesario. Así pues, al comenzar 1960, los Quarrymen eran John Lennon, Paul McCartney, George Harrison, Stu Sutcliffe y Pete Best.

Aquel año y como Beat Brothers, el grupo viajó a Hamburgo, Alemania. Hamburgo era una prolongación de Liverpool, pero con mucha mayor actividad y animación. Si Liverpool era el primer puerto atlántico de Gran Bretaña, no hay que olvidar que Hamburgo lo era de Europa.

Cientos de clubs, cabarets y oportunidades, se trenzaban y destrenzaban en torno a sus muelles ofreciendo la mercancía del placer por el simple precio de la oportunidad. La mayoría de grupos ingleses de nueva ola pasaban por Hamburgo en busca de la suya, viviendo con problemas, bajo la angustia de la ilegalidad o de la falta de recursos, pero con la bandera de la libertad como respaldo de sus jóvenes edades. Los Beat Brothers, por ejemplo, cobraban dieciséis libras a la semana, y no era ninguna fortuna contando el pago del alojamiento, la comida y… las diversiones.

A finales de verano de 1960 Stu Sutcliffe conoció a Astrid Kirchner, una alemana que trabajaba como fotógrafo. El quinteto por entonces actuaba en el Indra Club. El romance quedó interrumpido en octubre cuando los Beat Brothers habían logrado dar el salto a un escenario mejor, el Kaiserkeller Club. La policía hizo una redada y descubrieron que George Harrison no era mayor de edad como decían sus papeles, sino menor. Aunque sólo George fue expulsado, el resto hizo causa común y se marchó con él. Tampoco querían sustituirle o actuar como cuarteto. Sin embargo a la llegada a Liverpool y víctimas de una depresiva desmoralización se separaron por espacio de dos meses. Ahí jugaron buena parte de su futuro.

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