Read Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock) Online
Authors: Jordi Sierra i Fabra
Tags: #Ensayo, Historia
Durante el resto de los años 60 y la mayor parte de los 70, Jan fue una sombra. Volvieron como Jan & Dean en 1973 y fue triste ver al antiguo líder y seductor convertido en una parodia de sí mismo, igual que un retrasado mental. De nuevo lo intentaron en 1977 y sólo consiguieron un poco de nostalgia y testimonios con la revisión de sus grandes éxitos. Luego los años pasaron…
A Jan Berry le salvó la campana, pero siempre cabe preguntarse, de haber podido escoger, qué habría elegido él.
El 11 de octubre de 1969, Muddy Waters apostó con su suerte y ganó. Muddy era la leyenda viva de los bluesmen del Delta, máxima figura en los años 40 del
blues
que, partiendo de Chicago, irrumpió en las corrientes musicales que posteriormente desarrollaron el potencial del
rhythm & blues
en los 60. Los Rolling Stones tomaron su nombre de la canción
Rollin' stone
, uno de los
hits
de Waters, e imitaron su estilo a la descarada, lo mismo que el de Bo Diddley y Howlin' Wolf. El 11 de octubre de 1969 y con cincuenta y cuatro años Muddy pudo haber pasado al capítulo de las víctimas por accidente de tráfico, pero la providencia, la suerte o el destino (quizás los tres unidos), le salvaron a él mientras los otros tres ocupantes del coche en que viajaba fallecían. El hecho sucedió en Illinois. Muddy se recuperó de sus graves heridas y continuó, como un canto rodante, tocado por la fortuna.
El más famoso de los supervivientes del asfalto es el único que jamás pudo conducir un coche: Stevie Wonder.
Stevie no tuvo jamás que cerrar los ojos para mirar en su interior, porque ya nació ciego y el suyo fue un universo de sombras poblado por la luz sólida de su energía creativa. Debutante a los once años y erigido en el más notable artista negro a través de la propia admiración de sus compañeros, blancos y negros, el 6 de agosto de 1973, a los veintitrés años, fue sacado de entre los restos del automóvil en el que viajaba por Carolina del Norte. Lo mismo que Dylan, la muerte le pasó muy cerca. Posiblemente por este enfrentamiento su vida cambió inmediatamente, pasó un año en blanco y se divorció de su mujer, la cantante Syreeta (a la que encontró siendo secretaria y ayudó a triunfar).
A Simon LeBon, cantante del grupo Duran Duran, uno de los cabezas de serie del
pop
de los 80, la campana que le salvó fue mucho más real: una campana en forma de bolsa de aire que le permitió respirar los angustiosos minutos que duró el salvamento de su barco, volcado en una regata en verano de 1985. En plena crisis con sus compañeros de grupo, Simon se empeñó en participar con su majestuoso yate, el «Drum», en la tradicional prueba de la vuelta al mundo dividida en distintas regatas, que dura varios meses y que parte y regresa anualmente de Porstmouth. En una prueba previa, y mientras la tripulación ponía a pleno rendimiento el barco, una ola lo hizo volcar. Flotando en un mar embravecido, con los acantilados próximos y sin certeza de lo que sucedía arriba, los tripulantes, incluido Simon, pudieron guarecerse en la bolsa de aire aprisionada entre el agua y la quilla. Una bolsa que evidentemente acabaría desapareciendo. Tampoco los equipos de rescate sabían si alguien seguía con vida. Cuando los primeros buzos lograron llegar hasta el foco donde esperaban los supervivientes, la catástrofe logró ser detenida. Uno a uno fueron rescatados y devueltos a la superficie. A millones de fans se les erizaron los pelos pero la presumible tragedia sólo acabó en susto.
Tragedia fue en cambio el dramático accidente de Rick Alien, batería del grupo
heavy
Def Leppard.
Def Leppard, formados en Sheffield, Inglaterra, a fines de los años 70, habían tardado lo suyo en convencer de su clase. Su tercer álbum
Pyromania
, editado en 1983, fue la clave, vendiendo cuatro millones de copias en Estados Unidos en su primer año, para alcanzar los siete más tarde.
Convertidos en uno de los nuevos líderes del
Heavy Metal
, iban a dar la prueba de su potencia superadas algunas dificultades (su productor les dejó plantados) cuando el día de Año Nuevo de 1985 el batería Rick Alien sufrió un accidente de tráfico. Al hospital llegó únicamente parte de su cuerpo. El brazo izquierdo quedó enterrado por el camino. El grupo, demostrando una solidaridad única, no sólo no sustituyó a Rick sino que le esperó. ¿De qué forma podían esperar a un batería con un solo brazo? Pues de la única que una incierta esperanza podía darles: confiando en la electrónica. En 1986 la prensa especializada dio la noticia de que Rick Alien se reincorporaba a su puesto y los Leppard volvían a la carga. Después de ser salvado por la campana, la segunda oportunidad del batería consistía en la aplicación de un nuevo brazo provisto de sensores y un complejo sistema electrónico para no ya hacer vida normal, sino seguir trabajando como músico.
El primer robot de la Era Rock comenzaba a perfilarse en el futuro.
Y como último afortunado hay que citar a Mark Knopfler, líder de los Dire Straits. En una carrera de automóviles
only for best
, (sólo para famosos), celebrada en Adelaida, Australia, en 1986, y previa al Gran Premio de Australia de Fórmula 1, hizo el mejor tiempo previo y acabó el primero en la parrilla de salida. También fue el primero en salirse de la pista al iniciar la prueba final y su bólido se estrello contra un muro. Mark fue llevado a un hospital, inconsciente, con rotura de clavícula, traumatismos múltiples y conmoción cerebral. Un susto y una anécdota, pero…
Ha habido otros casos de salvación a última hora, que se verán más adelante. James Taylor y Marianne Faithfull intentaron suicidarse y regresaron del Más Allá. La droga cegó a Lou Reed, Eric Clapton o Syd Barrett, pero lograron vencer el punto sin retorno. El rock a veces parece un nudo de autopistas con infinidad de salidas sin que ningún letrero diga a dónde van.
Brian Jones fue el primero de los «cuatro grandes» caído en el esplendor
pop
, la etapa más rica y creativa jamás imaginada. Le siguieron Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, o lo que es lo mismo, el poker de Jotas del rock: Jones, Jimi, Janis & Jim. La diferencia entre ellos es que mientras Brian murió atenazado por sus fantasmas, Janis lo hizo víctima de su soledad y Jim oprimido por la incomprensión y un mundo que se había vuelto contra él, Jimi murió aprisionado por la máquina, el engranaje de la industria, traicionado por
managers
, golpeado por el furioso vendaval de su «boom» y convertido en el monstruo de Frankestein del rock. Aún hoy no se sabe si se suicidó o se mató accidentalmente. Bastaba media tableta de las que tomó para dormir, y en el frasco faltaban nueve.
La historia de James Marshall Hendrix, nacido el 27 de noviembre de 1942 en Seattle, Washington, puede resumirse así: cinco años de ansiedades, frustraciones y penurias (1961-66), dos años de gloria, éxito y poder (1967-68), dos años más de nuevas frustraciones, desesperación y caos (1969-70) y un final apocalíptico, triste y rabiosamente conciso en su desenlace.
Hijo de un jardinero y miembro del
ghetto
negro de Seattle, prisionero de la miseria pero rebelde y fascinado por la música, comenzó a tocar en bandas de
rhythm & blues
hasta que le llegó la oportunidad de salirse de su entorno alistándose en el ejército. Como miembro del 101 Cuerpo de paracaidistas de la Airborne División, viajó por primera vez a Europa tomando parte en unas maniobras. Los médicos recomendaron un día su licenciamiento y regresó a la música. Su sorprendente forma de tocar la guitarra (era, además, zurdo), su técnica autodidacta, su rapidez y versatilidad, le convirtieron en músico de primera para artistas tan reputados como Little Richard, King Curtís, B. B. King, Sam Cooke, Isley Brothers, Ike & Tina Turner, Curtis Knight y los Famous Flames de James Brown (en estos últimos haciéndose llamar Jimmy James). Fue precisamente esa proliferación la que, sin saberlo, determinaría parte de los problemas posteriores, ya que con todos ellos grabó discos, evidentemente como músico y nada más. Pero ¿cómo pensar que en unos años llegaría a ser una de las más decisivas estrellas del rock?
En el verano de 1966 Jimi Hendrix toca en el Cafe Whal de Nueva York, en pleno Greenwich Village, con el grupo Blue Fame. Entre el público hay dos caras conocidas, Eric Burdon y Chas Chandler (cantante solista y bajo de los Animals). Al terminar la actuación Chandler visita a Hendrix en el camerino, abrumado por lo que ha visto, y le ofrece dos cosas: ser su
manager
y lanzarle como solista en Inglaterra. Jimi hace las maletas y les acompaña. A pesar de las muchas corrientes musicales que ya convergen sobre el
pop
, y que culminarán con el estallido de la psicodelia en 1967, Jimi va a ser toda una sorpresa.
A fines de 1966 tiene lugar la presentación en Londres. Chas Chandler jugó fuerte y apostó a una sola carta con su pupilo. No le hizo actuar en lugares habituales, sino en clubs refinados y ante una audiencia sofisticada. Pocos le entendieron, pero inmediatamente comentaron su tremenda y excitante personalidad y el morbo sexual que desprendía. Ése fue el punto de arranque. La música de Jimi era aplastante, turbulenta, demoníaca, un caudal enérgico absolutamente irresistible acompañado de una voz grave y áspera. Pero había algo más: era el primer negro del
pop
y en muchos de sus conciertos iniciales el público estuvo más pendiente de su entrepierna que de lo que hacía. Una creciente fama de animal sexual caminó pareja a esos inicios. Muchas
grupies
blancas quisieron comprobar si los negros estaban mejor dotados que los blancos, y lo lograron. Jimi era la atracción, la última fantasía. Ni siquiera fallaba su vestuario, colorista, chillón, con gasas y tules, sombreros y pamelas exquisitas que rivalizaban con las del mismo Brian Jones.
Afortunadamente para él y para la música, sus discos se encargaron de colocarle donde debía estar: en la cima. Formó un grupo de acompañamiento llamado Experience (sólo un bajo y batería) y rápidamente alcanzó la cima de su reinado interviniendo en el festival de Monterrey de verano del 67. Era la primera vez que actuaba, convertido en estrella, en Estados Unidos, y lo hizo en uno de los festivales más decisivos y significativos de la historia, puesto que por él pasaron entre otros Otis Redding, Janis Joplin, Simón & Garfunkel, Eric Burdon & The Animals, Ravi Shankar, Mama's & Papa's, Grateful Dead… En la película que se filmó para la historia, se ve el ritual de uno de los hechos que le dio más fama: la quema de su guitarra. Más tarde, hasta eso le persiguió.
El primer escándalo de la carrera de Jimi se produjo en 1968, al editar el doble LP
Electric ladyland
. En la portada aparecían diecinueve mujeres desnudas, blancas y negras. La censura actuó fulminantemente, como un rodillo, y en infinidad de países se prohibió el disco o hubo de ser editado con otra cubierta. Ello no impidió unas ventas masivas, y obviamente la edición de la portada genuina en reediciones posteriores. Al llegar 1969, la tensión y alucinante marcha mantenida los dos años anteriores, comenzaron a pasar la factura. En primer lugar, Jimi había ido a por todas. Al concluir Monterrey le pusieron de telonero en la gira de los Monkees, algo así como juntar a Humphrey Bogart con Mickey Mouse. ¿Qué hacía el apocalipsis del rock con cuatro niños reunidos artificialmente y en pleno éxito con millones de fans enloquecidas gritándoles? Sin embargo esto sólo fue un pequeño hito. El dinero fluía con facilidad, los discos se vendían masivamente, y no hay que olvidar que el estigma de Jimi seguía siendo el mismo: ¿cómo olvidar que era un negro salido del
ghetto
? Apuró y apuró el éxito, cantando lo que le pedían y quemando más guitarras porque el público lo esperaba. En 1969 comprendió cuál era la situación real, lo que estaba haciendo, y entonces quiso parar. Aunque lo hizo… fue demasiado tarde.
Deshizo Experience, y tras una pelea con Noel Redding (bajo de Experience), pasó una noche en la cárcel, donde nuevamente se sintió como un negro acorralado. Luego se separó de Chas Chandler y para coronar la espiral fue detenido el 3 de mayo de 1969 en Toronto, Canadá, acusado de tenencia de drogas. La broma le costó diez mil dólares, pero lo fundamental fue que, en públicas declaraciones, manifestó no tomar drogas, odiarlas y juró y perjuró que era un negro bueno. Su miedo contrastó con la realidad (tomaba todo lo que caía en sus manos, desde pildoras hasta LSD) y con el rechazo de la parte más rebelde de sus seguidores (que se sintieron burlados por su traición, como si fuese San Pedro negando tres veces a Jesucristo). En verano de 1969 Jimi actuó en los festivales de Newport y Woodstock, y precisamente en este último, en la película rodada a lo largo de los tres días, se advierte en gran medida su hundimiento. En diciembre formó una nueva banda, Band of Gypsies, con la que sólo grabó un LP, y en enero de 1970, en el Madison Square Garden de Nueva York, ante veinte mil personas, no llegó a terminar su actuación, marchándose a mitad de concierto.
Los problemas de Hendrix por entonces no se resumían tan sólo en su dependencia de las drogas.
Más bien tomaba drogas para escapar de la trampa en la que se había metido. Por un lado, quería ser libre y la esclavitud del estrellato no le dejaba. Por otro lado, su carácter hacía insostenible la vida a su lado. En tercer lugar, por cada disco que editaba aparecían diez producto de la piratería y de la edición de sus viejas grabaciones con otros artistas. Todo este material torpedeaba su más reciente producción y dispersaba a un público que creía que se había vuelto loco. Y lo más importante: él no veía un centavo de esas ediciones antiguas. Comenzó a poner demandas y más demandas y el tiempo (siempre lento cuando camina al lado de la ley) no le solucionó ningún problema. Hay que decir aquí que la industria se portó vergonzosamente. Se editaron discos en los que Jimi no era más que uno de los músicos, como si se tratase de la estrella, y eso fue poco comparado con lo sucedido tras su muerte: siguieron apareciendo LP's durante diez años, inéditos, con temas sobrantes o con piezas simplemente esbozadas en estudio, maquetas… o cintas misteriosamente halladas en un estante, olvidadas… y milagrosamente recuperadas. En vida, Jimi quiso luchar contra todo eso y perdió. Había algo más: la eterna constante del color de su piel.
Hasta entonces, la mayoría de artistas negros tenían un público negro. Podían ser aceptados por los blancos, incluso masivamente, pero eran fieles a su raza. Jimi fue el primero en acabar con esta tradición, probablemente porque en Inglaterra, donde basó su éxito, las cosas eran distintas. Fue un negro que hizo música sin distinción de razas, pero puede decirse que tocaba exclusivamente para los blancos. A lo largo de esos años, siendo como era una figura internacional, muchas comisiones de entidades racistas, pacifistas o defensoras de los Derechos Civiles, acudieron a él en busca de ayuda, apoyo, colaboración… Y lo único que hizo Jimi, siempre, fue darles dinero, pero se negó sistemáticamente a intervenir en manifestaciones, actuar en festivales de índole política o dejarse utilizar. Nunca quiso comprometer su independencia con nada ni con nadie. Decía que sólo era un músico, y que su guitarra hablaba por él.