Authors: Peter Rinearson Bill Gates
El arte de gobernar, lo mismo una sociedad que una empresa, gira en torno a la toma de decisiones documentadas para asignar los recursos. Llegar a ser experto en ello es labor del político que le dedica todo el tiempo.
Esto capacita a los mejores políticos a idear y ofrecer soluciones no obvias que los volantes en una democracia directa ni siquiera podrían afrontar porque pueden no comprender las transacciones necesarias para conseguir el éxito, a largo plazo.
Los representantes políticos tienen que justificar los papeles que desempeñan, como lodos los intermediarios en el nuevo mundo electrónico.
La red les enfocará como nunca antes. Los votantes podrán adquirir un sentido mucho más directo de lo que hacen sus representantes, en lugar de recibir sólo fotos y buenas palabras. No está lejos el día en que un senador reciba un millón de mensajes por correo electrónico respecto de un asunto o que pueda efectuar un sondeo de opinión entre sus votantes, en tiempo real.
A medida que Internet ha crecido en popularidad por todo el mundo, la libertad que confiere a cualquiera para distribuir cualquier clase de información casi a todas parles ha alarmado a algunas personas y gobiernos.
Se han extendido ampliamente los libelos, la pornografía y las violaciones de los derechos de autor. La información sobre las tecnologías peligrosas está ahí para el que quiera cogerla. Se han expresado consideraciones políticas que algunas personas no creen que cualquiera tuviera derecho a expresar.
Hay quienes creen que Internet se está yendo de las manos y que necesita que alguien reine en ella. Se traía de una reacción excesiva y peligrosa.
Internet es preciosa. Es el primer medio que permite la publicación mundial de información a un costo esencialmente no marginal. Si los gobiernos la aprietan mucho, la ahogarán.
En el otro extremo están las personas que insisten en que las redes interactivas deberían ser muy abiertas, que el ciberespacio libre sería un mundo aparte del gobernado en el que no se aplican las leyes sobre derechos de autor, el libelo, la pornografía y la confidencialidad. Esto es una candidez. La Web es una corriente principal ahora, y sus días como corriente apañe sin ley han terminado, lo que necesitamos es equilibrio. Debemos permitir que la Internet esté abierta incluso cuando protejamos de los abusos a nuestros hijos, y a la gente que quiera ser protegida. Las materias que son legales en las bibliotecas y en las librerías deben ser también legales en línea, al igual que el material que constituye un libelo en forma impresa tendría que tener la misma consideración en el ciberespacio. No queremos paralizar la Internet, tampoco queremos que los niños tengan acceso a libros pornográficos o a manuales terroristas.
El Congreso de Estados Unidos fracasó en lograr un equilibrio razonable en 1996 cuando aprobó la Communications Decency Aci, que era tan restrictiva que podría haber hecho que fuera una felonía utilizar la Internet para comunicar información detallada sobre el control de la natalidad, la prevención del SIDA o sobre cómo abortar. Un jurado de tres jueces del Tribunal Federal de los Estados Unidos de Filadelfia falló que el acta suponía una privación inconstitucional de la libertad de expresión. «Se puede contemplar plenamente a Internet como una conversación de ámbito mundial sin fin» escribió el juez federal de los Estados Unidos, Stewart Dalzell.
«El gobierno no puede… interrumpir esa conversación. Como la mayor forma de conversación de masas participativa desarrollada nunca. Internet merece la más alta protección contra la intrusión gubernamental». Cuando este libro se dio a la imprenta, el gobierno había apelado la sentencia del juez Dalzell ame la Corte Suprema de Estados Unidos.
Desde luego, el Congreso de Estados Unidos no es el único que trata de imponer restricciones. El gobierno chino exige a los usuarios de Internet y del correo electrónico registrarse, y trata de restringir ampliamente la expresión política en nombre de la seguridad y de la estabilidad social. Yo no apruebo la posición extrema de China, pero es cierto que la mayor parte de los países son sensibles a la distribución de uno u otro tipo de información. El Reino Unido es partidario de regular Internet en lo que respecta a los secretos de Estado y a los ataques personales.
Francia tiene una herencia orgullosa de libertad de prensa, pero un tribunal prohibió un libro sobre la historia clínica del anterior presidente francés. Francois Mitierrand. Sin embargo, era legal la publicación electrónica del libro en la Word Wide Web, lo que se hizo rápidamente. Si hubiera sido ilegal publicarlo en la Web en Francia, el contenido del libro podría haberse publicado en un servidor Web fuera de Francia y lejos del alcance de la legislación francesa, pero no lejos del alcance de los ciudadanos franceses que efectúan búsquedas en la Web.
Este es precisamente el dilema en que se encontró Alemania. Esta nación tiene leyes estrictas contra la propaganda neonazi, pero los ciudadanos alemanes que buscan en la Web tienen acceso a los puntos de vista neonazis en un servidor Web en Canadá, donde la propaganda se puso legalmente. Mantener la información fuera de un país se hace cada vez más difícil.
Como he puesto ya de manifiesto, en nuestra era cableada no es fácil recluir la información dentro de las fronteras nacionales. Solía ser mucho más fácil, y los gobiernos han tenido durante mucho tiempo interés en ello por razones económicas y militares al igual que políticas. En el siglo XVII era un delito capital exponer o tratar de descubrir los detalles de un proceso que empleaba la tuerza hidráulica para torcer seda cruda y convertirla en hilo en un molino en el Pianionte (Italia). En los días de Iván el Terrible se castigaba con decapitación el hecho de sacar de contrabando una mana cibelina fuera de Rusia, porque deseaba mantener el monopolio mundial de las pieles de mana. La información sobre cómo «hacer» una piel de mana estaba y está encerrada en el código genético de la marta. El único modo de exportar esta información era exportar martas vivas. Por cierto, sacar esta información genética viva fuera de Rusia sigue siendo delito, aunque ahora no le corlarían la cabeza por ello.
Cuando surge el problema de no mostrar en las computadoras caseras materias censurables, parte del mismo consiste en que el ciberespacio no dispone de los guardabarreras en que hemos llegado a confiar en el mundo físico. La sociedad pide a los empleados de las tiendas que no vendan pornografía, tabaco o alcohol a los menores. Así mismo, pide a los farmacéuticos que no vendan medicamentos pótenles sin receta. El empleado y el farmacéutico sirven como guardabarreras aunque no siempre sean perfectos. La Word Wide Web no tiene guardabarreras. Ha sido más como una máquina expendedora automática no supervisada que ofrece cualquier cosa a casi lodos, y generalmente de forma gratuita. Para hacer en cierto modo de guardabarreras en la Web, una página que contenga material para adultos puede poner un aviso que diga algo como:
¡Atención! Tienes que ser mayor de 21 años para ver el contenido de este sitio. Para continuar presiona en el botón 'soy adulto'
Algunos críticos han sugerido que las compañías de telecomunicaciones se constituyan en guardabarreras, encargándose de filtrar el contenido de lo que transportan. Esta idea atribuiría a las compañías la labor de censurar todas las comunicaciones, algo totalmente imposible de realizar, primero porque el volumen de la información que se comunica de este modo es demasiado grande. Esta idea no es más factible o deseable que la de pedir a una compañía telefónica que controle y acepte la responsabilidad legal por todo lo que se habla o transmite a través de sus hilos telefónicos.
Los políticos se enfrentan a la cuestión de cuándo un servicio en línea tendría que ser tratado como un servicio de trasmisión normal y cuándo como editor. Las compañías telefónicas se consideran legalmente como transmisores comunes. Transportan mensajes sin asumir responsabilidad alguna por ellos. Si una llamada obscena le molesta, la compañía telefónica cooperará con la policía, pero nadie piensa que sea la compañía la que delinque. Por otra parte, los que publican revistas y periódicos son editores. Son legalmente responsables de lo que publican y pueden ser perseguidos por calumnia. Ellos también están muy interesados en mantener su reputación en lo referente a su integridad editorial, porque es parte importante de su negocio. Todo periódico responsable efectúa cuidadosas comprobaciones antes de hacer un alegato no publicado previamente acerca de alguien, en parte porque no quiere que se le persiga por difamación, pero también porque publicar una inexactitud podría dañar su reputación de honradez, los servicios en línea tienden a funcionar simultáneamente como servicios de transmisión comunes y como editores, y es aquí donde se plantea el problema. Cuando un servicio actúa como editor, ofreciendo contenido que ha adquirido, que ha hecho como autor o editado, tiene sentido que le quepa responsabilidad por lo que publica. Podrían aplicársele las leyes sobre libelo y sufriría su reputación editorial. Pero nosotros también esperamos que un servicio entregue nuestro correo electrónico como un servicio de transmisión común sin examinar su contenido ni adquirir responsabilidad alguna por él. De la misma manera, las tertulias, los boletines y los foros de servicio que animan a los usuarios a interactuar sin supervisión editorial alguna son nuevos medios de comunicación que no deberían tratarse del mismo modo que el material publicado por el servicio. Los peligros son grandes. Si los proveedores de la red tienen que ser tratados plenamente como editores, tendrán que mostrar y aprobar con antelación el contenido de toda la información que transmiten. Esto podría crear una atmósfera no deseada de censura y coartar el intercambio espontáneo. Tan importante en el mundo electrónico.
Idealmente, la industria desarrollará por sí misma algunos estándares, de manera que cuando se visite un sitio Web o un grupo de noticias podamos tener un indicio de si el editor los ha censurado, si ha editado el contenido y está detrás de él o no. La cuestión, por supuesto, será cuáles serán los estándares, y quién los supervisará. No debería obligarse a un boletín para lesbianas a aceptar comentarios antilésbicos ni tampoco aceptar que un boletín sobre algún producto se viera abrumado con mensajes procedentes de un competidor. Sería una vergüenza hacer que los niños se abstuvieran de todas las páginas Web o de lodos los grupos de noticias, pero también sería poco realista, y posiblemente supondría conculcar los derechos de libertad de expresión, forzar a que todas estas páginas sufrirán la revisión por parle de alguien que estuviera dispuesto a ello para aceptar la responsabilidad de lodos sus contenidos.
Quizá el enfoque que pueda funcionar mejor sea requerir que las páginas Web y oíros contenidos en línea sean valorados sistemáticamente. Se está dolando de capacidad a los navegadores de Web y a otras aplicaciones para que rehúsen conectar paginas que no tienen las valoraciones adecuadas por parte de una organización autorizada. El usuario de Internet, o el padre del usuario, puede decidir qué servicio de evaluación se utilizará y cuáles de sus estándares se aplicarán. Los padres y otros usuarios podrán elegir entre una variedad de servicios de evaluación y enfoques.
Uno de estos enfoques es una iniciativa llamada P1CS, que significa Platform for Internet Content Selection, que capacita a grupos y a empresas de todo el mundo para establecer sus propios estándares que contenido aceptable. Los P1CS no son un servicio de evaluación, sino más bien un marco que facilita a organizaciones de lodo tipo crear sus propios sistemas de evaluación.
Esto no hará de perfecto guardabarreras, pero un sistema de evaluación es el mejor enfoque que hemos encontrado hasta ahora para incrementar el equilibrio entre la apertura y la protección. En muchos países ya se clasifican las películas de acuerdo con muchos estándares diferentes.
Los taquilleros de los cines son los guardabarreras que admiten sólo a adultos en los programas para adultos. En Estados Unidos, donde una ley pronto exigirá que las televisiones nuevas estén equipadas con el llamado «V-chip» para permitir a los padres bloquear los programas indeseables, las redes de televisión están creando por sí mismas un sistema de evaluación. La industria del software está comenzando también a clasificar y valorar el contenido para los Juegos en CD-ROM.
Los sistemas de evaluación y clasificación para los sitios Web, cuando se perfeccionen, funcionarán la mayor parte del tiempo y ayudarán a evitar algo que podría constituir una amenaza rea] para el futuro de las redes interactivas: la interferencia de un gobierno de mano dura que llegue a poner en peligro la auténtica apertura, que es lo que hace valiosa a Internet.
Mi entusiasmo por Internet sigue siendo limitado, a pesar de esas cuestiones y de oíros problemas ocasionales que plantean las interacciones electrónicas. La tecnología de la información afecta ya profundamente la vida, como ponía de manifiesto un mensaje que me envió por correo electrónico un lector de mi columna periodística; «Señor Gates, soy un poeta que padece dislexia, lo que significa básicamente que apenas puedo escribir una maldición, y nunca podría esperar que se publicaran mis poesías o mis novelas si no fuera por este corrector ortográfico informático. Puedo fracasar como escritor, pero gracias a usted puedo triunfar o fracasar según el talento que tenga, pero no a causa de mi discapacidad».
Estamos asistiendo a algo histórico que afectará al mundo como un terremoto, y nos sacudirá del modo como lo hicieron el descubrimiento del método científico, la invención de la imprenta y la llegada de la Era Industrial. Si la Internet incrementara el conocimiento que los ciudadanos de un país tienen sobre los ciudadanos de los países que le rodean y redujera con ello las tensiones internacionales, ya sería suficiente por sí mismo para justificar su costo. SÍ sólo los científicos utilizaran la red interactiva y ello les capacitara para colaborar más eficazmente en la búsqueda de remedios para las enfermedades que aún no lo tienen, sería suficiente. Si la red fuera sólo para los niños, de manera que pudieran perseguir sus intereses dentro y fuera de las aulas, transformaría por sí mismo la condición humana. La Internet no resolverá lodos los problemas, pero estoy convencido de que será una fuerza positiva en muchas áreas.
La red interactiva de banda ancha evolucionará a partir de Internet, pero no de acuerdo con un plan preconcebido. Se producirán reveses y desajustes no previstos de antemano. Algunos aprovecharán los fracasos para proclamar que, en realidad. Internet no fue más que un fiasco publicitario. Pero los fallos tempranos serán precisamente experiencias ilustradoras. La Internet es de suma importancia.