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Authors: Jude Watson

Cautivos del Templo (3 page)

BOOK: Cautivos del Templo
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Avanzaba terriblemente despacio, pero por fin llegó a la pared del turbotransporte y dio varios golpecitos con los dedos.

—Soy Obi-Wan Kenobi —dijo—. Estoy en el túnel de transporte.

—Soy Ali-Alann —dijo la voz profunda—. Soy el cuidador de los niños.

—¿Cuántos hay?

—Diez niños y yo.

—La ayuda está en camino.

La voz de Ali-Alann no mostraba ningún signo de nerviosismo.

—Los propulsores se estropearon uno detrás de otro. Sólo nos queda uno. La unidad de intercomunicación no funciona y la escotilla de salida no se abre. Yo no llevo sable láser.

Obi-Wan sabía lo que le estaba diciendo Ali-Alann. El último motor propulsor podría dejar de funcionar en cualquier momento. Estaban atrapados.

—Aparta a los niños de este lado —le dijo Obi-Wan.

Obi-Wan cortó un agujero en la pared del turbotransporte, de nuevo con más lentitud de la que hubiera deseado. El metal cedió, pero no se separó del transporte. Bien. Obi-Wan sostenía el sable láser como si fuera una antorcha. El brillo revelaba las caras angustiadas y serias de los niños, así como el evidente alivio en el rostro de Ali-Alann.

—Tenemos que ir muy despacio —dijo Obi-Wan a Ali-Alann. Luego bajó la voz para que los niños no le oyeran—. El túnel no aguantará mucho. No estoy seguro de cuánto peso puede soportar.

Ali-Alann asintió.

—Entonces los sacaremos de uno en uno.

El proceso fue dolorosamente lento. Los niños eran todos menores de cuatro años. Sabían andar, claro, pero Obi-Wan pensó que era mejor llevarlos en brazos. Ali-Alann le alcanzó al primero, una pequeña humana que, confiada, rodeó a Obi-Wan con sus brazos.

—¿Cómo te llamas? —preguntó él.

La niña era pelirroja y tenía el pelo anudado en trenzas alrededor de la cabeza. Sus ojos marrones estaban muy serios.

—Honi. Tengo casi tres años.

—Vale, Honi de casi tres años, agárrate a mí.

La niña apretó la cabeza contra su pecho. Obi-Wan salió de nuevo al túnel. Cuando llegó a la abertura sujetó con un brazo a Honi y, con el otro, agarró la barandilla de la pasarela. Entrar en ella sería un ejercicio de perfecto equilibrio.

Escuchó pasos y, en un segundo, Qui-Gon estaba en la pasarela extendiendo los brazos.

—Yo cojo a la niña. Obi-Wan se la alcanzó.

—Quedan otros nueve, además de Ali-Alann —dijo.

—Los Maestros están abajo —dijo Qui-Gon—, utilizan la Fuerza para sujetar el turbotransporte.

En ese momento Obi-Wan pudo sentirlo. Una enorme expansión de la Fuerza, potente y profunda. Miró hacia abajo. Los miembros del Consejo estaban en círculo, concentrándose en el turbotransporte.

—Aun así, yo no perdería tiempo —dijo Qui-Gon con frialdad tras depositar a Honi en el suelo sana y salva.

Obi-Wan volvió al turbotransporte. Fue sacando a los niños uno a uno y se los fue pasando a Qui-Gon. Los niños ya habían recibido entrenamiento sobre la calma y la Fuerza. Ninguno gimoteaba ni lloraba, aunque algunos tenían serios problemas para contenerse. Había confianza en sus ojos y se mostraban relajados a la hora de dejarse llevar y ser depositados sobre una pequeña pasarela a cientos de metros por encima del lago.

Cuando sólo quedaban dos niños, Ali-Alann cogió a uno y Obi-Wan se ocupó del último, un pequeño de tan sólo dos años. Obi-Wan esperó a que Ali-Alann cruzara el túnel. Oyó un crujido y supo que Ali-Alann estaba entrando lentamente en la pasarela. El Jedi era alto y fuerte, con una complexión parecida a la de Qui-Gon. Obi-Wan notó que la estructura del túnel se debilitaba con el movimiento de Ali-Alann.

Entonces, el cuidador sacó al niño y después salió a la pasarela. Obi-Wan hizo el viaje por última vez. Sentía el túnel balanceándose con cada paso, pero sabía que si corría terminaría de desprenderlo. Entregó el niño a Qui-Gon y se deslizó a la pasarela. El túnel se balanceó, pero no se partió. Obi-Wan miró hacia abajo y vio a los Maestros Jedi formando un círculo, concentrándose en el túnel que colgaba sobre sus cabezas.

Los Caballeros Jedi habían ido bajando a los niños por tandas. Obi-Wan siguió a Ali-Alann y a Qui-Gon por la larga escalera de caracol hasta el lago. Ya abajo, sintió un gran alivio. Los niños estaban a salvo.

Obi-Wan caminó tras Qui-Gon hasta la orilla del lago, donde esperaban los Maestros. Bant tenía un niño en los brazos al que hablaba en voz baja. Yoda puso una mano sobre la cabeza de otro. Mantenían el ambiente en calma para que los niños no se asustaran con la experiencia.

—Lo habéis hecho muy bien, niños —dijo Mace Windu, haciendo gala de una de sus escasas sonrisas—. La Fuerza estaba con vosotros.

—Y Ali-Alann estaba allí también —intervino Honi con tono sincero—. Nos contó cuentos.

Sonriendo, Mace Windu le acarició el pelo.

—Ali-Alann os llevará ahora al comedor, pero no en el turbotransporte.

Los niños rieron. Se arremolinaron alrededor de Ali-Alann, adorando a su alto y amable cuidador.

—Bien has manejado esto, Ali-Alann —le dijo Yoda. Los miembros del Consejo asintieron.

—La Fuerza estaba con nosotros —repitió Ali-Alann, y se llevó a los niños.

—Y tú, joven Bant —continuó Mace Windu, volviéndose hacia ella—. Tú también mereces elogios. Mantuviste la calma cuando viste que el intercomunicador del lago estaba roto. La velocidad con la que obtuviste ayuda es admirable.

—Cualquiera de nosotros habría hecho lo mismo —respondió Bant.

—No, Bant —subrayó Qui-Gon—. Fue sabio por tu parte venir directamente a la Sala del Consejo. Y tu calma frente a un auténtico peligro ha sido propia de un verdadero Jedi.

Bant se puso roja.

—Gracias. Sólo quería ayudar a los niños.

—Y así lo hiciste —dijo Qui-Gon.

Obi-Wan sintió una punzada de celos y nostalgia. La calidez de los ojos y la voz de Qui-Gon eran inconfundibles.

Obi-Wan esperó a que el Consejo le hiciera algo de caso. No es que hubiera salvado a los niños para que le elogiaran, pero no podía evitar alegrarse por haber tenido una oportunidad de serle útil al Templo. Al menos el Consejo había visto lo mejor de él.

—En lo que a ti respecta, Obi-Wan —dijo Mace Windu volviéndose hacia él—, mereces agradecimiento por el rescate de los niños. Demostraste ser rápido de pensamiento.

Obi-Wan abrió la boca para responder con humildad, como debería hacer un Jedi, pero Mace Windu siguió hablando.

—Sin embargo —continuó—, también has demostrado que la impulsividad es tu punto débil. El mismo punto débil que nos hace dudar de tu capacidad para ser un Jedi. Actuaste por tu cuenta y no esperaste ni ayuda ni consejo. Podrías haber puesto en peligro la vida de los niños sin necesidad. El túnel podría haberse roto.

—Pero lo probé antes de entrar, y me moví con cuidado. Y... y la ayuda no llegaba —dijo Obi-Wan tartamudeando. No podía creer que el Consejo estuviera cuestionando sus actos.

Mace Windu se dio la vuelta para marcharse. Obi-Wan seguía oyendo sus propias palabras en su cabeza, y se dio cuenta de que sonaba como si se estuviera disculpando. Bant le miraba apenada.

—Por favor, no vuelvas a interferir —dijo Mace Windu—. El Consejo decidirá ahora lo que hay que hacer con el túnel. Tenemos que clausurar esta zona.

Qui-Gon apoyó una mano en el hombro de Bant, y se fueron juntos tras los miembros del Consejo.

Obi-Wan miró cómo se alejaban. Creía que aquel día no podía empeorar, pero había ido a peor. Para el Consejo, Obi-Wan no hacía nada bien.

Y para Qui-Gon, no valía nada en absoluto.

Capítulo 4

Habían sido demasiado duros con él
, pensó Qui-Gon cuando dejó a Bant y procedió a reunirse con Yoda. Obi-Wan había actuado de forma impulsiva, de acuerdo, pero Qui-Gon habría hecho exactamente lo mismo.

Lo peor era que no podía interferir en la amonestación del Consejo. Y, además, había aprendido a confiar en su sabiduría en lo referente a esos temas. Sin duda era mejor que Obi-Wan reflexionara sobre su impulsividad, dado que fue eso precisamente lo que le hizo abandonar la senda Jedi. Mace Windu, Yoda y el Consejo siempre tenían una razón para ser severos. Así que, aunque quería estar con Obi-Wan, le dejó solo para que el chico pensara en lo que había dicho Mace Windu.

Obi-Wan se había arriesgado. No había duda. A Qui-Gon le temblaron las piernas por un momento mientras recordaba cómo se había sentido cuando había llegado al lago y había descubierto que Obi-Wan estaba en el túnel del turbotransporte. Sintió un escalofrío de temor. ¿Qué hubiera pasado si el túnel se hubiera partido antes de llegar los Maestros? ¿Y si Obi-Wan hubiera muerto? Ese pensamiento hizo que su corazón casi se detuviera por un momento.

Pero retomó el ritmo acelerado. Había aprendido mucho en las últimas semanas sobre las sorpresas que puede dar el corazón. Estaba empezando a darse cuenta de lo intrincados y profundos que eran los lazos entre él y su anterior padawan.

Pero tenía que centrarse en el problema que le ocupaba. Cualquier otro tema pendiente tendría que esperar.

***

Yoda estaba en mitad del blanco espacio diáfano de la Cámara de Seguridad de la torre central, en la que no había posibilidad alguna de ser espiados.

—Por Miro Daroon confirmado está —dijo Yoda a Qui-Gon—. Sabotaje fue. Un temporizador en los propulsores, y un virus en el núcleo central que las tuberías del transporte y las unidades de intercomunicación de la zona bloqueaba. Encontrar a esta persona debemos, Qui-Gon. A por los niños ahora va. Que Bruck pueda estar involucrado en este asunto, extraño me parece —concluyó.

—El último motor aguantó —señaló Qui-Gon—. No creo que quisiera hacer caer el turbotransporte.

Yoda se volvió hacia él.

—¿Tanteándonos el intruso está? ¿Por una broma la vida de los niños en peligro poniendo está?

—Quizá haya otro motivo —dijo Qui-Gon—. Todavía no lo tengo claro. Al principio pensé que los pequeños robos estaban destinados únicamente a irritar y molestar. Ahora me pregunto otra cosa. Los objetos robados parecen haber servido para varios propósitos. La caja de herramientas de la servounidad fue empleada, probablemente, para desmantelar los propulsores. El intruso utilizó el hábito de meditación del profesor para poder moverse libremente, sobre todo por la mañana temprano, que es cuando meditan la mayoría de los Caballeros.

—¿Y el equipo deportivo del estudiante de cuarto año? —preguntó Yoda.

—Todavía no significa nada —dijo Qui-Gon—. Y luego están los expedientes robados de la escuela. Sólo los de los estudiantes de la A a la H. El apellido de Bruck es Chun. Estoy seguro de que los archivos fueron robados para ocultar algo sobre él.

Yoda asintió.

—Reunir la información tiempo llevará. Algo que no sabes, Qui-Gon, es que esta época especial para los Jedi es. Una misión secreta para el Senado hemos emprendido. Junto a nuestro tesoro una gran remesa de vértex hay guardada.

Qui-Gon no pudo evitar su expresión de sorpresa. El vértex era un mineral muy valioso. Tras ser extraído de las minas era cortado en cristales con formas distintas para ser utilizado como moneda. Muchos planetas empleaban el cristalino vértex en lugar de los créditos.

—La aceptación de semejante remesa precedentes no tiene —admitió Yoda, viendo la sorpresa de Qui-Gon—, pero el Consejo pensó que era lo mejor. Dos sistemas estelares hay, bloqueados en un conflicto a causa del cargamento. El acuerdo de paz casi terminado está. Si se descubre que el Templo es vulnerable guerra habrá —la voz de Yoda reflejó su preocupación—. Una guerra muy larga sería, Qui-Gon. Numerosas alianzas estos sistemas tienen.

Qui-Gon digirió la información. A menudo le sorprendía el hecho de que, aunque el Templo fuera un refugio, estuviera conectado de tantas y tan complicadas formas con la galaxia.

—No hay tiempo que perder —le dijo a Yoda—. Comenzaré a trabajar con Miro Daroon. He de averiguar cómo se las arreglan Bruck y el intruso para ir por el Templo sin ser vistos. Tendré que coordinarlo con Tahl.

Yoda parpadeó.

—¿Y Obi-Wan?

—El Consejo ha ordenado a Obi-Wan que permanezca al margen —respondió Qui-Gon sorprendido.

—Predigo que el chico encontrará de nuevo la forma de su ayuda ofrecer —dijo Yoda.

—¿Y yo tendré que rechazarla? —Yoda hizo un gesto con el brazo.

—Directamente implicado el chico no debería estar, pero fuera de todo esto yo no le dejaría.

Qui-Gon sonrió mientras se marchaba rápidamente. Era un consejo contradictorio, propio de Yoda. Y, aun así, los consejos del Maestro acababan teniendo siempre sentido.

Qui-Gon tomó un atajo y cruzó la Estancia de las Mil Fuentes para llegar al túnel de transporte que le llevaría directamente al Centro Técnico. Caminaba decidido por los laberínticos senderos, sin apenas prestar atención al entorno y concentrado en el problema que le preocupaba.

Entonces vio el puente destrozado en el que habían atacado a Yoda.

Qui-Gon se detuvo, con la mirada fija en el puente despedazado, y su pensamiento viajó al pasado. Hacía años se le había encomendado la misión de detener a un tirano que intentaba tomar un planeta en el Borde Exterior. La estrategia del tirano se basaba en una sencilla ecuación: interrupción + desmoralización + distracción = devastación.

Ése era el patrón, pensó Qui-Gon. Los ladrones habían seguido esa fórmula. Los pequeños hurtos habían interrumpido las clases y las actividades; el robo de los Cristales de Fuego Sanadores y el ataque a Yoda habían desmoralizado a muchos estudiantes; y el mal funcionamiento del aire acondicionado, las fisuras en el sistema de seguridad, y la destrucción de uno de los principales turbotransportes habían distraído la concentración de los Jedi para mantener el funcionamiento del Templo. ¿La misma fórmula malvada intentaba desbaratar el Templo? Ese tirano había muerto hacía años, pero ¿habría dado a conocer su maligna ecuación?

De repente, Qui-Gon pudo percibir una profunda perturbación en la Fuerza. Estaba en el aire que le rodeaba. Las sólidas rocas parecían brillar.

El Lado Oscuro estaba cerca.

La sensación se disipó. Las fuentes siguieron fluyendo, salpicando suavemente con el agua refrescante las mejillas del Jedi. Qui-Gon examinó minuciosamente la zona, cada hoja, cada sombra.

No vio nada fuera de lo normal, pero sabía que algo estaba acechando.

Capítulo 5

Obi-Wan decidió que necesitaba un nuevo intercomunicador ¿Y si volvía a suceder algo delante de sus ojos y tenía que pedir ayuda? ¿O qué pasaría en el supuesto de que Qui-Gon y el Consejo cambiaran de idea y le necesitaran?

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