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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (50 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Por eso cuando un hombre logra la voluntad en el Cuarto Camino puede hacer uso de ella porque ha adquirido al mismo tiempo el necesario desarrollo y control de sus funciones corporales, emocionales e intelectuales. Y además, ha ahorrado mucho tiempo trabajando sobre los tres lados de su ser de un modo paralelo y simultáneo.

El Cuarto Camino es a veces llamado el
camino del hombre ladino.
El "hombre ladino" conoce un secreto que el faquir, el monje y el yogui ignoran. Cómo se enteró el "hombre ladino" de este secreto —es su secreto. Quizá lo haya encontrado en algún libro antiguo, quizá lo haya heredado, quizá lo haya comprado, quizá lo haya robado a alguien. Es indiferente. El "hombre ladino" conoce el secreto y con su ayuda aventaja al faquir, al monje y al yogui.

De los cuatro el faquir es quien actúa en la forma más grosera; conoce muy poco y comprende muy poco. Supongamos que después de un mes de intensas torturas desarrolle en sí mismo cierta energía, cierta sustancia que produce cambios en él. Lo hace de una manera por completo ciega, con los ojos cerrados, sin conocer el propósito, ni los métodos, ni los resultados, simplemente imitando a los demás.

El monje conoce mejor lo que quiere; es guiado por el sentimiento religioso, por un deseo de salvación; tiene confianza en su maestro que le dice lo que debe hacer, y cree que sus esfuerzos y sacrificios "complacen a Dios". Supongamos que una semana de ayuno, de plegarias continuas, de privaciones, le permite lograr lo que el faquir desarrolla en sí en un mes de torturarse a sí mismo.

El yogui conoce considerablemente más. Sabe lo que quiere, por qué lo necesita, cómo puede adquirirlo. Sabe, por ejemplo, que es necesaria para su propósito la producción de cierta sustancia en él mismo. Sabe que esta sustancia puede ser producida en un solo día por medio de ciertos ejercicios mentales, o por la concentración de la conciencia. Así fija su atención en estos ejercicios durante un día completo sin permitirse un solo pensamiento exterior, y obtiene lo que necesita. De este modo el yogui necesita un solo día para lograr el mismo objetivo que le exige al faquir un mes y una semana al monje.

Pero en el Cuarto Camino el conocimiento es aun más exacto y perfecto. Un hombre que sigue el Cuarto Camino sabe definitivamente qué sustancias necesita para sus fines y sabe que esas sustancias pueden ser producidas dentro de su cuerpo por un mes de sufrimiento físico, por una semana de tensión emocional o por un día de ejercicios mentales pero sabe también,
que pueden ser introducidas en el organismo desde el exterior si sabe cómo hacerlo.
Y así, en lugar de pasar un día entero en ejercicios como el yogui, una semana en plegarias como el monje, o un mes de auto-torturas como el faquir, prepara y traga simplemente una pildorita que contiene todas las sustancias que necesita y, de este modo, sin pérdida de tiempo, obtiene los resultados requeridos.

"Además es preciso entender", dijo G., "que de estos Caminos correctos y
legítimos,
hay también caminos artificiales que sólo dan resultados temporarios, y también caminos
malos
que pueden dar resultados permanentes. En estos caminos un hombre busca la llave de la cuarta habitación y a veces la encuentra. Pero lo que encuentra en la cuarta habitación todavía no se conoce. Ocurre también que la puerta de la cuarta habitación se abra artificialmente por medio de una ganzúa. Y en estos dos casos la habitación a veces está vacía".

Dicho lo cual G. se detuvo.

Birdlip, 1º de febrero, 1943
Pensar desde la vida y pensar desde el trabajo I

DOCUMENTO I

El siguiente documento fue escrito después de una conversación que versó sobre el pensamiento desde el nivel de vida y el pensamiento desde el nivel del Trabajo. La conversación se inició con una referencia a las personas posesivas —es decir, a aquellas que se identifican con sus posesiones— aquellas que dicen, por ejemplo: "¿Dónde está
mi
libro?" "No tomé
mi
almuerzo", o
"Mi
sueño", ó
"Mi
justa parte". No se discutió la mera cuestión de poseer cosas sino el sentimiento de tener derecho a poseer cosas. Todos ustedes conocen la clase de trabajador que antepone sus sagrados derechos a cualquier cosa —y que dice: "Tengo que tomar
mi
cena" en medio de alguna tarea de la mayor importancia, y se siente contrariado y profundamente ofendido durante el resto del día si le dicen que esa vez puede muy bien perder su cena. Y el mismo hombre, si alguien le pide prestada una de las herramientas que no está usando, no dejará de quejarse y de reclamar "
mi
escoplo,
mi
martillo", etc. Este ejemplo es muy claro. Pero todo radica en encontrar en sí mismo a ese "obrero" —ese "Yo" que insiste en que le respeten sus sagrados derechos y dice
mi
a todo y es tan inflexible y rígido y falto de inteligencia. Recuerdan que "la inteligencia se distingue por su poder de adaptación y que toda la fuerza en el Trabajo significa flexibilidad, no rigidez. El "hombre fuerte" en la vida es, por lo general, considerado desde el ángulo del Trabajo, simplemente un hombre cristalizado en la Personalidad —un hombre que comprende una sola cosa a la vez, como se suele decir. En esta charla examinaremos la diferencia que existe entre el pensar desde la vida y hacerlo desde el Trabajo. Pensar desde el Trabajo es pensar según las ideas enseñadas por el Trabajo. Si se intenta hacer este Trabajo
sin
haber entendido las ideas, y sin pensar de acuerdo con ellas es lo mismo que aprender a nadar estando en el suelo. Estos esfuerzos se apoyan en una base por completo equivocada.

Las ideas del Trabajo nos dan
una nueva manera de pensar.
Seguir pensando desde las ideas de vida y tratar de hacer el Trabajo al mismo tiempo es mezclar las cosas. Es preciso aprender a mirar la vida y sus eventos a
través
de las ideas del Trabajo —a reinterpretar la vida. A menos que no se hayan meditado y asimilado las ideas del Trabajo, se carecerá de las fuerzas necesarias para resistir la acción que la vida ejerce sobre uno. Por eso el trabajo personal seguirá perdiendo fuerzas. Todos piensan según
sus ideas
u opiniones ordinarias. Pero el Trabajo nos
da
nuevas ideas, nuevos conceptos. Si pensamos desde las ideas del Trabajo veremos la vida según una perspectiva diferente y nuestro trabajo personal recibirá la ayuda de las ideas del Trabajo. Entonces el trabajo sobre sí recibirá su fuerza de las ideas del Trabajo. Las ideas tienen fuerza. Las ideas son lo más poderoso que existe. Pero trabajar sobre sí con ideas de vida comunes es eventualmente imposible. Las parábolas que en los Evangelios se refieren a este particular ya fueron mencionadas en disertaciones anteriores —por ejemplo, remendar un viejo vestido con un trozo de tela nuevo y poner vino nuevo en viejos odres.

Nos ocuparemos esta noche de una de las ideas del Trabajo que nos inducirá a pensar de una nueva manera respecto a la vida. Permítanme recordarles primero que en los Evangelios se dice constantemente que un hombre debe
pensar de una nueva manera
—la palabra fue traducida equivocadamente por
arrepentirse.
Para cambiar el ser, para elevar su nivel, es preciso pensar de una nueva manera. Y todas las ideas que se imparten una y otra vez en el Trabajo tienden a procurar los medios de pensar de una
nueva
manera.

La idea de que el
Hombre está dormido
es una nueva idea, tal como su aplicación personal —que significa que
uno
está dormido. La idea general de que el hombre puede
evolucionar
en esta vida, y de que fue creado para que lo haga así, es asimismo una nueva idea.

¿Han entendido la
idea de evolución
tal como la enseña el Trabajo? ¿Ha llegado ya a formar parte de su pensamiento? En suma, ¿lo han pensado seriamente? ¿O es simplemente un vago concepto en su memoria? Recuerden que el Trabajo sólo se enseña durante cierto tiempo. Este tiempo tiene un límite.

Hay evolución y no hay evolución. Para nosotros como individuos, no hay evolución
mecánica.
Pero hay una evolución consciente, y la enseñanza esotérica en todos los tiempos se ha referido a la posibilidad de una
evolución individual consciente.
La evolución consciente sólo tiene lugar mediante un esfuerzo consciente. A esto se refiere el Trabajo. Un solo individuo
puede
evolucionar. La humanidad no puede evolucionar salvo en función de la evolución de los planetas.
Usted
puede evolucionar ahora. Pero
no
todos pueden evolucionar. No hay evolución colectiva: pero hay evolución
individual.
De
usted
depende todo, como individuo y como organismo auto-evolutivo. ¿Entiende la enseñanza del Trabajo sobre este particular? Hay un ejemplo, y solo un ejemplo de pensamiento desde la idea del Trabajo. Si usted empieza a pensar desde esta idea recibirá
fuerza
para trabajar sobre sí mismo. Mientras que, si sus ideas no son claras, o son meras ideas de vida, pensará incorrectamente. En su mente las ideas serán incorrectas y por eso, cuando trate de trabajar sobre sí, lo que está haciendo estará en contradicción con sus pensamientos ordinarios. Y de este modo sus pensamientos e ideas ordinarios contrarrestarán sus esfuerzos. Mientras que, si trabaja sobre sí en presencia del Trabajo —es decir, en correspondencia con las ideas del Trabajo— sus esfuerzos recibirán la ayuda de las ideas del Trabajo en su mente. Las ideas del Trabajo son conductoras de una gran fuerza cuando se las entiende y llegan a formar parte de su pensamiento interior. Pero las ideas de vida le extraen su fuerza. Hacen que usted se identifique con la vida y todos sus eventos. La vida agota a la gente. Las ideas del Trabajo lo protegen de la vida y le ayudan a crear más fuerza, impidiendo que la vida, la Luna lo "coma". Impiden que la vida lo transforme —en una máquina dirigida por los eventos exteriores. Las ideas de Trabajo reinterpretan la vida para usted. Le dicen a qué se asemeja la vida.

Ahora nos referiremos a la parte inicial de este Documento —al hombre que dice
"Mi
libro,
mi
almuerzo,
mi
cena", y que tiene tantas ideas sobre sus derechos sagrados. Tal hombre está en todo hombre y es el que piensa desde la vida. Pero en el Trabajo debemos aprender gradualmente a no pensar más de este modo. Los asuntos personales pierden su importancia en vista de las ideas de la enseñanza. Si no podemos escapar de este nivel de pensamiento personal, de egoísmo personal, de las ofensas personales y las ventajas personales, ¿Cómo seremos capaces de pensar más allá de nosotros mismos y de nuestras necesidades? Cuando fui con mi mujer al Instituto en Francia, G. nos dijo: "Recuerden, la Personalidad no tiene derecho a existir aquí". ¡Piensen en lo que ello significa! Cuán difícil es hablar en el Trabajo a gente que se da mucha importancia, que tiene extraordinarias ideas sobre sí misma. Son personas que tienen sentimientos de sí o formas particulares de egoísmo. Y es esta base de egoísmo, de auto-engreimiento y de auto-admiración la que debe ser desplazada —¡y cuán difícil es! Y verán que el hombre o la mujer que tiene una alta opinión de sí mismo no será capaz de prestar atención a las ideas de Trabajo. Una persona que tiene un fuerte sentido de su virtud tendrá al mismo tiempo un fuerte sentido de
lo mío
y de
mi.

¿Por qué? Porque tal persona piensa en todo momento en
mi
libro, en
mi
almuerzo, en
mi
cena, yo
mismo, mi
valor personal. Es un estado de
sueño.
Esta es una razón, una de muchas, por la cual las ideas del Trabajo, que están concebidas para producir una
revolución mental,
un
cambio de mente,
en suma, una
transformación,
no pueden actuar sobre nosotros como deberían. Un hombre en el Trabajo debe llegar a darse cuenta de que no es
nada.
Contemplamos vagamente los diagramas o tomamos notas. O decimos: "Oh, sí, ya lo he oído antes", y seguimos pensando como lo hacíamos antes, que estamos seguros de nuestro valor y de conocer realmente lo que es correcto y lo que es incorrecto. Pero este sueño, esta profunda infatuación de nosotros mismos, este auto-engreimiento, deben cesar con el tiempo. Un hombre debe comenzar a sentir que para él no hay otra cosa que el Trabajo, y que debe pensar hondamente
por sí mismo
y comprender el significado de todo lo que se le enseña, día tras día en el Trabajo. Entonces, por fin, empieza a despertar. El
Cochero
que hay en él se trepa a la caja y se apodera de las riendas. El Cochero es el
intelecto
—no el intelecto ordinario sino el intelecto que comienza a
pensar
las ideas del Trabajo. Es la
mente que se despierta.
Es pensar de una nueva manera. Este es el hecho sobre el cual se insiste tanto en los Evangelios —μετάνοια—
pensar de una nueva manera
—el primer paso que lleva a un cambio de ser. Esto es lo que en los Evangelios se llama "oír"—
"aquel que oiga..
." Es oír las ideas con la mente, no con los oídos, no con la memoria. Y sólo esta clase de oír despertará al Cochero. Es oír, no las palabras, sino el significado de las palabras. Esto es
oír.

Sabemos, de acuerdo con la enseñanza del Trabajo, que el Hombre es sembrado en la "Tierra" por el "Sol", como una semilla capaz de desarrollarse a sí misma. El Hombre es un experimento en la Tierra, un experimento realizado en el laboratorio del Sol. Ahora bien, esta es una nueva idea. El nivel de Ser e Inteligencia, tal como lo representa exteriormente el Sol y lo señala la nota
Sol
en el Rayo de Creación, crea al Hombre como un experimento en la Tierra, representado por la nota inferior
Mi.

Es preciso observar que el Hombre es creado desde
arriba,
desde un nivel superior. La nota
Sol,
representada externamente por el Sol, crea al Hombre en la Tierra con el objeto de que evolucione en comprensión hasta alcanzar el nivel de la nota
Sol.
Por lo tanto el Hombre fue creado incompleto, no desarrollado, no evolucionado —pero capaz de evolución. A menos que el nivel de Ser e Inteligencia representado por la nota
Sol
en el Rayo de Creación reciba un número suficiente de seres humanos evolucionados, que ascienden desde la nota
Mi,
la ramilla de todo el Árbol del Universo creado —a saber, nuestra Tierra y la Luna— será destruida como algo inútil.

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