Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (42 page)

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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Ahora bien, retornando a la cuestión original, ¿fue un Accidente o fue el Destino? Cabe decir que fue probablemente un Accidente, pero como no conocemos a dicho hombre es realmente imposible saberlo con certeza. Es preciso comprender que las cosas suceden en esta Tierra tanto por Destino como por Accidente. Las cosas suceden justa e injustamente. Es imposible emitir juicio alguno sobre lo que sucede. No vivimos en un planeta consciente sino en un planeta situado en un punto muy bajo en la escala del Rayo de Creación. La Voluntad de Dios no se cumple en esta Tierra, tal como nos lo enseñan las palabras iniciales de la Oración de Dios, ni tampoco se cumple en nosotros. No progresamos. Las cosas no mejoran necesariamente. La gente no llega a ser más consciente. Y aquí es preciso pensar en lo que el Trabajo nos enseña y aprender a tener nuevas actitudes de acuerdo con nuestro significado en la Tierra. Por ejemplo, considerar cómo se manifiesta la Ley de Accidente en los bombardeos, y tener en cuenta muchas otras cosas y luego reflexionar sobre lo que enseña el Trabajo. No se pueden conservar las actitudes de la vida ordinaria y hacer este Trabajo. Es menester pensar de un modo nuevo. Es preciso arrepentirse, lo cual significa literalmente cambiar toda la manera de pensar sobre la existencia en este planeta.

(Después de haber leído lo que antecede, se hicieron nuevas preguntas y comentarios.)

Me ocuparé del primer comentario: "Lo que se ha dicho sobre el chófer que quizá fue muerto por el Destino nos da al parecer una visión muy sombría del Destino". Concebir al Destino como algo fatal sugiere naturalmente algo desagradable, terrible. Creo que lo primero que debemos hacer es quitarnos de la mente la idea de que la Ley del Destino es en este sentido
fatal.
El Destino de un hombre puede llevarlo a un gran éxito o hacer que salve a su país de la revolución o que lo defienda en un momento de desastre. No debemos pensar que el Destino es desastroso. Sin embargo dicha palabra debido a nuestras acostumbradas asociaciones siempre sugiere algo malo y debemos esforzarnos en ver al Destino a una luz por completo diferente. Por ejemplo, el Destino de un hombre puede protegerlo de muchos accidentes peligrosos. Por su Destino no se le permite morir antes de su tiempo. En este sentido el Destino no significa nada de fatal o mortífero sino por el contrario una fuerza protectora. En el ejemplo del chófer, cuando se dijo que pudo haber muerto en aquel momento a causa de su Destino, no tengo la menor idea de que esto sea cierto o no. ¿Cómo es posible saberlo a menos de haber estudiado a ese hombre durante mucho tiempo y conocer todo lo que se pueda conocer sobre él? Apenas nos conocemos unos a otros y apenas nos conocemos a nosotros mismos y por eso nos es imposible saber si es el Destino o el Accidente lo que obra sobre una persona en un momento dado. Por cierto nos damos cuenta en lo que nos concierne que cuando estamos identificados o en malos estados negativos estamos más expuestos a la Ley del Accidente. Ahora bien, "Accidente" no significa meramente un accidente físico como el de ser muerto de un tiro o de quedar destrozado en un accidente automovilístico. El centro de gravedad del significado del Accidente es que nos sucede algo que no nos pertenece realmente o no debería sucedernos. Por ejemplo, un hombre puede vincularse con los asuntos de alguien que no tiene una verdadera conexión con él y de resultas de ello verse comprometido en algo que no tiene una verdadera relación con él. Supongamos que alguien me aconseja comprar un billete de lotería y de este modo me encuentro en posesión de cien mil libras esterlinas. ¿Qué creen ustedes, este hecho pertenece en mi vida al Accidente o al Destino? Tengo el convencimiento de que pertenece al Accidente y de que para mí no sería ningún bien sino que sería un estorbo en mi vida. En efecto, el Accidente sería fatal en un sentido ordinario. En una oportunidad el Sr. O. dijo:

"Cuando las gentes empiezan a sentir este Trabajo, al mismo tiempo se trasladan hacia la Esencia que está bajo la ley de su justo destino —su Fatalidad—. Ya no se puede esperar ganar en la lotería, tener más éxito, etc. No se puede esperar tener más suerte en el sentido ordinario". Hablaba a una persona que había comprado un billete de lotería con buena suerte y preguntaba si ello se debía al Trabajo. Le dijo que se debía simplemente al Accidente. Después me confesó a solas: "Sabe, Nicoll, supongamos que tenga suerte, ¿cree usted que el Trabajo le dará aún más suerte? Por el contrario, debe prepararse para perder muy probablemente esta suerte accidental". Ahora bien, el momento del nacimiento es fatal, pero el momento de la muerte no es fatal. La Esencia es la causa de nuestro nacimiento y la Esencia está bajo la Ley del Destino. Al nacer somos pura Esencia. No hemos adquirido Personalidad ninguna. Quizá debamos al Destino el morir en edad temprana, pero una vez que la Personalidad empiece a rodear a la Esencia y una vez que la Falsa Personalidad se invente a si misma, obra sobre nosotros la Ley del Accidente. Hemos nacido en un mundo de gente dormida y no tardamos en dormirnos a nuestra vez. Si pudiéramos mantenernos despiertos permaneceríamos en contacto con la Esencia y de este modo con nuestro Destino." Esencialmente —esto es, por el Destino, un hombre puede ser un artista, un músico u otras cosas—. Si la Esencia se ha desarrollado en una recurrencia previa el hombre suele sentir su Destino con más fuerza de lo que siente las influencias de vida que están formando su Personalidad. Mas por lo general la Personalidad, por medio de la sugestión y la imitación, nos circunda de tal modo que perdemos el contacto con nosotros mismos y así nos apartamos de la Ley de nuestro Destino; Entonces nos puede suceder cualquier cosa porque estamos más o menos bajo la Ley del Accidente. Empezamos a hacer y decir cosas, empezamos a imitar a las otras personas, y todo ello tiene mucho o nada que ver con nosotros y suele ponernos en situaciones que no nos pertenecen de hecho. Estamos cubiertos por enorme cantidad de pesados abrigos. Tendremos que quitárnoslos gradualmente, uno tras otro. Tenemos que aprender lo que significa decir: "En realidad no me asemejo a esto: esto no es 'Yo'". Este es el trabajo de la separación interior, que nos lleva hacia el desarrollo de nuestra vida esencial bajo la Ley de nuestro Destino —esto es, nuestro verdadero destino, nuestra verdadera significación— y de ello empieza a formarse la verdadera individualidad. Seguir esta senda es sólo posible por medio de la observación de sí y la separación interior. Cada uno de ustedes debe haber advertido que tiene en su persona "Yoes" de los cuales quiere separarse porque llevan a toda clase de situaciones accidentales y por cierto carentes de sentido, mientras que los "Yoes" más profundamente ubicados saben que aquellos son por completo inútiles y que siempre les hacen tomar un mal rumbo. Cuando lleguen a entenderlo comprenderán lo que significa el Accidente y por el creciente desagrado que les produzcan aquellos "Yoes" conocerán una conciencia más profunda. Reconocerán aquellos "Yoes" equivocados, y entonces preferirán permanecer en constante contacto con los "Yoes" que forman esta conciencia más profunda. Cuando uno se dice a si mismo genuinamente: "Este 'Yo' que habla a través de mi en este momento no es realmente 'Yo'", conocerá que tiene la percepción de algo más profundo y empezará a comprender que su parte más real o esencial es aquella que pertenece a su destino, a lo que es en realidad. Entonces comprenderá en la práctica el significado que tienen para su persona el Accidente y el Destino.

Birdlip, 16 de diciembre, 1944
Comentario sobre la consideración interna

Toda la consideración interna es debida a la presencia en nosotros mismos de "Yoes" que consideran internamente. Un lado de la observación de sí consiste en observar esos "Yoes". Si se contenta con observar la consideración interna sin tratar de observar en su persona los "Yoes" que gustan sobre todo de hacer cuentas, no será capaz de separarse de ellos. Como es sabido, tenemos en nosotros gran cantidad de "Yoes" que intentan hacer todo el daño posible, de hecho, destruir nuestra vida. Tratan de destruir nuestra felicidad en todas las formas posibles. Se necesita bastante tiempo para darse cuenta de ello, porque durante mucho tiempo no percibimos el hecho de que los diferentes "Yoes" se hacen cargo de nosotros en distintos momentos. En virtud sobre todo de la acción de los topes nos parece que nuestro "Yo" es continuo. Sólo por el desarrollo del sabor interior llegamos a percibir la presencia de los "Yoes" desagradables o peligrosos que obran en nosotros.

Ahora hablaré brevemente sobre los curiosos "Yoes" que pertenecen a la consideración interna. Una serie de "Yoes" podrían denominarse los "Yoes" que tienen escrúpulos concienzudos acerca de las cosas carentes de importancia. Cabe pensar en esos "Yoes" como si fueran "Yoes" muy pequeños, muy mezquinos pertenecientes a la parte mecánica del Centro Intelectual cuyo único fin es el de causarnos dificultades y desconcertarnos. No son los mismos "Yoes" que los supersticiosos que nos hacen andar por la derecha o por la izquierda, etc. Pertenecen al grupo de "Yoes" que suscitan en nosotros opiniones empecinadas o nos dicen continuamente que es inútil hacer una cosa, etc. Por el contrario son "Yoes" que en realidad nos pueden causar mucho daño. No tienen nada que ver con la Conciencia Real, que nunca nos hace considerar nada internamente. Esos "Yoes" que producen los escrúpulos concienzudos acerca de cosas carentes de importancia, muy a menudo dominan a la gente y la agotan, le extraen mucha energía y, en verdad, la esclavizan. Son causa de gran parte de la consideración interna que tiene que ver más bien con uno mismo que con las otras personas. Cabe decir que esos "Yoes" pertenecen a la consideración interna porque tienen el mismo sabor emocional. Estar a merced de esos "Yoes" es estar en una muy mala situación. Ahora bien, es inútil argüir con ellos. Lo primero que es preciso hacer es observarlos; luego intentar separarse de ellos. Sólo se lo puede lograr si uno se coloca tras los mejores "Yoes". Si se los sustenta mediante la identificación, no habrá posibilidad ni de observarlos ni de separarse de ellos. En el Trabajo se suele decir que debemos empeñarnos en que las cosas importantes sean importantes y las cosas carentes de importancia carezcan de importancia. Todo lo que nos mantiene despiertos es importante y todo lo que nos impulsa al sueño carece de importancia en relación con el Trabajo. Conviene reflexionar sobre el significado de ello porque se empieza a discernir sobre qué cosa se ha de trabajar. Hay mil y un otros factores que carecen de importancia y que nos mantienen dormidos. Pero los "Yoes" que suscitan escrúpulos concienzudos acerca de las cosas carentes de importancia son uno de esos factores. Suelen estar conectados con ideas ritualistas o a veces tienen otro origen. Pero en la observación de sí no tratamos de analizar —es decir, hallar las causas y orígenes de los diferentes "Yoes" en nosotros— sino que sólo buscamos tener conciencia de ellos.

Recordemos otra vez el punto de vista general sobre la consideración interna. En una oportunidad G. dijo a O. refiriéndose a una persona de quien O. tenía buena opinión: "Sí, es muy agradable, pero es débil porque siempre está considerándose internamente". ¿Qué quiere decir esto? ¿Cuál es la consideración interna que nos debilita según el sentido que le dio G.? En el Trabajo la consideración interna se divide ante todo en dos aspectos principales que son en realidad los dos lados de una misma cosa. El primer aspecto es el sentimiento de no ser tratado como es debido, de que no se recibe la debida consideración o no se es comprendido. Esto puede convertirse en una especie de compasión de sí crónica, en una resignación patética. El otro aspecto es el de echar culpas a las otras personas. Es preciso comprender que esto no es la misma cosa que tener exigencias. El echar culpas a las otras personas surge del sentimiento de que nuestros derechos son menoscabados. El resultado psicológico es el sentimiento de que la gente
nos debe algo.
Que otras personas están en deuda con nosotros. Esto produce un estado interior muy malo desde el cual es imposible que se desarrolle la individualidad. A ello se debe que en la Oración de Dios se dice tanto de un modo condensado sobre este particular. Mientras sintamos que los otros nos deben algo nos será imposible iniciar el cambio de ser o alcanzar una nueva comprensión. La enseñanza del Trabajo nos penetra en los oídos año tras año y nada sucede. En primer lugar, si usted invariablemente hace y cuida sus cuentas interiores, si siempre siente que tiene un saldo acreedor y los otros un saldo deudor en relación con usted, es un muy mal negociante, hablando esotéricamente. No irá a ninguna parte. Todas las cuentas interiores deben ser saldadas. La Oración de Dios dice literalmente: "Y perdónanos nuestras deudas, así como nosotros perdonamos a nuestros deudores". Ahora bien, si no se puede perdonar lo que uno cree son las deudas de los otros, las propias deudas no serán perdonadas mediante la acción del Trabajo. Esto significa que la relación que mantienen con el Trabajo no será correcta, será una mala relación.

Permítanme que les haga esta pregunta: "¿Cómo llegaremos a entender nuestra nadidad si estamos llenos de cuentas interiores, llenos de la idea de que todo y todos nos deben? ¿Cómo podrán vencer la acción de la vida sobre ustedes? ¿Cómo podrán romper su constante identificación con los eventos de la vida si creen que la vida está en deuda con ustedes? ¿Cómo podrán escapar de la cárcel si no se sienten libres como para poder irse y antes que nada quieren que el carcelero les pague lo que les debe y desean que todos aquellos que han herido sus sentimientos sean debidamente castigados? Intenten ver por medio de la observación de sí y durante mucho tiempo donde los tienen y los mantienen presos por hacer cuentas interiores. Cuando la observación de sí se convierte en una cosa verdadera, cuando se empieza a ver a qué se asemeja uno y lo que se ha hecho, si se puede soportar ese desarrollo de la conciencia sin auto justificación, se empezará a ver la disminución de las cuentas interiores. Uno se sentirá libre y con esta liberación sentirá un ensanchamiento de sí mismo, un cambio en el sentimiento de sí. De hecho, quizá se burle de sí mismo. La consideración interna de cualquier clase que sea es muy difícil de observar. Sólo el sentido del Trabajo le presta el suficiente valor para que pueda observarla. En la vida, gran parte de las conversaciones comunes consisten en echar culpas sobre los otros. Es imposible observarse a si mismo si se está sólo en la vida y en los valores de la vida. Los valores de la vida no desarrollan ese sabor interior de que habla tanto el Trabajo, y que puede conducir a la Conciencia Real en la que no hay consideración interna. Les aconsejo que observen claramente una sola forma de consideración interna de modo que puedan reconocerla cuando aparezca otra vez. El sabor significa el sabor emocional. Ahora bien, en nosotros todo está interrelacionado por medio de las asociaciones. Una serie de asociaciones es emocional. Si se reconoce el sabor emocional de un "Yo" en uno, se tendrá la capacidad de reconocer los otros "Yoes" que tienen el mismo sabor emocional —no en un día, no en una semana, sino muy gradualmente—. Si se empieza a aborrecer ese sabor emocional, cabe la posibilidad de liberarse de aquellos "Yoes" que vivían en nuestra casa, que se habían hecho cargo de nosotros, que comían nuestro alimento y gastaban nuestro dinero y se pasaban el tiempo amargándonos la vida. Por cierto, nos preguntaremos por qué estuvimos haciendo esto durante tanto tiempo y por qué nadie nos había aconsejado antes no hacerlo.

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