Read Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II Online
Authors: Maurice Nicoll
Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología
Ahora bien, esta noche deseo hablarles sobre la necesidad de las ideas del Trabajo en las largas etapas del despertar, pues si no tenemos ideas desde las cuales observarnos a nosotros mismos nos será imposible despertar del sueño inducido por la vida desde hace tanto tiempo, desde la infancia. El sueño provocado por la vida ha sido formado por las ideas de vida en las que hemos nacido, y para despertar necesitamos ideas provenientes de otra fuente. No se puede despertar del opio tomando más opio. Es preciso encontrar un
antídoto
para el opio que nos permita despertar del poder que ejerce sobre nosotros. ¿Cómo se puede despertar de la vida por medio de la vida? Cómo se puede despertar de lo que la vida ha construido en uno mismo por medio del ejemplo, la sugestión, la imitación, la imaginación, a menos que se tenga otro sistema de ideas que no pertenezcan a la vida. Como es sabido, el sueño de la humanidad se debe a una razón cósmica y cada moda, cada periodo de vida actúa sobre el Hombre. Los hombres suelen creer que, debido a que se ríen de las costumbres de la última generación, de sus modas y maneras, y así sucesivamente, están por lo tanto más despiertos. No se dan cuenta cuan inteligente es el hipnotismo y por eso creen estar despiertos por comparación. Pero en realidad están dormidos como los de la otra generación. Entonces ¿qué puede despertarnos en el verdadero sentido? Sólo la enseñanza puede despertarnos, sólo las ideas provenientes de aquellos que en todas las épocas venciendo el hipnotismo de la vida han llegado a ser más conscientes y han encontrado el camino que permite salir de la prisión donde todos vivimos sin darnos cuenta de ello —la prisión del "hipnotismo cósmico"— es prisión de nosotros mismos que fue establecida mecánicamente.
Ahora bien, para liberarse de la prisión que la vida ha construido en nosotros por medio de las ideas de todo lo que hemos imitado y absorbido, tal como se dijo, son necesarias nuevas ideas, y por eso una nueva perspectiva. La idea de que no somos un solo 'Yo', sino muchos 'Yoes' contradictorios, es una de las ideas de Trabajo que tienen su punto de partida en la puerta de la prisión donde estamos confinados sin darnos cuenta de ello —y para empezar es preciso darse cuenta de ello. La idea de que no es una unidad es una idea que está fuera de las ideas implantadas por la vida en el hombre. Empero, son escasas las personas que pondrán en práctica esa idea aunque la hayan oído muchas veces porque creen ser una sola y misma persona. Más allá de la prisión de nosotros mismos en la cual estamos confinados sin saberlo, hay una serie de ideas que pueden conducirnos a la libertad una vez que se las comprende correctamente. El Sr. O. dice en su último libro que una idea es un instrumento muy delicado y poderoso y que es muy fácil manejarlo mal. En torno de nosotros tal como somos hay un sinnúmero de ideas diferentes de las ideas con las cuales estamos construidos. La idea de la liberación siempre existió y condujo a toda suerte de revoluciones. La gente siente vagamente que hay otra cosa, una clase de libertad que no poseen. Pero por regla general lo toman en función de las condiciones existentes, de los re-ordenamientos exteriores, de asesinar una clase u otra, y así sucesivamente. Las ideas de liberación que nos rodean fuera de la prisión se refieren a nosotros mismos y no a las condiciones materiales. Estamos rodeados por ideas liberadoras, ya sea que las sintamos o no. Si se tiene un Centro Magnético, sentimos la existencia de las ideas liberadoras. Pero a veces creemos que están en alguna escuela distante, en el Tibet por ejemplo. Por cierto, la enseñanza de las ideas liberadoras se imparte quizás en alguna escuela lejana, pero si fuera a esa lejana escuela hallaría que esas ideas liberadoras no están en la escuela sino que su acción estriba en el efecto que ejercen sobre usted y la respuesta que usted les da. Las escuelas —las escuelas esotéricas— nos transmiten ideas que pueden liberarnos. Esas ideas provienen de aquellos que se han liberado y ese conocimiento siempre fue transmitido. Pero las ideas que enseñan son similares a las ideas enseñadas por el Trabajo. El Trabajo enseña ideas liberadoras, pero la acción de dichas ideas no será efectiva a menos que una persona reflexione sobre ellas y sienta que debe aplicarlas a si misma. La ilusión de que existe una educación superior y que basta recibir su enseñanza para alcanzar un nuevo estado es muy errada. No hay posibilidad de redención para ninguna persona en esas escuelas de enseñanza a no ser que aprenda, comprenda y ponga en acción la enseñanza que le es impartida.
En los Evangelios se dice: "El reino de Dios no vendrá con advertencia, ni dirán: Helo aquí o helo allí, porque he aquí que el reino de Dios está entre vosotros". No es algo que está fuera y a lo que basta unirse para ser liberado. Cuando se dice en los Evangelios que el Reino de Dios o el Reino de los Cielos está dentro del hombre, se quiere decir con ello un estado en el que el hipnotismo de la vida ya no obra más y que está investido de la influencia de ideas provenientes de una fuente por completo diferente.
Tomemos ahora una de las ideas del Trabajo según la cual nos dijeron de observarnos a nosotros mismos y según la cual es preciso pensar y construir dentro de nosotros un nuevo punto de vista. Es la idea de que el
Hombre no puede hacer.
¿Han pensado alguna vez en esa idea? Recuerden que una idea es comparable a una máquina muy complicada y delicada que, si no se sabe manejarla, puede causar mucho daño. Si quisieran manejar una poderosa dínamo sin conocer sus conexiones podría causarles fácilmente la muerte. Ahora bien, la idea de que el Hombre no puede hacer se asemeja a una poderosa dínamo. Nos puede provocar la luz o nos puede matar. Se la puede tomar equivocadamente, como he visto a mucha gente hacerlo, que suele decir: "Pues bien, si no se puede hacer, ¿por qué habré de intentarlo?" Esto es comprender de una manera muy equivocada la idea de que el Hombre no puede hacer. "Cada persona", dijo G. en una ocasión, "hace la única cosa que tiene la posibilidad de hacer. Todo cuanto sucede en este momento es lo único que podría posiblemente suceder". Hablaba sobre la mecanicidad. Mientras el Hombre siga dormido las cosas ocurrirán de la única manera en que puedan posiblemente ocurrir, por un infinito número de líneas de causa y efecto. Pero el Trabajo enseña que un hombre puede ponerse bajo nuevas leyes y alcanzar finalmente un estado superior de sí en el que pueda hacer, en el que tenga Voluntad Real. Por cierto, dicho estado está muy lejos de nosotros tal como somos al presente. Pero al aplicar esta idea a nosotros mismos que el Hombre no puede hacer, ante todo es preciso advertir, observar, durante un prolongado periodo, cuál es su significado en su aplicación personal. Es menester que nos observemos a nosotros mismos mediante esta idea del Trabajo.
Quizá nos demos cuenta, muy gradualmente, de uno de los significados de esta formidable idea. Empezamos a ver que lo que llamamos nuestro hacer no es en realidad hacer sino mecanicidad. Comprendemos que "ELLO" hace. Ahora bien, esta es una etapa preliminar que puede conducirnos a nuevas experiencias de sí. Conviene mucho tener nuevas experiencias de sí y si esto ocurre, por medio de la luz del Trabajo, esas experiencias no nos desesperarán sino que al contrario nos descubrirán nuevos aspectos de la comprensión. De la exacta comprensión de lo que significa no poder hacer, empezamos a ver que la humanidad en general no puede hacer. Nuestra comprensión ya no será más teórica sino que comenzará a ser práctica. Comprenderemos entonces la idea necesaria que la
vida no puede ser para nosotros un fin en si misma.
La gente que está demasiado en sus sentidos físicos cree que la vida puede mejorarse a tal punto que llegará a ser un fin en sí misma —esto es, que conducirá a algún lugar—. Pero el Trabajo no toma la vida como un fin en si porque dice que la vida está bajo gran número de leyes mecánicas que siempre la mantienen más o menos en la misma condición. El Trabajo enseña que debemos tomar la vida como un medio para llegar a una condición muy diferente. El objeto que el Trabajo tiene en vista es el de hacernos despertar. Sólo trata de algo que el Hombre puede hacer por si mismo. Por esta razón el Trabajo dice que el Hombre es creado como un ente auto-desarrollante. Mientras el Hombre siga tomando la vida como un fin en si y espere que tarde o temprano será capaz de lograr el éxito y triunfar en la vida, no entiende el propósito de este Trabajo. Confunde el resultado final. Si tal hombre toma este Trabajo y encuentra que no conduce al éxito en la vida, por ejemplo, sufrirá un fuerte desengaño. Pero el Trabajo no apunta a ese fin. El Trabajo trata de uno mismo y de cierto desarrollo en lo que concierne a la vida y sus accidentes capaces de transformar todo nuestro ser. Si un hombre es capaz de mantener la rectitud interior hacia el Trabajo, si comprende la orientación del Trabajo, luego cualquier cosa que le suceda en la vida no lo destruirá. No le sorprenderá lo que le pueda ocurrir en la vida, porque sabe que la vida es así —es decir, que el Hombre no puede hacer—. Luego el éxito o el fracaso en la vida tendrán cada día menos importancia. No esperará que la vida le conceda lo que sólo el Trabajo le puede conceder.
Hemos hablado recientemente acerca de tomar la vida como un fin en sí y acerca de la muy diferente idea de Trabajo que nos enseña a tomar la vida como un medio conducente a una diferente clase de fin. Hemos dicho cómo el Trabajo ha llegado gradualmente a interponerse entre nosotros y la vida de tal modo que en cierto momento somos capaces de ver las dificultades que nos presenta la vida a través de las ideas del Trabajo. Esto cambia en seguida nuestras relaciones con los aconteceres exteriores, con los problemas exteriores, con las dificultades exteriores. Como hemos dicho, esto exige mucho tiempo porque, tal como somos, estamos completamente identificados con el mundo exterior, con la gente, con las cosas, con los sucesos, con las situaciones. En este sentido somos máquinas conducidas por la vida. Por mucho tiempo nos es imposible ver cómo el Trabajo se aplica a nuestra situación en la vida. No tenemos ningún medio, no tenemos ningún espejo mágico o lente mágica a través del cual podamos mirar. Estamos, por así decirlo, desnudos en la vida, desnudos ante la vida. No tenemos zapatos apropiados que llevar, ni tampoco vestidos apropiados; Se ha dicho a menudo que el cambio que tiene lugar en alguna situación característica de vida puede ser extraordinario si se lleva el Trabajo hasta el punto de interponerlo ante las impresiones entrantes. Significa que las impresiones en lugar de caer directamente sobre nosotros pasan a través del medio del Trabajo. Cuando estamos despiertos —esto es, cuando estamos rodeados por la fortaleza del Trabajo y somos conscientes de lo que enseña— entonces las impresiones de vida son transformadas. Tienen otro significado. Ya no es la situación externa acerca de la cual pensamos y contra la que reaccionamos, sino que reaccionamos a las ideas del Trabajo. La vida no cae directamente sobre nosotros, sino que pasa a través del medio del Trabajo, y entonces se convierte en nuestra maestra por medio del Trabajo. Cuando estamos en contacto demasiado estrecho con la gente vemos cabalmente que no transforman nada y asimismo que toman la vida como un fin en sí que ha de llevarlos a algún lugar en el futuro del tiempo que pasa. Creen realmente que esto ha de conducirlos a algún lugar. Tales personas no observan sus estados interiores, ni tampoco ven que la cosa más importante es un cambio del estado interior. El objeto que se propone el Trabajo es cambiar nuestros estados interiores de modo que no reaccionemos mecánicamente a los eventos. Esto requiere un traslado del punto de conciencia y empieza por medio de la observación de sí. Al realizar esto nos damos cuenta confusamente que la vida no es un problema sino nosotros mismos. Entonces ya no se espera más que en un futuro distante todo será mucho mejor; ya nadie se apoya más en el Tiempo en una espera vana; se llega a percibir que mientras nos gobiernan esas diferentes reacciones mecánicas, esas diferentes manifestaciones del Rasgo Principal, esas intolerancias,
esas
rígidas e indiscutidas actitudes, esas formas de agravio, esos sistemas de hacer cuentas interiores, esos acostumbrados estados negativos, esas aceptadas formas de imaginación, no podemos esperar que el futuro nos depare un mejor estado. Al darse cuenta de ello, se empieza a ver lo que quiere decir no tomar la vida como un fin en sí, sino tomarla como un medio para una clase muy diferente de fin que tiene que ver con el propio nivel de ser y todos los estados que derivan de él.
¿No han pensado alguna vez que en este Cuarto Camino del Trabajo se pueden encontrar deliberadamente en alguna posición externa en que les será muy difícil atravesarlo sin llegar a identificarse sin esperanza alguna? Por cierto, esto no sería posible si pudieran llevar el Trabajo al punto de las impresiones entrantes y encarar conscientemente la situación por medio de lo que han comprendido de las ideas de Trabajo.
Esta noche voy a hablarles otra vez de la observación de sí, porque si no se tiene un conocimiento práctico y experimentado de lo que significa la observación de sí, nadie puede hacer este Trabajo. Podemos hacerlo hasta cierto punto si lo sentimos y lo conocemos, y haciendo este Trabajo podemos ser capaces indirectamente de hacer en la vida, pero sólo indirectamente. Recuerden que si nos cambiamos a nosotros mismos aunque sea escasamente, dejamos sitio para que otros cambien aun cuando nuestro cambio sea temporario. Si en algún momento se recuerda a sí mismo hasta cierto punto y de este modo trae el Trabajo entre usted y la vida, hará el Trabajo con arreglo a su nivel de ser. Esto producirá resultados para las otras gentes. Sólo es posible este hacer indirecto, pero es preciso que haga el Trabajo porque usted mismo ve su necesidad, porque siente su necesidad —nunca debe hacer el Trabajo para ayudar a otras personas.
Ahora llegamos al importante e inagotable tema de la
observación de sí.
El objeto de la observación de sí es ir tras de sí mismo, llegar a ser más interno para sí mismo. La parte externa de uno, la mecánica o automática, es el lado inferior de uno en la escala. Cuando una persona se identifica demasiado con las cosas exteriores, está en la parte más baja de sí misma —por así decirlo, en el subsuelo de la casa de sí misma—. Lo inferior corresponde a lo más externo. Las partes motoras de los centros están en la parte más baja y más externa de nosotros mismos, y allí vive gran cantidad de pequeños "Yoes", que sólo comprenden en una forma muy limitada. Cuando vivimos en esos "Yoes" estamos profundamente dormidos en relación con el Trabajo. Estamos llenos de las preocupaciones y ansiedades de la vida. Pero tras esos "Yoes", esto es, más internamente en relación con ellos, están "Yoes" mayores, y otra vez tras ellos hay "Yoes" aún mayores, y así sucesivamente hasta que la influencia del "Yo" Real empieza a dejarse sentir. Algunas personas siempre viven delante de sí mismas, en realidad fuera de sí mismas, y no pueden entrar en sí mismas debido al hipnotismo ejercido sobre ellas por los pequeños "Yoes", volcados hacia el exterior. Si esto se prolonga demasiado, a veces suele producirse una especie de histerismo.