Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (63 page)

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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Ahora bien, hablaré sobre este tema desde un ángulo diferente. Cuando un hombre se encuentra en un estado de verdadera observación de sí puede ver los diferentes "Yoes" que tratan de apoderarse de él. Desea sentarse, descansar, comer, desea fumar, desea prestar atención a algunos "Yoes" negativos, desea sentirse deprimido, aburrido, agraviado, desea acusar a alguien, desea herir a alguien, desea dejarse llevar por la ira. Oye a todos esos diferentes "Yoes" hablando en torno de él y probablemente a muchos otros, y a todos les dice No. Y esos "Yoes" desean que les diga Si, que ceda a lo que sugieren. Ahora bien, ¿a qué se debe decir No? Es preciso decir No a uno mismo y no a los otros, y esto es el Recuerdo de Sí. No se dice No a los "Yoes" si no se dice No a uno mismo. G. solía decir: "En el Recuerdo de Sí ¿a qué si desea recordar? No creo que todos comprenderán lo que quiero decir aquí pero al mismo tiempo puede explicar algo que tal vez han experimentado". En ese estado de acuerdo entre "Yo" y Mí mismo, se alcanza un estado en que ningún "Yo" puede tocarnos por el momento aunque ellos deseen que digamos Sí y nos llamen. Este acuerdo es más bien un silencio en que "Yo" y Mí mismo resuelven decir No a nosotros mismos como si los "Yoes" que nos rodean no pudieran molestarnos, como si "Yo" y Mí mismo estuvieran conversando el uno con el otro de modo tal que ninguno de los "Yoes" que nos rodean tuvieran poder sobre nosotros. Esta es la mejor descripción que puedo dar al presente del Recuerdo de Sí, este acuerdo entre "Yo" y Mí mismo. No perdamos tiempo preguntando qué significa exactamente "Yo" o qué significa Mí mismo en este caso; recordemos que el Recuerdo de Sí significa recordar y así ponerse en contacto con algún sí en nosotros que nos eleve por encima del poder de la multitud de "Yoes". Desde luego, el estado que acabo de describir es transitorio pero es una experiencia muy diferente, ni tampoco deben esperar que si lo tocan después todo será fácil. Recuerden que aprender este Trabajo, comprenderlo y hacerlo, es una tarea que dura toda la vida. Ahora les daré una sugerencia de lo que significan "Yo" y Mí mismo. En nosotros hay algo llamado el alma de la cual rara vez habla el Trabajo pero que reconoce. El Trabajo dice que el alma es en nosotros una cosa minúscula al presente, un mero punto de intensidad. El Trabajo dice que donde estamos más identificados es en el lugar en que ese punto de intensidad coincide con algún deseo, en algún "Yo". El Trabajo dice asimismo que esa cosa minúscula llamada el alma debe crecer mucho y que esto es sólo posible por medio de la no identificación consigo mismo y de no acompañar siempre a la voluntad de sí, de modo que comprenderán que si "Yo" y Mí mismo están de acuerdo ninguno de los "Yoes" que me rodean tendrán poder sobre mí.

Les recuerdo que discutan ante todo esta idea del Si y el No, ese movimiento conscientemente controlado entre los que tomamos generalmente como nuestro buen lado y nuestro mal lado.

Quaremead, Ugley, 21 de abril, 1945
Advertencia acerca de lo que trata el trabajo

Uno de los objetos de este Trabajo, de esta enseñanza, es el de observarse a sí mismo. La observación de sí es un método conducente al cambio de uno mismo. Este Trabajo nos enseña que un hombre, una mujer, puede cambiar. ¿Por qué? El Trabajo enseña que cada ser humano ha sido creado de tal manera que le es posible cambiar. Fuimos creados como seres auto-cambiantes. Podemos cambiar —no al azar, sino en una dirección definida—. El Trabajo dice que fuimos creados como organismos capaces de desarrollo propio, como semillas. Una semilla puede seguir siendo una semilla, pero es un organismo capaz de auto-desarrollo. ¿Es posible comprenderlo? ¿Es capaz una semilla de algún desarrollo definido? Este Trabajo, los Evangelios y toda la enseñanza esotérica, son más viejos que la historia. ¿Cómo, entonces, podemos ponernos en las condiciones convenientes para poder cambiar? Una semilla debe ser plantada para desarrollarse, y tener el alimento, aire y luz convenientes. Así ocurre con nosotros, si nos plantan en el terreno de la enseñanza esotérica. Esta no es una idea fantástica, piadosa o sentimental. Es un hecho. Dadas las condiciones correctas, un hombre, una mujer, pueden empezar a sufrir aquello para lo cual fueron originalmente creados. Porque
no
fuimos meramente creados para vivir en la vida. La vida no desarrolla del todo a un hombre o a una mujer. Es la primera experiencia y es necesaria. Pero sólo llega hasta un punto, esto es, a la formación de la Personalidad. Aquí se detiene y no sucede nada más. El hombre o la mujer, al haber alcanzado primeramente este desarrollo necesario de la personalidad —a saber, de la profesión, el oficio, el negocio, el trabajo, el derecho cívico, el buen dueño de casa— permanece sin desarrollarse en el sentido de la enseñanza esotérica. El hombre o la mujer al haber llegado a tales posiciones de vida, a tales éxitos, a tales situaciones, empiezan a morir. Han llegado a ser "iguales a la vida". Cabe decir que muchos ni siquiera llegan a este punto. Sin embargo esta es la primera tarea, la tarea de vida. Un hombre, una mujer, deben aprender, deben llegar a conocer algo definido en la vida antes que cualquier otra cosa sea posible. Deben ser capaces de hacer algo bien, conocer algo, ser capaces de hacer algo. Es por eso que en el Trabajo se dice que un hombre o una mujer deben empezar desde el nivel del buen dueño de casa. El Trabajo no fue hecho para gentes inútiles, o gentes que viven del ser o de la vitalidad de otros. Tales personas no están en el nivel del buen dueño de casa. El Trabajo sólo puede empezar con gentes que ya han logrado algo en la vida y en las experiencias de vida y que no son malvadas ni criminales patológicas ni pervertidas. El Trabajo no fue hecho para los desechos de la vida, la gente que es una molestia y una carga para los otros, o para aquellos que esperan obtener algo sin pagar nada. Está destinado a la gente responsable, a la gente que comprende la diferencia entre el caos y el orden y ve claramente que es preciso hacer ciertas cosas, sin reparar en lo que sienta personalmente. Hay una definición de Trabajo del "buen dueño de casa" en el supremo sentido de esta etapa, a saber, una persona que hace lo necesario en la vida pero no cree en la vida. Esta es una extraña frase y merece que se reflexione sobre ella y que se reflexione durante toda nuestra vida, porque muchos "dueños de casa" creen en la vida, y creen que tarde o temprano la vida será mucho mejor de lo que es ahora. Creen en el progreso, a despecho de ver las cosas tal como son. Pero este impulso, esta idea es en realidad una idea que sigue una dirección exterior, equivocada. El progreso es posible, y aquí la enseñanza esotérica, la segunda educación, aparece. Un hombre, una mujer pueden progresar en sí mismos. Pueden experimentar un desarrollo definido renunciando a lo que han llegado a creer que son. Esto es donde se inicia la observación de sí. En mi caso, Nicoll —la Personalidad formada por la vida, lo que la vida ha hecho en mí, mis opiniones, mis parcialidades, mi engreimiento, etc.— deben separarse gradualmente de mí por medio de mi observación de Nicoll. En el caso de ustedes, es su Personalidad construida a lo largo de la vida la que debe ser observada por cada uno de ustedes: gradualmente —en todo momento— y también a ratos, hasta que algo se separe de ella. La cosa que se separa es la cosa que puede crecer. Entonces ya no se contemplan enteramente a si mismos como sí mismos, como su vida meritoria, como sus virtudes.
Yo
empiezo a ver al Dr. Nicoll.
El
empieza a ver al Sr. Wilshin.
El
empieza a ver al Sr. Parfit.
El
empieza a ver al Sr. Taylor, y así sucesivamente. Esto es, comenzamos a ver lo que no es nosotros —lo que la vida ha construido en nosotros— lo que hasta ahora hemos tomado únicamente como nosotros. El método de este lento, gradual desplazamiento del sentimiento de uno mismo empieza con la lenta, gradual observación de uno mismo, el advertirse a sí mismo. No comienza con ir en contra de uno mismo. ¿Cómo es posible si uno no se conoce a sí mismo? ¿Cómo se puede ir en contra de algo que no se conoce? Por eso es necesario empezar con la observación de sí llevada a cabo durante años, de hecho, durante toda la vida. Ese rayo de luz, ese rayo de conciencia que surge del discernirse a sí mismo produce muy lentamente un cambio. Es el comienzo de ese desarrollo interior del cual tanto habla el Trabajo. Las cosas suelen proseguir de la misma manera por mucho tiempo, pero se repara en ellas. Si se las observa muchas veces, han de empezar a cambiar. Uno no puede cambiarse a sí mismo directamente. Sólo se puede cambiar por medio de cierta clase de esfuerzos y estos esfuerzos se nos enseñan.

  • Existe el gran esfuerzo del no identificarse consigo mismo, en primer lugar. (¡Qué buen muchacho soy!).
  • El gran esfuerzo del Recuerdo de Sí. Este es el primer esfuerzo de todos, pero muy difícil.
  • Hay el gran esfuerzo de la observación de sí. Es el continuo y gran esfuerzo de vivir conscientemente hacia uno mismo, hacia los otros en el Trabajo y hacia el Trabajo mismo.

Todo esto acrecienta la conciencia. Las cosas cambian al llegar a ser uno más consciente, al tener una mejor percepción de ellas, por la observación, por reparar en ellas sin criticarlas, por separarse gradualmente de ellas. ¿No ha comprendido que observarse a sí mismo y luego criticarse en seguida es inútil? Ahora bien, si una persona pregunta: "¿Cómo se cambia?" o "¿En qué cambia uno?", la respuesta es que cada cual tiene algo en lo que puede convertirse si practica el Trabajo, y para lo cual fue destinado. Llegará a ser él mismo, como dicen los Evangelios. Si observan, perciben y no se identifican, cambiarán inevitablemente para convertirse en aquello para lo cual fueron creados, que no es lo que son en la Personalidad. Una semilla se modifica en lo que fue creada para transformarse. Así ocurre con nosotros. Esto es lo que el Trabajo nos enseña acerca de nosotros mismos. Este breve comentario fue escrito para recordarnos lo que se propone el Trabajo.

Quaremead, Ugley, 21 de abril, 1945
Nueva nota sobre la idea de trabajo acerca del sí y el no

En uno de los grupos se hizo una pregunta después de haber leído el último comentario: "Si se tuviera la memoria de pensamientos y sentimientos opuestos —¿estaría uno menos identificado?". En el comentario se aclaró que sólo recordamos en un lado o en el otro, no en los dos al mismo tiempo. Se dijo, por ejemplo, que cuando somos negativos tendemos a recordar sólo las cosas desagradables, y viceversa. Cada cual debe ver cómo oscila entre los opuestos su Centro Intelectual y su Centro Emocional (y también su Centro Instintivo). ¿Qué han hecho hoy, todos ustedes? ¿Alguno de ustedes ha trabajado sobre sí? ¿Han recibido las impresiones unos de otros desde una oscilación negativa y no han intentado recordar las clases opuestas de impresiones que hubieran podido tener en otro momento? Recuerden, es preciso llevar conscientemente los opuestos uno junto al otro. Para lograrlo se necesita una memoria de Trabajo, una nueva memoria, que surge de la observación de sí. No se deje confundir por estos términos, péndulo y opuestos. ¿No cree ya conocer en cierto modo que todo oscila de un lado para el otro dentro de uno mismo, entre la esperanza y la desesperación, entre gustar y no gustar, entre sentirse alegre y sentirse deprimido, entre creer que algo es cierto y que no lo es? Todo esto son oscilaciones de péndulo entre dos opuestos, que van en todo momento en diferentes direcciones, con sus tiempos distintos como diferentes clases de relojes. Le parecerá muy extraño si oye decir que debe haber un solo reloj en lugar de los muchos centenares de relojes que dan todos diferentes horas.

Ahora bien, cada pensamiento o sentimiento que penetra en su conciencia tiene un opuesto. Cuando Ud. se identifica con un pensamiento o sentimiento está bajo el poder de dicho pensamiento o sentimiento y está al mismo tiempo en el péndulo, e insensiblemente, sin que pueda saber por qué o aun recordarlo, se encontrará que tiene el pensamiento opuesto o el sentimiento opuesto sin ver contradicción ninguna. Es ahí donde está nuestra inconsciencia, nuestro vivir en estado de sueño, sin percibir nuestra contradicción. El Sr. O. nos dijo una vez que cuando la oscilación del péndulo desciende al pasar por el punto medio su velocidad aumenta, y entonces al ascender hacia el otro lado la velocidad se aminora hasta que invierte el movimiento. Dijo: "Nos falta rapidez para sentir ese movimiento porque trabajamos con un hidrógeno demasiado lento y así somos conscientes (en el sentido ordinario) de los dos extremos opuestos." Es maravilloso comprender que no es preciso acompañar los pensamientos y sentimientos que surgen mecánicamente, y ya me lo han oído decir muchas veces antes, pero estoy seguro de que muchos de ustedes no comprenden lo que significa en la práctica. Debemos, como ya se dijo una vez, aprender a dominar nuestra mente. Y también nos dijeron que exige largo tiempo y mucho trabajo y observación. Me imagino que algunos de ustedes al oírlo por primera vez no creyeron que se aplicaba a nosotros. Sin duda creíamos dominar nuestra mente de un modo absoluto. Sin embargo, cuando un hombre empieza a observarse a sí mismo y llega a interesarse en la observación de sí, se da cuenta muy pronto, desde luego de que no domina nada en su mundo psicológico. No controlamos nada en este mundo invisible en que cada uno de nosotros vive. Nuestros pensamientos nos sobrevienen sin que conozcamos su origen. A veces aparecen en enjambres. Y lo extraño es que los tomamos como si fueran nuestros propios pensamientos y los tocamos en nuestro piano, por así decirlo, como si fueran ciertos. No sé cómo describirles esta apropiación de los pensamientos; tampoco puedo describirles el milagro de darse cuenta que no son uno mismo y que es preciso no apropiárselos, que es preciso no creer en ellos, finalmente, que en cualquier momento un pensamiento de una clase cualquiera puede aparecérsenos. Y, claro está, en este último caso, si Ud. no está despierto (no deje de notar lo que significa estar despierto) este pensamiento lo convencerá, será su manera de pensar en ese momento, y esto es exactamente aquello de lo que debemos separarnos por medio de una no identificación casi continua. Hay una frase: "Una persona está atenta a sus pensamientos". Esta es una muy buena frase pero no creo que sea cierta. Me gustaría discutirla con ustedes. Diría más bien que no prestamos atención a nuestros pensamientos, sino que somos ellos. Quizá cuando lo que estamos pensando nos horroriza podamos detenerlos, pero por regla general esos pensamientos se presentan por sí mismos y tocan nuestro piano y creemos que somos nosotros los que estamos tocando y que esa es nuestra música. La posición entera debe ser invertida. Ser así es asemejarse a una máquina en la que la mente nos gobierna y los pensamientos nos obligan a pensarlos. Usted tiene un pensamiento: "Oh, qué cansado estoy", o "Qué vida más dura llevo", o cualquier otra cosa parecida. ¿Su observación interior es suficiente? ¿Ha limpiado y cavado un amplio lugar en su mente por la práctica de la atención interior y lo ha rodeado con un cerco y ha colocado una puerta para que pueda oír el ruido de la puerta y vigilar cómo el pensamiento se acerca por el camino pronto para decir: "Oh, qué cansado estoy", etc.? Pienso que cada vez que permitimos que un pensamiento penetre profundamente éste se apodera de nosotros y nos retuerce, nos chupa la sangre, nos hace reaccionar, hablar, comportarnos de determinada manera, y luego, satisfecho de haber cenado a expensas nuestras se retira por un tiempo.

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