Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (65 page)

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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #Fantasía

BOOK: Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media
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Aunque sin señal externa alguna, tenían polos permanentes, y estaban originalmente emplazadas de manera tal que se mantenían «erguidas»: los diámetros de polo a polo apuntaban al centro de la Tierra, pero entonces el polo permanente inferior tuvo que haber estado en el fondo. Las caras a lo largo de la circunferencia en esta posición eran las caras receptoras, que recibían visiones de fuera, y las transmitían al ojo de un «custodio» en el extremo lejano. El custodio, por tanto, que quisiera mirar al oeste, tenía que colocarse en el lado este de la Piedra, y si deseaba mirar hacia el norte, tenía que trasladarse a la izquierda, hacia el sur. Pero las piedras menores, las de Orthanc, Ithil y Anor, y probablemente Annúminas, tenían también una orientación fija original, de modo que, por ejemplo, la cara oeste sólo miraba al oeste, y girada en cualquier otra dirección no mostraba nada. Si una Piedra quedaba desplazada o perturbada, era posible volverla a su posición original por observación, y resultaba entonces conveniente hacerla girar. Pero cuando se la movía o se caía, como sucedió con la Piedra Orthanc, no era nada fácil reacomodarla. Así pues, fue «por casualidad» —como los Hombres la llaman (según habría dicho Gandalf)— que Peregrin, mientras tocaba la Piedra, la puso en tierra más o menos «erguida»; y situado al oeste de ella, colocó la cara que miraba al este en la posición adecuada. Las Piedras mayores eran así; si alguien las movía seguían «viendo» en todas las direcciones.
[17]

Pero las palantiri sólo eran capaces de «ver»; no transmitían sonido. Sin que una mente directora las gobernara, se descarriaban y sus «visiones» (aparentemente al menos) eran azarosas. Desde un sitio elevado, la cara occidental, por ejemplo, miraría a una gran distancia, la visión se empañaría y se distorsionaría a ambos lados y arriba y abajo, y la escena se iría haciendo menos clara a medida que creciera la distancia. Además, lo que «veían» era gobernado o estorbado por la oscuridad, por la casualidad o por el «amortajamiento» (véase más adelante). La visión de las palantiri no era «cegada» o «impedida» por obstáculos físicos, sino sólo por la oscuridad, de modo que podían ver a través de una montaña como a través de una mancha opaca o una sombra, pero nada veían que no recibiera alguna luz. Podían ver a través de las paredes, pero nada veían dentro de cuartos, cuevas o bóvedas a no ser que hubiera luz en ellos, y no podían de por sí procurar o proyectar luz alguna. Era posible protegerse contra su visión mediante un proceso llamado de «amortajamiento», mediante el cual ciertas cosas o zonas se verían en una Piedra sólo como una sombra o una niebla profunda. Cómo era esto posible (para los que tenían conocimiento de las palantiri y la posibilidad de ser vigilados por ellas) es uno de los misterios perdidos de las palantiri.
[18]

Un observador podía, mediante un esfuerzo de voluntad, hacer que la visión de la Piedra se concentrara en algún punto, próximo o directamente delante.
[19]
Las «visiones» descontroladas eran pequeñas, especialmente las de las Piedras menores, aunque podían agrandarse si el observador se ponía a cierta distancia de la superficie de la palantir (unos tres pies era lo más adecuado). Pero dominadas por la voluntad de un observador experimentado y fuerte, cosas más remotas podían ampliarse, acercarse, por así decir, o volverse más nítidas, mientras el fondo quedaba casi suprimido. Así, un hombre a una distancia considerable podía verse como una figura diminuta de media pulgada, difícil de advertir en medio de un paisaje o de otros hombres; pero la concentración podía ampliar y clarificar la visión hasta que apareciera como una figura nítida, aunque reducida, de un pie o más de altura, y era posible que el observador la reconociera. Una gran concentración ampliaría algún detalle que interesara al observador, de modo que podría ver (por ejemplo) si llevaba un anillo en el dedo.

Pero esta «concentración» resultaba muy fatigosa, y podía concluir en un verdadero agotamiento. En consecuencia, sólo se recurría a ella cuando la información era imperiosamente necesaria y la oportunidad (asistida por alguna otra información quizá) hacía posible que el examinador escogiera algún detalle (significativo para él y para sus intereses inmediatos) de entre el tumulto de las visiones de las Piedras. Por ejemplo, Denethor, sentado ante la Piedra Anor, inquieto por Roban y pensando en la conveniencia de encender los fanales y enviar la «flecha», podría situarse en una línea directa orientada hacia el noroeste a través de Rohan, que pasara cerca de Edoras y por los Vados del Isen. En ese momento podría haber movimientos visibles de hombres en esa línea. En tal caso, Denethor podría concentrarse en un grupo (por ejemplo), descubrir que son Jinetes y reconocer una figura: la de Gandalf, por ejemplo, que cabalga con refuerzos al Abismo del Yelmo, y de pronto se separa y se dirige a la carrera hacia el norte.
[20]

Las palantiri de por sí no podían examinar la mente de los hombres sin intervención de la conciencia o la voluntad de éstos; porque la transferencia del pensamiento dependía de las voluntades de los usuarios en ambos extremos, y el pensamiento (percibido como lenguaje)
[21]
sólo podía transmitirse si había concordancia entre las piedras.

Nota del editor

Para la segunda edición de
El Señor de los Anillos
(1966) mi padre hizo correcciones sustanciales a un pasaje de
Las Dos Torres
, III, 11, que concierne a «El Palantir» y algunas otras en el mismo sentido en
El Retorno del Rey
, V, 7, «La Pira de Denethor», aunque estas correcciones no se incorporaron al libro hasta la segunda impresión de la edición revisada (1967). Esta sección del presente libro se basa en los escritos sobre los palantiri asociados con esta revisión; no hice más que montarlos en un único texto.

El Mapa de la Tierra Media

Nota del editor

Mi primera intención fue incluir en este libro el mapa que acompaña a El Señor de los Anillos, añadiendo algunos nombres; pero después de reflexionar me pareció mejor copiar el mapa original, y tener así la oportunidad de poner remedio a algunos defectos menores (poner remedio a los mayores estaba fuera de mi alcance). Por tanto, lo he vuelto a dibujar con bastante exactitud, en una escala reducida una vez más a la mitad (es decir, el nuevo mapa es una vez más una reducción a la mitad del primer mapa publicado). La superficie cubierta es más pequeña, pero los únicos puntos que se pierden son los Puertos de Umbar y el Cabo de Foro-chel
[1]
. Esto permitió un tipo de letra diferente y más grande, con lo que se gana mucho en claridad.

Se incluyen en él los nombres geográficos más importantes que se mencionan en este libro, pero no en
El Señor de los Anillos
, tales como Lond Daer, Drúwaith Iaur, Edhellond, las Curvas y Grislin; y unos pocos más que podrían o tendrían que haber estado en el mapa original, tales como los ríos Harnen y Carnen, Annúminas, Folde Este, Folde Oeste y las Montañas de Angmar. La inclusión errónea de Rhudaur sólo se ha corregido mediante la adición de Cardolan y Arthedain, y he puesto la pequeña isla de Himling cerca de la lejana costa no-roccidental, que aparece en un boceto trazado por mi padre, y en mi propio primer borrador. Himling fue la primera forma de Himring (colina sobre la que Maedhros, hijo de Fëanor, tenía su fortaleza en
El Silmarillion
) y aunque el hecho no se menciona en sitio alguno, es evidente que la cima de Himring se levantaba por encima de las aguas que cubrieron a la anegada Beleriand. A cierta distancia hacia el oeste había una isla más grande llamada Tol Fuin, sin duda la parte más elevada de Taur-nu-Fuin. En general, aunque no en todos los casos, he preferido el nombre sindarin (cuando era conocido), pero de ordinario he dado también la traducción del nombre cuando se lo utiliza muchas veces. Puede observarse que «El Yermo del Norte», señalado en el encabezamiento de mi mapa original, parece haber sido un equivalente de Forod-waith .
[2]

Me pareció conveniente señalar todo el recorrido del Gran Camino que une Arnor y Gondor, aunque el curso entre Edoras y los Vados del Isen es conjetural (como lo es también la situación exacta de Lond Daer y Edhellond).

Por último querría subrayar que la reproducción minuciosa del estilo y los detalles (además de la nomenclatura y la tipografía) del mapa que tracé de prisa hace veinticinco años no signi-fica que la concepción o ejecución hayan sido excelentes. Durante mucho tiempo lamento que mi padre no lo hubiera reemplazado él mismo. No obstante, tal como resultaron las cosas, a pesar de todos sus defectos y rarezas, se convirtió en «el Mapa», y mi mismo padre lo dejó de utilizarlo desde entonces (aunque observaba a menudo sus insuficiencias). Los vastos esbozos de mapas que él llegó a trazar, y en los que se basaba el mío, son ahora parte de la historia de la composición de
El Señor de los Anillos
. Por tanto, me pareció mejor, en la medida en que se extiende el alcance de mi contribución a estos asuntos conservar mi trazado original, pues al menos reproduce con bastante fidelidad la estructura de las concepciones de mi padre.

JOHN RONALD REUEL TOLKIEN, nació el 3 de Enero de 1892 en la ciudad de Bloemfestein de "Orange Free State", África. Hijo del banquero Arthr Reuel Tolkien y de la misionera Mabel Suffield. Se mudaron a Sarehole, pueblo rural a las afueras de Birmingham donde Tolkien vivió hasta 1903. Su madre le enseñó las bases académicas (Latín, Griego, Matemáticas y Literatura Romántica). Fue un estudiante perezoso. Su madre también lo introdujo en la fantasía o Faery-stories, cuya favorita era el informe sobre la búsqueda del Rey Arturo de Mallory. Cuando tenía cuatro años perdió a su padre, que no pudo sobrevivir a un ataque de fiebre, y a los 12 a su madre, enferma de diabetes. Al quedar huérfano, él y su hermano, dos años menor, quedaron bajo la tutela de un sacerdote medio español y medio galés llamado Francis Morgan. A los 16 años conoció a la que sería la mujer de su vida, Edith Bratt, tres años mayor que él y también huérfana de padre y madre. El sacerdote prohibió la relación hasta que fuera mayor de edad. Esperó y, poco después de cumplir los 21 años, se prometió con ella. Cuando tenía 24 años se casó con Edith, tuvieron cuatro hijos y su matrimonio duró 55 años. Nada más casarse partió hacia el frente de la Primera Guerra Mundial, donde cayó enfermo y fue repatriado. Se especializó en historia medieval y dio clases de literatura inglesa medieval en la Universidad de Oxford. Sus conocimientos resultan evidentes en sus obras de carácter épico, que se desarrollan en un mundo fantástico creado por él mismo y llamado Middle Earth. Escribió El Hobbit (1937) para sus hijos. A principios de los años 30, cuando estaba corrigiendo exámenes de sus alumnos apareció uno totalmente en blanco. Años después diría: "Uno de los estudiantes fue compasivo y me dejó uno de los exámenes en blanco, una de las mejores cosas que pueden sucederle a un profesor". La página inmaculada parecía invitarle a escribir y garabateó: "En un agujero en la tierra vive un hobbit". Esta sería la semilla de su primera obra, que terminó en 1937. Su continuación, la trilogía titulada El señor de los anillos es un cuento acerca de la lucha por la posesión de un anillo mágico en un mundo de elfos, hadas y dragones. Empezó a escribirse poco después de la publicación de El Hobbit, tal como se lo sugirieron los editores Allen y Unwin. Tolkien empleó 12 años en escribir su ambiciosa obra sobre la búsqueda del anillo del poder y de la eterna lucha entre el bien y el mal. La publicación de los dos primeros volúmenes no se llevó a cabo hasta el 1954. Es una larga historia que se divide en tres volúmenes: La comunidad del anillo, Las dos torres y El retorno de rey. El Silmarillion (1977), que relata los comienzos mitológicos de Middle Earth, y Relatos incompletos (1980), que contiene cuentos que no se incluyeron en sus otros libros, fue recopilado y publicado por su hijo, Christopher Tolkien. Llevó a cabo estudios de crítica literaria y fue profesor en Oxford entre 1945 y 1959, donde coincidió con C.S. Lewis que cultivaba el mismo género y hasta los mismos temas, aunque la amistad decayó por los celos que sentía Lewis del éxito literario de Tolkien. En 1954, recibió el honorario de Doctor en Letras por el University College en Dublín y la Universidad de Lieja en Bélgica, elegido vicepresidente de la Sociedad Filológica de gran Bretaña y galardonado como miembro honorario en la Sociedad Islándica. En 1957, las Universidades de Harvard y Marquette le otorgaron grados honorarios. También en ese año, ganó el premio a la mejor novela fantástica de 1956 en la Convención Mundial de Ciencia Ficción y en 1958 ganó el puesto honorario del Merton College. Por el tiempo de El Señor de los Anillos alcanzó la cima de la popularidad, durante esa época fue algo bueno, pero en su vejez, Tolkien odiaba las llamadas telefónicas a altas horas de la noche, la multitud de visitantes no invitados, las toneladas de correo y la pérdida de su privacidad que empezaron a ser una plaga para él y su familia. En 1968, él y su mujer se trasladaron a Bournemouth, usando un alias para proteger su privacidad. Su mujer Edith Mary murió el 2 de Noviembre de 1971. John R. R. Tolkien se mudó a un apartamento propiedad de la Universidad de Oxford y allí vivió hasta su fallecimiento el 2 de Septiembre de 1973 a la edad de 81 años. Sin embargo, justo antes de morir, fue premiado miembro de la Orden del Imperio Británico por la Reina Isabel, uno de los premios más prestigiosos de Inglaterra.

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