Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media (63 page)

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Authors: J.R.R. Tolkien

Tags: #Fantasía

BOOK: Cuentos inconclusos de Númenor y la Tierra Media
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Esta nota es anterior a la publicación de la segunda edición de
El Señor de los Anillos
en 1966, y dice lo siguiente:

La fecha de la llegada de Gandalf es incierta. Vino de más allá del Mar, aparentemente hacia la misma época en que se advirtieron los primeros signos del resurgimiento de «la Sombra»: la reaparición y la multiplicación de cosas malas. Pero rara vez se le menciona en los anales y las crónicas durante el segundo milenio de la Tercera Edad. Probablemente erró largo tiempo (con diversas apariencias), empeñado no en hechos o acontecimientos, sino en la exploración de los corazones de los Elfos y de los Hombres que habían opuesto resistencia a Sauron y de quienes aún podía esperarse que lo siguieran haciendo. Se conserva una declaración suya (o una versión de ella, en todo caso no plenamente comprendida) de que su nombre en su juventud fue Olórin en el Oeste, pero que los Elfos lo llamaban Mithrandir (Peregrino Gris), los Enanos, Tharkún (que significa «Hombre del Cayado», según se ha dicho), Incánus en el Sur y Gandalf en el Norte, pero «al Este nunca voy».

«El Oeste» significa aquí claramente el Lejano Oeste más allá del Mar, y no una parte de la Tierra Media; el nombre Olórin tiene forma alto-élfica. «El Norte» debe de referirse a las regiones noroccidentales de la Tierra Media, donde la mayoría de los habitantes o pueblos parlantes no fueron nunca corrompidos por Morgoth ni Sauron. En esas regiones se opondría una firme resistencia contra los males dejados tras de sí por el Enemigo o por Sauron, su servidor, si éste reapareciera. Los límites de esta región eran naturalmente vagos; la frontera oriental era aproximadamente el Río Carnen, donde se une con el Celduin (el Río Rápido), y así hasta Núrnen, y desde allí hacia el sur hasta los antiguos confines de Gondor del Sur. (Originalmente no excluía Mordor, que aunque se encontraba fuera de los reinos originales de Sauron «en el Este», fue ocupado por él, como amenaza deliberada contra el Oeste y los númenóreanos). «El Norte», pues, incluye toda esta vasta superficie: aproximadamente de Oeste a Este desde el Golfo de Lune hasta Núrnen, y de Norte a Sur desde Carn Dûm hasta las fronteras meridionales de la vieja Gondor, entre ella y el Cercano Harad. Gandalf nunca había ido más allá de Núrnen.

Este pasaje es el único testimonio conservado de que prolongara sus viajes más hacia el Sur. Aragorn declara haber penetrado en «las lejanas [llanuras! de Rhûn y Harad, donde las estrellas son extrañas» (
La Comunidad del Anillo
, II, 2).
[10]
No hay por qué suponer que también lo hiciera Gandalf. Estas leyendas tienen casi todas el Norte como escenario porque se acepta como hecho histórico que la lucha contra Morgoth y sus sirvientes tuvo lugar sobre todo en el Norte, y especialmente el noroeste de la Tierra Media, y que ello fue así porque el movimiento de los Elfos y de los Hombres que que-rían escapar de Morgoth se produjo inevitablemente hacia el oeste, en dirección al Reino Bendecido, y hacia el noroeste, porque en ese punto las costas de la Tierra Media estaban más cerca de Aman que cualquier otro punto. Harad, «Sur», es, pues, un término vago, y aunque antes de su caída los Hombres de Númenor habían explorado las costas de la Tierra Media hasta muy al sur, las colonias más allá de Umbar habían sido absorbidas, o bien eran colonias fundadas por hombres que Sauron había ya corrompido en Númenor, y que se habían vuelto hostiles y formaban parte del dominio de Sauron. Pero las regiones meridionales en contacto con Gondor (y llamadas por los hombres de Gondor simplemente Harad, «Sur», Cercano o Lejano) eran probablemente más propicias a la «Resistencia», habiendo sido tierras en las que Sauron se había mostrado muy activo en la Tercera Edad, pues eran una fuente de potencial humano que podía utilizarse fácilmente en contra de Gondor. Es muy posible que Gandalf penetrara hasta estas regiones en los primeros días de sus trabajos.

Pero su provincia principal era «el Norte» y, allí, sobre todo el Noroeste, Lindon, Eriador y los Valles del Anduin. Estaba aliado fundamentalmente con Elrond y con los Dúnedain septentrionales (Montaraces). Le eran peculiares el amor que sentía por los Medianos y el conocimiento que tenía de ellos, porque en su sabiduría presagiaba la importancia que en última instancia iban a tener, y, al mismo tiempo, percibía el valor intrínseco de estas gentes. Gondor atrajo menos su atención por el mismo motivo que provocó en Saruman un interés mayor: era un centro de conocimiento y poder. Sus gobernantes, por razones ancestrales y por todas sus tradiciones, eran enemigos irrevocables de Sauron, especialmente desde un punto de vista político: este reino se presentaba como una amenaza para él, y siguió existiendo sólo mientras la amenaza que Sauron constituía para ellos pudo ser contenida por la fuerza de las armas. Gandalf poco podía hacer para guiar a estos orgullosos gobernantes o impartirles instrucción, y sólo en la decadencia de su poder, cuando se ennoblecieron con el coraje y la firmeza que manifestaron en lo que parecía una causa perdida, empezó a interesarse seriamente por ellos.

El nombre Incánus, que aparentemente significa «ajeno», no es oestron ni élfico (sindarin o quenya), y no tiene ninguna relación con las lenguas sobrevivientes de los Hombres del Norte. Una nota en el Libro de Thain dice que es una forma adaptada al quenya de una palabra en la lengua de los Haradrim, y que significa simplemente «espía del Norte» (Inkä + nüs)
[11]

Gandalf es un nombre cambiado en la narración inglesa, de acuerdo con el mismo tratamiento que se aplicó a los nombres de Hobbits y Enanos. Es en realidad un nombre noruego (aplicado a un Enano en Völuspá)
[12]
que utilizó porque parece contener gandr, vara, especialmente de las que se utilizan en «magia», y podría suponerse que significa «ser élfico con una vara (mágica)». Gandalf no era un Elfo, pero no parece difícil que los Hombres lo asociaran con ellos, pues la amistad que les profesaba era perfectamente conocida. Puesto que el nombre se atribuye al «Norte» en general, debe suponerse que Gandalf representa un nombre oestron, aunque constituido de elementos que no derivan de lenguas élficas.

En una nota escrita en 1967 se adopta un punto de vista enteramente distinto acerca de las palabras de Gandalf «Incánus en el Sur»:

No es nada claro lo que quiso decir con «en el Sur». Gandalf afirmó no haber visitado nunca «el Este», sino que parece haber limitado sus viajes y su custodia a las tierras occidentales habitadas por Elfos y pueblos en general hostiles a Sauron. De cualquier manera, parece improbable que viajara por el Harad (¡o Lejano Harad!) o que permaneciera allí lo bastante como para que se le diera un nombre especial en una de las lenguas de esas regiones tan poco conocidas. El Sur debería, pues, referirse a Gondor (o, cuando menos, a esas tierras bajo el protectorado de Gondor en la cumbre de su poder). Sin embargo, en el tiempo en que transcurre esta historia, vemos que a Gandalf lo llaman siempre Mithrandir en Gondor (así lo llaman los Hombres de alcurnia o de origen númenóreano, como Denethor, Faramir, etcétera). Éste es un nombre sindarin, y se menciona como el utilizado por los Elfos; pero los Hombres de alcurnia de Gondor conocían y empleaban esa lengua. El nombre «popular» en lengua oestron o común significaba evidentemente «Manto Gris», pero como se había inventado hacía ya mucho, tenía entonces una forma arcaica. Esto tal vez venga ilustrado con el Greyhame utilizado por Éomer en Roban.

Mi padre concluía aquí que «en el Sur» sí se refería a Gondor, y que Incánus era (como Olórin) un nombre quenya, aunque inventado en Gondor en tiempos antiguos, cuando los eruditos empleaban todavía mucho esa lengua, que era la de muchos documentos históricos, como lo había sido en Númenor.

Gandalf, se dice en «La Cuenta de los Años», apareció en el Oeste a principios del siglo XI de la Tercera Edad. Si suponemos que al principio visitó Gondor a menudo y por un tiempo lo bastante prolongado como para tener allí uno o varios nombres —por ejemplo en el reino del Atanatar Alcarin, alrededor de 1.800 años antes de la Guerra del Anillo—, sería posible considerar Incánus un nombre quenya inventado para él, que luego se volvió anticuado y fue recordado sólo por los eruditos.

De acuerdo con esta suposición, se propone una etimología compuesta por los elementos quenya in(id)-, «mente», y kan-, «gobernador», especialmente en cáno, cánu, «gobernador, regente, capitán» (este último constituye el segundo elemento en los nombres Turgon y Fingon). En esta nota mi padre se refería a la palabra latina incánus, «canoso», sugiriendo que ése era el origen de este nombre de Gandalf cuando
El Señor de los Anillos
estaba en proceso de composición, lo cual sería muy sorprendente si fuera verdad; y al final de la exposición observaba que la coincidencia de forma entre el nombre quenya y la palabra latina debe considerarse un «accidente», como lo es la palabra sindarin Orthanc, «altura dentada», y la anglosajona orpanc, «recurso astuto», que es la traducción del nombre en la lengua de los Rohirrim.

Nota del editor

Después de decidida la publicación de
El Señor de los Anillos
, se propuso que hubiera un índice al final del tercer volumen, y parece que mi padre empezó a trabajar en él en el verano de 1954, cuando los dos primeros volúmenes estaban en prensa. Escribió sobre el asunto en una carta de 1956: «Se había previsto un índice de nombres cuya interpretación etimológica proporcionaría un amplio vocabulario élfico… Trabajé en él durante meses e hice un índice de los dos primeros volúmenes «ésa fue la causa principal del retraso del volumen III hasta que fue evidente que el tamaño y el costo serían ruinosos».

Por tanto, no hubo índice para
El Señor de los Anillos
hasta la segunda edición de 1966, pero el borrador original de mi padre había sido preservado. De él extraje el plan para el índice de
El Silmarillion
, con traducción de los nombres y breves notas explicativas, y también, tanto en
El Silmarillion
como en el índice de este libro, ciertas traducciones, y la redacción de «definiciones». De él proviene también el «ensayo sobre los Istari» con que se abre esta sección del libro: una nota que por su longitud escapa a las características del índice original, pero que no es ajena a la manera en que a menudo trabajaba mi padre.

Para otras citas en esta sección, he dado en el texto mismo las indicaciones de fecha disponibles.

III
Las Palantiri

L
as palantiri, sin la menor duda, no fueron nunca objeto de utilización o conocimiento corrientes, ni siquiera en Númenor. En la Tierra Media se conservaron en cuartos custodiados en muy altas torres; sólo los reyes y los gobernantes y los guardianes por ellos designados tenían acceso a las piedras y nunca se consultaron ni se exhibieron en público. Pero hasta el fin de los Reyes no constituyeron un secreto siniestro. No había peligro en su empleo, y ni el Rey ni ninguna otra persona autorizada a examinarlas habría vacilado en revelar la fuente de su conocimiento de los hechos o las opiniones de los gobernantes distantes, si éste no había sido obtenido mediante la consulta de las Piedras.
[1]

Después de terminada la época de los Reyes y de la pérdida de Minas Ithil, ya no se hace mención de su utilización manifiesta y oficial. No quedaba en el Norte Piedra que respondiera después del naufragio de Arvedui, el último Rey, en el año 1975.
[2]
En 2002 se perdió la Piedra Ithil. Sólo quedaron entonces la Piedra Anor en Minas Tirith y la Piedra Orthanc.
[3]

Dos cosas contribuyeron entonces al descuido de las Piedras y su desaparición de la memoria colectiva del pueblo. La primera era la ignorancia de lo que le había ocurrido a la Piedra Ithil: se supuso, no sin tino, que los defensores de Minas Ithil la destruyeron antes de la toma y el saqueo;
[4]
pero era evidentemente posible que hubiera sido arrebatada y que hubiera pasado a manos de Sauron, y algunos de los más sabios y más previsores deben de haber considerado esta eventualidad. Parece que así fue en efecto, y que se dieron cuenta de que la Piedra de poco le habría servido para daño de Gondor, a no ser que hiciera contacto con otra piedra que estuviera en acuerdo con ella.
[5]
Es posible suponer que fue por esta razón que la Piedra Anor, sobre la que todos los documentos de los Senescales guardan silencio hasta la Guerra del Anillo, se mantuvo en un secreto celosamente guardado, sólo accesible a los Senescales Regentes, y ninguno de ellos la utilizó (según parece) hasta Denethor II.

La segunda razón fue la decadencia de Gondor y la mengua del interés por la historia antigua o su conocimiento entre todos los hombres de elevado rango del reino, con escasas excepciones, salvo por lo que en ella concernía a sus genealogías: sus antepasados y su linaje. Gondor, después de los Reyes, declinó hasta retroceder a una «Edad Media», con conocimientos menguantes y técnicas más sencillas. Las comunicaciones pasaron a depender de mensajeros y recaderos de a caballo, o en momentos de urgencia de señales de luces, y si las Piedras de Anor y Orthanc se guardaban todavía como tesoros del pasado, sólo conocidos de muy pocos, las Siete Piedras de antaño estaban en general olvidadas del pueblo, y los versos de las crónicas que hablaban de ellas, si se conservaban en la memoria, ya no eran comprendidos; el recuerdo de sus virtudes y operaciones fue transformado por la leyenda en los poderes élficos de los antiguos reyes de ojos penetrantes y los espíritus veloces como pájaros que los servían llevándoles nuevas o transportando sus mensajes.

Durante este tiempo la Piedra Orthanc, al parecer, fue descuidada por los Senescales: ya de nada les servía y estaba segura en una inexpugnable torre. Aun cuando ella no hubiera sido también afectada por la duda que ensombreció la Piedra Ithil, se encontraba en una región con la que Gondor tenía relaciones cada vez más indirectas. Calenardhon, que nunca estuvo muy densamente poblada, había sido diezmada por la Peste Oscura de 1636 y en adelante fue despoblándose de habitantes de origen númenóreano por causa de la emigración a Ithilien y a tierras más cercanas del Anduin. Isengard siguió siendo una posesión personal de los Senescales, pero Orthanc quedó desierta, y finalmente se cerró y sus llaves fueron llevadas a Minas Tirith. Si Beren el Senescal tuvo en cuenta la Piedra cuando se la dio a Saruman, probablemente pensó que en ninguna otra parte estaría más segura que en manos de quien encabezaba el Concilio enemigo de Sauron.

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