Read De la dictadura a la democracia Online
Authors: Gene Sharp
Los demócratas deben pensar cómo debe manejarse la transición de una dictadura a un gobierno interino al final de la contienda. Lo deseable en ese momento es establecer cuanto antes un nuevo gobierno que funcione. No obstante, no debe ser simplemente el viejo gobierno con un personal nuevo. Hace falta calcular qué sectores de la vieja estructura gubernamental (tales como la policía) tienen que ser abolidos completamente, por su intrínseco carácter antidemocrático, y qué sectores que se conserven han de ser sometidos más adelante a un esfuerzo democratizador. Un total vacío de poder podría abrirle paso al caos y a una nueva dictadura.
Con antelación se debe determinar cuál habrá de ser la política a seguir con los altos funcionarios de la dictadura cuando se desintegre su poder. Por ejemplo: ¿se va a presentar al dictador ante un tribunal? ¿Se les permitirá a él y los suyos abandonar el país permanentemente? ¿Qué otras opciones habrá consistentes con el desafío político, la necesidad de reconstruir el país y de establecer una democracia después de la victoria? Se debe evitar a toda costa un baño de sangre que podría tener consecuencias drásticas sobre la posibilidad de un sistema democrático futuro.
Deberá haber planes específicos para la transición a la democracia que deberán ser aplicados cuando la dictadura esté debilitándose o se derrumbe. Estos planes ayudarán a impedir que otro grupo capture el poder mediante un golpe de estado. También se requerirán planes para la institución de un gobierno constitucional democrático, con plenas libertades políticas y personales. No deben dejarse perder los cambios ganados a un precio tan alto por falta de planificación.
Cuando los dictadores tengan que enfrentarse a una población cuyo poder cada vez es mayor y al crecimiento de grupos democráticos e instituciones independientes—a ninguno de los cuales podrá ya controlar la dictadura—los dictadores se encontrarán con que su poder se está desbaratando. Los cierres masivos de la sociedad, las huelgas generales, las quedadas-en-casa masivas, las marchas desafiantes u otras actividades socavarán cada vez más la propia organización de los dictadores y la de las instituciones relacionadas con ellos. Como una consecuencia de tal desafío y nocooperación ejecutados inteligentemente y con participación masiva todo el tiempo, los dictadores se quedarán sin poder y los defensores de la democracia habrán triunfado sin violencia. La dictadura se habrá desmoronado ante la población desafiante.
No todos los esfuerzos en ese sentido triunfarán, y en especial, nunca lo harán fácilmente, y sólo rara vez pronto. Debemos recordar que tantas son las guerras militares ganadas como las perdidas. Sin embargo, el desafío político ofrece una verdadera posibilidad de victoria. Como apuntamos anteriormente, esa posibilidad puede ser enormemente fortalecida por medio del desarrollo de una gran estrategia, un arduo trabajo y una lucha tanto valiente como disciplinada.
La desintegración de la dictadura es, por supuesto, causa de gran celebración. La gente que por tanto tiempo ha sufrido y que ha pagado un precio tan alto, merece un tiempo de gozo, relajamiento y reconocimiento. Debe sentirse orgullosa de sí misma y de todos los que con ella lucharon para ganar la libertad política. No todos habrán vivido para celebrar este día. Vivos y muertos serán recordados como héroes que ayudaron a moldear la historia de la libertad en su país.
Desafortunadamente, esta no es una oportunidad para reducir la vigilancia. Aún en caso de que la dictadura hubiese sido desintegrada exitosamente por medio del desafío político, se deben tomar muchas precauciones para impedir que surja un nuevo régimen opresivo durante la confusión que acompaña el derrumbamiento del viejo. Los dirigentes de las fuerzas pro-democráticas deben tener preparada por adelantado una transición ordenada hacia la democracia. Es necesario establecer las bases constitucionales y legales así como las normas de comportamiento de una democracia duradera.
Nadie debe creer que con la caída de la dictadura inmediatamente va a aparecer una sociedad ideal. La desintegración de la dictadura simplemente facilita el punto de partida, en condiciones de una libertad revalorada, para realizar esfuerzos a largo plazo por mejorar la sociedad y responder más adecuadamente a las necesidades humanas. Los serios problemas políticos, económicos y sociales seguirán durante años, y hará falta la cooperación de muchas personas y grupos para buscarles solución. El nuevo sistema político debe dar una oportunidad para que las personas con puntos de vista diferentes y medidas que lo favorezcan continúen el trabajo constructivo y el desarrollo de las políticas orientadas a encarar los problemas del futuro.
Aristóteles advirtió hace tiempo "...que la tiranía puede cambiar y convertirse en tiranía..."
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La historia nos da muchos ejemplos, en Francia (los jacobinos y Napoleón), en Rusia (los bolcheviques), en Irán (el Ayatollah), en Birmania (SLORC), y en otras partes en que algunas personas o grupos consideraron el derrumbamiento de un régimen opresivo meramente como la oportunidad de convertirse en los nuevos amos. Sus motivos podrán variar, pero los resultados son a menudo muy similares. La nueva dictadura puede ser aún más cruel que la anterior y ejercer un control más asfixiante.
Aún antes del desplome de la dictadura, miembros del pasado régimen pueden intentar acortar el proceso de la lucha desafiante por la democracia dando un golpe de estado a fin de escamotear la victoria que lograría la resistencia popular. Pueden proclamar que han expulsado a la dictadura, pero de hecho buscan sólo imponer un modelo más o menos renovado de la anterior.
Hay maneras de derrotar los golpes de estado que se intenten contra una sociedad recientemente liberada. A veces basta un conocimiento previo de esa capacidad de defenderse para impedir el intento. La preparación intelectual puede prevenirlos.
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Apenas el golpe haya sido puesto en marcha, los putschistas necesitan legitimarse, o sea, que se acepte que tienen derecho político y moral de gobernar. Por lo tanto, el primer principio básico que hay que esgrimir para defenderse contra el golpe es negarles la legitimidad a los putschistas.
Los putschistas también necesitan que los líderes civiles y la población los apoye, que estén confundidos o que sencillamente se mantengan pasivos. Los putschistas requieren la colaboración de especialistas y consejeros, burócratas y funcionarios gubernamentales, administradores y jueces, a fin de consolidar su poder sobre la sociedad afectada. También requieren que la multitud de personas que manejan el sistema político, las instituciones sociales, la economía, la policía y las fuerzas militares se les sometan pasivamente y lleven a cabo sus funciones habituales tal como las hayan modificado las órdenes y políticas de los putschistas.
El segundo principio de la defensa contra el golpe de estado es el de resistir a los putschistas por medio de la nocooperación y el desafío político. Debe negárseles la cooperación y asistencia que necesitan. Esencialmente, los mismos medios de lucha que se usaron contra la dictadura se pueden emplear ante la nueva amenaza, siempre que se apliquen inmediatamente. Si se les niega tanto la legitimidad como la cooperación, el golpe puede morir de inanición política, y se habrá restaurado la oportunidad de construir una democracia.
El nuevo sistema democrático va a requerir una constitución que establezca la estructura deseada del gobierno democrático. La constitución deberá fijar los propósitos del gobierno, limitar los poderes gubernamentales, establecer los procedimientos y las fechas de las elecciones mediante las cuales se eligirá a los funcionarios del gobierno y los legisladores, los derechos inherentes del pueblo, y las relaciones del gobierno nacional con los niveles inferiores de la estructura política.
Dentro del gobierno central, si éste ha de seguir siendo democrático, debe establecerse una clara separación de la autoridad entre las ramas legislativa, ejecutiva y judicial. Se deben incluir fuertes restricciones a las actividades de la policía, los servicios de inteligencia y las fuerzas armadas prohibiéndoles cualquier interferencia política legal.
Para conservar el sistema democrático e impedir medidas y tendencias dictatoriales, la constitución debe ser preferentemente una que establezca un sistema federal con prerrogativas importantes para los gobiernos a nivel regional, estatal y local. En algunos casos, se puede considerar la imitación del sistema suizo de cantones en el que áreas relativamente pequeñas retienen prerrogativas importantes sin dejar por eso de ser parte integral del país.
Si una constitución con muchos de estos rasgos hubiera existido antes en la historia del país recién liberado, sería deseable reimplantarla modificándola apenas en lo que fuere necesario y deseable. Si no existiera una constitución más antigua con los requerimientos del caso, quizá se podría trabajar con una constitución interina. Si no, habría que escribir una nueva constitución. Preparar una nueva constitución llevará tiempo y esfuerzo. Es deseable la participación popular en este proceso y se hace necesaria para la ratificación de un nuevo texto o de sus enmiendas. Se ha de ser muy cauto al incluir en la constitución promesas que luego se demuestre que es imposible cumplir, o estipulaciones que requieran un gobierno altamente centralizado, porque en ambos casos podría facilitarse una nueva dictadura.
La redacción de la constitución debe ser fácilmente comprendida por toda la población. No debe ser tan compleja ni tan ambigua como para que sólo los abogados u otras élites puedan decir que la comprenden.
El país liberado puede tener que enfrentarse a una amenaza extranjera, para lo cual se necesitaría una capacidad defensiva. El país puede también verse amenazado por un intento de imponerle una dominación militar, política o económica desde el extranjero. A fin de mantener una democracia interna, habría que considerar seriamente si han de aplicarse los principios básicos del desafío político a las necesidades de la defensa nacional
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. Al situar la capacidad de resistencia directamente en manos de la ciudadanía, los países recientemente liberados pueden evitar la necesidad de establecer una fuerte capacidad militar que podría, por su parte, amenazar la democracia y demandar vastos recursos económicos que mucho se necesitan para otros propósitos.
Debemos recordar que algunos grupos van a ignorar cualquier disposición constitucional en su afán de establecerse como nuevos dictadores. Por consiguiente, la población necesita asumir la tarea permanente de aplicar el desafío político y la nocooperación contra cualquier dictador en potencia y de preservar las estructuras, los derechos y los procedimientos democráticos.
Los efectos de la lucha noviolenta son no solamente debilitar y quitar al dictador sino también dotar de poder al oprimido. Esta técnica habilita a las personas que previamente sentían que no servían más que como víctimas para ejercer directamente el poder para lograr por su propio esfuerzo una mayor libertad y justicia. Esta experiencia de lucha tiene consecuencias sicológicas importantes que contribuyen a aumentar la autoestima y la confianza en sí mismos entre los que antes carecían de todo poder.
Una consecuencia beneficiosa a largo plazo del empleo de la lucha noviolenta a fin de establecer un gobierno democrático, es que la sociedad estará más apta para manejar los problemas recurrentes y futuros. Aquí podrían incluirse los futuros abusos del gobierno y la corrupción, los maltratos a algún grupo, la injusticia económica y las limitaciones en la calidad democrática del sistema político. La población, experimentada en el uso del desafío político, probablemente será menos vulnerable a la acción de una dictadura en el futuro.
Después de la liberación, el haberse familiarizado con la lucha noviolenta va a sugerir maneras de defender la democracia, las libertades civiles, los derechos de las minorías y las prerrogativas de los gobiernos regionales, estatales o locales así como de las instituciones nogubernamentales. Tales medios también harán posible que personas o grupos expresen pacíficamente su disentimiento extremo sobre asuntos que los grupos de oposición perciben ser tan importantes que a veces los han llevado al terrorismo o a la guerra de guerrillas.
Los pensamientos expresados en este examen del desafío político o la lucha noviolenta tienen como fin tratar de ayudar a todas las personas y grupos que buscan liberar a sus pueblos de la opresión dictatorial y establecer un sistema democrático duradero que respete las libertades humanas y la acción popular para mejorar la sociedad.
Tres conclusiones principales se derivan de las ideas bosquejadas aquí:
• Es posible liberarse de las dictaduras;
• Una reflexión cuidadosa y una planificación estratégica muy meticulosa son indispensables para lograr la liberación; y
• Se necesitará vigilancia, mucho trabajo arduo y una lucha disciplinada a veces a un precio muy alto
Es cierta la multicitada frase: "La libertad no es gratis". Ninguna fuerza externa vendrá a darle al pueblo oprimido la libertad que tanto anhela. La gente tendrá que aprender cómo conseguir esa libertad por sí misma. No será fácil.
Si la gente puede darse cuenta de lo que necesita para su liberación, podrá trazarse líneas de acción que, después de muchos trabajos, han de traerle su libertad. Entonces con ahínco podrá construir un nuevo orden democrático y prepararse para defenderlo.
La libertad que se gana por medio de una lucha de este tipo puede ser duradera y ser mantenida por un pueblo tenaz comprometido a conservarla y enriquecerla.
Declaraciones formales
1. Discursos públicos
2. Cartas de oposición o de apoyo
3. Declaraciones de organizaciones e instituciones
4. Declaraciones públicas firmadas
5. Declaraciones de acusación e intención
6. Peticiones de grupo o masivas