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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Efecto Mariposa (2 page)

BOOK: Efecto Mariposa
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3

Tommy tuvo que enfrentar solo a sus padres. Ebenezer había llamado a Stephen al día siguiente de la cena y se las había arreglado para contarle lo ocurrido con lujo de detalles, aconsejándole vigilar mejor a su único hijo.

—Eres una vergüenza para la familia, Thomas —dijo Stephen apenas entraron en su habitación en el Ritz—. Siempre supe que nos traerías problemas, pero jamás imaginé la clase de humillación a la que nos expondrías escudándote en Alex Andrew cuando todo el mundo sabe que le robó la herencia a su hermano. No irás a la Riviera en agosto, volverás a Glasgow y reflexionarás sobre tus actos.

Tommy no discutió. Sabía que era inútil, que Stephen no cedería, y su temor de que hiciera algo en contra de Sasha contribuyó también a que frenara sus protestas.

A partir de ese momento su vida cambió en muchos aspectos: Stephen le quitó el auto y canceló sus tarjetas de crédito, lo envió con un psicólogo y cortó todo suministro de dinero. Parecía que le complacía tenerlo encerrado en casa, como si quisiera doblegarlo de ese modo.

Tommy resistió estoicamente. Había actuado de modo impulsivo, lo sabía, pero pensándolo bien se dijo que si se volviera a dar la oportunidad, aún sabiendo las consecuencias, haría lo mismo. Ése era el verdadero Tommy y así era como quería ser.

Pero por momentos, en la soledad de su habitación, quería llamar a su tío Joseph y pedirle que lo sacara de allí.

Fueron el orgullo y la dignidad los que hicieron que callase y que no cediera a la tentación de contarle a nadie lo que estaba pasando. Sobre todo a Sasha, porque estaba seguro de que se sentiría culpable.

«Culpable, qué tontería —se decía sin cesar—. Esa noche fuimos más auténticos de lo que hemos sido en todos estos años.»

Las pocas llamadas que le permitían hacer a sus amigos eran supervisadas de cerca por los Stoker y Tommy trataba de actuar con ellos como si nada pasara. Alex y Angel se fueron a la Riviera y Sasha consiguió un nuevo trabajo y lo llamó para contárselo, emocionado y sin saber lo que realmente pasaba.

Al cabo de un mes de resistencia pasiva por parte de Tommy, Stephen despidió al psicólogo y pasó al ataque directo. Amenazó, chantajeó y golpeó a su hijo. Sólo una vez, pues tras esa primera bofetada, Tommy le retuvo la mano cuando trataba de volver a golpearlo, y después de un forcejeo y una lucha de miradas, Stephen lo dejó.

4

Sasha tampoco lo pasó bien. Por prudencia declinó la invitación de ir a la Riviera con Alex y Angel, ya que las cosas seguían un tanto incómodas. Además, a Tommy no le habían dado permiso y sin él no hubiera sido lo mismo.

Con el paso de los días notó que su aparente triunfo al haber quedado impune después de su exhibición en la cena estaba siendo usado por Ebenezer para minar la autoridad de su hermano y que McAllister alentaba esa actitud. Entonces comprendió que él mismo, que había pasado tanto tiempo procurando ayudar a Alex, era el causante de ciertas miradas burlonas y comentarios hirientes.

Había cometido un error de cálculo llevado por un impulso, pensando sólo en sí mismo. Había olvidado a Alex y su posición en el laboratorio y se dijo que sólo había un modo de reparar el error.

Al día siguiente presentó su renuncia y aunque Alex jamás se lo dijo, vio alivio en sus ojos y supo que había hecho bien.

—Mi oferta sigue en pie, Sasha. Espero que vuelvas cuando termines el postgrado. Suerte en Oxford.

Un sincero apretón de manos le demostró que no había rencor y animado por eso, comenzó a buscar un trabajo temporal.

Al cabo de quince días, consiguió trabajo en Sandwell Paper Company, una de las empresas del padre de Grant, dedicada a la distribución de papel para uso industrial.

Grant se había graduado en Oxford y estaba comprometido con Rosemary Reeves, hija de un reconocido abogado.

—Así es la vida, Ivanov —había dicho el antiguo prefecto una noche, mientras bebían vodka en el apartamento de Sasha—. Unos nacen, otros mueren, otros salen del armario y otros se casan.

Era un modo muy pasivo de aceptar llevar una doble vida y Sasha no quería lo mismo para él, pero era consciente de que vivía en un ambiente conservador e hipócrita donde se satanizaba a los homosexuales a causa del SIDA.

Sin embargo, lo que Sasha no había previsto fue la reacción de Richie días después, cuando le contó lo de la cena. Para él fue un choque que el siempre sonriente y calmado Richie le increpara agriamente su proceder.

—¡No puedo creer que lo hayas hecho! —exclamó—. ¡Insensato! ¿Tienes idea de las consecuencias? Esto no es un juego de poder, Sasha. ¡Por el amor de Dios, se trata de Tommy!

—¿Tanto te importa que se trate de Tommy, es eso? —replicó Sasha, rojo de rabia.

—¡Me importa, sí! ¡Tú mejor que nadie deberías saber en el lío en que lo estás metiendo! ¡Tú conociste a sus padres!

—¿Crees que Tommy es un crío que no sabe lo que hace? Tiene diecinueve años, Richie. Él sabía perfectamente que eso traería cola y no le importó, como no me importó a mí. Queremos ser libres y dejar de ocultarnos. ¿No es eso lo que siempre estás diciendo?

—No lo entiendes, ¿verdad? —Richie bajó la voz, procurando controlarse—. No se trata de ti, que puedes hacer algo como eso y seguir adelante. La gente lo atribuirá a que eres extranjero, al comunismo, a la Perestroika o a lo que sea. Pero con Tommy no será así…

—Y es claro que a ti te importa más Tommy —increpó Sasha—. Siempre te importó más, no lo niegues. Te acercaste a mí porque sabías que si no, Tommy jamás saldría contigo. Tu objetivo siempre fue él.

—Sabes perfectamente que os quiero a ambos. Y sí, sabía que tenía que llegar a ti para llegar a Tommy. ¿Vas a condenarme por eso?

—Al menos tienes la decencia de admitirlo.

—No te atrevas a hablarme así, Sasha. No tienes idea…

—¡Claro que tengo idea! Siempre quisiste a Tommy para ti, pero no lo tendrás. Por más que nos duela a ti y a mí, Tommy no es de nadie.

Sasha se fue dando un portazo. La discusión le supo muy amarga y lo tuvo taciturno durante varios días. Llamó a Tommy pero lo notó tenso y optó por no decirle nada.

«Yo no tengo la culpa —se repetía—. Nadie le dio derechos a Richie para criticarme y ponerse en plan maternal con Tommy, maldita sea.»

Trató de olvidar su enfado visitando a Sharon y a Juliette, pero su despreocupada felicidad sólo hizo que se sintiera peor. Había discutido con uno de sus mejores amigos y no se sentía capaz de hacer las paces. Simplemente era demasiado orgulloso como para reconocer que se había equivocado.

Rumiaba lo ocurrido un domingo, mientras veía las noticias matutinas, que anunciaban el esperado lanzamiento del Angerix-B, la vacuna contra la Hepatitis B que era el gran logro de Alex.

En la entrevista, tanto Alex como Barbara Elion se veían muy satisfechos y no era para menos. El dinero invertido en la investigación y desarrollo de la vacuna se quintuplicaría en un año.

—Bien hecho, Alex. Mereces tus vacaciones en la Riviera aunque no esté allí para compartir tu éxito —murmuró.

Pero no estaba enfadado por eso. Se sentía mal consigo mismo por el asunto de Richie. Si no hubieran discutido, podría estar desayunando con él esa misma mañana, comentando las noticias como solían hacer.

«Seguramente ahora estás viendo el noticiero», pensó y se acurrucó entre las mantas.

Alguien llamó a su puerta y, desganado, fue a abrir. Su sorpresa fue grande al encontrar en el umbral a la razón de sus preocupaciones de esos días.

—Hola, Tigre —dijo Richie—. ¿Puedo pasar?

—Adelante.

Richie caminó hacia el centro del salón del pequeño apartamento y miró el retrato de Anastasia, como si le pidiera consejo. Luego se volvió hacia Sasha.

—Disculpa si me enfadé, Tigre. No debí decir esas cosas. Lo siento.

—Ya. —Sasha avanzó hacia él—. Discúlpame también. No debí enfadarme, no contigo.

Un beso selló la reconciliación que no terminó en la cama como otras veces; Sasha no olvidaría fácilmente las palabras de Richie y pasaría mucho tiempo antes de que dejase de guardarle rencor.

5

La situación en casa de Tommy no mejoró y en agosto la tensión aumentó. Era una guerra de voluntades: Stephen lo hería constantemente con indirectas y directas, sin que el joven diera su brazo a torcer. Se limitaba a responder con educación, como si las palabras no lo afectaran, pero sí que lo hacían.

Una tarde, mientras estaba tumbado en su habitación mirando el techo, Lorrimer, el mayordomo, le avisó que el tío Joseph había llegado y que quería verlo. Al principio se puso nervioso pensando qué tanto podría saber de todo lo sucedido, pero se forzó a tranquilizarse: la salud de su tío no era muy buena y no quería darle un disgusto contándole sus problemas, de modo que bajó a recibirlo con su mejor sonrisa.

—Tío Joseph, qué sorpresa tan agradable, no te esperábamos. —Se acercó a él y le dio un cariñoso beso de saludo.

—Eso veo —dijo su tío mirándolo atentamente—. Estás más delgado, muchacho. ¿Estás comiendo bien?

—Como igual que siempre... lo mismo que todos...

—Entonces en esta casa no saben alimentarse. ¿Dónde está Christine?

—Está en alguno de sus compromisos sociales que tanto le gustan. Algo de promoción para el último poeta o músico muerto de hambre de moda entre las grandes damas. La verdad, ni lo sé… ni me importa.

Tío Joseph frunció el ceño. Se había enterado por un conocido sobre la hazaña de su sobrino en la cena de Thot Labs y sospechaba que pasaba algo. En las pocas llamadas que Tommy le había dado lo había notado extraño.

—Bueno, dejemos a Christine con sus poetas. Tienes que alimentarte. —Tocó la campanilla y ordenó el té, con los bocadillos que más le gustaban a Tommy.

—Me alimento bien, pero es como echar en saco roto, no engordo. No te preocupes, tío. —Tommy procuró tranquilizarlo. Lo había visto más encogido y marchito que el verano anterior y las manos que sostenían la campanilla temblaban un poco.

Hablaron de trivialidades mientras la doncella servía el té. Tommy cogió un par de bocadillos y se los empezó a comer. Cuando se quedaron solos, tío Joseph preguntó sin rodeos:

—Y ahora cuéntame, ¿qué ocurrió en la cena de Alex Andrew?

—Bueno, realmente no pasó nada malo. —Tommy vaciló, pero animado por la sonrisa de su tío, continuó—: La pareja de Sasha tuvo un accidente y decidimos ir juntos a la cena. Sólo queríamos escandalizar un poco, como hace Ebenezer. ¿Qué acaso él tiene el monopolio de los escándalos? Además, sólo hubo baile y un par de besitos.

—¿Un par de besos, eh? —Tío Joseph rió por lo bajo—. ¿Y escandalizásteis mucho?

—Pues… —Tommy esbozó el primer amago de sonrisa en días—. Creo que alguna señora se horrorizó y a más de uno estuvo a punto de que se le reventara una vena del cuello del enfado. —Cogió otros dos bocadillos y comenzó a comérselos con más apetito—. Ebenezer estaba furioso, pero Sasha lo puso en su lugar.

Tío Joseph le dio un par de palmaditas en la espalda.

—Ah, muchacho, muchacho. ¿Y cómo lo tomó Stephen?

—Oh, bueno. No le sentó muy bien, pero ya se le pasará —mintió. Aunque aún no perdía la esperanza de que se le pasara, no tenía mucha confianza en ello.

—Stephen nunca ha entendido esa necesidad que uno tiene a veces. Ese impulso que nos obliga a montar un buen escándalo. Y nunca lo entenderá —observó su tío—. Tampoco tu madre.

Bebieron el té en silencio y tío Joseph volvió a hablar.

—¿Qué tal te ha ido en tu primer año de Literatura?

—Me ha gustado más de lo que esperaba, la verdad. —Sonrió—. Sigo pensando que me gustaría más Filosofía, pero estoy disfrutando Literatura y no se me da tan mal. Tengo un grupo literario, se llama «La Sociedad de las Lenguas Vivas» y he conocido gente interesante allí.

—Ya veo —Tío Joseph se mostró complacido—. Pero postularás a tu carrera, ¿verdad? Le he hablado de ti a Brian McHugh, el decano de Christ Church. Apoyará tu solicitud a Oxford cuando termines Literatura.

—Siendo sincero, tío Joseph, a mí me encantaría hacerlo, pero no sé qué opinarán mis padres.

—¿Qué pueden opinar? Estudiarás Literatura, te graduarás y con eso habrás cumplido con ellos. Pero para cumplir con tu tío, deberás estudiar Filosofía, por algo pagaré tu carrera.

—¿La pagarás?

—Desde luego.

—Ya, pero si mi padre no quiere… —A saber qué podría ocurrírsele a su padre para evitar que estudiara Filosofía—. Es que ahora no me tiene especial cariño.

—Querrá, de eso estoy seguro —dijo con firmeza—. ¿Lo harás si yo te lo pido? ¿Me lo prometes?

—Te lo prometo. Será un placer.

El tío Joseph pareció satisfecho. No quiso ahondar en la situación de Tommy porque se había dado cuenta de que él no quería hablar más del asunto, pero lo ocurrido sólo sirvió para que reafirmara una decisión tomada tiempo atrás y que estaba seguro, sería su último gran escándalo.

Se quedó una hora más hablando con Tommy y se marchó antes de que llegara Stephen, no sin antes darle a su sobrino favorito una propina de cincuenta libras.

6

Sasha salió de la ducha con una toalla enrollada a la cintura y miró su apartamento mientras se vestía. La voz de Freddie cantando
I want to break free
le recordó a Tommy y suspiró. Echaría de menos el lugar, se había acostumbrado a su independencia y volver a vivir en un internado no lo seducía especialmente, aunque su habitación en el Lincoln College era espaciosa y bien iluminada. En el fondo, lo que más echaría de menos sería a Tommy.

La última vez que lo había visto fue el día en que su padre se lo llevó a Escocia. Había pensando muchas veces en él desde entonces, y las pocas y apresuradas conversaciones telefónicas no eran suficientes. Deseaba abrazarlo, besarlo, despertar a su lado como esa primera vez en ese mismo apartamento.

«Falta poco, una semana más y volveré a verlo.»

Pero una frase que Tommy había dicho volvía a su mente una y otra vez:

«Me gusta estar contigo y no me importa seguir como hasta ahora, sólo que con el valor añadido de saber que me amas…»

El único modo de interpretar eso era que Tommy lo quería, sí. Pero también quería continuar como siempre: follar cuando y sin compromisos.

Eso estaba bien, si así podían estar juntos.

«Y quizá cuando acabe el postgrado podamos vivir juntos como Alan y Patrick.»

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