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Authors: Fernando Pessoa

Tags: #Relato, #Cuentos

El banquero anarquista (8 page)

BOOK: El banquero anarquista
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—Pero, finalmente, siempre hay un Kropotkin, un Tolstoi…

—Y un Jesucristo, podía ud. agregar. Pero ésos son para mí de la especie de los santos. Y fíjese, ¿cuántos Kropotkin o Tolstoi considera ud. que andan por ahí dando vueltas por el mundo? Hombre, si el mismo Cristo era de gente humilde y, naturalmente, también pasó las suyas.

—Usted al menos no anda creyendo algo muy habitual entre sus correligionarios. Ud. acepta la existencia histórica de Cristo.

—Ni la acepto ni la dejo de aceptar. Me estoy sirviendo de argumentos que ud. pueda comprender, como si ud. fuese inglés y no hablase otra lengua, yo le estaría diciendo lo mismo en inglés*2.

*1 Es evidente que la página 27
2
D-11 continúa la 27
2
D-10. Todo este texto se presenta como variante de la respuesta del banquero a la pregunta: "¿Por qué escogió ud. esa fórmula extrema y no se decidió por cualquiera de las otras… de las intermedias?… " (p. 7).

14
Más adelante, en la misma página, variante para la última parte de la frase: "pero mi risa no llegó a ser generada".

*2 Se encuentran, claramente, tres secuencias distintas: un primer párrafo que remite al último diálogo de 27*0-3 y que no "encaja" en ningún momento de la versión de 1922; una frase aislada, variante de la última frase del cuento; la parte final, que continúa en la página 27*0-13, remitiendo también a 27
2
D-3, y que se presenta como agregado, para ser insertado después de la referencia a la Revolución Rusa (p. 10).

[27
2
D-13]

[Mixto]

—¿Entonces a qué atribuye ud. ese comunismo de los "intelectuales" y otros por el estilo? —Quién sabe. La razón no ha de ser la misma para todos. En unos ha de ser a causa de esa porquería que se llama esnobismo. En otros será por aquello de que es la manera más moderna de vincularse con la religión. Los restantes, esos que parece que nacen para esclavos, y tienen como los rusos el ansia de que los manden, por influencia de compañías o de lecturas. Los más viejos y los más jóvenes a causa de la parte sexual del asunto. El amor libre, eso ya lo noté entre los anarquistas, fue siempre una teoría muy querida por los impotentes y por los onanistas.

—Y las mujeres, por lo que parece…

—Ah, eso…

—Hay una señora aquí cerca, en una mesa —le advertí rápidamente…

El banquero estuvo callado un momento, que aprovechó [para] encender de nuevo el cigarro. —Continuemos con su exposición —le recordé.

El banquero asintió con la cabeza. Después de unos momentos prosiguió
15
.

—La tiranía es siempre la tiranía —dijo el banquero—. ¿Para qué diablos sustituir la tiranía social del sistema burgués por la tiranía de Estado del sistema socialista o del sistema comunista? Eso es pasar un preso de la celda 23 a la celda 24.

—La celda 24 puede ser más confortable —lo atajé sonriendo.

—Es posible, pero el único verdadero confort es la libertad. Vamos, déjeme continuar, o antes déjeme responder a su objeción… ¿Dice ud. por qué no opté yo por cualquier sistema intermedio entre el sistema burgués y el anarquismo? Ahora bien, eso puede entenderse de dos maneras: tomar a ese sistema intermedio como sistema definitivo y preferirlo al anarquismo, puede ser más viable o menos inviable; o tomar a ese sistema intermedio perfeccionamientos, a alcanzar finalmente el estadio anarquista. Ahora le voy a responder a ambas hipótesis…

15
Entre este párrafo y el diálogo siguiente, aparece destacada la frase: "No sé lo que ud. iba a decir, pero basta lo que ya se le escapó. "

Epílogo comentado

por Manuela Parreiro da Silva

El banquero anarquista
, cuento publicado en el nº 1 de la revista
Contemporánea
, en 1922, ha merecido, sorprendentemente tal vez, un conjunto apreciable de ediciones y reediciones a lo largo de los últimos ochenta años.

Estas sucesivas ediciones o reimpresiones reproducen, por lo general, con erratas de más o de menos, actualizando o no la ortografía "etimológica" de Fernando Pessoa, el texto de 1922. La única excepción y novedad está constituida por la última edición de Teresa Sobral Cunha (Relógio d'Água, Lisboa, 1998) que incluye también una nueva versión, fruto de un montaje hecho a partir de los diferentes textos, existentes en el legado pessoano de la Biblioteca Nacional de Lisboa, con los cuales el poeta encaraba la hipótesis de rever, corregir y aumentar su cuento.

De hecho, es el mismo Fernando Pessoa quien, en diversas ocasiones, se refiere a esa intención. En una carta a Adolfo Casáis Monteiro, del 13 de Enero de 1935, escribe:

Estoy ahora completando una versión enteramente modificada de "El banquero anarquista"; que debe estar lista en breve y espero, en cuanto esté lista, publicarla de inmediato. Si así fuera, traduciré inmediatamente ese texto al inglés, y voy a ver si puedo publicarlo en Inglaterra. Tal como debe quedar tiene posibilidades europeas. (No tome esta frase en el sentido del Premio Nobel inmanente).

Algunos días después (20 de enero), dice al mismo destinatario, refiriéndose a proyectos de publicación:

Para esa fecha, que indico como probable para la aparición del libro mayor, deben estar publicados "El banquero anarquista" (con nueva forma y redacción), […]

Y más adelante:

En cuanto a la publicación de "El banquero anarquista" en inglés, tampoco ahí ocurrirá ninguna, creo yo, pero por otras razones, dificultad notable. Si la obra tuviera capacidad de interesar al mercado inglés, el agente literario a quien se la enviara la colocaría más tarde o más temprano.

Este proyecto relativo a su "sátira dialéctica" (como la llama en otra carta, ésta dirigida al director de
Contemporánea
, José Pacheco, en el mismo año de 1922) no llegaría a concretarse. Pessoa iba a morir, como se sabe, en noviembre de 1935, sin siquiera haber completado la modificación que se proponía hacer y que, tal vez un poco "fingidamente", daba, en enero, como casi realizada.

En realidad, los textos que nos dejó son otros tantos borradores —algunos manuscritos informes, otros mecanografiados con distintos agregados, otros incluso que aparecen dispersos, sin ningún antecedente discursivo que remita a ellos (o que haga suponer que o se perdieron otros textos, eventualmente escritos por Pessoa, o que éste no llegó a producirlos)—, todos ellos sin ninguna indicación rigurosa con respecto al lugar donde podrían ser insertados, o acerca del texto de la versión de 1922 que podrían venir a sustituir.

La misma traducción al inglés iba a quedar postergada. Tanto como es posible apreciar por los textos conocidos, Fernando Pessoa apenas tradujo poco más que página y media del comienzo de su "cuento del raciocinio". Pero, curiosamente, lo hizo a partir del original publicado en
Contemporánea
, lo que lleva a pensar que hizo esta traducción antes de la modificación prevista o, si no, que había dejado de lado, mientras tanto, la idea de rever y aumentar el texto primitivo, o aun que, por lo menos en la parte inicial, había optado por no alterarlo. (Esto es, por otro lado, práctica habitual en Fernando Pessoa, ampliamente comprobada, por ejemplo, en la edición crítica de los
Poemas ingleses
hecha por Joao Dionisio: proponer una variante o una nueva versión que después termina por rechazar, optando por la primera redacción del texto).

Por todo esto, me parece de buen criterio no intentar hacer con este conjunto de borradores (aunque algunos de ellos, especialmente los más largos, mecanografiados, representen un significativo enriquecimiento del texto, más despojado, publicado en
Contemporánea
) un montaje, o sea, una nueva versión puramente virtual, aunque legítima. Me pareció preferible, en contrapartida, agregarlos como apéndice, dándolos a leer y a conocer en toda su corporalidad, y no truncados, como acabaría irremediablemente por ocurrir, si fuesen, forzadamente, insertados en el texto ya conocido.

Por otro lado, estos textos, así presentados, quedan como una invitación a los lectores para que cada uno pueda construir su versión de revisión —siempre posible, a pesar del riesgo de falsear la voluntad del autor— del cuento impreso en 1922 y que, según el mismo Pessoa confiesa amargamente a José Pacheco (en la carta antes citada), "nadie leyó".

No será difícil admitir, con (como) Pessoa, que su "sátira dialéctica" haya pasado inadvertida al inexistente medio culto portugués. Haber sido publicada en una revista no contribuyó, ciertamente, a atraer sobre sí una atención particularizada, aunque la novedad del primer número de
Contemporánea
pudiera parecer, en principio, jugar a su favor.

Sin embargo, la fortuna póstuma de que el texto ha gozado hace suponer que, por lo menos desde el punto de vista editorial, su relectura se ha impuesto ampliamente. El hecho de tratarse de una de las pocas producciones autónomas
pessoanas
, publicada en vida del autor (aunque fuera en una revista), podrá justificar, hasta cierto punto, ese interés de los editores.

Pessoa reconoce, además, la escasez de su obra publicada y atribuye a
El banquero anarquista
una importancia tal que incluye siempre ese título en las extensas listas que, a lo largo de los años, fue trazando de las obras a publicar o a reeditar, en Portugal y en Inglaterra, decidiendo por eso también encarar su modificación.

La invitación a la lectura de esta "sátira" continúa siendo, hoy como entonces, enteramente válida.

En primer lugar,
El banquero anarquista
se impone como una obra imprescindible para el conocimiento de la práctica literaria y cosmovisión
pessoanas
. Da cuenta, por un lado, del uso (propio de un escritor que se define a sí mismo como un "raciocinador minucioso y analítico") de una lógica implacable, aunque se asiente, muchas veces, en falacias o argumentos poco ortodoxos (es el caso del hombre que combate la ficción del dinero enriqueciéndose, en nombre de una doctrina que proclama la necesidad de destruir el foso entre ricos y pobres…) y de una implacable ironía (un anarquista que se vuelve banquero, un banquero que se confiesa anarquista…). Y, por otro lado, se nos presenta como un producto que, apareciendo fechado, no deja, paradójicamente, de trasponer las fronteras temporales y de darnos la impresión de una notable actualidad.

Escrito en plena posguerra, en un Portugal político altamente inestable, con los ecos muy próximos de la Revolución Rusa de 1917 (Pessoa se refiere, por otro lado, de manera premonitoria, a lo que de ella resultaría: "
Algo que va a atrasar decenas de años la realización de la sociedad libre
…", p. 11) y con su influencia ideológica haciéndose sentir a varios niveles).
El banquero anarquista
toma de esos vientos su inspiración.

La misma biografía
pessoana
puede proporcionar, igualmente, algunas pistas de lectura, en la medida en que el poeta venía experimentando, en los últimos años, una necesidad cada vez más apremiante de mejorar su situación financiera, o la veleidad de volverse incluso un empresario exitoso.

En 1917-1918, Pessoa funda, con los amigos Geraldo Coelho de Jesús y Augusto Ferreirá Gomes, una firma de comisiones y consignaciones, y en 1921 emprende, por ejemplo, por medio de otra firma, propiedad suya —la editora Olisipo, también agencia de servicios— una serie de contactos con empresas inglesas, como intermediario para la compra y venta de minas en Portugal. Con este negocio, de ser concretado, habría conseguido, posiblemente, su independencia económica: se habría liberado de la ficción del dinero
[1]

Pero el fracaso absoluto del emprendimiento puede haber servido para confirmar aquello que Pessoa ciertamente sabía desde muy temprano: que sólo un banquero, un comerciante acaparador, con una total ausencia de escrúpulos y dejando de lado las buenas intenciones, podría aspirar a esa liberación
[2]
.

Es curiosamente en este punto que reside la vulnerabilidad de la propuesta política del cuento, propuesta que, diciéndose anarquista, contradice, ya desde un comienzo, los principios del anarquismo, incluso de un anarcoindividualismo que parecería, a cierta altura, poder ser la ideología defendida por el personaje del banquero: apología del egoísmo y de la competencia desenfrenada y despiadada, de talante ultraliberal; mitologización del dinero, considerado como un compulsivamente buscado objeto de posesión y no transformado, como defendería un "verdadero" libertario, en un simple medio de trueque; ausencia del proyecto de una sociedad nueva o de un nuevo modelo social, necesariamente solidario y anticapitalista.

No debe haber dudas de que Fernando Pessoa se da cuenta de estas contradicciones y de que se sirve de ellas para producir el efecto pretendido. En la biblioteca
pessoana
se encuentran, por ejemplo, entre muchas otras, tres obras de Gustave Le Bon, así como
The Man versus the State
, de Herbert Spencer;
As doutrínas anarquistas
, de Paul Eltzbacher (traducida al portugués por el anarquista Manuel Ribeiro), o la obra de otro conceptuado intelectual anarquista, contemporáneo suyo, Emilio Costa,
Vida portuguesa: ilusóes políticas
, lo que muestra su conocimiento e interés por el pensamiento y reflexión en el área de la sociología política ligada a las corrientes socialistas, individualistas y anarquistas. La suprema ironía está, además, en esas paradojas, tan al gusto del autor que, recuérdese, pone en la escritura de su muy cercano Bernardo Soares estas dos máximas contradictorias:

El dinero es bello, porque es una liberación. Eres libre si puedes apartarte de los hombres, sin que te obligue a buscarlos la necesidad del dinero […]

Es también en este punto que su "sátira dialéctica" se revela de una modernidad sorprendente: frente al relato que el protagonista hace de su lucha por la conquista del dinero y a las justificaciones que presenta por los atropellos y traiciones a la ideología, se diría que estamos en presencia de la historia de un Bill Gates más del momento. Salta a la vista la premonición
pessoana
de un mundo cada vez más dominado por la tiranía del dinero, por el vaciamiento ideológico y por la consiguiente desaparición de los principios, sumergidos y subvertidos por los intereses, donde moralidad, lealtad, fraternidad, son palabras vanas y los fines justifican, maquiavélicamente, todos los medios.

BOOK: El banquero anarquista
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