Las entidades de protección animal suelen ofrecer a los animales con las pruebas de leucemia e inmunodeficiencia realizadas, con la vacunación y desparasitación del animal en regla y algo muy importante, los suelen entregar esterilizados o ponerse de acuerdo con el nuevo propietario para realizar la intervención si ésta no ha sido efectuada.
Para elegir el gato adecuado la protectora, si es posible, debería observar el comportamiento de esos animales en su entorno… Algo de gran importancia y que facilita la elección y adecuación del animal a nuestro hogar es el asesoramiento del personal de la entidad: ellos conocen perfectamente el carácter de esos animales, cuál es más o menos tímido, cuál presenta algún problema de comportamiento; aparte de nuestras indagaciones, dejémonos asesorar por el personal de la protectora, ellos son los primeros interesados en que el animal encuentre un hogar definitivo y que la elección sea perfecta para no tener que volver a recogerlo en sus dependencias.
Cuando estemos observando a los animales es mejor que nos agachemos o que nos sentemos en el suelo; extendamos una mano hacia ellos y comprobemos su actuación… Tenemos que dejar que sean ellos los que nos indiquen sus intenciones, sus miedos, nosotros debemos ser casi «estatuas de cera» en espera de datos.
Si el animal se acerca, se toca o se frota con la mano, es una excelente señal, es una forma de comunicación amigable; su contacto con nosotros, con nuestra mano o nuestro cuerpo, con su frente, cara o costado es de lo mejor que podemos recibir en esa búsqueda de datos.
Pero también puede suceder que el gato se frote con objetos de la habitación: patas de mesas, rascadores… esto puede indicarnos que está asustado con nuestra presencia y por ello se frota con otros elementos… es muy probable que en poco tiempo el animal se acerque y se frote o contacte contigo.
Desgraciadamente ciertos animales no se aproximarán, se mantendrán alejados, casi intentando pasar inadvertidos ante nuestra presencia. Esos ejemplares no tienen por qué ser desestimados, también tienen derecho a una oportunidad pero deberíamos comentar con las personas de la entidad de protección si eso es habitual o se debe a la entrada de una persona desconocida.
Cuando hayamos dedicado suficiente tiempo a la observación, y comentado nuestro estilo de vida, el número de familiares en el hogar… con el personal de la protectora, estaremos en disposición de formalizar la adopción.
Casi todos los nuevos propietarios de gatos prefieren un cachorro: un animal con el que establecer unos vínculos más fuertes y duraderos, un animal «más rico», «más mono», «más tierno».
Dejando atrás los condicionantes «viscerales» y centrándonos en la más fría objetividad, antes de decidirnos por uno u otro gato deberíamos tener muy presente que lo más adecuado sería responsabilizarnos de un animal que hubiera disfrutado de la sanísima alimentación que le proporciona su madre y de la imprescindible compañía que le proporcionan sus hermanos de camada.
La edad ideal, salvo necesidad, debería ser antes del destete del animal y nunca sobrepasar los dos meses (mejor antes de las famosas siete semanas) salvo que conozcamos el historial del animal con mayor edad. En estos casos, los animales que no cumplen con los tramos indicados o en el caso de los adultos, el aprendizaje será más lento y demandará mayor paciencia por nuestra parte.
Aunque la extensa variedad de razas de gatos no sean tan conocidas como las de perros, existe un número suficiente de opciones si deseamos un animal «de alcurnia». Cada raza tiene unas características anatómicas concretas, un pelaje particular… y un comportamiento más o menos definido. Este comportamiento de raza sólo debe servirnos como dato orientativo; no debemos esperar que actúen como mutantes con sistemas definidos; cada individuo presentará sus características únicas, individuales; en muchos casos nos encontraremos que su modo de actuar poco tiene que ver con lo que nos indican sus características de raza.
Si esto sucede con los animales de raza, las sorpresas con los callejeros o mestizos serán múltiples, a la vez que interesantes. Uno de los datos fundamentales para esta difícil elección será el precio; si estamos dispuestos a pagar lo que cuesta un animal de raza… ¡adelante!; pero no olvidemos la opción del maravilloso callejero. En este tipo de elección es difícil aportar datos: no es algo tan simple como elegir un gato, estamos eligiendo a nuestro gato.
Un pequeño apunte más; parece que cuando nos decidimos por la incorporación de u n gato a nuestros hogares somos mucho menos selectivos que cuando pensamos en incorporar un perro; comentando este punto con varios compañeros, uno de ellos hizo una más que sugerente reflexión: «¿No será que nos preocupamos menos por la raza de los gatos porque no salen de casa? ¿No será que nos preocupamos menos por su estética porque no nos van a ver paseando con ellos por la calle? ¿No será que el gato de casa no es considerado como una parte más de nuestra imagen social?…».
¿Qué les parece la reflexión?
Las hembras suelen ser más dóciles y cariñosas; presentan con menor frecuencia la innata necesidad de los machos por el vagabundeo. Entre las desventajas están los celos: durante estos periodos podemos disfrutar de espeluznantes quejidos y debemos actuar evitando que algún apuesto varón provoque una no deseada explosión demográfica. Son más propensas a desarreglos hormonales y padecen con cierta frecuencia tumores de mama.
Los machos son más independientes, tienden al vagabundeo como excepcional método de relación y conocimiento de congéneres de ambos sexos, marcan el territorio cuando detectan hembras en celo…
La mayoría de los problemas mencionados en ambos casos suelen solucionarse de forma cómoda y efectiva mediante la esterilización.
Para contestar este punto debemos tener muy presente el tiempo que podremos dedicar a nuestro gato; si no vamos a disponer del tiempo suficiente, deberíamos decidirnos por un animal de pelo corto. El pelo largo es indudablemente más atractivo, quizá más bello… pero… ¡¡da un trabajo!!
Hemos insistido en la conveniencia de la ayuda de un veterinario independiente para la elección de nuestro nuevo amigo. Si esto no es posible, debemos observar los siguientes puntos:
En principio el nombre dependerá de los gustos d la familia; un nombre de agrado de todos y que a poder ser no coincida con el de algún familiar o amigo, evitará problemas de enfados.
Sería correcto elegir un nombre corto: un máximo de dos sílabas facilita que el nuevo amigo identifique rápidamente su nombre.
Esto es lo ideal, pero… ¡¡para gustos… colores!!
Es importante disponer de una serie de elementos para sus necesidades diarias, pero antes de conocerlos es fundamental tener presente estos datos:
Si existen otros animales:
Teniendo claros estos puntos, los objetos imprescindibles para el gato recién llegado son:
Es importante educarle en su buen uso: si el animal hace sus necesidades fuera de la bandeja, las recogeremos y las pondremos en la arena; en pocos días este sencillo truco enseñará a nuestro amigo a «no salirse del tiesto». Si sigue con los comportamientos higiénicos inadecuados, podremos ver soluciones en otro apartado del libro.
Existen muchos alimentos específicos en las clínicas veterinarias y tiendas especializadas pensados para evitar los problemas de las bolas de pelo; a pesar de su uso y de su excelente capacidad de actuación para aquello que han sido diseñados, el empleo de la malta debe seguir realizándose.
Para que elija el rascador como «zona de afilado» deberemos jugar con el animal utilizando el rascador; mediante el juego «se dará cuenta» de que sus uñas se enganchan de maravilla; con esta sencilla operación los olores de las glándulas sudoríparas y sebáceas que tienen entre sus dedos se «grabarán» en el rascador. Estos sencillos métodos conseguirán que el gato elija el rascador y se olvide de las cortinas y de los sillones. También se facilita el uso de los rascadores con Catnip (lo comentaremos más adelante) o si son impregnados con feromonas.