El fantasma de la ópera (41 page)

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Authors: Gastón Leroux

Tags: #Intriga, #Clásico, #Drama

BOOK: El fantasma de la ópera
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El antiguo director de la Opera, el señor Pedro Gailhard, me contó un día en el cabo de Ail, en casa de la señora de Pierre Wolff, la inmensa depredación subterránea debida a la rapiña de las ratas, que duró hasta el día en que la administración contrató, por un precio bastante elevado, a un individuo que aseguraba suprimir la plaga sólo con venir a dar una vuelta por los sótanos cada quince días. A partir de entonces, ya no hubo más ratas en la Ópera que las que se admiten en el foyer de la danza. El señor Gailhard pensaba que aquel hombre había descubierto un perfume secreto que atraía hacia él a las ratas, al igual que el «coq-levent» con el que algunos pescadores se frotan las piernas, atrae a los peces. Las arrastraba tras de sí hasta algún agujero en el que las ratas, embriagadas, se dejaban ahogar. Hemos visto el espanto que la aparición de aquella figura había causado al teniente de bomberos, espanto que había llegado hasta el desmayo —conversación con el señor Gailhard—, y para mí no hay la menor duda de que la cabeza-llama encontrada por el bombero sea la misma que puso en un estado tan alarmante al Persa y al vizconde de Chagny (papeles del Persa).
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[28]
Jamás se encontraron esos dos pares de botines, que habían dejado, según los papeles del Persa, entre el portante y el decorado de El rey de Lahore, en el mismo lugar en que se había encontrado ahorcado a Joseph Buquet. Debieron llevárselos algún tramoyista o un cerrador de puertas.
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[29]
Pendjab o Punjab, región del noroeste de la península indostánica, dividida desde 1947 entre la India y Pakistán.
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[30]
Región histórica del noreste de Indochina, desde 1954 forma parte de la República Popular de Vietnam.
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[31]
Un informe administrativo procedente del Tonquín y llegado a París a finales de julio de 1900, cuenta cómo el célebre jefe de la, banda, De Tham, vencido junto con sus piratas por nuestros soldados, pudo escapar, al igual que todos los suyos, gracias al truco de los juncos.
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[32]
Daroga, en Persia, comandante general de la policía del gobierno.
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Aquí, el Persa podía haber admitido que la suerte de Erik le interesaba también personalmente, ya que no ignoraba que, si el gobierno de Teherán supiera que Erik aún estaba vivo, esto habría significado el fin de la modesta pensión del antiguo daroga. Es preciso añadir que el Persa tenía un corazón noble y generoso, y no dudamos de que las catástrofes que temía para los demás ocupaban plenamente su espíritu. Por lo demás, su conducta en todo este asunto lo demuestra de sobras y por encima de cualquier elogio.
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Literalmente, el «engaña-la-muerte», apelativo familiar de «una persona que sale bien de todas las enfermedades», según el Larousse.
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[35]
El museo de cera.
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En la época en que escribía el Persa, se comprende muy bien que tomara tantas precauciones contra la incredulidad de la gente; hoy en día, cuando todo el mundo ha podido ver ese tipo de salas, resultarían superfluas.
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[37]
Se refiere a la Imitación de Cristo, de Tomas de Kempis (1379-1471).
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Hablaba yo aún, cuarenta y ocho horas antes de la aparición de esta obra, al señor Dujardin-Beaumetz, nuestro simpatiquísimo subsecretario de Bellas Artes, que me ha dejado alguna esperanza, y le decía que es deber del Estado acabar con la leyenda del fantasma para restablecer sobre bases indiscutibles la historia tan curiosa de Erik. Para ello sería indispensable, y sería la culminación de mi trabajo, encontrar la mansión del Lago en la que puede que se encuentren aún auténticos tesoros musicales. No cabe duda de que Erik fue un artista incomparable. ¿Quién nos dice que no encontraremos en la mansión del Lago la famosa partitura de su Don Juan Triunfante?
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[39]
Rey de reyes, título que ostentaba el monarca de Persia.
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[40]
Entrevista a Mehemet Alí bey, al día siguiente de la entrada de las tropas de Salónica en Constantinopla, por el enviado especial de Ir Matin.
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