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Authors: John Twelve Hawk

Tags: #La Cuarta Realidad 1

El Viajero (59 page)

BOOK: El Viajero
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La casa de la playa tenía gruesas alfombras bereberes, y los muebles y los sofás de cuero eran sencillos y cómodos. Una ventana corredera daba a la terraza, y Maya pidió a Vicki que la llevara fuera. Cuando se estiró en la tumbona, se dio cuenta del esfuerzo que le había supuesto caminar apenas veinte metros. Tenía el rostro cubierto de sudor, y su cuerpo se estremecía.

Vicki volvió a entrar y salió con una manta con la que envolvió a Maya de cintura para abajo. La Arlequín empezó a sentirse mejor. La casa había sido construida entre las dunas y estaba rodeada de rosales silvestres y oscuro brezo. El viento era lo bastante fuerte para agitar las ramas de la seca vegetación, y Maya percibió el olor del mar. Una solitaria golondrina revoloteaba en lo alto sobre las dos mujeres como si buscara un lugar donde descansar.

Unos peldaños de madera conducían de la terraza a la playa. La marea estaba baja, y Gabriel se hallaba al borde del agua, a unos ciento cincuenta metros de distancia de ella. Hollis estaba sentado en la arena, a medio camino entre Maya y el Viajero. Tenía algo sobre las piernas envuelto en una toalla de playa, y ella supuso que se trataría de su escopeta. En aquella tranquila y aislada casa no hacía falta la presencia de ningún Arlequín. Vicki y Hollis se habían ocupado de todo sin su intervención. Se suponía que ella era la encargada de proteger a Gabriel, pero había sido él quien había arriesgado la vida llevándola en brazos por los túneles.

El encapotado cielo y el océano, verde grisáceo, se confundían. Resultaba difícil distinguir el horizonte. Las olas rompían con apagado rugido, y el agua corría por la compacta arena antes de regresar al mar. Gabriel iba vestido con vaqueros y un jersey oscuro. Parecía que si daba un paso más sería tragado por la grisura del entorno y desaparecería del mundo.

El Viajero se apartó del agua y se volvió hacia la casa.

—Nos ve —dijo Vicki.

Maya se sentía como una recién nacida envuelta en su manta, pero permaneció sentada en silencio mientras los dos hombres regresaban y subían la escalera hasta llegar a la terraza. Gabriel se quedó cerca de la barandilla mientras Hollis se acercaba a Maya con una gran sonrisa.

—¡Maya! ¿Cómo te encuentras? Pensábamos que no te levantarías en unos cuantos días.

—Me encuentro bien. Debemos ponernos en contacto con Linden.

—Ya lo hice desde un cibercafé de Boston. Dijo que nos enviaría dinero a tres lugares diferentes de Nueva Inglaterra.

—¿Eso fue todo lo que dijo?

—Según Linden, el hijo de Sparrow ha desaparecido. Supongo que la Tabula descubrió que él era...

—Tomemos un café —lo interrumpió Vicki.

—A mí no me apetece.

—Quizá a alguien más sí. —El ligero cambio del tono de Vicki recordó a Maya la suave presión de una mano.

Hollis pareció captar el mensaje.

—Claro. Desde luego. Café recién hecho —dijo mirando a Gabriel y siguiendo a Vicki dentro de la casa.

Se habían quedado solos, pero Gabriel no dijo nada. Una bandada de gaviotas apareció en la distancia. Los oscuros puntos volaban en círculo trazando una espiral y empezaron a descender lentamente hacia tierra.

—El doctor Lewis dijo que podrás volver a caminar dentro de un mes, más o menos. Tuviste suerte de que la bala no te destrozara el hueso.

—No podemos quedarnos aquí tanto tiempo —repuso Maya.

—Vicki tiene numerosos contactos a través de los miembros de su congregación, y Hollis conoce gente del mundo de las artes marciales. Creo que tendremos muchos sitios donde escondernos hasta que consigamos pasaportes y documentos de identidad falsos.

—Entonces deberíamos salir de Estados Unidos.

—No estoy tan seguro de eso. A la gente le gusta creer que existe una isla tropical o una gruta en las montañas donde es posible ocultarse para siempre, pero eso ya no es así. Nos guste o no, estamos todos interconectados unos con otros.

—La Tabula te estará buscando.

—Sí. Y mi hermano los estará ayudando. —Gabriel se sentó al lado de Maya con aire triste y apesadumbrado—. De pequeños, tenía la impresión de que Michael y yo luchábamos juntos contra el mundo entero. Habría hecho cualquier cosa por mi hermano. Confiaba en él ciegamente.

Maya se acordó del sueño del metro —de la tristeza de su padre— y se permitió sentir compasión por otro ser humano. Le ofreció la mano. Y Gabriel se la asió fuertemente. El calor de él traspasó la frialdad de ella, y se sintió transformada. No se trataba de felicidad. La felicidad no era más que una ilusión infantil y pasajera. El dolor de su interior se derritió y la invadió el sentimiento de que entre los dos se había formado un centro, un todo.

—He perdido a mi madre y a Michael. Lo he perdido todo —dijo Gabriel—; pero me siento unido a ti, Maya. Te has convertido en alguien importante para mí.

La contempló con ardiente energía en la mirada. Luego, le soltó la mano y se puso en pie. Aquella proximidad le resultaba dolorosa. Tenía la impresión de haber cruzado una frontera.

Solo y sin protección, Gabriel bajó los peldaños hasta la playa. Maya permaneció en la terraza, intentando dominar sus sentimientos. Si lo que deseaba era proteger a aquel Viajero, entonces no se podía permitir el lujo de sentirse atraída por él. Cualquier sentimiento la haría vulnerable y vacilante. Si se concedía semejante debilidad, podía perderlo para siempre.

«Ayúdame —pensó. Era la primera vez que rezaba—. Por favor, ayúdame, muéstrame lo que debo hacer.»

Un gélido viento le agitó los negros cabellos, y notó que su cuerpo ganaba en agilidad, que recobraba fuerzas. Había tanta gente que se limitaba a pasar por la vida representando papeles para otros y sin reconocer su propio destino... Todas las dudas y vacilaciones que la habían atormentado en Londres habían desaparecido. Maya sabía lo que era: una Arlequín. Sí. Iba a ser difícil, pero se quedaría junto a Gabriel.

Se incorporó un poco más y miró hacia el océano. La bandada de gaviotas descansaba en la playa y, cuando Gabriel se les acercó, los pájaros remontaron el vuelo hacia el cielo graznando lastimeramente y llamándose unos a otros.

Notas

[1]
High Altitude Low Opening. Técnica paracaidista que consiste en saltar desde gran altura y abrir el paracaídas de forma retardada.
(N. del T.)

[2]
Bubble
en inglés significa «burbuja».
(N. del T.)

[3]
El nombre en inglés significa «Victoria del Pecado Fraser».
(N. del T.)

[4]
En hebreo, mandato, obligación.
(N. del T.)

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