Ernesto Guevara, también conocido como el Che (78 page)

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Authors: Paco Ignacio Taibo II

Tags: #Biografía, Ensayo

BOOK: Ernesto Guevara, también conocido como el Che
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Como resultado de este viaje comienza a variar lentamente sus opiniones sobre Trotski y el trotskismo:

Opinión que haya que destruirla a palos es opinión que nos lleva ventaja a nosotros. No es posible destruir las opiniones a palos y es precisamente lo que mata el desarrollo de la inteligencia (...) está claro que del pensamiento de

Trotski se pueden sacar una serie de cosas...
¿Qué cosas? No lo dirá. Intuye que hay que retornar a las supuestas herejías del marxismo y revisarlas sin prejuicios, pero El Che no había tenido más contacto con el pensamiento de Trotski o del anarcosindicalismo o del consejismo o cualquier otra vertiente de la izquierda revolucionaria europea de la primera mitad del siglo
XX
, que las que podía haber recibido por medio de las versiones de la triunfante burocracia stalinista soviética.

De regreso a Cuba, el 30 de noviembre, El Che viajará al oriente de la isla para inaugurar un combinado industrial que lo tiene en privado muy enfadado
(el "formidable" combinado es otro chinchal más, con características atrasadas
y
en general bastante mal).
En el acto se encuentran los familiares de los asesinados durante la resistencia civil, lo que le da una cierta emotividad. Es un discurso brillante, en que repasa la historia de la insurrección de Santiago cuando venían en el Granma, la importancia de la ciudad en la revolución y la deuda por tanto que la revolución tiene con ella, culmina felicitándose porque el combinado producirá materiales útiles para la población: tornillos, tuercas, arandelas, cubiertos de mesa...

El Che aprovecha además para dar un repaso a la situación de Latinoamérica, y del Congo. Y ahí, entonces, es cuando pronuncia la frase que se quedará para siempre en muchas memorias gracias a un documental de Santiago Álvarez: Vemos a un Che con los arcos superciliares más prominentes que de costumbre, que ha perdido los acentos y habla una especie de cubano suavizado con buena dicción, en el que de vez en cuando se cuela algunas estructura sintáctica argentina o un mexicanismo. El Che no es un buen orador, nunca lo fue, su carisma está en otro lugar, no en la palabra ante el micrófono. Abusa de los lugares comunes. Es sorprendentemente pausado, no gesticula, no resulta un orador concentrado en la frase, parecería estar pensando por delante de ella, avanzando en las ideas que la seguirán. De repente, un chispazo, hablando del asesinato de Lumumba:
... que al imperialismo no se le puede confiar...
—duda una fracción de segundo, se reprime, sonríe— ni
tantito asi...
el gesto de la mano estableciendo la medida, una pizca, un mexicano "tantito", se diluye como si le diera vergüenza.

En esa misma reunión hablando del futuro corte de caña es abucheado festivamente por las mujeres, y con razón, y se ve obligado a corregir:
Naturalmente en las larcas del corte en general, las mujeres no rinden mucho trabajo... (abucheos
y
exclamaciones) en general, digo yo, en general. Tampoco un burócrata en general rinde mucho trabajo, pero también los burócratas vamos a cortar caña
y p
onemos nuestro granito de arena; y (...)
los
burócratas (...) fuimos costeables, nos pagamos la comida con nuestro trabajo. Yo creo que las mujeres también pueden hacer eso y si no, ayudar en muchas de
l
as cosas.

El 5 de diciembre se reúne con el Consejo del Ministerio de Industria. Parece que esta vez, como nunca, tiene decenas de temas que compartir con sus hombres y mujeres de confianza. Se disculpa porque acaba de llegar de un viaje y sale para otro y no va a poder hacer un análisis de lo que ha pasado en el Ministerio durante el 64.

Hablando para el futuro señala:
Todas las
nuev
as
inversiones se hagan de tal tipo que la productividad del trabajo corresponda a las mundiales. (...) precisamente lo contrario de lo que hemos hecho hasta ahora donde cada una de las plantas que inauguramos son plantas mecánicas y (...) químicas de tecnología atrasada, que aportan muy ¡meo a la productividad media del país.
Y sobre todo,
sacrificar lo que haya que sacrifica para
lograr seguridad e higiene en el trabajo, algo que se había descuidado en la batalla de la productividad. En un documento escrito en esos días titulado "Tareas fundamentales para 1965" el tema está presente con prioridad, junto a los controles de calidad, la capacitación y el mantenimiento y la elaboración de piezas de repuesto.

En la reunión advierte nuevamente, contra los peligros del burocratismo y una nueva variante a la que califica en broma como "voladora":
las cosas ya no duermen en las gavetas, duermen en continuo movimiento que es un sistema especial de sueño, en el cual se van trasladando, trasladando, trasladando (...) vuelven y van, y siempre que uno las busca están en un departamento distinto, p
ero nunca están resueltas.

En medio de la reunión produce un balance del Ministerio:
Hay una disciplina, hay cuadros conscientes, hay un trabajo serio en linea general, maduro en línea general, pero un poco deshumanizado, diría yo.
Y poco después hará una definición de los cuadros de dirección de la revolución que se parece demasiado a un autorretrato hablado, aunque lo niegue:
No es mi caso,
dirá, pero:
La vida de un dirigente de la revolución a
nivel de la dirección nacional es (...) una vida que si no tuviera la compensación de ver una obra que se construye (...) seria realmente algo decepcionante. Es el precio que en las condiciones actuales hay que pagar, creo yo (...) Los hijos míos le dicen papá a los soldados que están ahí, que los ven
t
odos los días (...) Una v
ida como la que llevamos nosotros es una vida que consume (...) Nosotros podemos usar la máquina de tal manera que durante cinco años rinde al máximo y se rompe al sexto (...) A pesar de que uno ve a los cuadros cansados, nunca, por lo menos yo, he dicho a nadie "descansa. "Demasiadas veces dejamos echar raíz al espíritu de autoconservación, debido a una idea errónea sobre nuestra importancia futura.

Y sentencia:
Hay que abandonar un falso concepto de nuestra responsabilidad que nos lleve a salvarnos para el futuro. ¿Es una advertencia? El Che anuncia que él no piensa salvarse
.

El 9 de diciembre sale hacia Nueva York para intervenir en la Asamblea de la ONU.

CAPÍTULO 34

De nuevo América Latina

A lo largo de estos últimos años y en paralelo con las actividades como ministro de Industria y los debates vinculados a la supervivencia política y económica de la revolución cubana, Ernesto Guevara ha estado desarrollando una serie de tareas entre sombras, quizá más cercanas a sus objetivos personales; a su vocación revolucionaria (como diría en una carta a Sábato en el 60:... si
las circunstancias nacionales o internacionales no me obligan de nuevo a empuñar un fusil, tarea que desdeño como gobernante, pero que me entusiasma como hombre gozoso de la aventura).
Tareas de organización de infraestructuras, grujios, preparación de condiciones para un movimiento armado en la cordillera de los Andes, de la que ya diría en octubre del 62:
Está llamada a ser la Sierra Maestra de América. E
l centro de esas operaciones serían fundamentalmente Argentina (en esos momentos con alternancias de golpes militares tras la caída de Frondizi) y Perú.

¿En qué discursos, notas, clónicas periodísticas, puso en orden Ernesto Guevara más que sus ideas, sus proyectos prácticos sobre la futura revolución latinoamericana?' Si esos escritos existen se encuentran todavía en la enorme reserva de material que su viuda Aleida March y el gobierno cubano no han hecho públicos. De lo que sí quedan amplias huellas aquí y allá en los primeros años de la década de los sesenta, es de su absoluto convencimiento de que la revolución cubana sólo era un primer paso en la futura revolución en América Latina.

El 9 de abril del 61 había publicado "Cuba, excepción histórica o vanguardia en la lucha anticolonialista", poco antes de Girón, era un artículo que mostraba las variantes cubanas a las ortodoxas teorías marxistas sobre la revolución como tarea de la clase obrera y donde establecía por primera vez las tesis de lo que sería la segunda oleada latinoamericana: la lucha armada como forma esencial, cobrando la forma de una guerra campesina que avanzaba hacia las ciudades, dando respuesta armada a las miserias, los abusos, las dictaduras, las injusticias del continente.

En esta visión prevé una intervención estadunidense casi inmediata, definida y sangrienta, y ve las luchas electorales, como un camino sino absolutamente cerrado, si extraordinariamente remoto de lograr, sin
desestimar el potencial revolucionario de un proceso electoral.
Volverá sobre el lema en un escrito del 62 redactado durante la crisis de los cohetes "Táctica y estrategia de la revolución Latinoamericana", cuando revisa las "fórmulas limitadas:
Algún avance electoral por aquí, dos diputados, un senador, cuatro alcaldías; una gran manifestación popular que es disuelta a tiros; una elección que se pierde por menos votos que la anterior; una huelga que se gana, diez que se pierden; un paso que se avanza, diez que se retroceden (...) ¿por qué esa dilapidación de las energías populares?
En esos mismos textos desestima la insurrección urbana o la guerrilla urbana como método de lucha, víctima fácil de la delación, pero sin excluirla absolutamente (
no nos atreveríamos a afirmar que estuviera negado el éxito
).

Lo que parecía claro es que El Che percibía que había un camino adaptado de la experiencia cubana y que el momento se acercaba. Las tensiones en el continente podían encontrar la salida revolucionaria, si alguien se las ofrecía. Dirá en aquel artículo:
Una nueva conciencia se expande por América (...) la certeza de la posibilidad del cambio. Y se afilan muchos machetes en América.

A partir de los últimos meses del 62, si no es que antes, El Che comenzó a dedicarle una importante parte de su tiempo al proyecto, simultáneamente a sus labores en el Ministerio. Participó en la creación dentro del Ministerio del Interior cubano de una organización llamada por algunos "Liberación", que coordinada por el viceministro Manuel Piñeiro recibía orientaciones políticas suyas y de Fidel, "principalmente del Che" (diría en una entrevista uno de los cuadros que colaboró en esta estructura). Su misión no se encontraba en las labores de inteligencia, sino en la realización de "misiones operativas" de apoyó y solidaridad a los grupos revolucionarios latinoamericanos.

Más allá de colaboraciones con grupos como los nicaragüenses que iniciaban el enfrentamiento armado contra la dictadura de Somoza y que se transformarían más tarde en el Frente Sandinista, El Che concentró su interés en la cordillera de Los Andes.

A fines del 62 mantuvo conversaciones en La Habana con revolucionarios peruanos, entre los que se encontraban Héctor Béjar y el poeta Javier Heraud, sobre la posibilidad de abrir un frente guerrillero que apoyara la sorprendente labor en la zona de los Valles de la Convención de Hugo Blanco, quien tras dirigir una potente lucha indígena campesina, en una de las zonas más castigadas por la miseria del país, se encontraba fugado acusado del asalto a una comisaría policiaca. La coordinación práctica de la operación estuvo a cargo de Manuel Piñeiro desde el Ministerio del Interior.

Se decidió; que el ingreso a la zona de operaciones de esta guerrilla fuera por la ruta geográficamente más corta, a través de la frontera boliviana, aunque El Che desconfiaba de que una línea recta a través de kilómetros de selva desconocida lucia la indicada. Se dice que comentó con Béjar que la CIA debía conocer la operación y sugirió:
Yo
que ustedes entraría por el aeropuerto de Lima.
Para colaborar con los peruanos se apeló al partido Comunista de Bolivia, quien colaboró montando una red de apoyo. Son parte de esta red Luis Tellería, miembro del Comité Central del partido, apoyado por jóvenes de la JC, como Julio César Méndez (El Nato), Orlando Jiménez, Loyola Guzmán. El grupo de combatientes peruanos ingresará a Bolivia el 9 de enero del 63. Existen una serie de situaciones, que una voz condescendiente llamaría extrañas, como la ceguera voluntaria del gobierno del MNR de Paz Estensoro en Bolivia, quien en conflicto con la dictadura militar peruana simulaba no ver que en su territorio se estaba preparando un movimiento armado contra el país vecino, o las reticencias de los partidos comunistas, a quienes no les atraía demasiado, en su eterna lógica sectaria, la solidaridad con alguien calificado de trotskista, como el dirigente campesino Hugo Blanco. Finalmente, tras cambios varios en el punto de ingreso al Perú y demoras, el grupo cruzará la frontera por la zona de Puerto Maldonado.

La policía peruana alertada rechaza a los guerrilleros. Se intercambian tiroteos. En una situación confusa muere Javier Heraud. La operación se cancela, los sobrevivientes peruanos se repliegan hacia Bolivia. El Nato, Julio César Méndez, guía a una parte del grupo a través de la selva del Beni boliviano.

Paralelamente al intento del ELN peruano de establecer un foco guerrillero, parece ser que El Che deposita su colaboración y extremo interés en una operación coordinada por uno de sus pocos amigos, el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti, de la que empieza a hablar con él ya a fines del año 61.

Con Piñeiro y El Che, Masetti preparó la operación "Segundo Sombra" para organizar un foco guerrillero en la Argentina. En el otoño del 62 Masetti retornó a Argelia, donde había estado colaborando con la revolución durante los últimos dos años. Allí, tras entrevistarse con El Che, junto con Cinco miembros de su grupo, fue entrenado en tácticas de guerrilla urbana. "Ya van cuatro meses y medio que aguardamos con ansias controladas pero que nos devoran el momento de rendir nuestra materia", le escribe Masetti a su mujer al inicio del 63. En la primavera del 63 Masetti y sus compañeros viajaron a Brasil con pasaportes diplomáticos argelinos como miembros de una delegación comercial. Cruzan la frontera de Bolivia apoyados de nuevo por activistas de la JC boliviana y en septiembre pasan a la Argentina.

El equipo había de llevar el nombre de Ejército Guerrillero del Pueblo, y Masetti adoptó el seudónimo de Comandante Segundo en memoria del personaje de la lírica popular argentina, el gaucho Segundo Sombra. Se dice que El Che pertenecía en "forma honoraria" al EGP y que había elegido el seudónimo de Martín Fierro. Fidel, en una intervención años más tarde, confirmaría que los esfuerzos del Che en esta operación iban mucho más allá de-su presencia honoraria, que se trataba de "su" operación, y puede deducirse, según los testimonios de varios de sus compañeros, que tenía previsto sumarse a ella en una segunda etapa. En el grupo original, junto con Masetti, estaban dos cubanos, el capitán Hermes Peña, escolta personal del Che durante años, y Alberto Castellanos, quien fue su asistente y chofer. Incluso se barajó como uno de los posibles integrantes del grupo al comandante Oscar Fernández Mell, otro de sus amigos cercanos; aunque luego se descartó su participación.

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