Read Harry Potter y el prisionero de Azkaban Online
Authors: J.K. Rowling
—¿Sabes, Sirius? Ésa es una buena pregunta —observó Lupin, volviéndose hacia Black y frunciendo ligeramente el entrecejo—. ¿Cómo supiste dónde estaba?
Black metió dentro de la túnica una mano que parecía una garra y sacó una página arrugada de periódico, la alisó y se la enseñó a todos. Era la foto de Ron y su familia que había aparecido en el diario
El Profeta
el verano anterior. Sobre el hombro de Ron se encontraba
Scabbers
.
—¿Cómo lo conseguiste? —preguntó Lupin a Black, estupefacto.
—Fudge —explicó Black—. Cuando fue a inspeccionar Azkaban el año pasado, me dio el periódico. Y ahí estaba Peter, en primera plana... en el hombro de este chico. Lo reconocí enseguida. Cuántas veces lo vi transformarse. Y el pie de foto decía que el muchacho volvería a Hogwarts, donde estaba Harry...
—¡Dios mío! —dijo Lupin en voz baja, mirando a
Scabbers
, luego la foto y otra vez a
Scabbers
—. Su pata delantera...
—¿Qué le ocurre? —preguntó Ron, poniéndose chulito.
—Le falta un dedo —explicó Black.
—Claro —dijo Lupin—. Sencillo... e ingenioso. ¿Se lo cortó él?
—Poco antes de transformarse —dijo Black—. Cuando lo arrinconé, gritó para que toda la calle oyera que yo había traicionado a Lily y a James. Luego, para que no pudiera echarle ninguna maldición, abrió la calle con la varita en su espalda, mató a todos los que se encontraban a siete metros a la redonda y se metió a toda velocidad por la alcantarilla, con las demás ratas...
—¿Nunca lo has oído, Ron? —le preguntó Lupin—. El mayor trozo que encontraron de Peter fue el dedo.
—Mire, seguramente
Scabbers
tuvo una pelea con otra rata, o algo así. Ha estado con mi familia desde siempre.
—Doce años exactamente ¿No te has preguntado nunca por qué vive tanto?
—Bueno, la hemos cuidado muy bien —dijo Ron.
—Pero ahora no tiene muy buen aspecto, ¿verdad? —observó Lupin—. Apostaría a que su salud empeoró cuando supo que Sirius se había escapado.
—¡La ha asustado ese gato loco! —repuso Ron, señalando con la cabeza a
Crookshanks
, que seguía ronroneando en la cama.
Pero no había sido así, pensó Harry inmediatamente.
Scabbers
ya tenía mal aspecto antes de encontrar a
Crookshanks
. Desde que Ron volvió de Egipto. Desde que Black escapó...
—Este gato no está loco —dijo Black con voz ronca. Alargó una mano huesuda y acarició la cabeza mullida de
Crookshanks
—. Es el más inteligente que he visto en mi vida. Reconoció a Peter inmediatamente. Y cuando me encontró supo que yo no era un perro de verdad. Pasó un tiempo antes de que confiara en mí. Finalmente, me las arreglé para hacerle entender qué era lo que pretendía, y me ha estado ayudando...
—¿Qué quiere decir? —preguntó Hermione en voz baja.
—Intentó que Peter se me acercara, pero no pudo... Así que se apoderó de las contraseñas para entrar en la torre de Gryffindor. Según creo, las cogió de la mesilla de un muchacho...
El cerebro de Harry empezaba a hundirse por el peso de las muchas cosas que oía. Era absurdo... y sin embargo...
—Sin embargo, Peter se olió lo que ocurría y huyó. Este gato, ¿decís que se llama
Crookshanks
?, me dijo que Peter había dejado sangre en las sábanas. Supongo que se mordió... Simular su propia muerte ya había resultado en otra ocasión.
Estas palabras impresionaron a Harry y lo sacaron de su ensimismamiento.
—¿Y por qué fingió su muerte? —preguntó furioso—. Porque sabía que usted lo quería matar, como mató a mis padres.
—No, Harry —dijo Lupin.
—Y ahora ha venido para acabar con él.
—Sí, es verdad —dijo Black, dirigiendo a
Scabbers
una mirada diabólica.
—Entonces yo tendría que haber permitido que Snape lo entregara —gritó Harry.
—Harry —dijo Lupin apresuradamente—, ¿no te das cuenta? Durante todo este tiempo hemos pensado que Sirius había traicionado a tus padres y que Peter lo había perseguido. Pero fue al revés, ¿no te das cuenta? Peter fue quien traicionó a tus padres. Sirius le siguió la pista y...
—
¡ESO NO ES CIERTO!
—gritó Harry—.
¡ERA SU GUARDIÁN SECRETO! ¡LO RECONOCIÓ ANTES DE QUE USTED APARECIESE! ¡ADMITIÓ QUE LOS MATÓ!
Señalaba a Black, que negaba lentamente con la cabeza. Sus ojos hundidos brillaron de repente.
—Harry..., la verdad es que fue como si los hubiera matado yo —gruñó—. Persuadí a Lily y a James en el último momento de que utilizaran a Peter. Los persuadí de que lo utilizaran a él como guardián secreto y no a mí. Yo tengo la culpa, lo sé. La noche que murieron había decidido vigilar a Peter, asegurarme de que todavía era de fiar. Pero cuando llegué a su guarida, ya se había ido. No había señal de pelea alguna. No me dio buena espina. Me asusté. Me puse inmediatamente en camino hacia la casa de tus padres. Y cuando la vi destruida y sus cuerpos... me di cuenta de lo que Peter había hecho. Y de lo que había hecho yo.
Su voz se quebró. Se dio la vuelta.
—Es suficiente —dijo Lupin, con una nota de acero en la voz que Harry no le había oído nunca—. Hay un medio infalible de demostrar lo que verdaderamente sucedió. Ron, entrégame la rata.
—¿Qué va a hacer con ella si se la doy? —preguntó Ron con nerviosismo.
—Obligarla a transformarse —respondió Lupin—. Si de verdad es sólo una rata, no sufrirá ningún daño.
Ron dudó. Finalmente puso a
Scabbers
en las manos de Lupin.
Scabbers
se puso a chillar sin parar, retorciéndose y agitándose. Sus ojos diminutos y negros parecían salirse de las órbitas.
—¿Preparado, Sirius? —preguntó Lupin.
Black ya había recuperado la varita de Snape, que había caído en la cama. Se aproximó a Lupin y a la rata. Sus ojos húmedos parecían arder.
—¿A la vez? —preguntó en voz baja.
—Venga —respondió Lupin, sujetando a
Scabbers
con una mano y la varita con la otra—. A la de tres. ¡Una, dos y...
TRES
!
Un destello de luz azul y blanca salió de las dos varitas. Durante un momento
Scabbers
se quedó petrificada en el aire, torcida, en posición extraña. Ron gritó. La rata golpeó el suelo al caer. Hubo otro destello cegador y entonces...
Fue como ver la película acelerada del crecimiento de un árbol. Una cabeza brotó del suelo. Surgieron las piernas y los brazos. Al cabo de un instante, en el lugar de
Scabbers
se hallaba un hombre, encogido y retorciéndose las manos.
Crookshanks
bufaba y gruñía en la cama, con el pelo erizado.
Era un hombre muy bajito, apenas un poco más alto que Harry y Hermione. Tenía el pelo ralo y descolorido, con calva en la coronilla. Parecía encogido, como un gordo que hubiera adelgazado rápidamente. Su piel parecía roñosa, casi como la de
Scabbers
, y le quedaba algo de su anterior condición roedora en lo puntiagudo de la nariz y en los ojos pequeños y húmedos. Los miró a todos, respirando rápida y superficialmente. Harry vio que sus ojos iban rápidamente hacia la puerta.
—Hola, Peter —dijo Lupin con voz amable, como si fuera normal que las ratas se convirtieran en antiguos compañeros de estudios—. Cuánto tiempo sin verte.
—Si... Sirius. Re... Remus —incluso la voz de Pettigrew era como de rata. Volvió a mirar a la puerta—. Amigos, queridos amigos...
Black levantó el brazo de la varita, pero Lupin lo sujetó por la muñeca y le echó una mirada de advertencia. Entonces se volvió a Pettigrew con voz ligera y despreocupada.
—Acabamos de tener una pequeña charla, Peter, sobre lo que sucedió la noche en que murieron Lily y James. Quizás te hayas perdido alguno de los detalles más interesantes mientras chillabas en la cama.
—Remus —dijo Pettigrew con voz entrecortada, y Harry vio gotas de sudor en su pálido rostro—, no lo creerás, ¿verdad? Intentó matarme a mí...
—Eso es lo que hemos oído —dijo Lupin más fríamente—. Me gustaría aclarar contigo un par de puntos, Peter, si fueras tan...
—¡Ha venido porque otra vez quiere matarme! —chilló Pettigrew señalando a Black, y Harry vio que utilizaba el dedo corazón porque le faltaba el índice—. ¡Mató a Lily y a James, y ahora quiere matarme a mí...! ¡Tienes que protegerme, Remus!
El rostro de Black semejaba más que nunca una calavera, mientras miraba a Peter Pettigrew con sus ojos insondables.
—Nadie intentará matarte antes de que aclaremos algunos puntos —dijo Lupin.
—¿Aclarar puntos? —chilló Pettigrew, mirando una vez más a su alrededor, hacia las ventanas cegadas y hacia la única puerta—. ¡Sabía que me perseguiría! ¡Sabía que volvería a buscarme! ¡He temido este momento durante doce años!
—¿Sabías que Sirius se escaparía de Azkaban cuando nadie lo había conseguido hasta ahora? —preguntó Lupin, frunciendo el entrecejo.
—¡Tiene poderes oscuros con los que los demás sólo podemos soñar! —chilló Pettigrew con voz aguda—. ¿Cómo, si no, iba a salir de allí? Supongo que El-que-no-debe-ser-nombrado le enseñó algunos trucos.
Black comenzó a sacudirse con una risa triste y horrible que llenó la habitación.
—¿Que Voldemort me enseñó trucos? —dijo y Peter Pettigrew retrocedió como si Black acabara de blandir un látigo en su dirección—. ¿Qué te ocurre? ¿Te asustas al oír el nombre de tu antiguo amo? —preguntó Black—. No te culpo, Peter. Sus secuaces no están muy contentos de ti, ¿verdad?
—No sé... qué quieres decir, Sirius —murmuró Pettigrew, respirando más aprisa aún. Todo su rostro brillaba de sudor.
—No te has estado ocultando durante doce años de mí —dijo Black—. Te has estado ocultando de los viejos seguidores de Voldemort. En Azkaban oí cosas. Todos piensan que si no estás muerto, deberías aclararles algunas dudas. Les he oído gritar en sueños todo tipo de cosas. Cosas como que el traidor les había traicionado. Voldemort acudió a la casa de los Potter por indicación tuya y allí conoció la derrota. Y no todos los seguidores de Voldemort han terminado en Azkaban, ¿verdad? Aún quedan muchos libres, esperando su oportunidad, fingiendo arrepentimiento... Si supieran que sigues vivo...
—No entiendo de qué hablas... —dijo de nuevo Pettigrew, con voz más chillona que nunca. Se secó la cara con la manga y miró a Lupin—. No creerás nada de eso, de esa locura...
—Tengo que admitir, Peter, que me cuesta comprender por qué un hombre inocente se pasa doce años convertido en rata —dijo Lupin impasible.
—¡Inocente, pero asustado! —chilló Pettigrew—. Si los seguidores de Voldemort me persiguen es porque yo metí en Azkaban a uno de sus mejores hombres: el espía Sirius Black.
El rostro de Black se contorsionó.
—¿Cómo te atreves? —gruñó, y su voz se asemejó de repente a la del perro enorme que había sido—. ¿Yo, espía de Voldemort? ¿Cuándo he husmeado yo a los que eran más fuertes y poderosos? Pero tú, Peter... no entiendo cómo no comprendí desde el primer momento que eras tú el espía. Siempre te gustó tener amigos corpulentos para que te protegieran, ¿verdad? Ese papel lo hicimos nosotros: Remus y yo... y James...
Pettigrew volvió a secarse el rostro; le faltaba el aire.
—¿Yo, espía...? Estás loco. No sé cómo puedes decir...
—Lily y James te nombraron guardián secreto sólo porque yo se lo recomendé —susurró Black con tanto odio que Pettigrew retrocedió—. Pensé que era una idea perfecta... una trampa. Voldemort iría tras de mí, nunca pensaría que los Potter utilizarían a alguien débil y mediocre como tú... Sin duda fue el mejor momento de tu miserable vida, cuando le dijiste a Voldemort que podías entregarle a los Potter.
Pettigrew murmuraba cosas, aturdido. Harry captó palabras como «inverosímil» y «locura», pero no podía dejar de fijarse sobre todo en el color ceniciento de la cara de Pettigrew y en la forma en que seguía mirando las ventanas y la puerta.
—¿Profesor Lupin? —dijo Hermione, tímidamente—. ¿Puedo decir algo?
—Por supuesto, Hermione —dijo Lupin cortésmente.
—Pues bien,
Scabbers
..., quiero decir este... este hombre... ha estado durmiendo en el dormitorio de Harry durante tres años. Si trabaja para Quien-usted-sabe, ¿cómo es que nunca ha intentado hacerle daño?
—Eso es —dijo Pettigrew con voz aguda, señalando a Hermione con la mano lisiada—. Gracias. ¿Lo ves, Remus? ¡Nunca le he hecho a Harry el más leve daño! ¿Por qué no se lo he hecho?
—Yo te diré por qué —dijo Black—. Porque no harías nada por nadie si no te reporta un beneficio. Voldemort lleva doce años escondido, dicen que está medio muerto. Tú no cometerías un asesinato delante de Albus Dumbledore por servir a una piltrafa de brujo que ha perdido todo su poder, ¿a que no? Tendrías que estar seguro de que es el más fuerte en el juego antes de volver a ponerte de su parte. ¿Para qué, si no, te alojaste en una familia de magos? Para poder estar informado, ¿verdad, Peter? Sólo por si tu viejo protector recuperaba las fuerzas y volvía a ser conveniente estar con él.
Pettigrew abrió y cerró la boca varias veces. Se había quedado sin habla.
—Eh... ¿Señor Black... Sirius? —preguntó tímidamente Hermione. —A Black le sorprendió que lo interpelaran de esta manera, y miró a Hermione fijamente, como si nadie se hubiera dirigido a él con tal respeto en los últimos años—. Si no le importa que le pregunte, ¿cómo escapó usted de Azkaban? Si no empleó magia negra...
—¡Gracias! —dijo Pettigrew, asintiendo con la cabeza—. ¡Exacto! ¡Eso es precisamente lo que yo...!
Pero Lupin lo silenció con una mirada. Black fruncía ligeramente el entrecejo con los ojos puestos en Hermione, pero no como si estuviera enfadado con ella: más bien parecía meditar la respuesta.
—No sé cómo lo hice —respondió—. Creo que la única razón por la que nunca perdí la cabeza es que sabía que era inocente. No era un pensamiento agradable, así que los
dementores
no me lo podían absorber... Gracias a eso conservé la cordura y no olvidé quién era... Gracias a eso conservé mis poderes... así que cuando ya no pude aguantar más me convertí en perro. Los
dementores
son ciegos, como sabéis. —Tragó saliva—. Se dirigen hacia la gente porque perciben sus emociones... Al convertirme en perro, notaron que mis sentimientos eran menos humanos, menos complejos, pero pensaron, claro, que estaba perdiendo la cabeza, como todo el mundo, así que no se preocuparon. Pero yo me encontraba débil, muy débil, y no tenía esperanza de alejarlos sin una varita. Entonces vi a Peter en aquella foto... comprendí que estaba en Hogwarts, con Harry... en una situación perfecta para actuar si oía decir que el Señor de las Tinieblas recuperaba fuerzas... —Pettigrew negó con la cabeza y movió la boca sin emitir sonido alguno, mirando a Black como hipnotizado—... Estaba dispuesto a hacerlo en cuanto estuviera seguro de sus aliados..., estaba dispuesto a entregarles al último de los Potter. Si les entregaba a Harry, ¿quién se atrevería a pensar que había traicionado a lord Voldemort? Lo recibirían con honores...