Mientras tanto, los buques de guerra grandes que había en el centro de la formación Alfa de la Alianza rebasaron el corazón de la fuerza síndica Bravo, los acorazados y los cruceros de batalla enemigos severamente deteriorados que seguían manteniendo sus posiciones justo delante de la puerta. Los acorazados de la Alianza
Impávido, Resuelto, Temible
y
Vengativo
machacaron a los indefensos síndicos a medida que cada uno de ellos iba pasando más y más cerca del enemigo. Los acorazados habían decidido suspender los lanzamientos de metralla y de misiles espectro, y emplear en cambio las baterías de lanzas infernales que transportaban. El débil fuego defensivo síndico resultaba del todo inocuo a los potentes escudos de los acorazados, mientras que desde las naves de la Alianza se lanzaban descargas que penetraban en las naves síndicas ya maltrechas. Primero explotó un acorazado, luego otro, después dos cruceros de batalla, dejando un solo crucero de batalla deshecho en el centro de la formación síndica.
Geary lo observaba frotándose la barbilla, esperando la que según él sería la inevitable reacción síndica.
Otra ovación le hizo levantar la mirada del centro de la formación síndica. Geary levantó la vista y vio que uno de los acorazados síndicos que se habían mantenido en buen estado había recibido una fuerte carga cinética en pleno fuselaje y se estaba tambaleando hacia un lado. Pasado un momento, un crucero de batalla síndico recibió otro impacto que destrozó la parte delantera de la nave y la zarandeó de un lado a otro. Al final, los sistemas de control automatizados de los síndicos habían dejado a sus tripulaciones sin opciones de esquivar las descargas que se cernían sobre ellos.
Para sorpresa de Geary, Desjani no estaba lanzando vítores. Parecía enfadada, tenía el rostro encendido.
—Deberían haberles permitido defenderse —masculló. Al percatarse de repente de que Geary la estaba mirando, Desjani se encogió de hombros, avergonzada—. Como usted dijo, señor, no está bien que se trate solo de matar. Aunque sean síndicos.
Él asintió.
—Todavía tenemos que ocuparnos de tres acorazados más y de dos cruceros de batalla con capacidad de combate.
Mientras la formación Bravo de la Alianza embestía, las escoltas de la flotilla síndica saltaban en busca del enfrentamiento. Geary contuvo el aliento al ver a cinco cruceros pesados, un crucero ligero y nueve naves de caza asesinas cargando directamente contra una formación de la Alianza compuesta por cuatro cruceros de batalla dirigidos por el capitán Duellos, de la
Osada.
Con él estaban la
Formidable,
la
Atrevida,
y la
Afamada,
rodeadas por diez cruceros pesados, seis cruceros ligeros y una docena de destructores. Con todo, Geary sintió un deseo casi irreprimible de arremeter contra el panel de comunicaciones y decirle a Duellos lo que debía hacer. Pero se encontraba a casi dos minutos luz de la batalla que se estaba librando, y en esas circunstancias, esos dos minutos de desfase temporal podían ser cruciales. Además, de entre todos sus subordinados, en los que más confiaba era en Duellos, Desjani y Crésida.
Tengo que mantener las manos alejadas del panel de comunicaciones. Tengo que dejar que los buenos hagan su trabajo.
Duellos justificó esa confianza. Cuando los síndicos trazaron un viraje descendente hacia su formación, Duellos la hizo rotar hacia arriba para que la potencia de fuego de todas las naves pudiera concentrarse en la zona a la que se aproximaban los destructores y cruceros ligeros síndicos. Minutos antes del contacto, los destructores y los cruceros ligeros de la Alianza aceleraron a su vez, lanzándose hacia arriba y hacia el interior para barrer los flancos de los atacantes síndicos. Las naves de caza asesinas llamearon y se quebraron bajo el fuego concentrado, luego los cruceros pesados se lanzaron de cabeza contra un aluvión de espectros calculados al milímetro, seguidos de metralla y lanzas infernales. Los tres cruceros que lideraban la formación cayeron despedazados, un cuarto vaciló y se alejó con algunos cruceros de la Alianza saliendo en su persecución, y el quinto trató de esfumarse en sentido opuesto, pero se encontró con cuatro cruceros de la Alianza que lo retuvieron, hostigando sus escudos por tres lados a la vez. Mientras los restos del quinto crucero pesado síndico se precipitaban al espacio, el crucero ligero que había sobrevivido intentó embestir contra la
Osada,
pero se desintegró bajo el fuego de los cuatro cruceros de batalla de la Alianza.
—Muy valiente —murmuró Desjani dando cuenta del funesto ataque del crucero ligero.
La formación Bravo de la Alianza pasó hacia arriba y hacia fuera. Geary, que estaba admirando lo bien que había llevado Duellos el ataque, vio que los acorazados síndicos supervivientes estaban tomando posiciones alrededor de la puerta hipernética y apretó los puños con frustración. El ataque suicida había conseguido exactamente lo que necesitaban: ganar tiempo para que los demás buques de guerra pudieran prepararse para destruir la puerta.
—Formación Gamma, Capitán Tulev, haga caso omiso del crucero de batalla que hay en el centro de la puerta. Ataque las naves síndicas que hay alrededor del cerco de la puerta.
—Aquí Tulev, sí, señor. —No sonaba nervioso, pero el firme Tulev nunca lo parecía. Geary estuvo observando mientras Tulev alteraba el rumbo de la formación Gamma, conduciendo a sus cruceros de batalla hacia la zona en la que dos de los acorazados supervivientes reducían la velocidad para pasar despacio junto a las secciones en las que cientos de ronzales sostenían la matriz de partículas de la puerta hipernética. Los cruceros pesados adjuntos a la formación Gamma salieron como una flecha en dirección al crucero de batalla síndico dañado que había justo delante de la puerta, mientras que el
Leviatán
de Tulev, junto con sus hermanas de división, la
Dragón,
la
Decidida
y la
Valiente,
se lanzaban contra los dos acorazados.
Geary observó con gesto adusto las dos naves síndicas que quedaron libres, un acorazado y un crucero de batalla. La decisión de Tulev era intachable. Dividir a los cruceros de batalla de la Alianza que tenía la formación de Tulev habría dejado más opciones a los síndicos, y muy probablemente no habrían sido suficientes para frenar a las naves enemigas síndicas.
—Formación Delta. El
Intrépido
y el
Arrojado
entrarán en combate contra el acorazado síndico a diez grados a babor y seis siete grados en dirección ascendente del
Intrépido.
El
Terrible
y el
Victorioso
se enfrentarán al crucero de batalla síndico a uno cinco grados a babor y cuatro uno en dirección ascendente del
Intrépido.
Los cruceros pesados acompañan al
Intrépido
y al
Arrojado.
Los cruceros ligeros y los destructores acompañan al
Terrible
y al
Victorioso.
A todas las unidades, modifiquen rumbo a cinco cero grados a las cero punto cero.
Geary se inclinó hacia la capitana Desjani.
—Necesitamos una muerte rápida.
Ella asintió.
—La tendrá, señor.
Las naves de Tulev seguían fuera del radio de combate cuando el consultor de armamento pronunció las palabras que Geary había estado temiendo.
—Las naves síndicas supervivientes han abierto fuego contra los ronzales de la puerta hipernética.
Geary miró su visualizador, viendo cómo los ronzales se hacían añicos bajo el fuego de las armas síndicas.
—¿Cuántos daños puede soportar la puerta antes de que empiece a desmoronarse?
—Eso es desconocido, señor. Lo sabremos cuando empiece a fallar, pero no sabremos que ha llegado el momento hasta que suceda.
Geary logró a duras penas reprimirse y no ponerse a chillarles a todos los que estaban en el puente de mando.
¡La próxima vez que queráis construir algo tan peligroso, tomaos antes la molestia de intentar entenderlo!.
Pero sabía que no era justo. Bajo la presión de la guerra, cuando también el enemigo estaba en posesión de la tecnología hipernética, ninguno de los dos bandos se había podido permitir el lujo de perder el tiempo desentrañando la teoría que se escondía detrás de la tecnología. No podía creer la rapidez con la que estaban destruyendo los ronzales. Las naves síndicas estaban haciendo caso omiso del ataque inminente de Tulev, probablemente seguían bajo el control total de los programas de sus autoridades, concentrados en tratar de destruir la puerta a cualquier precio.
El primero en pagar ese precio fue el crucero de batalla inutilizado que había en el centro, cuando un escudo delantero debilitado cedió, dejando el casco abierto al bombardeo de las lanzas infernales de los cuatro cruceros pesados. El crucero de batalla se estremeció bajo la cortina de fuego y cayó derrumbado y con todos los sistemas aparentemente anulados.
Al cabo de unos minutos, los cruceros de batalla de Tulev ascendieron hasta sobrepasar los dos acorazados síndicos, acercándose peligrosamente a ellos. El primer acorazado recibió de lleno una descarga de espectros que ni siquiera sus escudos lograron resistir y se hizo añicos cuando la metralla penetró en él. El segundo acorazado consiguió aguantar durante unos breves instantes bajo el fuego concentrado de las lanzas infernales de cuatro cruceros de batalla de la Alianza, y luego estalló cuando sus escudos se quebraron y las lanzas lo desgarraron.
Las naves de Tulev estaban virando hacia arriba y se alejaron de nuevo por encima de la puerta hipernética mientras Geary dirigía a la formación Delta en sentido ascendente hacia las dos últimas naves síndicas.
La
Terrible
y el
Victorioso
llegaron primero a su objetivo, algo más cercano. Los cruceros ligeros y los destructores que les acompañaban, conscientes de que las armas síndicas estaban volcando todos sus esfuerzos en destruir los ronzales de la puerta, pasaron a una distancia descabelladamente próxima del crucero de batalla síndico soltando munición a su paso. Los escudos de un crucero de batalla no eran exactamente iguales a los de un acorazado, y a una distancia tan corta incluso los ligeros buques de guerra de la Alianza acribillaron los escudos en un ángulo peligrosamente bajo.
Detrás de las unidades ligeras llegaron la
Terrible
y el
Victorioso.
Una lluvia de metralla por parte de ambas naves se precipitó finalmente contra los escudos del crucero de batalla síndico; luego las lanzas infernales cumplieron con su mortífera misión, dejando un montón de chatarra en su estela.
Geary miraba alternativamente el estado de la puerta y la situación de la nave síndica que tenía justo delante.
—Estado de la puerta. Deme una estimación.
El consultor vaciló solo un instante.
—Creo que se nos va, señor —informó en un enérgico tono de estrés—. Creo que es demasiado tarde.
Geary accionó el interruptor de comunicaciones.
—A todas las unidades de la flota de la Alianza a excepción del
Intrépido,
el
Arrojado
y la división de cruceros Cuatro; al habla el capitán Geary. Aléjense de la puerta hipernética a la mayor celeridad posible. Refuercen sus escudos expuestos a la puerta. Estimamos que la puerta se está derrumbando y podría producir un estallido de energía muy potente. El
Intrépido
y las unidades que lo acompañan destruirán la nave síndica que queda y tratarán de estabilizar la puerta y, si esto no funciona, tratarán de reducir la intensidad del estallido energético mediante una destrucción selectiva de los ronzales de la puerta. Repito, todas las unidades excepto el
Intrépido,
el
Arrojado
y los cruceros pesados de la división Cuatro deben acelerar en dirección opuesta a la puerta hipernética con la mayor prontitud.
Apenas había terminado de hablar cuando los cruceros pesados se pusieron a tiro del acorazado síndico y empezaron a vapulearlo, lanzándole todas las armas de que disponían. Los escudos del acorazado aguantaron, por supuesto, pero se estremecieron bajo los disparos.
Desjani habló con calma.
—Arrojado,
al habla el
Intrépido.
Aproximándonos a tiro de lanzas infernales en conjunción con carga máxima de metralla.
—Intrépido,
aquí
Arrojado.
Afirmativo. Justo a su lado.
Geary no sabía si el acorazado síndico había sido liberado de su control automatizado, ahora que la puerta parecía estar derrumbándose, o si la tripulación habría conseguido invalidar el control sobre algunas de sus armas, pero de repente dirigió sus disparos contra los cruceros pesados. Dos de ellos se libraron dando tumbos del impacto de las principales baterías de lanzas infernales masivas del acorazado síndico, ya bastante dañado como para estar fuera de combate. Un tercer crucero viró hacia arriba y hacia atrás, trazando una curva para escapar del contacto. El cuarto, el
Diamante,
salió disparado de costado, girando en un intento por confundir al objetivo síndico, y siguió disparando.
La metralla del
Intrépido
y del
Arrojado
alcanzó los escudos del acorazado síndico, provocando una serie de fogonazos de luz a medida que el disparo transformaba su energía en luz y calor. En algunos puntos, los escudos se estrechaban lo suficiente para que la metralla penetrara en el casco ocasionando una llamarada. Pasado un momento, antes de que los escudos del acorazado pudieran recuperarse, unas ráfagas de lanzas infernales procedentes del
Intrépido
por un lado y del
Arrojado
por el otro se precipitó sobre ellos. El acorazado tembló a medida que las partículas cargadas desgarraban su blindaje y se adentraban en su tripulación y sistemas vitales.
—Espectros —saltó Desjani—. Carga completa.
El
Intrépido
disparó seis misiles tras tomarse solo unos instantes para determinar su rumbo hacia al acorazado síndico y acelerar directamente hacia el buque de guerra atacado. Se desencadenaron grandes explosiones y lo que no era ya más que una ruina se tambaleó alejándose de su posición junto a la puerta.
—No tenían ninguna opción, manteniendo esa situación casi fija —afirmó Desjani sacudiendo la cabeza.
—La puerta se está derrumbando definitivamente —gritó el consultor que la estaba controlando con el miedo reflejado en la voz.