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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Incansable (45 page)

BOOK: Incansable
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Con todo, la flota estaba en casa, aunque todavía no se hallara del todo segura y, además, muchos hombres, mujeres y naves se habían quedado en el camino, pero habían llegado a casa.

Hubo un tiempo en que, cuando imaginaba este momento, se veía renunciando con gratitud al mando de la flota. Lo que haría después nunca lo tuvo demasiado claro. Aparte del melancólico deseo de visitar el planeta Kosatka una vez más, no tenía ni idea de dónde podría encontrar la paz o esconderse de la leyenda de Black Jack.

Eso había cambiado. Ahora sabía adónde lo llevaba el deber, adónde le exigía el honor que fuera, y le había hecho un juramento a una persona que le importaba de verdad. Podía seguir intentando desentenderse, olvidarse de su concepto del honor y el deber, e incluso romper su promesa. Pero, si lo hacía, la masacre continuaría con toda seguridad, la guerra se prolongaría como había venido haciéndolo una década tras otra, y perdería a ese ser, a la única persona cuya presencia convertía aquel futuro inhóspito y cruento en un lugar donde él, a pesar de todo, deseaba estar.

Visto de ese modo, la decisión no era tan difícil de tomar. Tal vez estuviera delirando, víctima del síndrome de Geary detectado por los médicos en décadas pasadas, y pensara que solo él conseguiría salvar a la Alianza. No obstante, aquellos en los que confiaba le habían dicho que él era el único que podría ponerle fin a la guerra. Siempre creyó todo lo que le decían y no tenía más remedio que creerlos también cuando afirmaban algo así.

Por tanto, siguió pensando en la flota y se preguntó si podría mantenerse al mando y convencer a sus superiores de las acciones que era preciso emprender.

—Ha sido peor de lo que me imaginaba —iba diciendo Rione—. Los contactos que tengo aquí me han contado que a lo largo de las últimas décadas, mientras los síndicos emitían comunicados para anunciar que habían aniquilado la flota y se iba propagando el rumor de que, en efecto, esta se había perdido en territorio enemigo, las rebeliones y protestas populares estallaron en multitud de sistemas estelares. Los pueblos de la Alianza están perdiendo la esperanza. —Guardó un breve silencio—. O, mejor dicho, la estaban perdiendo. Si nos guiamos por lo ocurrido en Varandal, su regreso con la flota estará levantando una oleada de optimismo.

—Eso es magnífico. —Recordó algunos de los comunicados públicos que se habían transmitido desde las ciudades de los mundos habitados de Varandal y los rostros felices que anunciaban las últimas noticias. «El Ejército y el Gobierno se niegan a confirmar nada de manera oficial; sin embargo, los contactos que tenemos dentro de la flota aseguran que los rumores recogen la verdad. Tal como pronosticaba la leyenda, ¡Black Jack ha regresado! ¡Ha salvado a la flota! ¡Ha salvado Varandal! ¿Salvará también a la Alianza? Después de este milagroso retorno, cualquier cosa parece posible para el héroe de la Alianza.»

Después se incluyeron unas imágenes de los nerviosos portavoces. «El Gobierno no tiene nada que declarar en este momento.»

«¿Qué hay de los mensajes que el capitán Geary transmitió durante la lucha contra los síndicos en Varandal?»

«El Gobierno no va a hacer declaraciones en este momento.»

«¿Qué puede decirnos sobre lo comentado por los prisioneros síndicos de la flotilla que atacó Varandal, según los cuales Black Jack Geary guió a la flota a través del corazón de los Mundos Síndicos y casi destruyó por completo sus fuerzas navales?»

«El Gobierno les proporcionará más detalles cuando tenga más información.»

«El mensaje que lanzó la flota sobre la amenaza que suponen las puertas hipernéticas es motivo de preocupación para la ciudadanía. ¿Puede confirmarnos que el sistema de seguridad descrito en el mismo se ha instalado en Varandal?»

«La puerta hipernética de Varandal no entraña peligro alguno. Por motivos de seguridad, no podemos proporcionarles más detalles.»

«Las observaciones de la puerta hipernética que se han realizado desde aquí revelan que recientemente se ha implantado un nuevo tipo de equipamiento. ¿Puede decirnos algo al respecto?»

«No. La puerta hipernética es segura.»

—¿Por qué el Gobierno no admite lo que todo el mundo sabe ya? —preguntó Geary—. Así lo único que consiguen es parecer idiotas.

—Los gobiernos suelen terminar haciendo el idiota cuando intentan controlar la información. Confío en que no espere que yo defienda su postura esta vez. Dado el número de naves que han salido de Varandal saltando y a través de la hipernet desde su llegada, las noticias deben de estar propagándose a un ritmo vertiginoso. Y eso es una buena noticia —insistió Rione—. La Alianza necesita recuperar la esperanza, y usted es la encarnación de su sueño. No se moleste en fingir que le fastidia. Sabe que es verdad, por muy irracional que a usted le parezca. Por definición, la esperanza entraña irracionalidad.

—Supongo que no puedo quejarme, considerando lo que pretendo proponerle al Gobierno —admitió Geary—. No estoy seguro de que se pueda considerar racional.

—¿Sigue pensando en solicitar que le autoricen a llevar la flota de regreso al sistema estelar nativo síndico?

—Sí, cuando alguien acepte hablar conmigo. —Geary se giró para mirarla—. ¿Cuánto cree que puede tardar en pasar eso?

—Es difícil saberlo —contestó Rione con aire pensativo—. También cabe la posibilidad de que el gran consejo se desplace hasta aquí para reunirse con usted.

—Eso es ridículo.

—No, no lo es. —Rione suspiró con exasperación—. Usted tiene más poder que ellos. Tiene que darse cuenta de que esa es la realidad y, al mismo tiempo, actuar como si no fuera así. Necesitan verlo, oírlo en persona, decidir si supone una amenaza para la Alianza o es una pieza clave en la liberación de la misma. Si el gran consejo viniera aquí, entre los dos podemos convencerlos de que usted no está en su contra, con lo que aprobarán el ataque contra los síndicos. Incluso yo puedo ver que su plan no es algo descabellado. No estaba muy convencida de que el plan de Bloch saliera adelante, pero después de todo el daño que se les ha causado a los síndicos, si no tardan demasiado en aprobar una embestida contra los dirigentes de los Mundos Síndicos, tendremos una oportunidad de decapitar a la bestia. No obstante, tendría que convencerlos pronto y la victoria debería ser rápida. Si les damos tiempo a los síndicos para que reconstruyan su tropa de buques de guerra, preveo que volveremos a quedarnos en un punto muerto hasta que los dos gobiernos caigan.

Geary asintió con la cabeza.

—Es una posibilidad real. ¿Cómo cree que encajarán la noticia de los alienígenas?

—Mal. Pero tenemos pruebas fehacientes. Comprenderán que es ineludible que nos encarguemos tanto de los alienígenas como de los síndicos. No sabemos qué otros cebos podrían tendernos los primeros.

—Los alienígenas han de saber que otra Kalixa les saldría muy caro, y a mí no me importaría hacerles pagar por lo de ese sistema estelar. Haré cuanto esté en mi mano para convencer a nuestros líderes y, luego, derrotaremos a los síndicos para poder ir a hablar seriamente con los alienígenas con el respaldo de la máxima potencia de fuego.

—Si nos guiamos por los últimos acontecimientos, no creo que le cueste demasiado. —Rione se dio media vuelta para marcharse. Cuando abrió la escotilla se topó con Desjani, que estaba llegando. Las dos mujeres se cruzaron sin hacer el más leve gesto y sin intercambiar ningún saludo.

—Capitán Geary. —Desjani se acercó al panel de comunicación y lo activó—. Recordará aquellos mensajes incoherentes con los que yo no quería que se le molestara. Uno de ellos no cabía duda de que había llegado hacía poco. —Cuando la capitana pulsó el mando de recepción, Geary vio a un almirante que, a pesar de su semblante plácido, no podía ocultar una mirada nerviosa.

—Al habla el almirante Timbale. Este es un mensaje personal para el capitán John Geary. Todo Varandal y, por supuesto, la Alianza se sienten exultantes por su regreso con la flota. Exultantes y… ejem… asombrados. —El almirante miró a un lado apresuradamente.

—Se le ha olvidado el guión —observó Desjani en voz baja.

Geary le dirigió una mirada sardónica.

—¿Y cómo llegó a ver un mensaje personal clasificado para mí?

—Soy la capitana de esta nave —le recordó Desjani—. Eso no me convierte en la diosa del
Intrépido
, pero sí en algo parecido. Le recomiendo que siga escuchando al almirante.

—Deberá permanecer al frente de la flota hasta nueva orden —prosiguió el almirante Timbale—. Por el presente comunicado, aquellos buques de guerra de Varandal que no estuvieran previamente asignados a la flota quedan transferidos a su mando con carácter oficial. —El almirante dejó entrever una sonrisa ansiosa—. Tiene total autoridad, así como la máxima prioridad, para organizar el reabastecimiento y la reparación de sus… de las naves de la flota.

El almirante volvió a titubear por un momento.

—En vista de todas las responsabilidades que tiene en estos momentos, y de las incesantes alertas de ataque inminente que están saltando por todo Varandal, me veo obligado a suspender la visita formal que, en circunstancias normales, le haría a su oficial superior. En cuanto podamos organizar una reunión, se lo haré saber. Hasta entonces, espero que encuentre en Varandal todo cuanto la flota necesite. Timbale, cambio y corto.

Geary se quedó mirando el panel de comunicación, extrañado.

—¿No quiere recibirme?

—Es probable que tenga miedo de hacerlo —supuso Desjani—. Si lo recibiera, podrían acusarlo de conspirar con usted para derrocar el Gobierno. O tal vez tema que usted le pida ayuda para hacerlo. O que se la exija. También, podría ofrecerle apoyo para dar un golpe de Estado y después descubrir que la lealtad de Black Jack a la Alianza no era tan exagerada como tenía entendido. Para él es mucho más seguro evitar verlo y no hablar con usted.

—Demonios. Después de todas las veces que he tenido que reunirme con unos y otros almirantes contra mi voluntad, ahora, cuando de verdad necesito hablar con uno, se niega a recibirme. ¿Es Timbale el almirante más veterano de Varandal?

—Es el único que queda en todo el sistema —explicó Desjani—. Como recordará, las batallas libradas en Atalia y aquí antes de que llegásemos tuvieron graves consecuencias para los almirantes que comandaban los buques de guerra de la Alianza. Tagos murió en Atalia y Tethys, aquí. Por tanto, ahora solo queda Timbale.

—Tagos, Tethys y Timbale, todos destinados en Varandal —gruñó Geary—. ¿Por qué tengo la sospecha de que el departamento de asignación de personal había vuelto otra vez con sus jueguecitos? ¿Siguen haciéndolo?

—Sí. —La capitana entornó los ojos—. Hace años había una nave a la que siempre destinaban oficiales con el mismo apellido. Más de una vez me he jurado que si esta guerra terminaba algún día, de camino a casa me pasaría por el departamento de personal para regalarles un buen puñado de grandes rocas.

—Ese día, cuente conmigo.

Desjani señaló el visualizador.

—Por lo menos se le ha hecho una entrega formal de nuevas naves. Las defensas de Varandal perdieron muchos escoltas, pero ahora tiene dos acorazados más y otro crucero de batalla. La
Impertérrita
, la Cumplidora y la Desmesurada están hechas polvo, pero así encajarán mejor con el resto de la flota.

—Sí, supongo que sí. Si no puedo hablar con ningún almirante, al menos estas órdenes nos permitirán devolverle la buena forma a la flota lo antes posible. ¿Puedo supervisar las operaciones mediante los sistemas automáticos disponibles?

Desjani negó con la cabeza.

—Hay demasiados gusanos transitando en todas direcciones. Incluso el mero seguimiento de las reparaciones de los buques capitales sería una tarea complicada. E intentar controlar los trabajos que se harán en los destructores, una pesadilla teniendo en cuenta los muchos que hay y el poco tiempo del que disponemos. Aun en el caso de que dispusiera de todos los asistentes automáticos, seguiría necesitando la ayuda de una persona para comprobarlo todo. Le recomendaría que solicitara la colaboración de los oficiales de ingeniería de las auxiliares, pero como el
Intrépido
no va a entrar en combate de forma inminente, puedo enviarle algunos oficiales para que lo ayuden.

—Si no le supone un inconveniente.

—En absoluto, señor —le aseguró Desjani—. A mis oficiales subalternos les encantan los nuevos desafíos. —Las comisuras de la boca le temblaron levemente, pero consiguió reprimir una sonrisa.

—Estoy seguro. Recuerdo que cuando yo era subalterno, también me entusiasmaba con esas cosas. —Geary perdió la mirada entre las estrellas e intentó concentrarse en todo lo que debería hacer en ese momento—. ¿Algo más?

—Hemos podido confirmar que una variante básica del sistema de seguridad de la capitana Crésida se ha instalado ya en la puerta hipernética de este sistema. Ahora se está preparando una versión más sofisticada. No tenemos modo alguno de saber cómo se está recibiendo en otros sistemas estelares el paquete de información que recopiló Crésida, pero la respuesta inmediata que hemos observado aquí es una buena señal. Los datos sobre el dispositivo de seguridad deberían propagarse a un ritmo exponencial a través de la hipernet, y, por lo que hemos visto en diversas fuentes públicas de este sistema estelar, las imágenes de Lakota están sembrando el pánico entre la población.

—Bien, muy bien. ¿Qué hay de la llave síndica de hipernet?

—Ya no está a bordo del
Intrépido
. Ha sido trasladada a una fábrica de llaves ubicada en el mundo habitable de este sistema. En estos momentos deben de estar duplicándola.

Geary sacudió la cabeza.

—Todavía no puedo creer que hayamos llegado hasta aquí. Aun así, la llave síndica de hipernet nos va a hacer falta.

—Motivo por el cual la vamos a recuperar —añadió Desjani, ganándose inmediatamente la mirada aprobatoria de Geary—. Una vez que se hayan confirmado todos los datos de fabricación, volverán a trasladarla al
Intrépido
. Se estima que tardarán treinta y seis horas en devolverla. Ya no tendremos que seguir manteniendo en secreto el compartimento en el que la guardemos, puesto que la Alianza podrá construir todas las copias que sean necesarias. Sin embargo, conservaremos la original.

—Me alegra oírlo. Creía que tendría que ponerme antipático para recuperar ese cacharro. —Bajó la vista y cobró ánimos para formular la siguiente pregunta—. ¿No hay más mensajes para mí?

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