Read James Potter y La Maldición del Guardián Online
Authors: George Norman Lippert
Los acomodadores fuera de la entrada principal del anfiteatro vieron a James acercándose. Hugo Paulson, resplandeciente en su chaqueta roja y su birrete, le abrió la puerta.
—Curry te estaba buscando —dijo mientras James pasaba—. Quiere ponerte la barba de inmediato. Gennifer insistió en que podía hechizarte para que te crezca una de verdad para esta noche, pero Curry no lo aceptó. Después de todo, parece que va a ser pegamento y pelo de cabra.
James asintió, apenas escuchando a Hugo. Se detuvo en la entrada del anfiteatro y miró al escenario. Era un ajetreo de actividad, mientras el equipo colocaba el fondo del castillo en su sitio y la profesora Curry marchaba alrededor comprobando los focos y pidiendo ajustes de último momento. En el escenario, Petra levantó la mirada y vio a James. Sonrió y lo saludó con la mano. James sonrió en respuesta, y por primera vez, sintió un estremecimiento de placer no contaminado por el miedo por ser parte de una producción tan elaborada. Recorrió a la carrera el pasillo principal, bajando las escaleras de dos en dos.
—Aquí está nuestro Treus —dijo Curry cuando James trepaba al escenario—. Su traje está en el camerino. Póngaselo y luego baje a maquillaje, señor Potter. Su barba le espera.
James miró alrededor. Pero no había ni rastro de Tabitha Corsica. Probablemente estaría entre bastidores supervisando el vestuario y el maquillaje. Esperaba no verla mientras se adentraba en el fondo del castillo, encaminándose hacia los improvisados camerinos.
El camerino de los chicos estaba lleno de animados personajes luchando con ajustadas chaquetas, mallas y holgados pantalones. Cameron Creevey detuvo a James al pasar.
—¿El sombrero está bien puesto? —preguntó, girando el raro accesorio a un lado y otro—. Es un sombrero de cinco puntas, ¿no? ¿Pero cuál es la punta que va hacia adelante? ¿Eso importa?
—Tendrás que preguntárselo a Gennifer, Cam. No tengo la menor idea. A mí me parece bien tal como está.
—Gennifer está ocupada en el camerino de las chicas —se preocupó Cameron—. ¡No quiero parecer un idiota delante de todo el mundo!
Noah gritó desde el espejo de tres caras:
—Sinceramente, creo que lo tienes al revés, Cameron. Intenta darle la vuelta.
James detuvo a Cameron cuando el chico se disponía a dar la vuelta al sombrero.
—Se está burlando de ti, Cam. Déjalo así.
—Y tú tienes la faja del frac mal colocada —añadió Noah—. Se supone que la tienes que llevar sobre el trasero como un pañal. ¿Ves como lleva Graham la suya?
James puso los ojos en blanco y aprovechó la confusión general para escaparse de Cameron. Efectivamente, encontró su traje colgado de un gancho junto a su taquilla. Su nombre estaba en un trozo de pergamino que habían sujetado a él con alfileres. La subida del telón estaba fijada para dentro de casi una hora, pero James no podía dejar de sentir que debía preocuparse. Se estaba abotonando el último de los muchos botones de su traje cuando una voz habló directamente detrás de él, sobresaltándole.
—¡Qué pasa, James! —gorjeó Zane—. ¿Puedes dedicarme un momento?
James se giró, exasperado y divertido.
—¡Zane! ¡Tienes que dejar de aparecer así! —Impacientemente, James lanzó un rápido Hechizo Lacerante al chico rubio, que aulló de dolor y dejó caer el ramo de flores que sostenía.
—¡Auch! —gritó Zane, agarrándose el trasero—. ¡Eso ha tenido mucha gracia! ¿A qué ha venido?
—¿Zane? —dijo James, acercándose para tocar a su amigo—. ¿Eres realmente tú? ¡Pensé que eras otro alocado mensaje
Doppelgänger
! ¿Qué haces aquí?
—Bueno, estaba intentado alcanzar aquel jarrón del estante, —dijo Zane, poniendo los ojos en blanco—. Pero ahora creo que voy a dejar este ramo de buena suerte aquí mismo en el suelo, ¿tú qué dices?
—¿Realmente eres tú? —dijo James, luchando por no reírse—. ¡Lo siento, compañero! Pensé que necesitabas un estímulo mágico como otras veces. De verdad que no quería picarte en el… pero ¿cómo has llegado hasta aquí?
Zane se encogió de hombros y sonrió.
—Salí de la escuela anteayer. Cuando hablé con tu madre sobre las vacaciones, me preguntó si me gustaría venir con ellos a ver tu gran actuación. ¿Cómo podía rechazarlo? Mis padres estuvieron de acuerdo y monté en la red Flu hasta tu casa en Londres a primera hora de esta mañana. ¿Qué te parece?
—¡Fantástico! —exclamó James—. ¿Cuánto tiempo te quedas?
—El resto de la semana, si el viejo Merlín Pantalonesmágicos está de acuerdo. ¿Todavía estáis enemistados?
James abrió la boca para explicar, después sacudió la cabeza.
—No lo sé. Es complicado. Pregúntame después de la función, ¿de acuerdo?
—Claro —Zane asintió—. Será mejor que vuelva. Tu madre me está reservando un lugar, pero pronto estará lleno, y algunos de esos padres pueden ponerse muy violentos respecto a los asientos. Por cierto, probablemente sea mejor que no te acerques mucho a las flores rojas con puntas amarillas. Esas son de parte de George, y sonreía de forma bastante fea mientras las miraba.
James asintió con la cabeza seriamente, mirando el ramo de flores en el suelo.
—Comprendido, gracias.
Damien Damascus se apresuró hacia los chicos, con una oveja de utilería bajo el brazo.
—¡James, vamos! —llamó—. Gennifer va a tener hinkypunks gemelos si no tienes puesta la barba en cinco minutos. ¿Oye, Zane, necesitas un aguijonazo?
—No, estoy servido por esta noche—dijo Zane, palmeándose el trasero—. ¡Nos vemos en la fiesta chicos!
James siguió a Damien, luchando con el último de sus botones y ya acalorado con las mallas y el chaleco. Después de un momento, se detuvo, volvió atrás corriendo y cogió la enorme espada y la vaina. Haciéndolas traquetear, trotó hacia maquillaje, su miedo escénico casi olvidado con las prisas de prepararse y su alegría por volver a ver a su amigo.
Gennifer sujetaba en las manos la barba de James cuando él llegó corriendo y se dejó caer en una silla plegable.
—Para ser honestos —dijo Gennifer, frotando la barba con un pegamento amarillento, de olor repugnante— con la cantidad de problemas que los muggles tienen que enfrentar para organizar un espectáculo como éste, me sorprende que lo hagan.
—Quizá por eso vean tanto la tele —comentó Victoire desde una silla próxima—. Mi madre dice que los niños muggle se pasan más tiempo delante de la tele que durmiendo.
Damien aún estaba cerca. Resopló:
—Pero no tanto tiempo como Victoire pasa delante del espejo cada día, así que no está tan mal.
Victoire se burló, ignorando las risas que siguieron.
Cinco minutos después, James salió de entre bastidores con Petra, que estaba preciosa, quizá un poco recargada con su enorme vestido rosa y los rizos. James se asomó por el costado del telón. El anfiteatro estaba casi lleno, con montones más de gente entrando, buscando asiento, y murmurando con entusiasmo. James escudriñó la multitud, divisando finalmente a su madre en la sección central, diez filas atrás. La tía Hermione y el tío Ron estaban sentados a su derecha, aparentemente discutiendo sobre quién iba a manejar los Omniculares. Ted Lupin estaba sentado al lado de Ron. Se había cortado el cabello otra vez, aunque aún lo llevaba más largo que cuando había estado en la escuela el año pasado. Tenía mejor aspecto que la última vez que James lo había visto, aunque todavía ligeramente desaliñado. A la izquierda de Ginny, Lily estaba sentada muy derecha con su bonito vestido amarillo. Descubrió a James y sonrió, saludando con la mano excitadamente. James le sonrió en respuesta y saludó a escondidas, intentando no atraer la atención de nadie más. Se colocó un dedo sobre los labios en un gesto que pedía silencio, y ella asintió, fingiendo cerrar los labios. Mientras James observaba, Zane se deslizó por delante de un grupo de padres molestos encaminándose al asiento vacío entre George y Lily. Satisfecho, James se giró hacia Petra y los actores reunidos. Cerca, Scorpius estaba vestido con un traje de soldado parecido al de James. No parecía estar disfrutando.
—¿Nervioso? —preguntó Petra en voz baja.
—Sí —asintió James— pero también excitado. ¿Y tú?
Petra se giró para mirar al negro escenario detrás del telón. Sacudió la cabeza despacio.
—Ya no. Todo terminará esta noche, pase lo que pase.
Jason Smith salió trotando de la oscuridad del escenario, con su varita mágica iluminada.
—¿Alguien ha visto a Corsica? —susurró con severidad, examinando rostro por rostro.
James negó con la cabeza.
—¿No está delante? Se supone que debería estar dirigiendo a los acomodadores.
—¿Nadie? —preguntó Jason, descartando a James—. Maldita sea.
Mientras se alejaba otra vez, mascullando bajito, Henrietta Littleby se encogió de hombros.
—Yo la he visto hace una hora, pero eso fue antes de que ninguno de nosotros debiera estar aquí. Supongo que eso no cuenta, ¿no?
—¿Dónde estaba? —preguntó James, girándose hacia Henrietta.
—Estaba en el baño de las chicas del segundo piso —contestó HenriettaԮ No me quedé cuando la vi. Esa chica me pone nerviosa.
James frunció el ceño, pensando.
Henrietta, cuya reputación de cotilla era bien conocida, continuó:
—Lo raro fue que no estaba realmente usando el baño. Por lo menos no de la manera en que se usa normalmente. Estaba allí mirándose a sí misma en uno de los espejos, hablando. Lo primero que pensé fue que estaría ensayando sus frases, pero entonces me acordé de que ella no tenía frases, ¿o sí? Es la asistente del director. — Henrietta rió tontamente.
—¿Estaba hablando sola? —preguntó James curiosamente—. ¿Qué estaba diciendo?
Henrietta parpadeó hacia él.
—¿Cómo puedo saberlo? No me quedé el tiempo suficiente para averiguarlo. Pero sonaba como a extranjero ahora que lo pienso. ¿Qué raro? Bastante raro, si me lo preguntas a mí.
—Sí —James asintió pensativamente—. Raro.
De pie cerca, Scorpius entrecerró los ojos.
—¡Todos a sus puestos! —dijo Curry ásperamente, acercándose a la pandilla de estudiantes trajeados y haciendo gestos para ahuyentarlos—. ¡Detrás del telón! ¡Vamos, es casi la hora!
James siguió a Petra mientras ella se situaba tras el telón, moviéndose hacia su marca de apertura. James encontró la pequeña “X” de cinta adhesiva en el suelo, que marcaba su posición al inicio del primer acto. El corazón le latía aceleradamente, pero ya no estaba nervioso. De alguna manera había dejado su miedo escénico entre bastidores. Ahora que estaba delante, esperando la subida del telón, sentía solamente excitación. Latía en sus brazos y piernas como si fuese magia, y en aquel momento, pensó que comprendía por qué los muggles se tomaban tanto trabajo para organizar espectáculos como éste. Uno podía llegar a amar esta sensación si no tenía cuidado. Tragó saliva y miró a un lado. Petra lo vio y le dedicó una sonrisa ladeada, asintiendo una vez con la cabeza. Al otro lado del escenario, Noah y el resto de los actores se arrastraron nerviosamente hasta sus lugares, perdidos en la semioscuridad detrás del enorme y grueso telón. A través de él, James aún podía oír el rumor de centenares de voces. Entonces, por fin, llegó el taconeo de la profesora Curry cruzando el escenario del otro lado del telón. Un foco se encendió, enfocándola: James podía ver su sombra en la parte de atrás del telón, en el centro de un perfecto círculo de luz. La multitud calló y una ronda de educados aplausos se elevó en el aire. Sonó realmente cerca. Curry levantó las manos y saludó con la cabeza.
—Gracias, damas y caballeros —dijo alto y claro, sin usar su varita mágica para amplificar la voz— y gracias también por estar aquí esta noche. Sé que muchos de ustedes han venido de bastante lejos, y en nombre de los estudiantes que han trabajado tan duramente para preparar el espectáculo de esta noche, muchísimas gracias. Mi nombre es Tina Grenadine Curry, y como muchos de ustedes saben, soy la profesora de Estudios Muggle de Hogwarts. Creo que el espectáculo de esta noche será particularmente interesante, no sólo porque éste es una historia clásica del mundo mágico, sino también porque, como ejercicio para mi clase de Estudios Muggle, este espectáculo se representa de una forma completamente no mágica. Así pues, prepárense para asombrarse, divertirse y deleitarse, queridos amigos, por los métodos extremadamente creativos y poco convencionales que hemos implementado para representar esta querida historia. ¡Y ahora, damas y caballeros, sin más preámbulos, les presento a sus hijos e hijas, hermanos y hermanas, amigos y familiares, mientras representan para ustedes esta interpretación de Estudios Muggle de Hogwarts de... ¡El Triunvirato!
Sonaron más aplausos, esta vez ensordecedores, mientras Damien Damascus y Ralph empezaban a subir el telón. Sacudiéndose, el terciopelo rojo se elevó, y mientras lo hacía, los aplausos aumentaron. Los focos se encendieron, concentrados en los desvelados elementos del escenario. Uno de ellos brilló sobre James, cegándolo temporalmente y ocultando a la audiencia. Luchó por no bizquear, manteniéndose totalmente inmóvil hasta que el telón estuviera completamente levantado. Y entonces, por fin, cuando los aplausos disminuyeron hasta que se hizo el silencio, la escena en el escenario se puso en movimiento. Todos se movieron al unísono, bullendo y pasándose unos a otros, formando una representación aceptable de una ajetreada plaza medieval. Y entonces, exactamente como estaba planeado, la voz de Noah sonó, articulando sus frases con meticuloso cuidado y volumen.