Cuan a menudo vemos niños pequeños que han sido enviados por estos Fagínes
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santurrones para extraer sin dolor donaciones de la gente de buen corazón.
¿Quién puede resistirse al encanto y la inocencia de un niño?
Estas son, obviamente, personas que no son felices a menos que estén dando, pero la mayoría de nosotros no encaja en esta categoría. Desafortunadamente, la mayoría de las veces estamos haciendo cosas que la verdad no sentimos que se necesite que hagamos. Una persona consciente halla muy difícil el decidir entre la caridad voluntaria y la obligada. Querrá hacer lo que sea más justo y correcto, y lo más seguro es que halle desconcertante el hecho de tratar de decidir a quién debería ayudar y qué cantidad de ayuda se espera de él —
legítimamente
.
Cada persona debe decidir por sí misma cuáles son sus obligaciones para con sus amigos, familia y comunidad respectivas. Antes de donar tiempo y dinero a personas fuera de su círculo familiar y de amigos, debe decidir cuánto puede, sin privar de algo a sus seres queridos. Al considerar todo esto, debe de asegurarse que se incluirá a sí mismo entre sus seres queridos. Debe evaluar cuidadosamente la validez de la petición que se le hace, y la personalidad o motivos de quien le hace dicha petición. Para una persona resulta extremadamente difícil aprender a decir «no» cuando toda su vida ha dicho «sí». Pero a menos que quiera que se aprovechen de él constantemente, tiene que aprender a decir «no» cuando las circunstancias lo justifiquen. Si se los permites, los vampiros psíquicos se infiltrarán en tu vida gradualmente hasta que ya no tengas privacidad —y tu constante preocupación por ellos te irá dejando sin ambición alguna.
Un vampiro psíquico seleccionará siempre a una persona que esté relativamente satisfecha con su vida —una persona que esté felizmente casada, satisfecha con su trabajo, y que por lo general está bien adaptada al mundo que le rodea —para alimentarse de ella. El sólo hecho que un vampiro psíquico escoge a una persona feliz para hacerla su víctima demuestra que a él le faltan todas las cosas que tiene la otra persona; hará todo lo que pueda para provocar problemas y discordia entre su víctima y las personas a quienes más estima.
Por lo tanto, ten cuidado de cualquier persona que parezca no tener amigos de verdad y sin interés aparente en la vida (excepto tú). Lo más seguro es que te diga que es muy selectivo con sus amistades, o que no hace amigos fácilmente debido a que sus parámetros son muy altos a la hora de escoger amigos. (Para conseguir y conservar amigos, uno debe estar dispuesto a dar algo de sí mismo —cosa que el vampiro psíquico es incapaz de hacer). Pero se apresurará a añadir que tú llenas todos los requisitos y que verdaderamente eres una sobresaliente excepción sobre todo el género humano —que tú eres uno de los pocos que de son dignos de su amistad.
A menos que confundas amor desesperado (que es una cosa bastante egoísta) con vampirismo psíquico, hay que aclarar la enorme diferencia entre ambos. La única manera de determinar si estás siendo vampirizado es sopesar lo que le das a esa persona, y compararlo con lo que esa persona te da a cambio.
Puede que a veces te irriten las obligaciones que te impone un ser querido, un amigo cercano, o hasta tu jefe. Pero antes de que los consideres vampiros psíquicos, debes preguntarte a ti mismo «¿Qué estoy obteniendo a cambio?» Si tu pareja insiste en que la llames con frecuencia, y le pides que tenga en cuenta el tiempo que pasa lejos de ti, has de saber que esa es una situación de intercambio. O si un amigo tiene la costumbre de llamarte a pedirte favores en los momentos más inoportunos, pero igualmente dependes de ellos para dar prioridad a tus necesidades más inmediatas, considéralo como un intercambio favorable. Si tu jefe te pide que hagas un poco más de lo que normalmente se espera que hagas, pero en el futuro ignorará una tardanza ocasional o te dará tiempo libre cuando lo necesites, seguramente no tienes razón alguna para quejarte ni necesitas sentir que se está aprovechando de ti.
En cambio, estarás siendo vampirizado si te llaman incesantemente o esperan que hagas algún favor por alguien que, cuando necesites un favor, siempre resulta tener «otras ocupaciones más importantes».
Muchos vampiros psíquicos te darán cosas materiales con el propósito expreso de hacerte sentir que les debes algo a cambio, y de esta forma te atan a ellos. La diferencia entre tu dar, y el de ellos, es que tu forma de pagarles a cambio siempre ha de ser algo no-material. Quieren que te sientas obligado hacia ellos, estarían muy decepcionados y hasta resentidos si intentases compensarles con cosas materiales. En esencia, les habrás «vendido tu alma» y al no recordártelo, te recordarán constantemente que estás en deuda con ellos.
Siendo puramente Satánico, la única manera de tratar con un vampiro psíquico es «hacerte el tonto» y actuar como si fueran altruistas genuinos, y que
realmente
no esperan nada a cambio. Enséñales una lección al aceptar
cortésmente
lo que te dan, agradeciéndoles lo suficiente como para que se entere todo el mundo, ¡y luego te vas! De esta manera saldrás victorioso. ¿Qué podrán decir? Y cuando, inevitablemente, se espere de ti que retribuyas su «generosidad» (¡aquí viene lo difícil!) dices «NO» —pero, una vez más, ¡
cortésmente
! Cuando sientan que estás escapando de sus garras, pasarán dos cosas: Primero, actuarán «destrozados», esperando que tu antiguo sentimiento del deber y de compasión y de deber aflore nuevamente, y cuando (y si) nada sucediese, mostrarán su verdadera identidad y se mostrarán furiosos y vengativos.
Una vez que los tengas en éste punto, podrás hacer el papel de la parte «ofendida». Después de todo, no has hecho nada malo —simplemente tenías «otras obligaciones más urgentes» en el momento, y ya que no se esperaba nada a cambio de su obsequio, no debería haber resentimiento de parte de ellos. Por lo general, el vampiro psíquico se dará cuenta que sus métodos han sido descubiertos y no presionará la situación. No seguirá desperdiciando su valioso tiempo contigo, sino que se moverá hacia la siguiente víctima indefensa.
Sin embargo, hay momentos en los que el vampiro psíquico no soltará su presa tan fácilmente, y hará todo lo que esté a su alcance para atormentarte. Para esto tendrán mucho tiempo disponible, ya que una vez rechazados, dejarán todo a un lado (es decir, lo poco que tengan) para dedicar cada momento de vigilia a planear la venganza a la que creen tener derecho. Por esta razón, lo mejor es, primero que todo, evitar una relación con este tipo de personas. Su «adulación» y dependencia de ti puede, al principio, ser muy halagadora, y sus obsequios materiales muy atractivos, pero una y otra vez terminarás pagando un precio bastante alto por ellos.
No desperdicies tu tiempo con personas que terminan destruyéndote; en vez de ello concéntrate en quienes apreciarán tu responsabilidad hacia ellos y, de la misma manera, ellos hacia ti. Y si eres un vampiro psíquico —¡atiende este consejo! Cuídate del Satanista —¡está pronto y dispuesto a clavar gustoso la proverbial estaca en tu corazón!
COMPLACENCIA… NO COMPULSIÓN
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¡EL PUNTO MAS ALTO DEL DESARROLLO HUMANO ES LA CONSCIENCIA DE LA CARNE!
EL Satanismo alienta a sus seguidores a darse gusto en sus instintos naturales. Sólo así puedes ser una persona completamente satisfecha sin frustraciones que puedan ser perjudiciales para ti y para las personas a tu alrededor. Por lo tanto, la descripción más simplificada de la creencia Satanista es:
COMPLACENCIA EN LUGAR DE ABSTINENCIA
La gente suele confundir la compulsión con la complacencia, pero entre las dos hay una diferencia enorme. Una compulsión nunca es creada por el complacerse, sino por no ser capaz de hacerlo. El hacer de algo un tabú, solo sirve para intensificar el deseo. A todo el mundo le gusta hacer cosas que se le dice que no hagan. «Las frutas prohibidas son las más dulces».
El Diccionario Enciclopédico
Webster's
define la
complacencia
de la siguiente manera: «Entregarse, no abstenerse u oponerse, dar rienda suelta; gratificarse condescendientemente, ceder.» La definición de
compulsión
es «El acto de obligar o dirigir por la fuerza, física o moral, constreñimiento de la voluntad (por obligación)». En otras palabras, la indulgencia implica elección, mientras que la compulsión indica una carencia de capacidad de elección.
Cuando una persona no satisface sus deseos de manera apropiada, comienza rápidamente a desarrollar compulsiones y a volverse compulsivo. Si todo el mundo tuviese un momento y lugar con el único propósito de darse gusto y complacerse periódicamente en sus placeres personales, sin temor al reproche o a avergonzarse por ello, estarían lo suficientemente libres de llevar vidas sin tipo alguno de frustración en el mundo cotidiano. Serían libres de zambullirse por completo en cualquier empresa que elijan, en lugar de hacer sus deberes a medias, sus necesidades creativas frustradas por negarse a sí mismos sus deseos naturales. En la mayoría de los casos, esto se aplicaría, pero siempre habrán quienes trabajen mejor bajo presión.
Generalmente, quienes necesitan soportar algo de dificultad para producir al máximo casi siempre tienen vocaciones artísticas. (Más adelante hablaremos de la satisfacción a través de la autonegación.) Esto no quiere implica todos los artistas encajen en esta categoría. Al contrario; muchos artistas son incapaces de producir a menos que hayan sido satisfechas sus necesidades animales básicas.
La mayoría de las veces, no es el artista o el individualista, sino los hombres y mujeres comunes de clase media, quienes carecen de medios para expresar sus deseos de manera adecuada. Es irónico que la persona responsable y respetable —la que paga las cuentas de la sociedad— sea quien menos recibe a cambio. Es él quien debe ser consciente de sus «obligaciones morales», y a quien se le condena por complacerse en sus deseos naturales.
La religión Satánica considera esto una gran injusticia. Aquel que cumple con sus responsabilidades debería ser quien tenga mayor derecho a disfrutar de los placeres de su elección, sin censura de la sociedad a la que sirve.
Al fin se ha formado una religión (Satanismo) que encomia y recompensa a quienes apoyan la sociedad en la que viven, en lugar de denunciarlos por sus necesidades humanas.
De todo conjunto de principios (ya sean éstos religiosos, políticos o filosóficos), puede extraerse algo bueno. En medio de la locura del concepto hitleriano, hay un punto que sobresale como ejemplo brillante de esto —«¡fuerza por la alegría!» Hitler no era ningún tonto cuando ofreció al pueblo alemán felicidad,
a nivel personal
, para asegurarse su lealtad hacia él, a la vez que incrementaba el nivel de eficiencia de ellos.
Se ha establecido claramente que la mayoría de las enfermedades son de naturaleza psicosomática y que las enfermedades psicosomáticas son resultado directo de la frustración. Se ha dicho que «lo bueno muere joven», o «lo bueno dura muy poco». Lo bueno, según los parámetros del cristianismo,
sí
muere joven. Es la frustración de nuestros instintos naturales la que lleva a la deterioración prematura de nuestros cuerpos y mentes.
Se ha vuelto muy de moda el concentrarse en el mejoramiento de la mente y el espíritu, y el darle placer a nuestro propio cuerpo (la envoltura sin la cual no podrían existir nuestra mente y nuestro espíritu) es algo tosco, grosero y vulgar. ¡ÚLTIMAMENTE, LA MAYORÍA DE LAS PERSONAS QUE SE CREEN A SÍ MISMAS EMANCIPADAS HAN DEJADO LA NORMALIDAD ¡SÓLO PARA «TRASCENDER» A LA IDIOTEZ! Al pasar todo su tiempo inclinando sus espaldas hasta tocarse los ombligos, subsistiendo a base de dietas exóticas de arroz y té, sienten que llegarán a un gran estado de desarrollo espiritual.
«¡Tonterías!» dice el Satanista. El preferiría comer una comida apetitosa, ejercitar su imaginación, y trascender mediante la satisfacción física y emocional. Le parece que después de haber sido acosado durante tantos siglos con exigencias religiosas irrazonables, ¡debería darle la bienvenida a la oportunidad de ser humano por una vez! Si alguien cree que negando sus instintos naturales puede evitar la mediocridad, debería examinar las creencias místicas Orientales, que durante los últimos años han gozado del favor intelectual de Occidente.
El Cristianismo ya es un «trapo viejo», y los que desean escapar de sus grilletes se han vuelto hacia las así llamadas 'religiones iluminadas', como el Budismo. Si bien el Cristianismo se merece toda la crítica que ha recibido, tal vez haya tomado más carga de culpa de lo que debiera. Los seguidores de las creencias místicas son tan culpables del poco humanismo como los Cristianos «descarriados». Ambas religiones están basadas en filosofías trilladas, triviales, pero los místicos religiosos dicen ser iluminados y estar emancipados del dogma culpabilizante tipificado por el Cristianismo. Sin embargo, el místico oriental está mucho más preocupado que el Cristianismo con evitar acciones y comportamientos «animales» que le recuerden que no es un «santo», sino un hombre —solo otra forma de animal, a veces mejor, la mayoría de las veces peor que el resto de animales, quien, por su «divino desarrollo espiritual e intelectual» ¡se ha convertido en el más vicioso de los animales!
El Satanista pregunta, «¿qué hay de malo en ser humano, y tener limitaciones humanas así como recursos humanos?» Al negar sus deseos el místico no se acerca más a compulsiones que su alma gemela, el cristiano. Las creencias místicas orientales le han enseñado a la gente a contemplar sus ombligos, pararse de cabeza, mirar paredes en blanco, evitar el uso de apelativos, y disciplinarse a ellos mismos contra cualquier deseo de placer material. No obstante, estoy seguro que habrán visto muchos yogas supuestamente disciplinados con la misma incapacidad de controlar su hábito de fumar que cualquiera; o tal como tantos Budistas supuestamente emancipados se excitan igual que alguien «menos iluminado» cuando se encuentra a un miembro del sexo opuesto —y en algunos casos del mismo. Sin embargo cuando se le pide que explique la razón de su hipocresía, se refugian en la ambigüedad que caracteriza a su fe —nadie los puede atrapar ya que ¡no dan respuestas directas!
El hecho es que lo que ha llevado a este tipo de persona a una fe que predica la abstinencia, es la indulgencia. Su masoquismo compulsivo es la razón para elegir una religión que no sólo defiende la autonegación, sino que también los ensalza por ello, y les da una manera santurrona de expresar sus necesidades masoquistas. Mientras más abusos puedan aguantar, más santos se vuelven.