La búsqueda del dragón (13 page)

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Authors: Anne McCaffrey

BOOK: La búsqueda del dragón
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—Sabes perfectamente, Kylara, por qué el Weyr Meridional. . .

—Nosotros no hemos tenido ni una sola baja en siete Revoluciones de Hebras.

—Nosotros no hemos padecido las abundantes y continuas Caídas de Hebras que afectan al continente septentrional, y ahora comprendo...

—Bueno, yo no comprendo por qué sus heridos han de representar una continua sangría de nuestros recursos...

—¡Kylara! No discutas cada una de las palabras que pronuncio.

Sonriendo, Kylara le volvió la espalda a T'bor, complacida al comprobar lo cerca que había estado de inducirle a faltar a su infantil propósito de no pelearse con ella.

—Pregúntaselo a Brekke —repitió—. Ella disfruta ocupando mi puesto.

Miró a T'bor por encima de su hombro para ver si comprendía exactamente lo que quería decir. Estaba convencida de que Brekke se acostaba con T'bor cuando ella estaba ocupada en otra parte. Algo estúpido por parte de Brekke, la cual, como Kylara sabía muy bien, bebía los vientos por F'nor. Brekke y T'bor debían tener interesantes fantasías, cada uno de ellos imaginando que el otro era el verdadero objeto de sus amores no correspondidos.

—¡Brekke es dos veces más mujer y más digna de ser Dama del Weyr que tú! —dijo T'bor, controlando el tono de su voz.

—¡Haré que te arrepientas de haber dicho eso, mequetrefe! —estalló Kylara, enfurecida por lo inesperado del exabrupto de T'bor.

Luego estalló en una carcajada, al pensar en Brekke como Dama del Weyr, o en Brekke como una amante experta y apasionada como la propia Kylara se sabía. Brekke la Huesuda, con un pecho tan liso como el de un muchacho. Incluso Lessa era más femenina.

El pensar en Lessa devolvió bruscamente a Kylara su serenidad. Trató de convencerse de nuevo a sí misma de que Lessa no sería ninguna amenaza, ningún obstáculo en su plan. Lessa estaba ahora demasiado apegada a F'lar, anhelando volver a quedar embarazada, representando el papel de sumisa Dama del Weyr, demasiado satisfecha para ver lo que ocurría debajo de sus narices. Lessa era una estúpida. Podía haber gobernado todo Pern por poco que se hubiera esforzado en conseguirlo. Había tenido la oportunidad y la había dejado escapar, al ir en busca de los Antiguos cuando podía haber ejercido un dominio absoluto sobre todo el planeta como Dama del Weyr de la única reina de Pern... Bueno, Kylara no tenía la intención de permanecer en el Weyr Meridional, sirviendo de enfermera a jinetes heridos y cultivando acres y acres de alimentos para todo el mundo menos para ella. Cada huevo se abría de un modo distinto, pero una grieta en el momento oportuno aceleraba las cosas.

Y Kylara estaba dispuesta a agrietar unos cuantos huevos, a su manera. El noble Larad, Señor del Fuerte de Telgar, se había olvidado de invitarla, a ella que era su única hermana de sangre, a la boda, pero desde luego no existía ningún motivo por el que Kylara no pudiera estar presente cuando su propia hermanastra se casara con el Señor del Fuerte de Lemos.

Brekke estaba cambiando el vendaje de su brazo cuando F'nor oyó que T'bor llamaba a la muchacha. Brekke se tensó al sonido de aquella voz, y una expresión de lástima y de preocupación nubló momentáneamente su rostro.

—Estoy en el Weyrde F'nor —dijo, girando su cabeza hacia la puerta abierta y levantando su delicada voz.

—No sé por qué insistimos en dar el nombre de Weyra un alojamiento hecho de madera —dijo F'nor, acechando la reacción de Brekke. Ella era una chiquilla muy seria, demasiado vieja para sus años. Tal vez el hecho de ser Dama del Weyr sometida a Kylara la había envejecido prematuramente. F'nor había terminado por conseguir que Brekke aceptara sus bromas. Aunque tal vez se limitaba a seguirle la corriente durante el doloroso proceso de curación de la profunda herida de su hombro.

Brekke le sonrió tímidamente.

—Un Weyr es el lugar en el que se aloja un dragón, no importa cómo esté construido.

En aquel momento entró T'bor, inclinando la cabeza, a pesar de que la puerta era más que suficientemente alta para su estatura.

—¿Cómo marcha ese brazo, F'nor?

—Mucho mejor, gracias a los expertos cuidados de Brekke. Se rumorea —dijo F'nor, mirando de soslayo a Brekke— que los hombres que son enviados al Weyr Meridional sanan de sus heridas con más rapidez.

—Si ese es el motivo de que vengan tantos, dedicaré a Brekke a otras tareas. —El tono de T'bor era tan amargo que F'nor le miró fijamente—. Brekke, ¿cuántos heridos más podemos acomodar?

—Únicamente cuatro, pero Varena en el Oeste puede atender al menos veinte.

Por su expresión, F'nor pudo darse cuenta de que Brekke confiaba en que no hubiera tantos heridos.

—R'mart pide que aceptemos diez, uno de ellos con heridas graves.

—Entonces, será mejor que se quede aquí.

F'nor se preguntó si Brekke no se estaba excediendo en sus esfuerzos. Era evidente que, disfrutando de pocos de los privilegios, Brekke había asumido todas las responsabilidades que debían recaer sobre Kylara, en tanto que ésta última hacía lo que le venía en gana. Incluido quejarse de que Brekke desatendía o estropeaba esto o aquello. La reina de Brekke, Wirenth, era aún muy joven y necesitaba muchos cuidados; Brekke criaba además al joven Mirrim, aunque ella no tenía ningún hijo y ninguno de los jinetes del Weyr Meridional parecía compartir su lecho. Pero Brekke se ocupaba también de atender personalmente a los dragoneros heridos de más gravedad. Personalmente, F'nor le estaba muy agradecido. Brekke parecía poseer un sexto sentido que le decía cuándo había que cambiar un vendaje, o aplicar más ungüento de adormidera, o administrar una pócima para combatir la fiebre. Sus manos eran milagros de suavidad y frescor, pero podían ser implacables también, imponiendo a sus pacientes una estricta disciplina de cara a su curación.

—Aprecio tu ayuda, Brekke —dijo T'bor—. De veras.

—Me pregunto si no deberían arbitrarse otras medidas —sugirió F'nor, tanteando el terreno.

—¿Qué quieres decir?

Oh, oh, pensó F'nor, la susceptibilidad del hombre.

—Durante centenares de Revoluciones, los caballeros han sido atendidos en sus propios Weyrs. ¿Por qué tiene que cargar el Meridional con unos hombres inútiles, enviados aquí en un chorro continuo para que sean atendidos hasta su total recuperación?

—Benden envía muy pocos —dijo Brekke en voz baja.

—No me refiero solamente a Benden. La mitad de los hombres que ahora están aquí pertenecen al Weyr de Fort. Podrían ser enviados a las soleadas playas del Boll Meridional. . .

—T'ron no es caudillo... —empezó a decir T'ron en tono despectivo.

—Eso es lo que a Mardra le gustaría que creyésemos —le interrumpió Brekke, con una aspereza tan anormal en ella que T'bor la miró con aire asombrado.

—No te pasa por alto ningún detalle, ¿eh, pequeña dama? —dijo F'nor, riendo—. Eso es lo que dice Lessa, y yo estoy de acuerdo con ella.

Brekke enrojeció.

—¿Qué has querido decir, Brekke? —preguntó T'bor.

—Únicamente que cinco de los hombres heridos de más gravedad estaban volando en el escuadrón de Mardra.

—¿En el escuadrón de Mardra? —F'nor miró fijamente a T'bor, preguntándose si esto era una novedad también para él.

—¿No lo has oído? —inquirió Brekke casi bruscamente—. Ella ha estado volando desde que D'nek fue alcanzado por las Hebras...

—¿Una reina comiendo pedernal? ¿Es por eso por lo que Loranth no ha remontado el vuelo para aparearse?

—Yo no he dicho que Loranth comiera pedernal —puntualizó Brekke—. Mardra no ha perdido la cabeza hasta ese extremo. Una reina estéril no es mejor que un verde. Y Mardra no sería Dama del Weyr. No, ella utiliza un lanzallamas.

—¿En un nivel superior?

F'nor estaba cada vez más asombrado. ¡Y T'ron tenía la desfachatez de jactarse del respeto a la tradición que imperaba en el Weyr de Fort!

—Por eso hay tantos hombres heridos en el escuadrón de Mardra: los dragones vuelan muy cerca de su reina para protegerla. Y un lanzallamas proyecta un chorro de fuego demasiado estrecho para alcanzar a las Hebras en el aire a ]a velocidad de vuelo de los dragones.

—Eso es sin duda... ¡ay! —F'nor dio un respingo ante la punzada de dolor provocada por un imprudente movimiento de su brazo—. Es la cosa más absurda que he oído nunca. ¿Lo sabe F'lar?

T'bor se encogió de hombros.

—¿Qué podría hacer si lo supiera?

Brekke obligó a F'nor a sentarse en el taburete para recomponer el vendaje que él había desarreglado.

—¿Qué ocurrirá a continuación? —preguntó F'nor, sin dirigirse específicamente a nadie.

—Hablar como un Antiguo —observó T'bor con una risa sarcástica—. Lloriqueando acerca del desorden y la excesiva tolerancia de... de una época tan caótica...

—Los cambios no equivalen a caos.

T'bor rió de nuevo.

—Depende del punto de vista de cada uno.

—¿Cuál es tu punto de vista, T'bor?

El caudillo del Weyr Meridional miró al caballero pardo tan prolongada y duramente, con su rostro surcado por tantas arrugas, que pareció muchas Revoluciones más viejo de lo que era.

—Te conté lo que ocurrió en aquella parodia de reunión de caudillos de Weyr la otra noche, con T'ron insistiendo en que el culpable era Terry —T'bor golpeó con uno de sus puños la palma de la otra mano, con una expresión de profundo disgusto en el rostro ante el recuerdo—. El Weyr por encima de todo, incluso del sentido común. Preocúpate de los tuyos, y a los demás que los parta un rayo... Bueno, yo tengo mis propias normas de conducta. Y haré que las gentes de mi Weyr se atengan a ellas. Todos. Incluso Kylara...

—¿Qué tiene que ver Kylara en todo esto?

T'bor miró a F'nor con aire pensativo. Luego, encogiéndose de hombros, dijo:

—Kylara se propone ir al Fuerte de Telgar dentro de cuatro días. El Weyr Meridional no ha sido invitado. No me siento ofendido por ello. El Fuerte de Telgar no pertenece a la jurisdicción del Weyr Meridional, y la boda es un asunto del Fuerte. Pero Kylara se propone armar jaleo allí, estoy seguro. Conozco los síntomas. Y ha estado viendo al Señor del Fuerte de Nabol.

—¿A Meron? —A F'nor no le preocupaba aquel hombre como posible fuente de disturbios—. Meron, Señor de Nabol, quedó completamente desacreditado en aquella abortada batalla en el Weyr de Benden, hace ocho Revoluciones. Ningún Señor volvería a aliarse con Nabol. Ni siquiera Nessel, Señor de Crom, que nunca fue demasiado brillante. Nunca he llegado a comprender cómo logró que el Cónclave le confirmara como Señor de Crom.

—No es de Meron de quien tenemos que guardarnos, sino de Kylara. Todo lo que ella toca queda... distorsionado.

F'nor comprendió lo que T'bor quería decir.

—Si Kylara viajara, por ejemplo, al Fuerte de Fort, no me preocuparía: Groghe, Señor del Fuerte, opina que Kylara debería ser estrangulada. Pero no olvides que Kylara es hermana de Larad Señor del Fuerte de Telgar. Además, Larad puede manejarla. Y Lessa y F'lar estarán allí. No es probable que Kylara se entienda con Lessa. En consecuencia, ¿qué puede hacer? ¿Cambiar la pauta de las Hebras?

F'lar oyó la ahogada exclamación de Brekke, vio el repentino gesto de sobresalto de T'bor.

—Kylara no ha cambiado las pautas de las Hebras. Nadie sabe por qué ha ocurrido eso —dijo T'bor con aire lúgubre

—¿Cómo ha ocurrido qué?

F'nor se puso en pie, apartando las manos de Brekke.

—¿Te has enterado de que las Hebras están cayendo fuera de pauta?

—No, no me he enterado —y F'nor miró sucesivamente a T'bor y a Brekke, la cual logró estar muy ocupada con sus medicamentos.

—No había nada que tú pudieras hacer, F'nor –dijo Brekke tranquilamente—, y tenías mucha fiebre cuando llegó la noticia...

T'bor resopló, con los ojos brillantes como si le complaciera la confusión de F'nor

—Desde luego, esas valiosas pautas de F'lar no incluyeron nunca al Weyr Meridional. ¿Quién le importa lo que ocurre en esta parte del mundo? —exclamó T'bor, y salió rápidamente del Weyr. Cuando F'nor se disponía a seguirle, Brekke le agarró del brazo.

—No, F'nor, no le apremies. Por favor.

F'nor miró el desalentado rostro de Brekke, vio la intensa preocupación en sus expresivos ojos. ¿Así estaban las cosas? ¿Brekke enamorada de T'bor? Era una lástima que ella malgastara su afecto en alguien tan absolutamente sometido a una mujer tan absorbente como Kylara.

—Bueno, ahora vas a ser lo bastante amable como para informarme acerca de ese cambio en la pauta de las Hebras. Estaba herido mi brazo, no mi cerebro.

Ignorando el reproche de F'nor, Brekke le contó lo que había ocurrido en el Weyr de Benden cuando habían caído Hebras horas antes de lo previsto sobre los grandes bosques del Fuerte de Lemos. F'nor se inquietó al enterarse de que R'mart, del Weyr de Telgar, había resultado gravemente herido. No le sorprendió que T'kul, del Weyr de las Altas Extensiones, no se hubiera molestado en informar a sus contemporáneos de las inesperadas caídas sobre los territorios protegidos por su Weyr. Pero tuvo que confesarse a sí mismo que, de haberlo sabido, se hubiera sentido preocupado. Ahora estaba preocupado pero al parecer F'lar estaba actuando con su pericia habitual. Al menos, los Antiguos habían sido despertados de su letargo. Y habían tenido que ser las Hebras las que lo consiguieran.

—No comprendo la observación de T'bor acerca de que nadie se preocupa de lo que ocurre en esta parte del mundo...

Brekke le miró con aire suplicante.

—No resulta fácil vivir con Kylara, particularmente cuando ello significa el exilio.

—¡No es preciso que me lo jures!

F'nor había tenido sus más y sus menos con Kylara cuando ella estaba aún en el Weyr de Benden y, al igual que otros muchos caballeros, había experimentado un gran alivio cuando fue designada Dama del Weyr Meridional. El único problema de su convalecencia aquí, en el Weyr Meridional, era la proximidad de Kylara. Para la tranquilidad de F'nor, el interés de Kylara por Meron de Nabol no podía ser más oportuno.

—Ya has podido ver lo mucho que ha conseguido T'bor en el Weyr Meridional en las Revoluciones que lleva aquí —dijo Brekke.

F'nor asintió, sinceramente impresionado.

—¿Ha completado la exploración del continente meridional? —inquirió. No podía recordar que hubiera llegado ningún informe sobre aquella cuestión al Weyr de Benden.

—No lo creo. Los desiertos del oeste son terribles. Un par de caballeros se dejaron llevar por la curiosidad, pero el viento les obligó a retroceder. Y al este sólo hay océano. Probablemente se extiende alrededor del desierto. Esto es el fondo de la tierra, ¿sabes?

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